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viernes, 15 de febrero de 2019

ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA (USA), O EL MITO DE LA GRAN DEMOCRACIA


Por Julio S. Alcorta Fernández.


Como muchos compañeros conocen, a partir del mes de enero del presente año, decidí divulgar una serie de testimonios que había redactado entre los años 2011 y 2012,  relacionados con el proceder en toda su magnitud, de los gobiernos de los Estados Unidos desde que se declararon independientes del Imperio Británico en 1776 (casi 250 años).

Al mismo tiempo, no dejaba de comprender que estaba  sumergiéndome en un accionar en que pienso no entusiasma a muchos involucrarse por ser documentos de cierta extensión, a pesar de que contenga aspectos relevantes de esa nación, lo cual creo es comprensible.

De todos modos, al final me arriesgué y pude enviar los siguientes TEMAS:

1.       Declaraciones de los principales personajes que han y están dirigiendo a los Estados Unidos desde 1776 a la fecha.
2.       Rosario de una parte importante de las agresiones ejecutadas por los Estados Unidos, durante los siglos XIX, XX y XXI, siendo ya independientes del Imperio Británico.
3.       La inaudita historia de las gravísimas consecuencias que han ocasionado a nuestro país y a varias generaciones de cubanos, los 54 años de incesantes agresiones provocadas por los Estados Unidos (Desde un poco antes del triunfo de la Revolución, hasta los años de la Administración del presidente John F. Kennedy en 1963, en que fue asesinado.

Lo hice así, pues sigo pensando y estoy convencido, ahora más que nunca, que es fundamental y determinante para nuestro pequeño y acosado país, REMEMORAR Y EVOCAR PERSISTENTEMENTE, sin descanso ni desalientos y desde todos los espacios que dispongamos: pequeños, modestos, buenos, excelentes, etc. las fechorías que estos perturbados están acostumbrados a perpetrar.

Por mi parte, si tuviera la información necesaria que me permitiera a través del correo electrónico  de mi pequeño celular, ya le hubiera enviado todo esta historia macabra al tal Pompeo y sus sicarios, aunque seguramente ni se enteren.

Sin embargo, si un empleadillo de quinta categoría lo pudiera recoger del cesto de la basura y lo leyera escondido; CON ESO ME BASTARÍA.

Considero que  estas percepciones imaginarias y figuradas de nosotros los seres humanos, es lo que nos llevan a desarrollar nuestras más anheladas y esperanzadoras ideas y reflexiones.

Por lo tanto, en esta oportunidad estoy adjuntando el último TEMA de la “Inaudita Historia”, contentivo del proceder del resto de los mandatarios estadounidenses, hasta una parte de la Administración de Barack Obama, que traté de compendiar lo más posible.

Julio Sergio Alcorta Fernández,    14 de febrero de 2019. “Año 61 de la Revolución”


ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA (USA), O EL MITO DE LA GRAN DEMOCRACIA

TEMA 4 – La inaudita historia de las gravísimas consecuencias que han ocasionado a Cuba, y a varias generaciones de cubanos, los  54 años de incesantes agresiones provocadas por los Estados Unidos.

Fueron 24 años los que transcurrieron de las administraciones de los siguientes mandatarios:

Richard Nixon                          (1969-1974)  (*)
Gerard Ford                              (1974-1976)
 James Carter                           (1977-1980)
Ronald Reagan                         (1981-1988)
George H. Bush, padre.           (1989-1992)

*Nixon fue destituido como presidente en 1974, por el escándalo de Watergate
.
-La elección de Richard Nixon en 1968, como presidente de los Estados Unidos, dio inicio en esa nación al predominio político de importantes fuerzas conservadoras que se fortalecieron poderosamente con la entrada a la primera magistratura del ultra-derechista, exactor de Hollywood, Ronald Reagan, continuando hasta su sucesor George H. Bush, padre.

-En estos 24 años, solamente asomaron algunas facetas normalizadoras con Cuba en el corto periodo de 4 años de la presidencia de James Carter.

-La administración presidida por Ronald Reagan significó además, el avance de las políticas ligadas al complejo militar-industrial y la firme e imperiosa obligación de restaurar la hegemonía que, según ellos, estaba siendo quebrantada por las debilidades de las administraciones anteriores.

-Así las cosas, nuestro país tuvo que soportar una nueva fase de agresiones, todas dirigidas a la liquidación definitiva de nuestro proceso revolucionario.

-A pesar de que las autoridades estadounidenses conocían el caso, según informes de la CIA del 22 de junio 1976, cuyo director era Bush padre, titulado “Posibles planes de extremistas cubanos exilados de hacer estallar un avión de Cubana”, no fueron capaces de alertar al Gobierno Cubano ni apresar a esos terroristas; y el 6 de octubre de 1976, ocurrió el criminal atentado contra una aeronave de Cubana de Aviación, costándole la vida a 75 pasajeros y tripulantes.

En mayo de 1980, un grupo de neoconservadores del Partido Republicano, le entregaron al candidato presidencial y posteriormente presidente de los Estados Unidos, Ronald Reagan, el “Documento de Santa Fe”, donde estaban las bases de lo que sería la política de ese gobierno hacia América Latina. EN EL CAPÍTULO CONCERNIENTE A CUBA, SE EXPONÍA UNA “LÍNEA DURA” EN LA CONFRONTACIÓN CON LA ISLA”.

-Por  iniciativa del gobierno de Ronald Reagan, como parte del “PROYECTO DEMOCRACIA”, con el objetivo de buscar apoyo dentro y fuera de los Estados Unidos, a la política exterior de esa administración contra la Revolución Cubana, se fundó en 1981, la Fundación Nacional Cubano-Americana (FNCA).

Desde su creación, la FNCA se encargó de reducir a cenizas las tentativas de acercamiento entre Washington y La Habana, iniciadas por el gobierno de Carter.

La Fundación se convirtió en el principal cabildero (Lobby) a favor de la promoción de la política norteamericana hacia Cuba.

-A fines de septiembre de 1981, el presidente Reagan firmó la Orden Ejecutiva 12323, creando la Comisión Presidencial para la Radiodifusión a Cuba, organismo que creó la mal llamada “Radio Martí”

Aprovechando las desastrosas consecuencias del derrumbe del Campo Socialista en 1990, durante la administración del presidente George H. Bush, padre, con la ayuda de la FNCA y legisladores enemigos acérrimos de Cuba, se aprobó en 1992, la LEY TORRICELI O LEY PARA LA DEMOCRACIA EN CUBA.

Con ello se asestaba lo que suponían sería el “GOLPE DE GRACIA” a la Revolución Cubana.

Entre otras sanciones, se aprobaron:

..Las filiales de las empresas norteamericanas en el exterior no podían mantener relaciones comerciales con Cuba.
..Los países que comerciaran o brindaran asistencia a la Isla, serían sancionados según penalidades previstas en la Ley de Comercio con el Enemigo.
..Los barcos que atracaran en puertos cubanos, tendrían prohibido el acceso a puertos de Estados Unidos por espacio de 6 meses.
..Y otras numerosas sanciones.
-ES PRECISO RECORDAR A LOS QUE CON EL TIEMPO HAYAN OLVIDADO LAS TERRIBLES Y DEVASTADORAS SECUELAS DEL DERRUMBE DEL CAMPO SOCIALISTA PARA LA ECONOMÍA CUBANA, A CONTINUACIÓN SE EXPONEN ALGUNOS DATOS:
..Las importaciones pasaron de 8100 millones dólares a sólo 1200.
..Desde 1989 hasta 1993 el Producto Interno Bruto (PBI) sufrió un descenso del 35%.
..Las exportaciones descendieron en un 75%.
..El consumo total disminuyó en un 30%, y el de las familias cayó en un 35%
..El  salario real descendió en un 25%.
    
Al triunfo de William Clinton en las elecciones presidenciales celebradas en noviembre 1992, derrotando al neoconservador republicano George H. Bush, padre, comienza un nuevo ciclo de las convulsas relacions de Cuba con los Estados Unidos.

En esta última etapa, ejercieron el mandato presidencial en esa nación:
William Clinton                      (1993-2000)
George W. Bush hijo.            (2001-2008)
Barack Hussein Obama        (2009-2013) (*)         
*termina su mandato en el 2016.

-En estos 21 años el Gobierno y el Pueblo Cubanos se enfrentaron de nuevo a situaciones extremadamente difíciles, complicadas y peligrosas, lo que requirió destreza y sagacidad tratando siempre de vislumbrar lo que planeaban con el fin de desarticular sus agresiones, o, por lo menos, estar preparados para reducir sus efectos.

Tuvo un avance significativo el apoyo material y financiero del gobierno de los Estados Unidos, dos, y sus acólitos de la Fundación Cubano-Americana, a los grupos opositores en Cuba, con el fin de promover acciones subversivas que aceleraran el derrocamiento del Gobierno Cubano.

-En este contexto la SINA (Sección de Intereses de los Estados Unidos en Cuba), jugó un papel determinante en dirigir permanentemente a los elementos contrarrevolucionarios, a quienes contacta e imparte instrucciones de forma sistemática.

-Se sucedieron los SABOTAJES  en instalaciones turísticas y otros lugares públicos; EL SECUESTRO DE AVIONES Y NAVES PESQUERAS y otros actos hostiles de GUERRA PSICOLÓGI CA E INTENSA PROPAGANDA MEDIÁTICA difundiendo mentiras e infundios para desacreditar al Gobierno Cubano.

-Unido a esto, los planes también contemplaban LA ELIMINACIÓN FÍSICA DEL COMANDANTE EN JEFE, FIDEL CASTRO RUZ,  actos que trataron de ejecutar, resultando descubiertos por las acciones determinantes de nuestras fuerzas de seguridad.

-En pleno PERIODO ESPECIAL aprobado por el Gobierno Revolucionario para contrarrestar y resistir los graves problemas creados por el derrumbe del Campo Socialista, unido a la adopción de la LEY TORRICELLI; el 12 de marzo de 1996, el presidente Clinton firmó la llamada Ley para la Libertad y la Solidaridad Democrática Cubanas (LEY HELMS BURTON)

Esta Ley codificó todas las legislaciones, cualquiera que fuera su rango, promulgadas desde 1962, incluyendo las sanciones de la LEY TORRICELLI, que al codificarlas, fueron elevadas a categoría de leyes.

De tal forma, con este hecho se le quitan al presidente de los Estados Unidos las facultades para que pudiese disponer todo lo referente sobre el bloqueo, que ahora corresponde al Congreso.

Este engendro, de nuevo creado como siempre, para darle ahora el “GOLPE MORTAL” a la Revolución Cubana, consta de cuatro títulos:

     I – Fortalecimiento de las sanciones internacionales contra el gob.de Castro.
      II – Ayuda a una Cuba libre e independiente.
     III – Protección de los derechos de propiedad de los nacionales estadounidenses.
     
O sea, siempre aprovechando las difíciles circunstancias que atravesaba nuestro país para hacerle cada vez más engorrosa y complicada su subsistencia.

Para ellos, ahora sí que el Gobierno de Cuba no podría sostenerse y, por lo tanto, tenía los días contados

-El 28 de octubre de 2000, se aprobó la Ley de Protección de las Víctimas del Tráfico y la Violencia, que autorizó al gobierno de Estados Unidos a apropiarse de fondos de empresas y bancos cubanos congelados en bancos de los Estados Unidos, ascendentes a 161 millones de dólares.
-No conformes con todas las medidas aprobadas y ejecutadas, y plenamente codificadas por los gobiernos de los Estados Unidos en los 45 años anteriores, el 6 de mayo de 2004, el presidente George W. Bush, hijo, recibió el Informe elaborado por la COMISION PARA LA ASISTENCIA A UNA CUBA LIBRE, encargada por el mandatario para nuevamente “ACELERAR EL DÍA EN QUE CUBA SEA UN PAÍS LIBRE”.

Esta abyecta aberración nominada Plan para la Transición Democrática en Cuba”, constaba de más de 450 páginas, un mamotreto que integraba como tareas estratégicas, las siguientes:

..Incremento del apoyo de la contrarrevolución interna.
..Aumento de la campaña internacional contra Cuba.
..Recrudecimiento de acciones subversivas y de desinformación contra Cuba
..Adopción de nuevas medidas para afectar la economía cubana…
..Socavar los planes de “sucesión del régimen”.

Entre los años 2004 y 2005, 85 compañías y bancos y 803 ciudadanos resultaron multados por un monto superior a los 3 millones dólares por violar las disposiciones contra Cuba.

-Como si fuera poco, dos años más tarde, en junio 2006, Condoleezza Rice, secretaria de Estado, presentó un segundo informe del plan aprobado para la ASISTENCIA A UNA CUBA LIBRE, con una serie de recomendaciones adicionales ahora “PARA ASEGURAR QUE LA TRANSICIÓN EN CUBA SEA GENUINA”; y que “LA ESTRATEGIA DE SUCESIÓN DEL RÉGIMEN DE CASTRO NO TENGA ÉXITO”.

En resumen pretendían:

..Crear más incertidumbre sobre el futuro político y jurídico de las personas que ocupan cargos de dirección dentro del régimen (Cuba).
..Establecer una Fuerza Especial encargada de hacer cumplir la ley sobre las sanciones económicas de los Estados Unidos contra el régimen de Castro.
..Establecer una Fuerza Especial sobre el Níquel Cubano.
..Conseguir información sobre los activos del régimen en el extranjero y tomar las medidas pertinentes.
..Determinar otras formas de evaluar e interrumpir los ingresos del régimen procedentes del extranjero, y otras medidas injerencistas.

Se aclaró que el nuevo documento contenía partes que se mantendrían SECRETAS por razones de seguridad nacional e implementación efectiva.

En enero 2009, asumió la presidencia de los Estados Unidos, Barack Hussein Obama, como el presidente número 44 de la nación y el onceno después del triunfo de la Revolución.

A pesar de que en su campaña electoral anunció cambios fundamentales en su política exterior, después de sus primeros 4 años ejerciendo el poder y ser reelegido en el 2012, sigue aferrado al llamado “CAMBIO DE RÉGIMEN” en Cuba, como premisa para la normalización de relaciones.  Además, ha intensificado el bloqueo a Cuba, particularmente en el terreno financiero.

-El  5 de enero 2010, el portavoz del Dpto.de Estado de los Estados Unidos, Philip Crowley, declaró que Cuba tiene “bien ganada” su designación como “ESTADO PATROCINADOR DEL TERRORISMO”.

-Las multas de los departamentos del Tesoro y de Justicia de los Estados Unidos contra entidades de ese país y de Europa en el 2009, por transacciones realizadas con Cuba, entre otras naciones, superaron en su conjunto los 800 millones de dólares.

-El 2 de septiembre 2010, el presidente Obama ratificó las sanciones contra Cuba, aludiendo al supuesto “interés nacional” de los Estados Unidos.

-En junio 2012, el Dpto.de Justicia de los Estados Unidos, anunció la imposición de una multa de 619 millones de dólares al Banco Holandés ING por supuestas violaciones al régimen de sanciones contra Cuba y otros países.
Esta es la multa más alta de la historia impuesta por los Estados Unidos a un banco extranjero.

CONCLUSIONES:

En las páginas del anterior documento  que califiqué como TEMA 3, y de este último como TEMA 4 y final,  traté  de compendiar lo más posible las díficiles y complicadas relaciones de Cuba con los Estados Unidos, a partir del triunfo de la Revolución el 1ro.de enero de 1959.

 Tengo la convicción de que los ciudadanos de cualquier parte del mundo que sin prejuicios, hayan seguido esta historia, sabrán valorar los sacrificios de un pueblo para tolerar tantos años de agresividad, sin doblegarse ni rendirse.

Por otro lado, estas consecuencias han originado lamentablemente la emigración de muchos compatriotas, buscando esencialmente mejorar sus niveles de vida, lo que considero totalmente comprensible.

Pero creo que al final del día, después de su jornada laboral, lejos de su Patria, al reclinarse para descansar, muchos de ellos, aunque no lo exterioricen, meditarán que su país merece respeto y admiración por su resistencia ante las embestidas de esa pudiente nación.

Y a nuestros compatriotas, que por sus edades formaron parte de los primeros contingentes que sufrieron estas acciones, como a las nuevas generaciones, no tan avezadas, pero que por el tiempo transcurrido lógicamente no poseen todas las vivencias de sus progenitores, se les exhorta a que perseveren  y  NO DESCUIDEN DE CONOCER  A PLENITUD ESTA FORMIDABLE  HISTORIA DE UN PAÍS ACOSADO TODOS ESTOS AÑOS.

Se trata de que en el devenir cotidiano tropesamos con incontables obstáculos que en numerosas ocasiones provienen de la pérfida actuación del inculpado, que persistentemente han tratado y seguirán tratando, mientras existan, de desesperar y debilitar a nuestro Pueblo.

ESTOS HAN SIDO SIEMPRE LOS OBJETIVOS A PERSEGUIR CONTRA NUESTRO PROCESO REVOLUCIONARIO.

En cuanto al futuro inmediato, estimo que todo hace indicar que en esa sociedad estadounidense, no se vislumbra, ni a corto ni a mediano plazo, que ocurran milagros que transformen sustancialmente las arcaicas ideas y concepciones que ha venido lastrando a esa nación, sobre todo en sus relaciones con los demás países.

Personalmente pienso que las condiciones actuales, tanto internas como externas, impondrán a los Estados Unidos radicalizar sus movimientos emergiendo fatídicamente las figuras más ultra-derechistas y neoconservadoras, con amplias posibilidades de tomar el poder en los próximos años, con la anuencia de las más poderosas élites de poder dominantes en ese imperio..

La Habana, 1ro.de diciembre 2013.





Entregan una docena de nuevas casas en la Zona Especial de Desarrollo Mariel (+ Fotos)

En este artículo: Cuba, Economía, Fotografía, Mariel, Zona Especial de Desarrollo Mariel
15 febrero 2019 
La implementación de la ZED Mariel incluye la reubicación de viviendas y el desarrollo de la infraestructura urbana en beneficio de la comunidad. Foto: ZED Mariel
Un total de 12 familias recibieron a comienzos de febrero nuevas viviendas como parte de las obras inducidas del proyecto de la Zona Especial de Desarrollo Mariel (ZED Mariel), ubicadas en el poblado de Pueblo Viejo, Quiebra Hacha.
De acuerdo con el Plan de Ordenamiento Territorial y Urbano del Sector A, donde están enclavadas las viviendas, y con el fin de lograr un mayor aprovechamiento del espacio en esa área, durante el año 2018 la Oficina de la ZED Mariel, de conjunto con el Instituto de Planificación Física, el Partido y el Consejo de la Administración del municipio Mariel y la Dirección Integrada de Proyectos Mariel, trabajaron en el censo de las viviendas que dificultan el desarrollo de las infraestructuras, para su reubicación.
Este proceso implica la construcción de inmuebles totalmente nuevos, de características similares o superiores a las viviendas actuales de las 120 familias censadas, con su previo consentimiento.
Tras la entrega de las 12 primeras casas, se continúa la construcción del resto, en una comunidad donde también están concebidos los servicios de salud pública, educación comercio y gastronomía.
Actualmente, los habitantes del barrio Quiebra Hacha ya se benefician con las obras de infraestructura, el transporte y los empleos generados hasta el momento.
La guía estratégica de la ZED Mariel, su Programa de Desarrollo y Negocios, presta especial atención al entorno social, proponiéndose contribuir a su desarrollo en paralelo con los avances en la infraestructura, los servicios y el establecimiento de negocios.
Foto: ZED Mariel
Foto: ZED Mariel
(Con información de la ZED Mariel)

LA RECEPCIÓN DE LAS OBRAS ECONÓMICAS DE KARL MARX ENTRE 1867-1910

Daniel Gaido*

El problema que los discípulos de Marx encontraron repetidamente luego de su muerte, acaecida en 1883, fue que su obra manuscrita estuvo durante cuatro décadas en proceso de elaboración. Sabemos por el prólogo a la Contribución a la Crítica de la Economía Política que Marx pretendía considerar el sistema de la economía burguesa en seis libros (capital, propiedad de la tierra, trabajo asalariado; estado, comercio exterior, mercado mundial), sin embargo, sólo el primer volumen del primer libro fue publicado en vida de Marx. Durante varias décadas después de su muerte, nuevos e importantes manuscritos fueron apareciendo, incluyendo el segundo y tercer volúmenes de El Capital y los tres tomos de Teorías sobre la plusvalía, que se terminaron de publicar recién en 1910, todos los cuales son esenciales para una comprensión completa del proyecto de Marx. Como resultado, los discípulos de Marx tenían continuamente que adaptar las interpretaciones de su obra a medida que estos nuevos materiales iban apareciendo. La historia de este proceso de descubrimiento y exégesis se reconstruye en este ensayo.
Miseria de la filosofía y Trabajo asalariado y capital (1847)
Durante la primera mitad de la década de 1840, Marx y Engels evolucionan de la filosofía hegeliana a la elaboración de los principios fundamentales del materialismo histórico. Sus escritos de esos años abundan en energía creativa, pero en muchos aspectos también fueron experimentales y provisionales en sus conclusiones. Sus ideas estaban en movimiento, y las consecuencias finales comenzarían a aparecer sólo desde finales de los años 1850 en adelante. En el camino a la economía política, Marx hizo su primera ruptura con el grupo de izquierda hegeliana1, luego emprendió una crítica filosófica provisional de la economía política basada en el concepto de alienación (Entfremdung: enajenación) de Feuerbach en los Manuscritos de 1844 (Marx 2010), después fue más allá del humanismo de Feuerbach mediante el concepto más activo de praxis humana (Marx 1975a) y, finalmente, debatió cuestiones económicas directamente en su polémica contra el libro de Pierre-Joseph Proudhon Système des contradictions économiques, ou, Philosophie de la misère, publicado en 1846 (Marx 1987).
La respuesta de Marx a Proudhon apareció por primera vez en 1847 como Misère de la philosophie. En 1885 una edición alemana del libro fue publicada después de que fuera traducido por Eduard Bernstein y Karl Kautsky. En el prefacio a dicha edición, fechado el 13 de octubre de 1884, Engels señaló que “los términos empleados en esta obra no coinciden del todo con la terminología de El Capital. Por ejemplo, en vez de fuerza de trabajo (Arbeitskraft), en este libro se habla todavía de trabajo (Arbeit) como mercancía, de la compra y venta de trabajo.” (Marx 1987, p. 181). En una nota posterior, Engels también criticó “la tesis de que el precio ‘natural’, es decir, normal, de la fuerza de trabajo coincide con el mínimo de salario, esto es, con el equivalente del valor de los medios de subsistencia absolutamente indispensables para la vida del obrero y para la prolongación de su especie“, indicando que “en El Capital, Marx corrigió la mencionada tesis” (Marx 1987, p. 187).2
Engels se enfrentó a problemas similares cuando preparó una nueva edición del Trabajo asalariado y capital de Marx, una serie de conferencias dictadas ante el Club de los Trabajadores Alemanes de Bruselas, en 1847, y publicadas por primera vez en varias entregas en el periódico Neue Rheinische Zeitung (Nueva gaceta renana) a partir del 4 de abril de 1849. En su introducción a la nueva edición, fechada el 30 de abril de 1891, Engels volvió a señalar que, contrariamente a lo que Marx había dicho en un principio, los trabajadores no venden su trabajo a cambio de un salario sino su fuerza de trabajo, agregando:
En la década del cuarenta, Marx no había terminado aún su crítica de la economía política. Fue hacia fines de la década del cincuenta cuando dio término a esta obra. Por eso, los trabajos publicados por él antes de la aparición del primer fascículo de la Contribución a la crítica de la economía política (1859), difieren en algunos puntos de los que vieron la luz después de esa fecha; contienen expresiones y frases enteras que, desde el punto de vista de las obras posteriores, parecen poco afortunadas y hasta inexactas (Marx y Engels 1974b, introducción de F. Engels a la edición de 1891).
Fue en su exilio londinense que Marx elaboró por primera vez en forma acabada sus categorías económicas, comenzando por su análisis de la teoría del valor.
Contribución a la crítica de la economía política (1859)
Contribución a la crítica de la economía política (1859), la primera obra económica madura de Marx, es significativa hoy principalmente por su exposición inigualada de los principios generales del materialismo histórico en su extraordinario prólogo, en el que Marx describió la sociedad actual como la última etapa en “la prehistoria de la sociedad humana” (Marx 2008, p. 6), después de la cual los productores ya no serían dominados por los productos de su propio trabajo. El capitalismo estaba creando las condiciones técnicas y sociales para la transición a una formación social superior, en la que las personas ejercerían un control consciente sobre sus procesos de producción, reduciendo la jornada de trabajo y haciendo posible la superación de la división entre el trabajo manual y el intelectual. Pero incluso este libro sigue siendo incompleto en términos de su exposición de la forma del valor (Wertform).
En Contribución a la crítica de la economía política, Marx todavía no distingue estrictamente entre el contenido del valor y su forma; trata al valor cuantitativamente, mientras que en El Capital añadió una dimensión cualitativa: la distinción entre la “relación de valor” (Wertverhältnis) -que relaciona la cantidad de trabajo materializado en una mercancía con la de otra, mostrando su identidad como valores- y la “expresión de valor” (Wertausdruck), en la que una de las mercancías se expresa en términos del valor de uso de la otra mercancía. En este último caso, la primera mercancía asume la “forma relativa” y la segunda la “forma equivalente”, una diferencia cualitativa que apunta al valor de cambio como una “forma” de valor. Ambos lados de la ecuación todavía contienen la misma cantidad de trabajo materializado, su “denominador común”, pero el cambio de forma en la “expresión de valor” pone en marcha la transformación dialéctica (lógica e histórica) de una forma de valor a la otra. La distinción “polar” en El Capital entre la forma “relativa” y la forma “equivalente” de valor apunta a la aparición del dinero, como el equivalente general, y a la distinción de Marx entre trabajo concreto y trabajo abstracto.
La necesidad de tal distinción surgió del hecho de que Ricardo no diferencia entre el valor y el valor de cambio, debido a que para él la conversión de la mercancía en dinero parecía ser un acto puramente formal y externo. El resultado, sin embargo, fue crear un abismo infranqueable entre el valor y el valor de cambio, lo que llevó a Samuel Bailey, un crítico de Ricardo, a argumentar que la teoría laboral del valor no tiene sentido (Bailey 1825). La diferencia entre Ricardo y Bailey fue que el primero ignoró la forma del valor, mientras que el segundo pensaba que era posible operar sin el concepto de valor. La estructura de la argumentación de Marx en El capital, a diferencia de la Contribución a la crítica de la economía política, es el resultado de la necesidad de abordar dos desafíos al mismo tiempo. En primer lugar, Marx tuvo que responder a las críticas de Bailey a Ricardo; en segundo lugar, tuvo que aclarar la confusión dejada por Ricardo mismo. Como consecuencia, Marx terminó por reescribir el material de la Contribución a la crítica de la economía política y por incorporarlo en el primer volumen de El Capital bajo el título Primera parte: Mercancías y Dinero”.
La recepción del primer volumen de El Capital (1867)
En una carta a Ludwig Kugelmann, del 11 de febrero de 1869, Marx culpó a la “cobardía de los expertos, por un lado, y a la conspiración de silencio de la prensa burguesa y reaccionaria, por el otro” por la limitada circulación del primer volumen de El Capital(MECW, vol. 43, pp. 213-214). Sin embargo, en el otoño de 1871 la primera edición había sido vendida, y en el epílogo a la segunda edición, del 24 de enero de 1873, Marx respondió a dos comentarios rusos sobre su obra: el libro de Nikolai Ivanovich Sieber, La teoría del valor y del capital de David Ricardo en relación con las últimas aportaciones e interpretaciones3 y una reseña escrita por Illarion Ignat’evich Kaufman, “El punto de vista de Karl Marx en su crítica político-económica“. Kaufman encontraba difícil comprender la relación entre ciencia y filosofía, argumentando que Marx utilizó una terminología hegeliana en una obra que, de hecho, adoptaba el enfoque científico de las ciencias biológicas. En su epílogo a la segunda edición de El Capital, Marx tradujo parte de la descripción que hizo Kaufman de su método de investigación, con el fin de demostrar que, a pesar de la aversión de Kaufman a la dialéctica, lo que en realidad describía en su reseña de El Capital no era otra cosa que el método dialéctico de análisis, despojado de la influencia mistificadora del idealismo hegeliano (Kaufman 1872).4 Marx consideraba el movimiento dialéctico de los conceptos, descubierto a través de un análisis histórico y lógico, como formas de pensamiento que reflejan el desarrollo de la vida real.
Aparte de su importancia teórica, el primer volumen de El Capital también tuvo un profundo efecto en la táctica de la socialdemocracia alemana, al fomentar la lucha por una jornada de trabajo normal (de ocho horas) y el desarrollo de la política sindicalista. Por ejemplo, en un artículo sobre Rodbertus, escrito en 1884, Karl Kautsky declaró:
Mientras el trabajo sea una mercancía, que está sujeta a las leyes de la oferta y la demanda, el único medio para mejorar su situación es la reducción de la oferta y el aumento de la demanda. En la medida en que esto es posible, se puede hacer a través de una organización sindical sólida y una corta jornada de trabajo normal. Estos son los objetivos que los trabajadores deben inicialmente fijarse (Kautsky 1884, p. 400).
Este comentario aparece en uno de los primeros ensayos económicos de Kautsky, titulado “El Capital de Rodbertus“, que defendía la originalidad de las teorías de Marx frente a las acusaciones de plagio que surgieron de la publicación póstuma de la cuarta “Carta Social a Kirchmann” de Rodbertus (Rodbertus-Jagetzow, 1884). Kautsky no tuvo dificultad en demostrar el método ahistórico de Rodbertus, su enfoque legalista (es decir, idealista) de la economía política, y sus nociones nacionalistas de cómo el capitalismo puede ser “regulado” con el fin de evitar las crisis periódicas. Al mismo tiempo, el ensayo de Kautsky revela las limitaciones de la comprensión existente en la socialdemocracia sobre las categorías de Marx en ese momento, y la tendencia a confundirlas con la terminología de Ferdinand Lassalle. En un pasaje, por ejemplo, Kautsky escribió: “La falta de planificación del modo actual de producción y la circunstancia de que la clase obrera no recibe el producto íntegro de su trabajo hacen posible la crisis económica” (Kautsky 1884, p. 398). El fin de esta confusión sólo se produjo en 1891, cuando la Crítica del Programa de Gotha, de Marx, fue publicada en Die neue Zeit (Marx 1891).
Uno de los comentarios tempranos más importantes sobre el primer volumen de El Capital se produjo en 1907, cuando el teórico austromarxista Otto Bauer marcó el cuadragésimo aniversario de su publicación con un ensayo titulado “La historia de un libro” (Bauer 1908). Bauer escribía en las postrimerías de la controversia revisionista de 1898-1903, durante la cual los revolucionarios dentro de la Segunda Internacional se vieron obligados a defender la teoría marxista ante el intento de Bernstein de convertir a la socialdemocracia en un partido reformista en el marco de la democracia parlamentaria burguesa.5
Tal vez bajo la influencia de las notas de Marx sobre el método de la economía política -hoy disponibles como introducción a los Grundrisse, pero publicadas por primera vez por Kautsky en Die neue Zeit en 1903 como “Introducción a la Crítica de la economía política” (Marx 1903)- Bauer hizo un avance importante en relación a las exposiciones anteriores de El Capital, señalando sus vínculos con las categorías de Ciencia de la Lógica de Hegel:
El gran hecho que subyace a la lógica de Hegel, así como a su crítica a Kant, son las ciencias naturales. Hegel, como Kant, no deja de reconocer su carácter empírico, y no tiene dudas de que “todo nuestro conocimiento comienza con la experiencia”; pero él llama característicamente a lo empírico “lo inmediato”, y al procesamiento conceptual lógico de la experiencia, la “negación de lo dado inmediatamente”.6 Detrás de lo inmediato, Hegel busca lo verdadero y lo real. Él encuentra lo verdadero y lo real en el “reino de las sombras, el mundo de las simples esencialidades, liberado de toda concreción sensible”.7 En la categoría de existencia [Dasein], la determinación [Bestimmtheit] -la condición [Beschaffenheit] cualitativa empírica concreta- es una con el ser [Sein]; pero sólo si esta condición es sublimada [aufgehoben], planteada como indiferente, sólo entonces podemos llegar al ser puro, que no es más que cantidad. Pero la cantidad [Quantum], a la cual está ligada una existencia o una calidad [Qual], es medida [Maß].8 La medida es la verdad concreta del ser; en ella se encuentra la idea de la esencia [Wesen]. “La verdad del ser es la esencia. El ser es lo inmediato. Puesto que el saber quiere conocer lo verdadero, lo que el ser es en sí y por sí, no se detiene en lo inmediato y en sus determinaciones, sino que penetra a través de aquél, suponiendo que detrás de este ser existe algo más que el ser mismo, y que este fondo constituye la verdad del ser” (Hegel 1982, p. 9). Este fondo, esta esencia del ser, es la medida; llegamos a ella al postular las determinaciones del ser como indiferentes, cuando pasamos de la existencia cualitativamente determinada al ser puro como cantidad pura (Bauer 1908, p. 29).
Bauer llamó la terminología de Hegel “extraña“, afirmando que “sonaba a mística“, pero se propuso demostrar que las categorías de Hegel eran esenciales para la comprensión de la lógica de El Capital de Marx:
Marx ciertamente imita el método de Hegel. También él busca detrás de la “apariencia de la competencia” lo verdadero y lo real. Y él también quiere encontrar la verdad detrás de la inmediatez del ser, superando la determinación cualitativa del ser en su existencia empírica, postulándola como indiferente y pasando al ser como cantidad pura. Así, en los famosos primeros capítulos del primer volumen de El Capital, las mercancías concretas son despojadas de su determinación (como un vestido, o 20 yardas de lino) y postuladas como meras cantidades de trabajo social. De la misma manera, el trabajo individual concreto se ve privado de su determinación y considerado como una mera “forma de manifestación” del trabajo social general. Incluso los sujetos económicos, estos hombres de carne y hueso, con el tiempo pierden su existencia aparente y se convierten en meros “órganos del trabajo” y “agentes de la producción”, uno la encarnación de una cierta cantidad de capital social, y el otro la personificación de un cantidad de fuerza de trabajo social. La cantidad, a la que la existencia o la calidad están ligadas como la medida de Hegel, es aquí el trabajo social. Es la esencia de los fenómenos económicos que, como decía Hegel, no sólo pasa a través de sus determinaciones – recordemos la descripción de Marx de la circulación del capital, que hace que el mismo valor asuma las formas siempre cambiantes de dinero, mercancía, dinero, capital-dinero, capital productivo, capital mercantil- sino que también les gobierna como su ley. El trabajo social se convierte finalmente -y sería una tarea atractiva desarrollar esta idea en detalle– en lo que Hegel llama sustancia, absoluta actividad-de-forma [Formtätigkeit], poder absoluto, del que todos los accidentes surgen (Bauer 1908, p. 30).
Aunque Bauer, bajo la influencia del neo-kantismo entonces imperante en los círculos intelectuales de Viena, agregara que “la ontología de Hegel nos parece hoy una aberración difícilmente comprensible después de la crítica kantiana de la razón“, estaba lo suficientemente versado en la filosofía clásica alemana para darse cuenta de que “no debe considerarse como una coincidencia el hecho de que Marx le deba su formación lógica a Hegel“. Hegel representaba “un avance significativo en relación a Kant“, ya que, “mientras la crítica kantiana del conocimiento todavía se orientaba principalmente hacia las ciencias naturales matemáticas, en Hegel la historia humana aparece en el corazón de su sistema” (Bauer 1908, p. 31).
La recepción del segundo volumen de El Capital (1885)
El segundo volumen de El Capital fue publicado en 1885 y reseñado por Kautsky en Die neue Zeit, junto con la primera edición alemana de La Miseria de la Filosofía (Kautsky 1886). Kautsky señaló que los lectores de El Capital por lo general suponían que Marx era el único en atribuir el valor a la actividad laboral. De hecho, los economistas burgueses habían hecho hace mucho tiempo esta conexión. La contribución única de Marx consistió en asociar la categoría de valor con la producción de mercancías, como un sistema históricamente desarrollado de relaciones sociales:
Lo que es peculiar en la teoría del valor de Marx no es la reducción de valor al trabajo, sino la presentación del valor como una categoría histórica, por un lado, y como una relación social, por el otro, que sólo se puede derivar de las funciones sociales y no de las propiedades naturales de la mercancía. Eso es lo que nadie había hecho antes de Marx, y eso es lo que consideramos como el rasgo distintivo propio de Marx (Kautsky 1886, p. 57).
Kautsky ofreció la siguiente descripción del “método característico” de Marx:
En El Capital vemos su concepción de las categorías económicas como históricas, por un lado, y como relaciones puramente sociales, por el otro, claramente diferenciadas de sus formas naturales subyacentes. Sus peculiaridades son deducidas de la observación de sus movimientos, de sus funciones, no de sus respectivas manifestaciones externas. En una palabra, Marx desarrolla las categorías económicas a partir del desarrollo y del movimiento de las relaciones sociales. Contra el fetichismo peculiar de la economía burguesa, que convierte el carácter social, económico que las cosas reciben en el proceso de producción social en un carácter natural que brota de la naturaleza material de las cosas, Marx afirma: “No se trata aquí de definiciones bajo las cuales se subsumen las cosas. Se trata de funciones determinadas que se expresan en categorías determinadas” (Kautsky 1886, p. 50, citando a Marx 1976a, p. 276).
Recapitulando los argumentos de Marx en el primer volumen de El Capital, Kautsky deduce este doble carácter de las mercancías de la doble naturaleza del trabajo empleado en su producción:
Después de que Marx distingue rigurosamente el carácter social de la mercancía de la forma natural del producto del trabajo, hace una distinción igualmente importante en el trabajo en sí: por un lado, el trabajo [concreto] que determina la forma natural de la sustancia, y por otro lado el trabajo como un elemento social en su contexto social. Sólo en este último sentido el trabajo genera valor (Kautsky 1886, p. 51).
Mientras que el primer volumen de El Capital se ocupaba de la creación del plusvalor en el proceso de producción y, por lo tanto, de la división entre el capital constante y el variable, el segundo volumen investigaba su realización en el proceso de circulación, y por ende, la consiguiente división entre capital fijo y circulante (Kautsky 1886, pp. 54-55, 193-194). Kautsky destacó el siguiente pasaje del segundo volumen como particularmente revelador del método de Marx:
El capital como valor que se valoriza no sólo implica relaciones de clase, determinado carácter social que se basa en la existencia del trabajo como trabajo asalariado. Es un movimiento, un proceso cíclico a través de distintas fases que, a su vez, encierra tres formas distintas del proceso cíclico. Por eso sólo se lo puede concebir como movimiento y no como cosa estática (Marx, El Capital, tomo II, vol. 4, p. 123).
Una de las contribuciones más importantes del segundo volumen de El Capital, como Kautsky explica en su reseña, era la nueva descripción que Marx ofrecía de la reproducción y circulación del capital social global. Si bien el análisis de la reproducción de los capitales individuales podía dejar de lado la forma natural de los productos, la reproducción del capital total se ve afectada no sólo por las determinaciones de valor de los productos, sino también por su contenido material. Un modelo social de la producción de valores de cambio necesariamente presupone, como Marx lo demostró, que los valores de uso se producen en proporciones objetivamente determinadas.
El segundo volumen de El Capital ha tenido una fortuna extraña. En una carta a Friedrich Sorge, del 3 de junio de 1885, Engels se preocupaba de que su tema complejo atrajera pocos lectores:
El segundo volumen causará gran decepción, por ser un trabajo puramente científico con poco material para la agitación. En cambio, el tercer volumen volverá a tener el efecto de un rayo, ya que tratará de la totalidad de la producción capitalista por primera vez, rechazando de plano toda la economía política burguesa (MECW 47, pp. 296-297).
De hecho, sin embargo, el segundo volumen de El Capital se convirtió en el objeto de mucho escrutinio crítico por dos razones principales: primero, porque su análisis del proceso de circulación del capital social global proporciona herramientas esenciales para la investigación de las crisis cíclicas 9; y, en segundo lugar, porque sus esquemas de reproducción jugaron un papel central tanto en la disputa de Lenin con los populistas rusos (que negaban que el capitalismo podía crear su propio mercado interno en un país predominantemente agrario) 10 y asimismo en la teoría del imperialismo de Rosa Luxemburg, que también afirmaba que el capitalismo no podía llevar adelante una reproducción ampliada continua sin conquistar mercados externos no capitalistas. 11
La recepción del tercer volumen de El Capital (1894)
El tercer volumen de El Capital fue reseñado en Die neue Zeit nada menos que por Eduard Bernstein, el futuro teórico del revisionismo en el Partido Socialdemócrata de Alemania (Sozialdemokratische Partei Deutschlands, SPD) (Bernstein 1895). Su largo comentario, publicado en siete entregas separadas, hacía hincapié en que la transformación de los valores en precios de producción no era solamente una etapa en el análisis de Marx, sino que fue también un escenario histórico real en el desarrollo de la producción de mercancías, que marcó su transición a la producción capitalista plenamente desarrollada (Bernstein 1895, p. 485). En el párrafo final de su reseña, Bernstein escribió:
Cuando apareció el primer volumen de El Capital, alguien que personalmente se oponía completamente a Marx y había sido criticado amargamente por él -Johann Baptist von Schweitzer- tuvo que decirse a sí mismo después de leer esa obra: el socialismo es una ciencia. Nadie va a terminar de leer este tercer volumen sin sentir lo mismo (Bernstein 1895, p. 632).
A pesar de esta conclusión positiva, sólo dos años más tarde Bernstein comentó en una carta a Kautsky, escrita el 1 de septiembre de 1897, que desde hacía mucho sentía algunas dudas en cuanto a El Capital, y que el tercer volumen fue “el colmo“: “Es un anticlímax con respecto al primer volumen, no sólo en cuanto a la forma, sino también por su contenido” (Roth 2004, pp. 937-8). Aunque Bernstein estaba cercano a Engels en 1895, Engels tenía sus reservas respecto a él, y consideró su reseña como “muy confusa” (Engels a Víctor Adler, 16 de marzo 1895, MECW, vol. 50, p. 468). Gran parte del artículo consistía en largas citas de Marx, y Bernstein ni siquiera reseñó los capítulos finales del tercer tomo sobre la teoría de la renta de la tierra, que se comprometió a tratar en un ensayo posterior.
Una reseña mucho más sustantiva del tercer volumen de El capital provino de Werner Sombart, uno de los más destacados economistas, junto con Max Weber, de la tercera generación de la “escuela histórica” alemana de economía política (Shionoya 2005). 12Engels tomó los comentarios de Sombart muy en serio, respondiéndole en su “Apéndice y notas complementarias al tomo III de El Capital” y en una carta personal (Engels a Werner Sombart en Breslau, Londres, 11 de marzo 1895, MECW, Vol. 50, pp. 460-462).
Cuando la reseña de Sombart apareció, en 1894, Eugen von Böhm-Bawerk, entonces el autor más famoso de la escuela austriaca de la teoría económica marginalista, consideró que hacía la apología del marxismo. 13 Desde un punto de vista político, esto era una tontería: Sombart nunca fue socialista, y sus trabajos posteriores fueron ampliamente criticados por marxistas destacados como Rosa Luxemburg, Ernest Belfort Bax y Max Adler (Luxemburg 1900, Bax 1900, Adler 1903, Luxemburg 1903). Sin embargo, la reacción de Böhm-Bawerk era bastante comprensible viniendo de un representante de la teoría subjetiva del valor, porque según Sombart la economía política estaba dividida en “dos mundos de… pensamiento [que] existen uno al lado del otro, casi de forma independiente el uno del otro; dos tipos de observación científica que no tienen nada más que el nombre en común” (Sombart 1894, p. 592).
Por un lado, la escuela subjetivista se concentró en la determinación de precios a través de juicios individuales de utilidad en el acto de intercambio, un enfoque que, según Sombart, “desemboca naturalmente en el psicologismo“. El sistema económico de Marx, por el contrario, se caracterizaba por un objetivismo extremo, con el resultado de que “todas las contradicciones, parciales y completas, más o menos justificadas, más o menos claras, más o menos trilladas, en nuestras escuelas, que han sido tema de discusión tan a menudo últimamente, se resuelven, en última instancia, en esta oposición, metodológicamente primordial, entre el objetivismo y el subjetivismo” (Sombart 1894, pp. 592-593).
Sombart señaló que, a diferencia de Böhm-Bawerk y la escuela subjetivista, Marx subrayaba las “condiciones económicas que son independientes” de la voluntad del individuo, a fin de determinar “lo que sucede detrás de su espalda, en virtud de relaciones independientes de él“:
El tren de pensamiento [de Marx] es el siguiente: los precios se forman por la competencia … Pero la competencia está ella misma regulada por la tasa de ganancia, la tasa de ganancia por la tasa de plusvalor, y ésta por el valor, que es en sí mismo la expresión de un hecho socialmente determinado, de la productividad social [del trabajo]. [Esta sucesión] se presenta ahora en el sistema de Marx en orden inverso: valor – plusvalor – ganancia – la competencia – los precios [de producción], etc. Si quisiéramos un eslogan, podríamos decir: lo que le interesa a Marx nunca es la motivación, sino siempre la limitación del capricho individual de los agentes económicos (Sombart 1894, p. 591).
La reseña de Sombart incluía una detallada -y, según Engels, “en general excelente” 14– presentación de los principales argumentos en el tercer volumen de El Capital. Donde Sombart difería de Marx era en relación al valor (y, por tanto, al plusvalor), al cual consideraba como un concepto meramente heurístico cuyo objetivo era “dar al concepto técnico de la productividad, o de las fuerzas productivas, una forma económica adecuada, haciéndolo así adecuado para el pensamiento económico.” Según Sombart, “el valor de las mercancías es la forma histórica específica en la que la productividad social del trabajo, que determina todos los procesos económicos, se manifiesta en última instancia” en una sociedad basada en el intercambio entre los productores privados (Sombart 1894, p. 577). Aunque Engels tenía un alto concepto de la reseña de Sombart en términos generales, rechazaba su conclusión de que “el valor no es un hecho empírico, sino conceptual“.15
La tendencia de Sombart a considerar al valor como una construcción teórica, fue también evidente en su visión de la igualación de la tasa de ganancia por la competencia entre capitales: “Esas ‘nivelaciones’ de tasas de ganancia altas y bajas, entre capitales de diferente composición orgánica, a un tasa media de ganancia son operaciones mentales, pero no eventos de la vida real” (Sombart 1894, p. 586). En su carta a Sombart, Engels señalaba que Marx no tenía en mente ni conceptos heurísticos ni operaciones mentales, sino un proceso histórico real:
¿Cómo se produce, pues, el proceso de nivelación? … En el comienzo del cambio, cuando los productos se fueron transformando paulatinamente en mercancías, se cambiaban aproximadamente con arreglo a su valor. El único criterio de la confrontación cuantitativa del valor de dos artículos era el trabajo invertido para producirlos. En consecuencia, el valor tenía una existencia inmediatamente real. Sabemos que esta realización inmediata del valor en el cambio ha cesado, no existe más. Creo que no le costará mucho trabajo advertir, al menos en rasgos generales, los eslabones intermediarios que llevan desde este valor inmediatamente real al valor bajo la forma de producción capitalista; este último está tan profundamente oculto que nuestros economistas pueden negar tranquilamente su existencia. La exposición auténticamente histórica de este proceso que, hay que reconocerlo, requiere un estudio minucioso de la materia, pero cuyos resultados serían particularmente remunerativos, sería un complemento valioso para El Capital” (F. Engels a Werner Sombart en Breslau, Londres, 11 de marzo de 1895, MECW, Vol. 50, pp. 461-462).
Engels insistió en que “la ley del valor tiene para la producción capitalista una significación mucho mayor y determinada que la de una mera hipótesis, para no hablar de una ficción, aunque fuese necesaria” (Friedrich Engels, “Apéndice y notas complementarias al tomo III de El Capital“, Marx 1976b, p. 1131). En lo que respecta a la transformación de valores en precios de producción, “no sólo se trata… de un proceso puramente lógico, sino de un proceso histórico y su reflejo explicativo en el pensamiento, de la consecución lógica de sus conexiones internas” (Friedrich Engels, “Apéndice y notas complementarias al tomo III de El Capital“, Marx 1976b, p. 1131).
Engels resumió de esta manera su posición:
la ley marxiana del valor tiene vigencia general en la medida en que tienen vigencia las leyes económicas durante todo el período de la producción mercantil simple, es decir hasta el momento en que esta experimenta una modificación por el establecimiento de la forma capitalista de producción. Hasta entonces, los precios gravitan hacia los valores determinados por la ley de Marx y oscilan en torno a esos valores, de modo que, cuanto más plenamente se desarrolle la producción mercantil simple, tanto más coincidirán dentro de los límites de diferencias desdeñables los precios medios con los valores durante prolongados períodos, no interrumpidos por perturbaciones violentas externas. Por consiguiente, la ley marxiana del valor tiene vigencia económica general por un lapso que se extiende desde el comienzo del intercambio que transforma los productos en mercancías hasta el siglo XV de nuestra era. Ahora bien: el intercambio de mercancías data de una época situada antes de cualquier historia escrita, que en Egipto nos remonta por lo menos a tres mil quinientos o acaso cinco mil años, y en Babilonia a cuatro mil, y quizá seis mil años antes de nuestra era; por lo tanto, la ley del valor estuvo en vigencia durante un período de cinco a siete milenios. (Friedrich Engels, “Apéndice y notas complementarias al tomo III de El Capital”, Marx 1976b, vol. 8, p. 1137).
Una respuesta al tercer volumen de El Capital que, por razones de espacio, cae fuera del ámbito de este trabajo, es la aplicación de la teoría de la renta de la tierra de Marx al análisis de la crisis agraria del último cuarto del siglo XIX en Europa por Parvus y Kautsky. Nos estamos refiriendo a la serie de artículos de Parvus El mercado mundial y la crisis agraria (Parvus 1896) – ver la opinión laudatoria de la edición rusa de esta obra en Lenin 1899b–, así como al libro de Kautsky La cuestión agraria, originalmente publicado en 1899 (Kautsky 2002). En su reseña, Lenin calificó al libro de Kautsky como “el acontecimiento más importante de la literatura económica actual desde el tercer volumen de El Capital” (Lenin 1899c, p. 94).
La recepción de las Teorías sobre la plusvalía (1905-1910)
Es sólo debido a circunstancias históricas fortuitas (el hecho de que Engels muriera antes de completar su tarea de edición de los manuscritos de Marx) que la historia de la economía política escrita por Marx no apareció como el cuarto volumen de El Capital. En su lugar, fue editada y publicada, en forma de borrador, por Kautsky (Marx 1905-1910), en tres volúmenes separados y bajo un título diferente, Teorías sobre la plusvalía.16
El primer volumen de las Teorías sobre la plusvalía fue reseñado por Heinrich Cunow (1862-1936), uno de los editores de Die neue Zeit y Vorwärts, respectivamente la revista teórica del SPD y su órgano central de prensa (Cunow 1905).17 Cunow haría más tarde un espectacular giro de 180 grados durante la Primera Guerra Mundial y se convertiría en un social-patriota estridente, pero por el momento era un miembro del campo “ortodoxo”, y en 1907 se convirtió en profesor de la escuela del partido en Berlín, enseñando junto a Franz Mehring, Rudolf Hilferding y Rosa Luxemburg. Sus trabajos teóricos incluyen varios estudios de antropología, una historia de la prensa revolucionaria durante la Revolución Francesa y dos pioneros análisis del imperialismo, en los que destacó el papel central de los bancos y del capital financiero en el expansionismo imperialista.18
La reseña de Cunow resume la evaluación que hace Marx de los mercantilistas ingleses 19, la fisiocracia y Adam Smith, señalando cómo el foco de la investigación económica se había movido de la esfera de la circulación en el mercantilismo, a la esfera de la producción en los fisiócratas. Cunow pasa a reseñar a continuación el concepto de trabajo productivo e improductivo en Adam Smith y, por último, la crítica del capitalismo en el sistema económico de Marx. El único punto en el que se diferencia de Marx es en su valoración de Sir James Steuart. Cunow pensaba que la evaluación que Marx hace de Steuart como mercantilista tardío era errónea, y que Marx había subestimado los logros teóricos de Steuart.
Pero la cuestión principal que Cunow destacó en su reseña fue la distinción entre trabajo productivo e improductivo. Explicó que el concepto de trabajo productivo está determinado por el carácter de cada formación social, con el resultado de que no hay trabajo productivo, abstractamente entendido, que puede ser tratado aparte de los modos históricamente dados de producción. En el contexto capitalista, “el trabajo productivo es el trabajo comprado por un capitalista con una parte de su capital y empleado en la producción con el fin de extraer de él plusvalor, mientras que el trabajo improductivo, por el contrario, es trabajo que proporciona a alguien servicios o valores de uso para la satisfacción de sus necesidades, y que se paga con su ingreso” (Cunow 1905, p. 621). 20
El segundo volumen de las Teorías sobre la plusvalía fue reseñado por Gustav Eckstein (1874-1916), más tarde un miembro prominente del “centro” kautskista, a quien León Trotsky hace referencia en su obituario como “uno de los más destacados marxistas austro-alemanes” (Trotsky 1918). Eckstein concedía gran importancia a la crítica de Marx a la teoría de la renta, tal como ésta aparece en las obras de Smith, Ricardo y Rodbertus (Eckstein 1906).
Los fisiócratas veían al trabajo agrícola como el único trabajo productivo y, por lo tanto, consideraban a la agricultura como la fuente del excedente social, aunque sacaron un corolario burgués progresista (la defensa de un “impuesto único” sobre la renta de la tierra) de su análisis aparentemente retrógrado. Thomas Malthus afirmaba que el consumo de lujo de los terratenientes era esencial para garantizar un mercado adecuado para la industria. Adam Smith y David Ricardo asignaron a los terratenientes un papel diferente, viendo la renta como una desviación de los ingresos sociales de su uso productivo. Smith escribió que “tan pronto como la tierra de cualquier país se ha convertido enteramente en propiedad privada, a los terratenientes, como a todos los hombres, les encanta cosechar donde nunca sembraron, y exigen una renta incluso por sus productos naturales” (Smith 2007, p. 32). Ricardo, a su vez, derivó la renta de la tierra de los rendimientos decrecientes obtenidos del cultivo de parcelas de tierra cada vez menos productivas, y explicó la tendencia decreciente de la tasa de ganancia por medio de este constante aumento de la renta. La perspectiva de una tasa decreciente de ganancia se convirtió en el principal argumento en contra de leyes cerealeras (Corn Laws) de Gran Bretaña, que eran un impuesto a las importaciones de granos y que fueron derogadas en 1846. El análisis de Ricardo puso al descubierto el antagonismo de clase existente entre los terratenientes y los capitalistas, mostrando que la renta de la tierra es un ingreso no derivado del trabajo, una mera deducción de las ganancias, lo que hizo que sus discípulos más radicales llegaran a la conclusión de que la tierra debía ser nacionalizada.
Marx criticó a Ricardo por centrarse en la renta diferencial y excluir la posibilidad de una renta absoluta, un punto que Gustav Eckstein elabora en su reseña. Eckstein mostró que la renta absoluta, derivada de la ganancia extraordinaria obtenida por el exceso de los precios de mercado sobre los precios de producción, presupone una distinción entre los valores y los precios de producción no contemplada en el sistema de Ricardo. Con libre competencia, los capitales suelen pasar de ramas con una composición orgánica superior a la media a los que tienen una composición orgánica inferior, con la esperanza de capturar un mayor porcentaje del plusvalor. Eckstein señaló que industrias “con baja composición orgánica no pueden, por regla general, evitar la afluencia de nuevos capitales y realizar para sí mismos el plusvalor superior a la tasa de ganancia” (Eckstein 1906, p. 249). Sin embargo, dado que los terratenientes tienen un monopolio sobre un medio de producción no renovable, el influjo de capitales a la agricultura, con su composición orgánica típicamente baja, no ocurrirá sin una “compensación especial” que se paga a los propietarios de tierras en la forma de renta absoluta; es decir, un elemento de la renta total que no puede ser explicado en términos de la diferente productividad de la tierra. Pero este análisis también mostraba que la renta absoluta era un hecho puramente histórico, que pertenecía a una determinada fase de desarrollo de la agricultura y podía desaparecer en una etapa superior. Eckstein comentó que esta posibilidad ya se estaba materializando en 1906:
Antes de la introducción de maquinaria en la industria, el papel del trabajo vivo era aún mayor en la industria que en la producción primaria. Desde entonces, sin embargo, esta relación ha cambiado por completo: con el florecimiento de la química agrícola y la penetración de las máquinas [en la agricultura], un cambio de tendencia se ha producido recientemente también en este campo; la diferencia entre los valores y los precios de producción se ha reducido en la agricultura, y con ella también la renta absoluta de la tierra (Eckstein 1906, p. 251).
Eckstein llegó a la conclusión de que, “en cuanto a la claridad metodológica, la presentación de la renta del suelo, y en particular de la renta absoluta, es superior en este trabajo en comparación con el tercer volumen de El Capital” (Eckstein 1906, p. 330).
El tercer volumen de Teorías sobre la plusvalía fue reseñado por Rudolf Hilferding en un tour de force de penetración teórica y claridad conceptual (Hilferding 1911-1912). Dado que Ricardo no distinguía entre capital constante y capital variable, no pudo desarrollar el concepto de lo que Marx llamó la composición orgánica del capital, es decir, la relación entre los elementos constantes y variables. Tomando prestado las ideas del físico austriaco Ernst Mach sobre cómo y por qué la ciencia progresa, Hilferding atribuyó la eventual desintegración del sistema de Ricardo -el tema del tercer volumen de las Teorías sobre la plusvalía– a su incapacidad para dar cabida a un hecho fundamentalmente nuevo de la revolución industrial, a saber, que la maquinaria desplaza cada vez más trabajo vivo y da lugar a una composición orgánica creciente del capital, lo que a su vez implica una tasa decreciente de ganancia, ya que sólo el trabajo vivo puede producir plusvalor.
Entre los pensadores cuyas obras Marx critica al retratar la desintegración de la escuela ricardiana, los más destacados fueron Thomas Malthus, James Mill, John Ramsay McCulloch y Richard Jones. Hilferding reseña la manera en que Mill trató de mantener la consistencia lógica del sistema de Ricardo soslayando las nuevas realidades; cómo McCulloch confundió las “acciones” de la maquinaria con el trabajo vivo y el capital fetichizado; y, por último, cómo Jones criticó el método de Ricardo desde un punto de vista historicista.
Hilferding consideraba a Richard Jones (1790-1855), un sacerdote anglicano y profesor de economía política conservador de la Universidad de Cambridge, como “uno de los más importantes precursores de la concepción materialista de la historia” (Hilferding 1911-1912, p. 347, énfasis en el original). De todos los economistas que precedieron a Marx, “Jones fue el que más claramente reconoció y enunció el carácter histórico del capitalismo” (Hilferding 1911-1912, p. 346). Jones escribió que “los principios generales de la economía política hasta ahora han sido establecidos por los escritores ingleses contemplando exclusivamente la forma y la estructura de la sociedad existente en Gran Bretaña” (Richard Jones, Lectures on Labour and Capital, en Jones 1859, p. 1) es decir, en una sociedad caracterizada por el hecho de que la mayoría de los trabajadores, tanto en la industria como en la agricultura, eran obreros asalariados, empleados por una clase de capitalistas que poseen los medios de producción, distinta de la clase de los terratenientes. Tal disposición de las clases, argumentó Jones en 1833, podía ser observada sólo en Inglaterra y los Países Bajos, y en algunos lugares de Europa Occidental y de los Estados Unidos. No describía la estructura social de la humanidad durante la mayor parte de su historia, y desde luego no la de la mayor parte del mundo en el momento en el que estaba escribiendo.
En su comentario sobre Richard Jones en Teorías sobre la plusvalía, Marx escribió que “la verdadera ciencia de la economía política desemboca en la concepción de las relaciones de producción burguesas como relaciones puramente históricas, que conducen a otras más altas, en las que desaparecerá el antagonismo que aquéllas entrañan” (Marx 1980, Vol. III, p. 380-381). En términos de Hilferding, esto significaba que
con Jones, la economía política llega al punto en que su anterior suposición consciente o inconsciente -la necesidad, o la existencia asumida implícitamente, de la forma burguesa de producción– tenía que ser abandonada con el fin de hacer posible un mayor progreso de la ciencia. Es el punto a partir del cual la economía va hacia atrás, a la economía vulgar, o hacia al socialismo científico (Hilferding 1911-1912, p. 352).
Hilferding compartía la conclusión de Kautsky de que “Karl Marx comienza donde Richard Jones se detuvo“, a lo que añadió que “Marx también comienza donde Ricardo se detiene“: “El elemento fundamentalmente nuevo en Marx fue su intento de combinar la concepción histórica que Jones contrapone al ‘método abstracto’ de Ricardo con este último, para de esa manera completarlo y revolucionarlo” (Hilferding 1911-1912, p. 350, énfasis en el original). Jones no había ido “más allá de la descripción histórica a la comprensión teórica. Ese es precisamente el logro de Marx” (Hilferding 1911-1912, p. 351, énfasis en el original). Hilferding concluía que “La teoría económica del marxismo científico surgió de la unión específicamente marxista del ‘método inductivo’ de Jones y del método abstracto de Ricardo. Y las categorías económicas, una vez descubiertas, se mantuvieron históricas” (Hilferding 1911-1912, p. 351, énfasis en el original). De esto Hilferding extraía una conclusión política: “La característica distintiva del socialismo científico es precisamente que el socialismo no es más que el resultado del pleno desarrollo de la economía capitalista” (Hilferding 1911-1912, p. 351).
La publicación del tercer volumen de Teorías sobre la plusvalía también dio lugar a una reseña conjunta de los tres volúmenes por Otto Bauer, quien en 1910 escribió que sólo después de un lapso de 51 años “tenemos la oportunidad de conocer la parte final de la obra –la parte que Friedrich Engels tenía la intención de publicar como un cuarto volumen de El Capital- cuya primera parte Karl Marx publicó en 1859” (Bauer 1910a, p. 365). Al igual que en su ensayo anterior para el cuadragésimo aniversario del primer volumen de El Capital, Bauer explora la relación entre Marx y Hegel, en este caso entre Teorías sobre la plusvalía y el método empleado por Hegel en sus Lecciones sobre la Historia de la Filosofía:
Así como Hegel organiza todos los viejos sistemas filosóficos como partes integrantes de su propia sistema, como fases de su desarrollo, identificando este desarrollo con el auto-desarrollo de Espíritu en general, Marx no sólo busca las ideas básicas de su teoría, sino también cada uno de sus componentes en los economistas de los dos siglos anteriores, y muestra que el desarrollo interno de esos elementos hasta su organización sistemática en su propia doctrina refleja el desarrollo de la sociedad burguesa (Bauer 1910a, p. 365).
Mientras que Cunow, Eckstein y Hilferding habían explorado autores particulares y problemas teóricos específicos, Bauer resume toda la historia de la economía política de Marx, explicando cómo los conceptos clave se correspondían con los preceptos fundamentales del materialismo histórico:
El desarrollo de las fuerzas productivas encuentra su expresión económica específica en el progreso a una composición orgánica del capital más alta. Así, la teoría supera el viejo problema estático de la distribución del valor, para investigar el problema de las leyes de movimiento de la economía capitalista. Los problemas de la acumulación y la tasa de ganancia, ya planteados por los antiguos economistas, ahora toman nueva forma (Bauer 1910a, p. 374).
Como las contradicciones y los antagonismos se desarrollaron junto con las fuerzas productivas, el análisis del modo de producción capitalista se convirtió en su crítica y llevó al descubrimiento de que las relaciones capitalistas deben ser sustituidas por otras relaciones de producción. En este sentido, Bauer estuvo de acuerdo con Hilferding en su evaluación de Richard Jones,
el cual consideraba al modo de producción capitalista como una fase transitoria en el desarrollo de la humanidad, una etapa de desarrollo que puede ser seguida por otras, en las que los propios trabajadores serán los dueños de los medios de producción y de las reservas necesarias para el trabajo. Mientras investigaba los cambios en las fuerzas productivas y en las relaciones de producción, Jones también reconoció que la superestructura ideológica cambiaba con ellos. Así, Jones ya enunció las ideas fundamentales de la concepción materialista de la historia (Bauer 1910a, p. 371).
Más allá de El Capital
En su ensayo “La historia de un libro” (Bauer 1908), Otto Bauer lamentaba el hecho de que, ante la necesidad de defender a Marx contra el revisionismo, él y sus correligionarios se vieron obligados a aparecer como meros defensores “ortodoxos” de una verdad recibida. Bauer sentía que los marxistas no podían solamente defender la herencia revolucionaria de Marx, sino que también debían redescubrir su uso del método dialéctico de Hegel con el fin de aplicarlo a las nuevas circunstancias de la vida económica y política.
Dos años después, en junio de 1910, Bauer escribió una reseña del libro de Rudolf Hilferding, El capital financiero: Un estudio de la fase más reciente del desarrollo capitalista (Hilferding 1985) en la que concordaba con la descripción que ofreció Kautsky del mismo como “una continuación de El Capital de Marx” (Kautsky 1911, p. 765). Según Bauer, la economía política marxista había hecho pocos progresos desde la muerte de Marx, sobre todo porque los marxistas “ortodoxos” se habían preocupado por la defensa de El Capital contra el revisionismo. Mientras tanto, había surgido un nuevo mundo, y las antiguas presentaciones de las tendencias de desarrollo del capitalismo ya no bastaban. Bauer llegó a la conclusión de que “las lagunas resultantes de esta situación han sido, finalmente, llenadas al menos en parte. El capital financiero de Rudolf Hilferding nos da lo que siempre hemos necesitado” (Bauer 1910b, en Day y Gaido 2011, p. 415). A la misma conclusión llegó Julian Marchlewski (Karski), uno de los colaboradores más cercanos de Rosa Luxemburg, en su propia reseña del libro de Hilferding (Marchlewski 1910) y, por supuesto, Lenin, quien lo convirtió en la base teórica de su folleto sobre el imperialismo, escrito en 1916 para explicar las causas de la Primera Guerra Mundial (Lenin 1974).
NOTAS
* Argentino, Ph.D. (2000), Universidad de Haifa (Israel), es investigador adjunto del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). Es autor de The Formative Period of American Capitalism (London: Routledge, 2006) y co-editor, junto con Richard B. Day, de Witnesses to Permanent Revolution: The Documentary Record (Brill, 2009, Haymarket, 2011) y Discovering Imperialism: Social Democracy to World War I (Brill, 2011, Haymarket, 2012). danielgaid@gmail.com
1 La mejor reseña del ascenso y caída de la izquierda hegeliana, que condujo a la redacción del libro de Marx y Engels La ideología alemana en 1846 (Marx y Engels 1974a), es Cornu 1955-1970.
2 En el primer volumen de El Capital Marx escribió: “Si el propietario de la fuerza de trabajo ha trabajado en el día de hoy, es necesario que mañana pueda repetir el mismo proceso bajo condiciones iguales de vigor y salud. La suma de los medios de subsistencia, pues, tiene que alcanzar para mantener al individuo laborioso en cuanto tal, en su condición normal de vida. Las necesidades naturales mismas –como alimentación, vestido, calefacción, vivienda, etc.– difieren según las peculiaridades climáticas y las demás condiciones naturales de un país. Por lo demás, hasta el volumen de las llamadas necesidades imprescindibles, así como la índole de su satisfacción, es un producto histórico y depende por tanto en gran parte del nivel cultural de un país, y esencialmente, entre otras cosas, también de las condiciones bajo las cuales se ha formado la clase de los trabajadores libres y, por tanto, de sus hábitos y aspiraciones vitales. Por oposición a las demás mercancías, pues, la determinación del valor de la fuerza laboral encierra un elemento histórico y moral. Aun así, en un país determinado y en un período determinado, está dado el monto medio de los medios de subsistencia necesarios” (Marx 1975, p. 208).
3 El capítulo sobre “La teoría del valor y del dinero de Marx” ha sido traducido al inglés, ver Sieber 1871.
4 Agradezco al Prof. Richard B. Day de la Universidad de Toronto por haberme proporcionado una versión inglesa de este ensayo.
5 Vea los primeros documentos de la controversia revisionista en Tudor 1988. Para libros que resumen la polémica ver Kautsky 1899, Bernstein 1982, Luxemburg 1989.
6 ‘El nacimiento de la filosofía…, tiene como punto de partida a la experiencia, o sea, a la conciencia inmediata y razonadora. Estimulado por eso como por un excitante, el pensamiento se comporta esencialmente de tal modo que se eleva sobre la conciencia natural, sensible y raciocinante, … y se coloca así por de pronto en relación negativa con aquel comienzo’ (Hegel 2005, pp. 113-114).
7 ‘El sistema de la lógica es el reino de las sombras, el mundo de las simples esencialidades, liberado de toda concreción sensible’ (Hegel 2011, pp. 207).
8 ‘La medida es el quantum cualitativo … al que está ligada una existencia o una cualidad’ (Hegel 2005, pp. 206).
9 Ver, por ejemplo, Bauer 1904 y Hilferding 1985, pp. 269-336.
10 Véase la respuesta de Lenin a los populistas en Lenin 1972.
11 Sobre el libro de Luxemburg, La acumulación del capital: Una contribución a la explicación económica del imperialismo (1913), véase Day 1980, Day y Gaido, 2011, pp. 675-752, 913-926, Gaido y Quiroga 2013.
12 El libro de Sombart ¿Por qué no hay socialismo en los Estados Unidos? (1906) ha sido reeditado recientemente en castellano (Sombart 2010). Ver la crítica al mismo en Kautsky 2009.
13 “Werner Sombart se reveló hace poco como un apologista de Marx, tan entusiasta como ingenioso” (Böhm-Bawerk et al., 1974, p. 113). Ver la crítica al sistema de Marx por Böhm-Bawerk, así como la refutación de esta crítica por Rudolf Hilferding, en dicho volumen de la Biblioteca de Pasado y Presente, titulado Economía burguesa y economía socialista.
14 “En el ‘Archiv für soziale Gesetzgebung’ de Braun, VII, fasc. 4, Werner Sombart ofrece una exposición a grandes rasgos, en general excelente, del sistema de Marx. Es la primera vez que un profesor universitario alemán logra ver en líneas generales, en los escritos de Marx, lo que éste ha dicho; que declara que la crítica del sistema marxiano no podría consistir en una refutación ‘de la cual podrá ocuparse el advenedizo político’, sino sólo en un ulterior desarrollo” (Friedrich Engels, “Apéndice y notas complementarias al tomo III de El Capital“, Marx 1976bp. 1130).
15 En una carta a Conrad Schmidt, Engels comentó: “También en el artículo de Sombart, por lo demás muy bueno, sobre el volumen III, encuentro la misma tendencia a diluir la teoría del valor: es evidente que también él había esperado una solución algo diferente” (Engels a Conrad Schmidt en Zúrich, 12 de marzo 1895, MECW, vol. 50, p. 466). Según Engels, la reseña de Conrad Schmidt del tercer volumen de El Capital, disponible en línea en francés, sufría de la misma mistificación (Schmidt 1895). Véase también la carta de Engels a Conrad Schmidt en Zurich, 12 de marzo de 1895, en MECW, Vol. 50, pp. 462-467.
16 Isaak Illich Rubin más adelante logró resumir los argumentos de Marx y darles una expresión acabada en un solo volumen (Rubin 1979). Por desgracia, dejó fuera del volumen la exposición que hizo Marx de la obra de Richard Jones en el tercer volumen de Teorías sobre la plusvalía. Véase las observaciones de Hilferding sobre Jones en Hilferding 1911-1912, pp. 343-354.
17 Véase también la reseña que hizo Franz Mehring del primer volumen de Teorías sobre la plusvalía (Mehring 1905).
18 Heinrich Cunow, ‘Trade-Agreements and Imperialist Expansion Policy’ (May 1900), y ‘American Expansionist Policy in East Asia’ (June-July 1902), en Day y Gaido 2011, pp. 177-210.
19 Véase también la evaluación de Hilferding sobre Thomas Mun y el mercantilismo en Hilferding 1911.
20 Es de lamentar que la reseña de Cunow omita el mejor comentario breve contenido en el primer volumen de Teorías sobre la plusvalía, es decir, la referencia irónica de Linguet a Montesquieu: ‘L’esprit des lois, c’est la propriété’ (‘El espíritu de las leyes es la propiedad’).
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