La producción de carne de cerdo es uno de los principales renglones de la economía de Villa Clara. Foto: Vanguardia.
Desde hace años la provincia de
Villa Clara es referente si de producir carne de cerdo se trata.
El mayor aporte tanto al balance nacional como al plan del país, junto a una experiencia consolidada de trabajo e innovación, convierten a los porcicultores del territorio en piezas clave para garantizar un alimento fundamental en la dieta del cubano. Sin embargo, desde hace algún tiempo el panorama no les sonríe a ellos, ni a sus clientes.
Para los habitantes de una urbe acostumbrada a la regularidad de un producto ofertado a 16 pesos la libra, la disminución percibida en los últimos meses representa un tenso escenario. Si hace poco más de un año el principal mercado recibía un promedio de 500 cerdos por semana, hoy en toda la capital provincial solo se venden entre 150 y 200 animales cada domingo.
Aunque la situación en Villa Clara es espejo de un fenómeno que ocurre a nivel de país, muchos se interesan por la salud de un territorio estratégico para cumplir las proyecciones de Cuba en el actual año.
¿En qué estado se encuentra la producción de carne de cerdo en la provincia? ¿Cuáles son las estrategias para recuperar el ritmo de crecimiento de años anteriores? ¿Cómo optimizar los recursos disponibles para que este alimento llegue a la población? Son algunas de las interrogantes que Cubadebate trató de responder en este primer acercamiento al tema.
Los números sobre la mesa
Durante meses los mercados de Villa Clara tuvieron estabilidad en el producto. Foto: Yunier Sifonte/ Cubadebate.
Para Alexei Martín Pérez, director de la Empresa Porcina de Villa Clara, analizar la producción de
carne de cerdo en Cuba pasa por una cuestión esencial: la disponibilidad de alimento para los animales.
Desde inicios de 2018 ese representa el principal escollo para los productores del país, una situación que en la provincia tuvo su peor momento a partir de septiembre de ese año.
“Los últimos cuatro meses de 2018 fueron muy tensos. En diciembre, por ejemplo, hubo días que no pudimos alimentar a las reproductoras o solo les garantizamos media ración de comida. En el cerdo eso crea mucho estrés y facilita la circulación de virus que habitualmente no infectan a los animales en condiciones óptimas y que dañan generalmente el sistema reproductor de las hembras. Así recibimos el 2019 y aún no logramos recuperarnos”, explica.
En el primer trimestre del actual año el territorio apenas recibió el 69% de la materia prima necesaria (soya y maíz) para garantizar la alimentación de los animales. Aunque Martín Pérez explica que ya eran productos contratados con los proveedores internacionales, a última hora países como Brasil y Argentina decidieron no enviar los cargamentos.
Por esa razón, hasta el momento Villa Clara sacrificó 460 de sus casi siete mil reproductoras. Si consideramos que cada una de ellas pare un promedio de 10 crías, los productores de la provincia perdieron casi cinco mil animales para la ceba en este período. Visto de otro modo, dejaron de entregar aproximadamente 450 toneladas de carne.
Los problemas de alimentación afectaron fundamentalmente a las reproductoras. Foto: Vanguardia.
El panorama no es mejor cuando se miran las estadísticas de los abortos y los alumbramientos con problemas. Para Rigoberto Antonio Rodríguez Antelo, médico principal de la Empresa Porcina de Villa Clara, ambos indicadores también demuestran con claridad por qué llega menos carne a los mercados.
De acuerdo a unos números que conoce casi de memoria, hasta noviembre de 2018, cinco reproductoras parieron animales muertos y otras tres tuvieron abortos. Sin embargo, en diciembre esa cifra se elevó hasta 140 y 151, respectivamente, y al cierre de marzo de este año ya se habían malogrado 275 partos y dos mil 46 crías nacieron sin vida. Los números se traducen en otras 184 toneladas de carne perdidas en un trimestre.
“Es un fenómeno complicado, porque el animal puede enfermar antes de dar a luz, pero los resultados se observan meses después. Si mueren reproductoras, fallan los embarazos o nacen menos animales con vida, eso crea baches en la entrega a largo plazo. Dentro de diez meses, por ejemplo, no podremos tener la cantidad que planificamos, porque perdimos muchos animales al inicio del ciclo”, explica.
Benigno Bauta Artiles, director de Ventas de la Empresa Cárnica de Villa Clara, asegura que esa disminución impacta en todos los programas de entrega de carne de cerdo en el territorio. Aunque hasta el momento su entidad sobrecumple los planes de cada mes, son cifras mucho menores si se les compara con lo registrado hace apenas un año.
“Nos encargamos de distribuir el producto para las unidades del comercio interior, la gastronomía, el turismo y la Empresa Provincial de Acopio, así como de contribuir con 30 toneladas mensuales al balance nacional y otras cien destinadas a La Habana. Aunque ´en el papel cumplimos´, solo en el primer trimestre del año vendimos mil 151 toneladas menos respecto a igual período del 2018”, comenta.
A partir de todo ese contexto, la Empresa Porcina de Villa Clara reestructuró por segunda vez su plan de producción para 2019. Si en los últimos tres años la entrega anual de carne de cerdo estuvo entre las 23 mil y las 26 mil toneladas, ahora solo prevén llegar hasta poco más de 15 mil. A nivel de país la cifra proyectada se redujo en 50 mil toneladas.
Comercialización: Llevar la carne a los barrios
Desde hace más de un mes, 24 mercados de Santa Clara reciben carne una vez por semana. Foto: Yunier Sifonte/ Cubadebate.
Desde hace cuatro semanas Leonardo García Oquendo recibe el domingo en el portal de uno de los mercados agropecuarios de Santa Clara. Solo tiene 25 años y pasar toda una noche a la intemperie le deja una sensación de cansancio impropia para su edad. No obstante, para él significa la única manera de comprar la carne de cerdo en los establecimientos estatales y evitar el alza de precios impuesta por los vendedores privados.
“La cosa se ha puesto difícil con la carne. Antes uno llegaba y casi siempre podía alcanzar algo. No sobraba, pero al menos existía más tranquilidad. Ya eso no es así y aunque te levantes temprano y tengas buena posición en la cola, puedes quedarte sin comprar”, asegura.
Ante esa realidad, el Consejo de la Administración Provincial limitó la venta a 10 libras por persona y más tarde la descentralizó del mercado “Los Pilongos”, el lugar que durante meses lució las tarimas más surtidas. Entonces reubicó la carne en 24 establecimientos situados en distintos puntos de la ciudad, tanto del centro urbano como de la periferia.
Es un panorama que conoce Irving Toledo Ordez, director comercial de Acopio en Santa Clara y uno de los encargados de organizar la distribución. Explica que el nuevo esquema no coloca más carne en los mercados, sino que los abastece de acuerdo a la disponibilidad existente cada semana, porque ante la disminución el objetivo es acercar el producto a los barrios. Hace 15 días entregaron cerdo en 20 comercios; una semana después solo lograron surtir a 12.
Dulce María López es una de las santaclareñas que aplaude la decisión de llevar la carne casi hasta la puerta de su casa. Para ella, que ya no debe recorrer los más de tres kilómetros que la separan de “Los Pilongos”, el cambio representa un alivio. No obstante, ahora tiene nuevas inquietudes sobre una disposición llamada a funcionar con eficiencia para no crear otros problemas.
“¿Por qué si la carne llega el sábado en la mañana es necesario esperar 24 horas para venderla? Cuando el cerdo tiene falta de frío enseguida toma mal olor. El último en comprar se lleva un producto que ya no tiene la primera categoría. Es comprensible la disminución de la oferta y uno agradece las medidas para palearla, pero se puede mejorar en la organización”, comenta.
Las condiciones para vender y conservar la carne son elementos por mejorar. Foto: Yunier Sifonte/ Cubadebate.
A su lado, Migdalia Molina Toledo, una ama de casa acostumbrada a ir al mercado los domingos, también elogia la iniciativa, pero alerta sobre la necesidad de elevar el control para no cederle espacio a las ilegalidades. En el actual escenario apenas basta un descuido para que la corrupción se instale tanto en las afueras como en el interior de los establecimientos.
De hecho, según constató Cubadebate en un recorrido por varios mercados, ya aparecen fenómenos como la venta de los turnos de la cola o el acaparamiento.
Osvaldo Ciriano, un jubilado de 67 años, cuenta cómo el último fin de semana estuvo desde el día antes en la cola y aun así solo alcanzó un modesto puesto 36. Junto a él, otros clientes pasaron la noche en las afueras de los establecimientos para no perder su lugar. Sin embargo, vieron cómo los primeros en la fila marcaron para más de una persona y luego vendieron esos turnos.
“Cuando llego cada domingo encuentro siempre a un hombre durmiendo justo en la entrada del establecimiento. Por lo general dice que viene con cinco personas, pero al final vende la cola a 50 pesos y así termina el día con 250. Esa es la mitad de mi salario y trabajo todo el mes”, apunta indignada Sonia Castro, la Administradora de uno de los mercados del centro de la ciudad.
Como ella, Alejandro Rodríguez dirige otro establecimiento con idénticas experiencias. Según dice, es un fenómeno incontrolable, porque no disponen sobre el funcionamiento de la cola fuera del local. Dos preguntas parecen evidentes: Si es un hecho conocido, ¿no pueden los administradores realizar una denuncia oportuna? ¿Por qué el nuevo esquema de venta no descentralizó también a los inspectores que antes mantenían el orden en “Los Pilongos”?
Aunque Bárbaro Monteagudo Fernández, vicepresidente del Consejo de la Administración Provincial, informa sobre 15 personas multadas por cometer ilegalidades en las colas, todo parece indicar que falta mayor sistematicidad en los controles. Solo así se explica la ausencia de inspectores justo el día de mayor afluencia a los mercados.
Otro problema radica en el acaparamiento, y aunque no lo parezca es tal vez más difícil de controlar. La disminución en la venta de carne no solo afectó la cocina de los hogares, sino también la de paladares y restaurantes particulares, necesitados de mucho más de las 10 libras permitidas por comprador. La estrategia es sencilla: alguien marca para tres o cuatro personas, pero a diferencia de los traficantes no vende los turnos, sino que los emplea para surtir su negocio.
En una mirada rápida, legalmente no ocurrió ninguna violación y cada cual compró hasta el límite establecido, pero a fin de cuentas esa carne va toda a un mismo destino y no llega a los hogares. En este caso, otra vez la ausencia de mercados mayoristas para el sector privado obliga a compartir un surtido que por lógica debería estar separado.
Son elementos por mejorar para disminuir el impacto de la merma en la disponibilidad de carne de cerdo. Mientras se resuelven los problemas de organización, perfeccionar la distribución de las capacidades existentes, evitar el descontrol y la desidia, resultan piezas clave para no empañar una decisión agradecida por casi todos.
Vendedores privados: ¿El renacer del oportunismo?
Solo en un mercado de la ciudad el precio de la carne está topado. Foto: Yunier Sifonte/ Cubadebate.
Pagar 40 y 50 pesos por una libra de carne en los establecimientos privados resultaba inimaginable hace más de un año, pero ahora es casi obligatorio si alguien pretende conseguir el alimento sin madrugar o hacer colas. Solo en uno de los mercados de la ciudad destinado a vender bajo el principio de oferta y demanda, el Consejo de la Administración topó los precios y exige un límite máximo de 30 pesos por cada libra.
Fuera de ese lugar los vendedores particulares incrementan sus tarifas y obligan a más de uno a llevar menos carne a la mesa. Ya sea en un mostrador improvisado, sobre una tabla rústica o en el más limpio de los locales, lo único invariable allí es la constancia y la diversidad de ofertas. Incluso los domingos, cuando los mercados estatales reciben el surtido de la semana, pocos particulares dejan de abrir los negocios para exponer sus productos.
Yoel Cortina es uno de ellos y sin medias tintas asegura que el actual contexto significa una oportunidad para obtener mayores ganancias. Según cuenta, su local fija el precio a partir del horario y la afluencia de personas, y hasta ahora casi nunca ha dejado de vender toda la mercancía. “Empezamos con 40 pesos la libra -dice-, pero si veo que llega mucha gente la subo a 50 en la tarde”.
Sin embargo él, que no es el dueño del negocio y se limita a acatar los designios de quien le paga por atender la tarima, no tiene una explicación coherente cuando se le pregunta de dónde obtienen tantos cerdos. Mientras el territorio padece por la alimentación y la disminución de animales, tal pareciera que solo ellos conocen el mecanismo más efectivo para crecer.
José Rodríguez Cruz, director de la Unidad Empresarial de Base “Cría Charco Hondo”, dedicada a la reproducción y la segunda más grande de la provincia, explica que muchos de estos vendedores adquieren los cerdos de criadores privados que los engordan en pequeños patios o parcelas dentro de la ciudad, pero otros van hasta los productores asociados a la Empresa Porcina -insertados en el programa de cría con animales propios-, e intentan comprárselos.
Muchos productores no pueden llevar los animales hasta los 90 kg exigidos. Foto: Trabajadores.
El mecanismo no carece de lógica. Un productor vinculado a esta inciativa debe entregar el cerdo al estado con un mínimo de 90 kg, pero si falta la comida y “se estanca” antes de llegar a ese peso muchos prefieren venderlo y no arriesgarse a perder la inversión. Es un mecanismo que ha empleado Abelardo Rojas, uno de los tantos productores de Santa Clara, que cuenta en total con 560 adscritos a convenios.
“Algunas personas me han propuesto pagar hasta 20 pesos por cada libra de cerdo en pie. Esa es una cantidad considerable. Por ejemplo, no puedo entregar al convenio un animal de 70 kg, pero si lo vendo a un particular gano alrededor de tres mil pesos. Siempre trato de no llegar a eso porque debo cumplir mis compromisos, pero a veces no queda más remedio”, explica.
En medio de todo ese paisaje sobrevuelan dos cuestiones esenciales que inciden tanto en la producción de carne como en la salida de cerdo hacia el sector privado. El primero de ellos: la deuda en el suministro de alimento a los productores vinculados a los diferentes programas; el segundo: el inicio en 2018 del cobro del impuesto sobre ingresos personales a los porcicultores.
Según Alexei Martín, al cierre de marzo existía un atraso de más de 13 mil toneladas de pienso para la modalidad de cría con animales propios, mientras en solo un trimestre la cifra llega a mil 744 toneladas dejadas de recibir por los porcicultores asociados a las distintas UEB del territorio.
Aunque el Director de la Empresa Porcina de Villa Clara confirma la voluntad de honrar esas obligaciones, un desafío mayor radica en perfeccionar el sistema para no arrastrar el problema de un año a otro.
El caso del cobro del impuesto sobre ingresos personales es más complejo. Con una escala progresiva que va desde el 10% para quienes obtienen ganancias de hasta 12 mil pesos, y termina en el 45% si el productor excede los 150 mil, la medida causa polémica e incluso muchos consideran inoportuno el inicio de su aplicación.
“Aunque la ley estaba aprobada desde 2012, los porcicultores comenzaron a pagar en 2018, cuando arreció la escasez de pienso. Entonces, si el país llama constantemente a producir alimentos, no creo que este sea el mejor momento para aplicar ese impuesto. Al menos se podría considerar una bonificación o disminuir un poco el tipo impositivo”, comenta Denis Martínez, un productor con casi cinco años de experiencia que aún se debate entre criar menos animales o dejar el negocio.
Producir alimentos en Cuba: La estrategia más efectiva
Consolidar una estrategia más amplia para la alimentación animal es esencial para la producción porcina. Foto: Vanguardia.
La Empresa Porcina de Villa Clara tiene dos objetivos esenciales: cumplir el plan de producción para el 2019 y crear garantías para volver a los niveles de entrega de carne de años anteriores. Aunque su director asegura que es un objetivo posible, resulta evidente que requiere trabajo y mucha planificación para sacarle el máximo a los recursos disponibles.
Para ello, se prevé fortalecer modalidades de alimentación que dependan menos de productos extranjeros. Entre ellas destaca la utilización de la miel derivada de la caña de azúcar mezclada con un producto llamado Hinoprovín, un núcleo de vitaminas, proteínas y minerales que cumplen los requerimientos nutricionales de los cerdos.
“Esa variante de alimentación es muy buena, porque solo necesitamos pienso importado para los primeros 75 días de la ceba. No obstante, el programa crecerá en la medida que el Grupo Azucarero Azcuba nos garantice la miel suficiente para los productores”, explica el Director de la Empresa Porcina de Villa Clara.
“Implementar una estrategia para la alimentación animal más centrada en las producciones nacionales y en los encadenamientos con otras áreas afines es fundamental. Ganamos en seguridad y evitamos que problemas de financiamiento nos afecten demasiado la producción. Generalizar experiencias valiosas, emplear la ciencia y la tecnología y garantizar los insumos para que los campesinos produzcan más, debe convertirse en un propósito diario”, apunta por su parte el Vicepresidente del Consejo de la Administración Provincial.
De cara a ese objetivo, los primeros pasos ya se encaminan a crear las condiciones para que los productores vinculados a las UEB puedan sembrar hasta el 60% del alimento para sus animales (actualmente deben garantizar el 30%, mientras que el 70% se lo garantiza el Estado).
El esquema prevé la evaluación de las capacidades en los terrenos ociosos, así como la entrega de nuevas tierras para ese propósito.
Mientras, el restante 40% del alimento consistiría en pienso fortificado y otros componentes proteicos para completar la totalidad de la comida necesaria para cada cerdo. Según Bárbaro Monteagudo Fernández, esa constituye una prioridad para rescatar la producción de carne de cerdo en Villa Clara.
“De momento trabajamos con los productores más eficientes y con necesidades de terrenos para cultivar alimentos. También debemos estudiar dónde están las tierras ociosas, porque no resolvemos nada entregando espacios ubicados a varios kilómetros de las naves porcinas”, agrega.
Junto a ellos, otras líneas complementarias para ese trabajo están en la compra a Ciego de Ávila de mil 300 cerdos para ponerlos en manos de los productores. Asimismo, ya se incrementan las medidas de bioseguridad para evitar nuevas propagaciones de virus y controlar los que circulan en algunas de las unidades más importantes. Es un trabajo fundamental si se aspira a limitar las muertes de las crías o los abortos de las reproductoras.
Otra idea novedosa radica en explotar más las técnicas de inseminación artificial, sobre todo en las mayores UEB dedicadas a la entrega de precebas. Aunque es una práctica habitual en el mundo, el sector porcino cubano no la explota a gran escala y todavía realiza la reproducción con los métodos tradicionales de monta con verracos.
Entre los argumentos que Alexei Martín expone aparecen la obtención de mayores camadas por cerdo, la reducción de sementales en las naves, un mejor control epidemiológico y la garantía de contar con un material genético de calidad. No obstante, el proyecto todavía no se concreta porque faltan los microscopios, el resto del instrumental necesario, y no todas las unidades cuentan con investigadores formados para asumir el programa.
A todas luces, el trabajo y la constancia son claves para superar los actuales escollos. Tanto para los encargados de gestionar la entrega de animales para la ceba, como para los productores y las entidades comercializadoras y de distribución, el principal desafío radica otra vez en la eficacia y la sabiduría para enfrentar cada problema.
Y junto a ellos, entidades acompañantes como el Ministerio de la Agricultura, los centros de investigación y las universidades cubanas, se deben sumar con más velocidad para conseguir que el viento no se lleve las historias de la mejor provincia en la producción de carne de cerdo.
En video, qué ocurre al centro del país
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