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sábado, 27 de julio de 2019

Chernóbil y la ciencia

Por: Luis A. Montero Cabrera
Sala de control: reactor de la Central Nuclear V.I. Lenin de Chernóbil. Foto: National Geographic.
La cadena estadounidense de medios HBO ha lanzado una serie de 5 episodios con el nombre que se asocia a la mayor tragedia nuclear de la historia en tiempos de paz: “Chernobyl”. Se trata de una dramatización documentada del accidente ocurrido el 26 de abril de 1986 al explotar y perder la cubierta el reactor n. 4 de la planta electronuclear de ese nombre en Ucrania, que entonces era parte de la extinta URSS.
Un reactor nuclear con su corazón destruido y destapado es como una gigantesca olla hirviendo a temperaturas increíbles, donde la nube de “vapor” se compone por un flujo enorme de partículas de diversos materiales que portan átomos descomponiéndose. Los núcleos de átomos de elementos radiactivos al reaccionar emiten energía en forma de partículas (núcleos de helio y electrones) y de radiación electromagnética, de la misma naturaleza que la luz que vemos, pero muchísimo más energética. Todos son capaces de alterar la estructura de otros átomos, moléculas y materiales que sean impactados por ellas. Las partículas tienen una capacidad de penetración menor, pero portan mucha más energía destructora. La explosión de este evento se limitó a dañar la estructura del reactor y esto hubiera sido “un mal menor”. Sin embargo, la nube de humo radiactivo se estuvo despidiendo durante nueve días y contaminó en mayor o menor medida el entorno de hasta 13 países europeos. Algunos isótopos radiactivos están todavía en la atmósfera superior del hemisferio norte de la Tierra. El número de las personas afectadas directa e indirectamente nunca podrá saberse con precisión. Estas radiaciones pueden matar tanto instantáneamente como unos días y hasta años después, en dependencia sobre todo del tiempo de contacto y su intensidad. Provocan reacciones incontroladas en todos nuestros sistemas vitales y en sus células de reemplazo. En dosis indirectas o moderadas suelen alterar el código genético, conduciendo eventualmente a su desarrollo canceroso.


La serie está elaborada con profesionalidad. Resulta de interés la componente humana en el relato que aborda tanto aspectos de la conducción política durante el intento soviético de creación de una sociedad socialista, como también la ciencia, los científicos y la ética científica. A los cubanos nos resultan familiares hasta los ventiladores “Órbita” que aparecen en algunas escenas. Sin embargo, un documento fílmico dramatizado tiene menos compromisos con la verdad histórica que un documental y que un artículo científico. El guion dicta las pautas y debemos estar siempre dudando de lo que el equipo de realización quiso trasmitir como mensaje a través de un drama, que no es una filmación de la realidad.
El cine en todos los países suele denunciar a veces hechos de esta índole, con mayor o menor suerte y buenas o malas intenciones. Algunos han devenido paradigmáticos exponiendo inmoralidades, malas prácticas y sus consecuencias. “Wall-E”, “Erin Brockovich”, y algunas otras son de las películas que pueden mover conciencias en este sentido, muchas veces basadas en la realidad. En el caso de juzgar al intento de socialismo que fue la URSS siempre aparecen matices que conspiran contra la verdad histórica, en dependencia de la ideología de los creadores del material audiovisual. Los juicios que podamos hacer acerca de los aspectos políticos quedan para el razonamiento de cada cual, pero un científico no puede aceptar acríticamente ciertas interpretaciones convertidas en guion. En este caso se muestran evidencias de ignorancia e irresponsabilidad por parte de personas en posiciones decisorias de la antigua URSS que son francamente cuestionables. Se trataba de una verdadera potencia nuclear competitiva cuyos logros eran evidentes, aunque nunca supiéramos de sus fracasos.
La ciencia no suele salir bien parada de este tipo de materiales mediáticos. El movimiento ambientalista a veces aparece contaminado con ideas regresivas que atentan contra el progreso y bienestar de todos los seres humanos. En el caso que nos ocupa, el mensaje antinuclear que se deseó trasmitir es claro, y también debe tomarse con cautela. Según la Organización Internacional de la Energía Atómica, hoy existen alrededor de 450 reactores operables en el mundo y producen un 11% de la electricidad que se consume globalmente. Unos 60 nuevos reactores están actualmente en construcción. Cerca del 72% de la energía eléctrica que consume Francia es de origen nuclear y no se ha reportado jamás algún incidente trascendental. Todo en este mundo transcurre con al menos un mínimo de riesgo real. Lo mejor y más seguro para la naturaleza y las personas solo se puede lograr hoy justamente con la ciencia. El ambientalismo genuino es aquel que parte de la humanidad y sus necesidades básicas promoviendo un uso armónico, progresista y cauteloso de los recursos que nos brinda nuestro entorno, incluyendo cualquier forma de producción de energía eléctrica, tan necesaria para todo desde hace más de un siglo.


Curiosamente, en la serie que motiva este trabajo son la ciencia y los científicos los que salen mejor parados. En esto tiene un valor innegable: se exalta la importancia de la verdad científica. “Cada mentira que contamos es una deuda con la verdad. Más tarde o más temprano hay que pagarla”, dice en un momento crucial el protagonista que encarna al gestor del proceso de eliminación de las consecuencias del accidente.
Según fuentes independientes, la historia contada por los funcionarios soviéticos en el informe rendido a la Organización Internacional de la Energía Atómica en 1986, a raíz del desastre, solo atribuía sus causas a errores humanos de operación. Sin embargo, a partir de una nueva investigación del propio gobierno soviético en 1991, un informe actualizado para esa organización internacional en 1992 incluyó errores de diseño de ese tipo de reactores nucleares que fueron protagónicos en el fenómeno y no se mencionaron en el primer informe. ¿Por qué no se reconoció oficialmente desde el principio? Este torcido criterio político de ocultar los errores del sistema pudo conducir a alguna repetición de esa catástrofe al no corregirse inmediatamente tales problemas en muchas otras electronucleares similares.


La verdad científica no tiene ideologías. Es una sola, aunque pueda ser interpretada desde diversos puntos de vista. Lo que irremediablemente conspira contra la ciencia y también contra cualquier sistema político es la mentira. Fidel nos lo recordaba en su famosa definición de Revolución. Y el crimen de mentir u ocultar la verdad es mucho más grave si además afecta y desprestigia a una sociedad que busque sinceramente y por definición el bienestar y la libertad de todos sus integrantes, sin excepción, y no solo de una minoría privilegiada por derechos de propiedad.
Las centrales nucleares son muy seguras, a pesar de todo, y es muy difícil que se repitan las cadenas de errores que condujeron al desastre de Chernóbil y más recientemente al de Fukushima en Japón. Sin embargo, siempre queda alguna ínfima probabilidad de repetición y recordemos que solo a unos pocos kilómetros de La Habana se encuentra la central nuclear de Turkey Point, en La Florida. En ese estado norteamericano vecino parece que hay hasta 16 facilidades de producción de energía nuclear. Aparentemente son seguras y los cubanos que compartimos la geografía debemos estar conscientes de ello.
Nos falta también hacer nuestra propia producción audiovisual, para cadenas globales, efectiva y creíble, que dé a conocer la parte de heroicidad y humanidad que transcurrió en nuestra isla caribeña, a más de 8000 kilómetros de distancia de Chernóbil. Aquí tratamos y hemos seguido tratando la salud de muchos de los afectados más inocentes, incluyendo algunos que ni siquiera habían nacido cuándo el accidente. Además, podemos dar clases de cómo tratar esos problemas de salud a todo el mundo, aún sin que nos haya ocurrido una desgracia como esa. Es seguro que también las publicaciones científicas de nuestros especialistas acerca de estas experiencias deben tener un gran impacto. ¡Cuánta bondad hemos desplegado, una vez más!

El programa secreto de ayuda exterior de Trump

El plan del presidente ronda los 40.000 millones, la mayor donación a otras naciones desde el Plan Marshall

El presidente de EE UU, Donald Trump, el jueves en Virginia. JONATHAN ERNST (REUTERS)


Donald Trump se queja a menudo de que los medios no reconocen el mérito de sus logros. Y puedo pensar en al menos un caso en el que eso es cierto. Que yo sepa, casi nadie está hablando de que bajo su mandato ha tenido lugar un gran —aunque oculto— aumento en la ayuda exterior, el dinero que EE UU da a los extranjeros. De hecho, el programa oculto de Trump, que actualmente ronda los 40.000 millones de dólares anuales, constituye probablemente la mayor donación a otras naciones desde el Plan Marshall. Por desgracia, la ayuda no va ni a países pobres ni a los aliados de Estados Unidos. En vez de eso, se dirige a ricos inversores extranjeros.

Pero antes de llegar a eso, hablemos un momento de una afirmación que Trump hace a menudo sobre un aspecto muy visible de su estrategia económica: los aranceles que ha impuesto a las importaciones de China y otros países. Trump insiste una y otra vez en que China paga estos aranceles y representan miles de millones en beneficios para EE UU. Sin embargo, esta afirmación es falsa. Normalmente, los aranceles los pagan los consumidores del país importador, no los exportadores. Y podemos confirmar que esto es lo que está ocurriendo con los aranceles de Trump: los precios de los productos sujetos a esos impuestos han aumentado drásticamente, más o menos en línea con los aumentos de los aranceles, mientras que los precios de los productos no sujetos a los nuevos impuestos no han subido. De modo que los aranceles de Trump no son un impuesto para los extranjeros, independientemente de lo que él piense. Por otro lado, sus otras políticas han dado a determinados extranjeros un gran respiro fiscal.

Recuerden que el único gran logro legislativo de Trump hasta ahora es la Ley de Reducción de Impuestos y Empleo de 2017. El núcleo de ese proyecto de ley fue una brusca reducción de la tributación empresarial, hecho que llevó a una drástica caída de la recaudación fiscal, del orden de 140.000 millones de dólares el año pasado.

¿Quién sale ganando con este recorte impositivo? Los defensores del proyecto de ley afirmaron que los beneficios llegarían a los trabajadores en forma de salarios más altos e insistieron en la importancia de la avalancha de anuncios de incentivos para las empresas a principios de 2018. Pero aquellos incentivos no fueron en realidad muy grandes y no continuaron. De hecho, a estas alturas está claro que la oleada de incentivos, tal y como estaba planteada, trataba sobre todo de evadir impuestos: al adelantar los pagos que iban a hacer de todas formas, las empresas podían deducir el gasto con el antiguo tipo impositivo, más elevado. Ahora que esta opción ha expirado, los incentivos han vuelto a su nivel normal o incluso han descendido un poco.

¿Y qué decir del argumento según el cual los recortes fiscales propiciarían un aumento de la inversión empresarial que tirará de los salarios? Pues que tampoco está ocurriendo; en lo que respecta a la inversión empresarial, el recorte fiscal ha sido un gran fiasco. Entonces, ¿quién se está beneficiando de la rebaja de impuestos? Básicamente, los accionistas, que han recibido dividendos más altos y han visto grandes ganancias de capital ya que las empresas no utilizan este dinero caído del cielo para invertir, sino para recomprar sus propias acciones. Y una buena parte de estas ganancias de los accionistas ha ido a parar a extranjeros.

Al fin y al cabo, vivimos en una era de finanzas globalizadas, en la cual los inversores ricos poseen activos en muchos países. Los estadounidenses poseen billones en capital extranjero, tanto directamente en forma de acciones extranjeras como indirectamente en forma de acciones de empresas estadounidenses con filiales extranjeras. Los extranjeros, a su vez, tienen grandes intereses en EE UU, de nuevo tanto a través de la posesión directa de acciones como mediante la operación de sus filiales corporativas.

De modo que el regalo de Trump a los inversores extranjeros no nos va a hacer ni bien ni mal, aunque probablemente sea suficiente para garantizar que la rebaja fiscal será, sobre todo, un claro lastre para el crecimiento económico: aunque la rebaja de impuestos tenga algún efecto positivo sobre los beneficios totales generados en EE UU (lo cual resulta dudoso), este se verá probablemente más que contrarrestado por el aumento del porcentaje de beneficios que perciben los extranjeros en vez de los ciudadanos estadounidenses. Así y todo, incluso en EE UU, 40.000 millones por aquí, 40.000 millones de dólares por allá, y al final estamos hablando de dinero de verdad. Es más, parece oportuno señalar que aunque Trump se jacte de quitar dinero a los extranjeros, sus políticas reales están haciendo exactamente lo contrario.En conjunto, los extranjeros poseen el 35% del capital en empresas sujetas a la fiscalidad estadounidense. Y como consecuencia de ello, los inversores extranjeros han recibido el 35% de los beneficios de la rebaja fiscal. Como he dicho antes, eso es más de 40.000 millones anuales. Para poner esto en perspectiva, los aranceles que Trump ha impuesto a China han recaudado 20.000 millones hasta ahora. Aunque China pagase esos aranceles —cosa que no está haciendo— eso se quedaría muy corto con respecto al regalo que Trump ha hecho a los inversores extranjeros. Alternativamente, podemos comparar el obsequio de Trump a los inversores extranjeros con nuestro gasto real en ayuda exterior. En 2017, EE UU gastó 51.000 millones en “asuntos internacionales”, pero una buena parte de eso corresponde al coste de operar embajadas o a la ayuda militar. Las desgravaciones fiscales de Trump para los inversores extranjeros son considerablemente mayores que la cantidad total que gastamos en ayuda exterior propiamente dicha. Ahora bien, la economía estadounidense es casi inconcebiblemente enorme y produce más de 20 billones de dólares en productos y servicios anualmente. Además, EE UU es un país en el que los inversores confían a la hora de saldar deudas, así que la rebaja de impuestos, por irresponsable que sea, no está provocando ningún estrés fiscal inmediato.

Paul Krugman es premio Nobel de Economía © The New York Times, 2019.

Traducción de News Clips.

¿No se le presta atención a la productividad del trabajo en Cuba ? (I)

Por Humberto Herrera Carlés

A modo de introducción

Cuando uno se pregunta  por qué después de 60 años, a pesar de los muchos logros sociales que hemos tenido, no hemos encontrado la senda segura y sostenible del desarrollo, debemos aceptar que un aspecto que se ha minimizado y no se ha atendido,  es el papel de la productividad del trabajo en este proceso.


En casi todos los países este indicador es relevante, porque se sabe por la ciencia económica, que en ello va el éxito de la economia, la superviviencia como país y como sistema. En esta competencia , muchas veces despiadada a nivel mundial, es un indicador que "prende alarmas"  cuando la misma se empieza a estancar, ya no retroceder. Y esto no es sólo es a nivel empresarial, hay también un desarrollo de la teoría- práctica de la productividad personal que debe interrelacionarse con el modo de producción, de la vida cotidiana.

No es raro por tanto,  que el aprovechamiento del tiempo sea una medida esencial, en Cuba en sentido general nos movemos en una especie de cámara lenta, como si tuviéramos todo el tiempo del mundo para ejecutar las cosas, en ello radica una parte de nuestra baja productividad, que por cierto es en sectores productivos y no productivos. Debiéramos preguntarnos ¿ Por qué es así?. 

En nuestro país se ha trabajado durante décadas en los factores que determinan la misma y existe toda una base bibliográfica propia sin atender, acorde al sistema que estamos edificando que va desde la medición, diseño, método, evaluación..... que no se utiliza en las empresas hace tres décadas...... . En realidad no se el momento y causa que  se decidió  abandonar el estudio y puesta en práctica de las mismas, donde hasta cerraron el instituto de investigación asociado al mismo, al punto de que hoy solo se utiliza el indicador de productividad del trabajo, en lo fundamental como referente para el indicador salario medio- productividad, y que con las nuevas medidas salariales recién implementadas, no obstante,  el énfasis se ha puesto en las consecuencias en el sector financiero y no en la respuesta productiva que debe traer la importante medida.

Además, no se tiene compresión que para ser competitivos a nivel internacional, afrontar el envejecimiento de la población, elevar el nivel de vida, convertimos en exportadores y no mayormente importadores ( llevamos décadas con una balanza comercial negativa), alcanzar el desarrollo sustentable con un socialismo con características cubanas, incluso como vía económica para  derrotar el bloqueo genocida de los EE:UU, debemos tener presente la verdad de perogrullo, que alcanzar altas cotas de productividad el trabajo es también la fuente de financiamiento para los sectores de la educación, salud , cultura, deporte, etc (aparte de lo que hacen estos sectores por si mismo),  es en definitiva la condición sine qua non para la construcción de una sociedad  sostenible económicamente.

No se trata por supuesto de un socialismo economicista, se trata de que en el mundo en que estamos viviendo que es por ahora, capitalista y dependemos ¿ raro no? en una parte importante de ellos ( inversión extranjera, importaciones, etc), minimizando el papel de los nacionales en un socialismo tal como lo postulamos que así no es todo lo inclusivo que debe ser, al menos productivamente hablando, por lo que debemos alinearnos con los estándares internacionales productivos para "entendernos" y competir. Podremos tener el sistema más justo y humano, pero para que el mismo sea sostenible en el largo plazo, no basta con eso, hay que tener una productividad del trabajo superior o igual  inevitablemente.

Los clásicos del marxismo abordaron este tema de manera inequívoca, y Lenin fue categórico en este aspecto y cito: "   La productividad del trabajo es, en ultima instancia, lo mas importante, lo decisivo para el triunfo del nuevo régimen social. El capitalismo consiguió una productividad del trabajo desconocida bajo el feudalismo. Y el capitalismo podrá ser y será derrotado porque el socialismo logra una nueva productividad del trabajo muchísimo mas alta. Es una labor muy difícil y muy larga, pero lo esencial es que haya comenzado". (1)

He sugerido que nos comparemos, en todos los sectores, con los similares de otros países y ver en qué nivel se encuentra nuestra productividad del trabajo para tomar las medidas correctoras y/o innovadoras.

Ahora  que hemos retomado una vez más, la sustitución de importaciones, como una vía correcta de aprovechamiento de las capacidades internas, debemos recordar que esto no es un invento cubano, este modelo ya se adoptó en el siglo pasado por las economías latinoamericanas, y si bien en el corto plazo fue exitoso,  en muchas fracasó porque en el largo plazo no se alcanzó la productividad del trabajo adecuada con su similar externo, y terminó siendo incosteable e insostenible ¿ nos suena?.

Es importante, necesario que adoptemos al tiempo que nos reacomodamos al nuevo escenario , como criterio de medida principal la productividad del trabajo, así por ejemplo debiéramos preguntarnos la agricultura emplea el mayor por ciento  ( 17.5 %, 783 600) de nuestra fuerza de trabajo( 4 482 700)   e ¿importamos el 80 % de los alimentos que consumimos?

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Conoce los factores que más influyen en la productividad de las empresas


La productividad, entendida como la relación entre la producción obtenida y los recursos utilizados (número de empleados, horas de trabajo...) es actualmente una asignatura aún pendiente por una parte de las empresas españolas. La cuestión no es trabajar más horas, puesto que la media de horas anuales realizadas por los trabajadores españoles es de casi 1700, muy por encima de los franceses o alemanes, que ni siquiera alcanzan las 1500. Estos datos demuestran que no existe una relación matemática entre las horas de trabajo y la rentabilidad. ¿Cuál es el problema entonces? La respuesta es compleja como numerosos y diversos son los factores que influyen en la productividad, ya sea de forma beneficiosa o bien negativa.

Factores que afectan positivamente a la productividad

Innovación

La productividad es un factor íntimamente ligado al rendimiento, la calidad del producto y la reducción del número de averías o errores. En este aspecto, la innovación juega un papel fundamental, pues es la única forma de conseguir una mejora y desarrollo de aspectos tecnológicos, de producción o de calidad de los materiales, entre otras cuestiones, que permitan producir más y con mayor calidad y eficacia.

Organización y procesos

Existen muchas formas de organizar una empresa y sus diversos circuitos o flujos de producción, logística y de administración. Elegir el tipo de proceso que mejor se adapta al producto o servicio y su mercado, realizando los cambios pertinentes para entrar en una rueda de mejora continua es, hoy en día, fundamental para alcanzar los niveles de productividad que requiere un entorno cada vez más globalizado y competitivo.

Motivación

Los empleados son el principal valor de una empresa y la productividad es sobre todo una cuestión de actitud. Estos dos conceptos son fundamentales y deben guiar la política de recursos humanos de cualquier compañía. Factores como el bienestar y la satisfacción de los trabajadores, así como el cuidado de su salud laboral y bienestar juegan un papel totalmente relevante y protagonista en la productividad de todas las organizaciones.

Cuestiones externas

Temas como la normativa o legislación, la demanda, el nivel de la competencia o la disponibilidad de las materias primas son factores que escapan al control directo de una empresa pero que, sin embargo, tienen también un alto nivel de influencia en la productividad.

Los 5 factores más negativos para la productividad

  1. Excesiva rigidez en los horarios. Si no se facilita la conciliación entre la vida familiar y la laboral de los trabajadores muy difícilmente se logrará la satisfacción y máxima implicación con la empresa, lo que influyen negativamente en la motivación y la productividad. Tampoco son productivas las jornadas excesivamente largas o convocar reuniones a última hora, cuando el cansancio ya ha hecho mella en sus integrantes.
  2. Plantillas con escaso margen de promoción. Las empresas tienen que promocionar a sus trabajadores, permitiéndoles nuevos retos y motivaciones. Mantenerlos en el mismo puesto de trabajo durante años es el peor enemigo de la motivación y, en consecuencia, de la productividad.
  3. La sobreexigencia. Si se pone a los trabajadores al límite de su esfuerzo o capacidad, es muy probable que su productividad disminuya e, incluso, que acaben cayendo en una baja laboral por motivos físicos o psicológicos.
  4. Mala planificación de los viajes de trabajo. Hoy en día las videoconferencias y otros avances tecnológicos hacen innecesarios muchos viajes y desplazamientos, los cuales pueden cortar el ritmo de trabajo y además son costosos. También se deben evitar los viajes de una o más personas, en el caso de que el proyecto pueda ser realizado por un solo profesional.
  5. Equipamiento obsoleto. Muchas veces la pérdida de productividad de una empresa se produce por no disponer del equipamiento adecuado para trabajar. Es necesario adaptarse e implementar las tecnologías de la información (TIC) en aquellas tareas diarias monótonas y de escasa calidad.

Con la colaboración de Rafael Alhama Belamaric.

Citas:

(1) V.I.Lenin. “Una gran iniciativa”. En Obras Completas, Editora Política La Habana. T,29.P 419.


Continuará......