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jueves, 9 de enero de 2020

La economía cubana en 2019

Por Ricardo Torres Actualizado Ene 9, 2020

LA HABANA. De acuerdo a los reportes de prensa, el crecimiento del Producto Interno Bruto (a precios constantes) se situará en el entorno del 0,5 por ciento respecto al período precedente. Ello estaría en línea con la estimación que realizó la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) de Naciones Unidas. Sin embargo, al cierre del año no se ofrecieron estimaciones precisas, aun cuando estuviesen sujetas a revisión. El propio gobierno cubano había establecido una meta del 1,5 por ciento, pero desde inicios de año la economía se ha visto afectada por numerosos choques negativos, domésticos y externos, que han pesado enormemente en el desempeño del período.

El año comenzó con el impacto de un poderoso e inesperado tornado que afectó severamente la infraestructura en tres municipios de la Capital. Esto en medio de los preparativos para la celebración de los 500 años de La Habana. La respuesta de los ciudadanos y las autoridades fue rápida y efectiva, pero obligó a realizar gastos extraordinarios.
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Algunos factores domésticos que incidieron en la economía cubana en 2019

Precios:

Los precios tuvieron una tendencia hacia la moderación durante el primer semestre, aunque en algunos mercados como el transporte se han detectado incrementos, pero solo a partir de información anecdótica. En otros como los alimentos, la dinámica ha tendido a estabilizarse hacia fines de año, después de un primer semestre marcado por la escasez de bienes de todo tipo, pero particularmente ciertos productos alimenticios básicos. Ello determinó que las ventas minoristas se hayan contraído un 8,5 por ciento al cierre del año. Como norma, situaciones de escasez contribuyen a exacerbar las presiones inflacionarias.

Déficit fiscal:

El déficit fiscal se estima superior a lo previsto, ello debido a los incrementos salariales decididos en el verano, y el impacto negativo en los ingresos de menores niveles de actividad económica. El sector no estatal contribuye con casi el 13 por ciento de los ingresos totales, la mitad de ello corresponde al “cuentapropismo”.

Escasez de combustible:

Otro impacto adverso tuvo lugar a partir de la escasez de combustible en septiembre y octubre. La baja disponibilidad ya venía afectando al país por lo menos desde el verano de 2016. Sin embargo, entró en una fase aguda a partir de septiembre, cuando el gobierno se vio obligado a poner en práctica un plan de emergencia para asegurar niveles de actividad mínimos, lo que incluía evitar o reducir al máximo los molestos “apagones”. La causa inmediata tiene que ver con la exacerbación de las sanciones de Estados Unidos, que entraron en una nueva etapa cuando se decidió multar y perseguir a las navieras, aseguradoras y tripulaciones involucradas en el traslado de combustible a la Isla.

Dependencia energética:

A lo anterior se adiciona una dependencia creciente del sector eléctrico del uso del diésel para la generación, sobre todo en los horarios pico. La importación de este portador energético se ha duplicado desde 2012, importándose actualmente el 84 por ciento del consumo, que ha crecido 33 por ciento desde 2013. Este es un caso particularmente complejo, porque ese combustible no tiene otros sustitutos en el transporte pesado y de pasajeros, lo que ha afectado directamente el transporte público (ya insuficiente) y el traslado de mercancías, que a su vez tiene efectos negativos sobre el abastecimiento y los precios. 

Producción nacional de hibrocarburos: 

A ello se suma una tendencia de más largo plazo que da cuenta de la caída de la producción doméstica de hidrocarburos desde 2003, la cual alcanza el 31 por ciento en el caso del crudo y el 20 por ciento en el gas natural. Esto se debe en gran medida al declive de los reservorios y la inexistencia de nuevos yacimientos en desarrollo.

Impactos del racionamiento de energía:

Las medidas de austeridad energética deben haber incidido negativamente en la producción manufacturera, dado que la protección del consumo privado llevó a una reducción más que proporcional de la disponibilidad para grandes consumidores del sector, entre los que se encuentra el cemento y la fabricación de acero. Ello a su vez impacta desfavorablemente sobre planes de alto impacto social, entre ellos el de la vivienda y sectores claves como la construcción.

Turismo internacional: 

El arribo de visitantes internacionales cambió de tendencia abruptamente a partir de junio. Si en el primer cuatrimestre se observaba un incremento, el acumulado hasta noviembre se deja un 8,5 por ciento (360 000 visitantes menos en 11 meses), respecto al mismo período del año anterior. En este resultado concurren varios factores, que habrá que observar con detenimiento. Primeramente, los crecientes obstáculos para los viajes de ciudadanos estadounidenses a Cuba comenzaron a afectar el sector. En el período de análisis se suspendieron las llegadas de cruceros, y a partir del 15 de diciembre se terminan todos los vuelos de aerolíneas de ese país a ciudades del interior de la Isla. Permanecen, de momento, los enlaces a La Habana y los vuelos chárter. Pero hay otros factores de tipo comercial, como la quiebra de Thomas Cook, que reducirá los vuelos desde Reino Unido y Alemania, junto a la recuperación de los destinos de África del Norte y Medio Oriente, que son competidores del área caribeña. Se aprecia cierta recuperación en Canadá, pero las autoridades han incrementado su apuesta por mercados emergentes como Rusia y China.

Zafra azucarera:

La zafra entregó volúmenes superiores del dulce, pero quedó por debajo de lo previsto, al menos en un 12 por ciento. Se estima la producción en poco más de 1,3 millones de toneladas. Las cotizaciones tampoco ayudaron a mejorar los ingresos.

Producción de alimentos: 

Los datos disponibles hasta junio daban cuenta de una evolución desfavorable de la producción de varios bienes agropecuarios, cuyos planes de entregas ya estaban ajustados a una disponibilidad de recursos financieros más limitada. Ello incluye hortalizas como el tomate, con una caída notable de los volúmenes, la carne de cerdo, y el arroz, cuyo cultivo se ha visto afectado por las carencias de insumos. Esta es una situación que en diverso grado también ha afectado a otras producciones.

Telecomunicaciones: 

En 2019 continuaron creciendo los servicios de telecomunicaciones, aunque se mantienen las quejas respecto a la calidad del servicio, su alto costo, y una relativamente menor utilización de estas tecnologías para aumentar la eficiencia de la producción o los canales de comercialización. En el sector no estatal la evidencia es heterogénea, con un grupo de negocios que hacen un uso intensivo de Internet y demandan continuas mejoras en la calidad del servicio. La trasmisión de datos debe soportar también los pagos en línea y el uso de tarjetas magnéticas, pero ello solo se encuentra en las primeras etapas. ETECSA reportó que llegó a seis millones de clientes de teléfonos móviles, más de tres millones acceden a Internet y Nauta Hogar alcanza a 125 mil hogares.

Construcción e inversiones: 

Un sector que debe haber contribuido positivamente al dinamismo económico es la construcción y las inversiones. Por ejemplo, se anunció la construcción de 43 mil 700 viviendas, lo que representaría un 43 por ciento de incremento respecto al año anterior y las labores de reconstrucción del tornado y las actividades asociadas a la celebración de los 500 años de la Capital deben haber representado un impulso en este sentido. Asimismo, tanto las inversiones en el turismo como la instalación de empresas en la Zona del Mariel continuaron a buen ritmo. No obstante, se reportaron problemas en la producción de cemento y otros materiales de construcción, lo que podría restar fuerza al proceso inversionista en el período siguiente.

Salarios: 

Por una parte, se decidió un incremento notable de los salarios en el sector público no empresarial. Los nuevos montos representan un aumento no despreciable para la mayoría de los beneficiados. La medida es difícilmente cuestionable en el terreno social o político. Sin embargo, su éxito depende en gran medida del incremento de la oferta de bienes y servicios en una proporción similar al movimiento de la demanda. La evidencia hacia fines de año es mixta, pero se logró contener una espiral alcista generalizada de los precios.

Dolarización parcial: 

El otro paso se relaciona con la reapertura de tiendas que ofrecen artículos de alta demanda (por el momento, electrodomésticos, motos eléctricas, y piezas de repuesto para autos) que se adquieren directamente en dólares. Es una medida inevitable ante la aguda escasez de divisas y el desabastecimiento generalizado. Se dijo que el objetivo no solo es mejorar el acceso a esos bienes sino utilizar la recaudación para financiar otras producciones industriales que tienen capacidad ociosa.

Depreciación del CUC: 

En las primeras semanas de funcionamiento de estas tiendas lo que se ha observado es un nivel de demanda que excede la oferta y una depreciación del peso convertible (CUC) en el mercado informal de cambio. En junio, estimaciones de Isladata situaban la cotización del dólar en 0,98 CUC (por debajo de la paridad), mientras que en noviembre su precio se situaba en 1,2 CUC por unidad del billete verde. Si bien ambas medidas contribuyen a aumentar el consumo, mejorar la situación de familias de rentas bajas, reducir el desabastecimiento, y canalizar hacia circuitos formales la circulación de divisas en el país; su implementación puede acelerar la irrelevancia del peso convertible y complicar en cierta medida el proceso de unificación monetaria y cambiaria, que sigue siendo un objetivo primordial de la política económica, según han admitido las autoridades.

Transporte: 

Como lamentable ejemplo de la larga lista de experimentos sin concluir está el transporte privado, que ha operado al amparo de varios marcos normativos, los cuales se han saldado con precios más altos y menos oferta. Todos los involucrados permanecen inconformes: choferes, dueños de autos, clientes y Gobierno. Ya se ha adelantado que en 2020 comienza otra fase del experimento, que no el avance hacia la solución de algunos de sus problemas más acuciantes.


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Tampoco hubo muchas buenas noticias en el ámbito externo. El entorno económico internacional fue adverso durante 2019, a partir de tendencias negativas observadas en la economía mundial y aspectos específicos de Cuba.

Este escenario se completa con una desaceleración generalizada en todas las regiones, incluyendo a China; el debilitamiento del comercio por guerras comerciales y otras tensiones; mayor volatilidad en los mercados financieros y el efecto negativo de choques como el Brexit, o las tensiones geopolíticas en Oriente Medio. A lo anterior hay que agregar factores específicos del contexto cubano, como las sanciones económicas de Estados Unidos.
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La economía cubana y el contexto internacional en 2019

Bajo crecimiento en la América Latina y el Caribe:

En la región, el promedio de incremento del PIB, fue del 0,1 por ciento, el menor desde la crisis de 2009. Cinco países reportaron crecimiento negativo, mientras que otros ocho se ubicaron en el umbral del 1 por ciento.

Deterioro de relaciones con varios países latinoamericanos: 

La protesta social en América Latina ha afectado a países como Chile, Ecuador y Bolivia. Se han deteriorado las relaciones con países de la región latinoamericana a partir de procesos internos de diversa naturaleza, que han determinado la suspensión de las misiones médicas cubanas en esos estados. Ya había ocurrido a fines de noviembre de 2018 en Brasil, por decisión de las autoridades cubanas. En el último trimestre de 2019, se sumaron Ecuador y Bolivia, y aunque ninguna de ellas tiene la importancia económica del mercado brasileño o venezolano, sin dudas es una pérdida neta de recursos económicos para una economía ya golpeada por choques negativos de diversa índole. Brasil votó por primera vez en contra de la resolución que exige la terminación del embargo de Estados Unidos en la Asamblea General de la ONU, mientras que Colombia se abstuvo.

Relaciones Cuba-Estados Unidos: 

En 2019 se implementaron decisiones que retrotraen el estado de los vínculos entre Cuba y Estados Unidos a varias décadas atrás. Las principales medidas se pueden agrupar en cinco áreas fundamentales: la activación del Título III de la Ley Helms-Burton, decisión que introduce un efecto disuasorio poderoso para las empresas de terceros países y las propias estadounidenses, al incrementar el riesgo asociado a inversores en suelo cubano, hasta enero de 2020 se habían introducido 20 demandas en contra de 67 empresas, menor a lo esperado, pero no por ello desestimable; limitaciones adicionales a los viajes de norteamericanos a Cuba que incluye la suspensión de la operación de los cruceros y la cancelación de vuelos a ciudades del interior del país; el establecimiento de un límite máximo de 1000 USD por persona cada tres meses para el envío de remesas; las sanciones a navieras, aseguradoras y tripulaciones relacionadas con el transporte de combustible de Venezuela a Cuba; y la aplicación de multas a bancos extranjeros acusados de violar las disposiciones del embargo, lo que aumenta el riesgo y con ello el costo de las transacciones financieras externas. El efecto económico combinado no es pequeño, estimándose en varios cientos de millones de dólares.

Oportunidades positivas: 

Se aprecian oportunidades positivas en México (visita presidencial incluida), Argentina (a partir de la victoria de la izquierda y la visita para la toma de posesión del presidente Alberto Fernández) y Canadá. En ninguno de estos casos, se pueden anticipar vínculos económicos de magnitud suficiente para compensar las pérdidas incurridas en otros mercados, pero suponen una nota claramente favorable en un entorno que se ha vuelto incluso hostil.

Relación bilateral con China : 

Las relaciones con China contienen elementos de continuidad que reflejan en primera instancia las características de la economía cubana y su proceso de “actualización”, junto a las prioridades de la agenda de ese país en la escena internacional. Las relaciones bilaterales se han venido describiendo como buenas, pero contentivas de un desequilibrio entre los vínculos políticos y los económico-comerciales. El amplio superávit comercial a favor del gigante asiático que se ha convertido en crónico solo puede ser mantenido a partir de mecanismos de compensación basados en créditos, pero la parte cubana tiene recurrentes problemas para honrar esas deudas, los que se han agravado desde 2017. El comercio en 2019 refleja el impacto de esta situación. La mejoría de este desbalance comercial depende de un incremento de las exportaciones cubanas, lo que no se avizora a mediano plazo debido a carencias estructurales de la economía cubana. Una vía para resolver estas dificultades sería la concreción de acuerdos que posibiliten a la parte cubana monetizar la calificación de su fuerza de trabajo, lo que requeriría inevitablemente el desplazamiento de personal hacia la nación asiática. Los recientes acuerdos en la esfera de la biotecnología y la inteligencia artificial apuntan en esa dirección.

A diferencia de su contraparte rusa, la economía china sí se encuentra fuertemente vinculada a la de Estados Unidos, de una forma tal que los desencuentros comerciales han gravitado negativamente sobre el desempeño chino. En este contexto, no es extraño que este país haya identificado la solución de este diferendo como su prioridad. Los responsables chinos en las negociaciones llegaron a declarar que todo lo que entorpeciera el logro de un acuerdo debería apartarse de la mesa. Parece lógico suponer que las energías del ministerio de comercio de ese país se han dedicado fundamentalmente a este asunto, dejando en un segundo plano otros temas. Asimismo, la activación del Título III se convierte en un elemento disuasorio, dado que muchas grandes empresas chinas tienen intereses económicos en Estados Unidos, lo que las hace vulnerables a demandas en tribunales que deriven en sentencias adversas.

Relación bilateral con Rusia: 

En el caso de Rusia, las declaraciones de las autoridades de ese país documentan que el comercio bilateral sobrepasó los 500 millones de dólares en 2019, lo que continúa la tendencia de incrementos de dos dígitos. A ello se le puede agregar el otorgamiento de préstamos por varios miles de millones de dólares destinados a obras industriales y de infraestructura. Asimismo, en el período el mercado ruso mostró el mayor dinamismo dentro de los grandes emisores de turistas a Cuba, lo que contribuye a mejorar el saldo comercial bilateral para el lado cubano. Un aspecto notable de estos vínculos fue el intercambio de visitas al más alto nivel entre ambas capitales, y los pronunciamientos del Primer Ministro ruso estableciendo las bases para el intercambio bilateral, el cual se basa en el “beneficio mutuo”, y en la posibilidad de crear “miles de puestos de trabajo” en la Federación Rusa. De esta forma, se emite una clara señal desligándolas de lo que fueron en su momento las relaciones con la extinta Unión Soviética. Aunque se han obtenido ciertos éxitos, el aspecto que marcha más rezagado es la inversión, donde tienen que conjugarse los intereses de las empresas, con el proceso de aprobación en Cuba, cuyos estándares siguen alejados de lo que se necesita, de acuerdo a las propias autoridades.

Relaciones con la Unión Europea: 

Estas continuaron por buen camino, aunque estas están basadas en primerísimo lugar en la fortaleza de las relaciones con socios claves dentro del bloque, que para Cuba son España, Francia, Italia, y Reino Unido (ya pronto fuera de la UE). Han crecido mucho con los Países Bajos y Alemania. La cooperación comunitaria ha aumentado, incluyendo aspectos prioritarios de la agenda económica cubana como las energías renovables, agricultura y la creación de capacidades en atracción de inversión extranjera y comercio. Por su fuerte vinculación con Estados Unidos, las empresas europeas son vulnerables al Título III y a las sanciones financieras. No deben pasar por alto, las visitas de las Coronas británica y española, señalando la intensificación de los vínculos con ambos países.

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La “actualización” en 2019

El año 2019 estuvo marcado por una política económica con un fuerte sesgo hacia el manejo de los agudos problemas económicos en el corto plazo, mientras que la “actualización” no consigue más que desplazamientos incrementales, carentes de peso para comenzar a transformar el panorama productivo en el sentido y la profundidad que requiere el país. Algunos pueden pensar que este es un mérito deliberado del proceso, la gradualidad como garantía de orden y “control”. El problema con este razonamiento es la incorrecta identificación de la naturaleza de los problemas. Estos son, en el caso cubano, estructurales y sistémicos, difícilmente superables en los marcos del modelo económico vigente. El estancamiento económico generalizado no atribuible a las sanciones de Estados Unidos (qué parte es autóctona y cuál externa, queda para el debate popular), pareciera un costo asumible a cambio de estabilidad; sin embargo, algunos creemos que debilita peligrosamente el país en todos los frentes.

Por ello, las transformaciones, si verdaderamente están dirigidas a superar esos fallos, no pueden ser cosméticas o superficiales, sino profundas. En ese caso, no es una “actualización”, sino una reforma que, entre otros aspectos, modifique radicalmente el sistema de propiedad y la relación del Estado con las empresas, independientemente del tipo de propiedad.

Por áreas, se introdujeron modificaciones en la empresa estatal, el sector cuentapropista y las cooperativas no agropecuarias, pero estos cambios no se movieron en el mismo sentido: algunos son positivos, mientras que otros introducen restricciones adicionales. La ambivalencia es lo que viene distinguiendo el enfoque hacia el sector no estatal. El “perfeccionamiento” de estas actividades ha estado signado por una propuesta inicial altamente restrictiva, que tuvo que ser suavizada debido a su inviabilidad política y social en un momento de clara ralentización económica.

El momento para su implementación no pudo ser peor (fines de 2018), con una economía en crisis y una paralización de facto de los cambios en las áreas claves de la “actualización” que se extiende por casi 4 años (2016 en adelante). Todo ello a pesar de haber refrendado esas transformaciones en el Congreso del Partido Comunista en 2016 (aunque tomó otro año tener las versiones finales de aquellos documentos), e incorporadas en la nueva Constitución.

El efecto neto de avances y retrocesos alimenta la percepción de la ciudadanía respecto a la escasa utilidad práctica de documentos que lleva años redactar y aprobar, y que luego no aportan mucho a la toma de decisiones. A ello se suma un proceso extraordinariamente dilatado para implementar políticas ya acordadas, con un mínimo o nulo proceso de discusión con las partes interesadas. Las consecuencias están a la vista en la ya larga lista de experimentos que no tienen conclusión o pocas lecciones que aprender.

Respecto a la empresa estatal lo que se ha conseguido es una acumulación de medidas de escaso peso, algunas con efectos positivos a corto plazo, como puede ser la mejoría de los ingresos de los trabajadores. Se anunció ante la Asamblea Nacional que en el año recién concluido se habían aprobado hasta 28 nuevas medidas para impulsar a la empresa estatal.

Se pueden advertir dos problemas comunes en el enfoque adoptado: Por una parte, ninguna de las medidas aborda las contradicciones que emanan de los incentivos perversos que se establecen a partir de intereses divergentes en el dueño (el pueblo), la administración de las unidades y el Gobierno. A ello se puede sumar el hecho de que el control que puede ejercer el pueblo o los trabajadores está debilitado, entre otras cosas, debido a la falta de transparencia y escasa información sobre la gestión de las unidades.

Adicionalmente, las funciones de gestión y regulación aparecen dispersas entre la empresa, la OSDE, los ministerios respectivos y el Gobierno Central. Todos son jueces y partes en ese proceso. El segundo problema es que se está pasando a un esquema de máxima atomización de las empresas, en tanto cada una llega a tener una combinación prácticamente única de atribuciones: algunas operan esquemas cerrados y otras no, el esquema cerrado de financiamiento puede ser ampliado para otros fines en ciertos casos (micro inversiones), las que realizan operaciones mercantiles con la Zona del Mariel retienen el 50 por ciento de las divisas, algunas tendrán facultades de importación de ciertos productos y otras no, y un largo etcétera.

Las consecuencias de lo descrito anteriormente son múltiples. Primeramente, no resulta raro que se verifiquen tantos problemas para incrementar la productividad en las unidades. Y se puede entender claramente porqué los reguladores tienen tantas dificultades para “controlar” a miles de empresas y unidades. En la práctica, lo que tenemos es un marco normativo para cada empresa del país. El intento de maximizar los resultados en el estrecho universo de la empresa lleva a una enorme ineficiencia social. El sistema económico debe procurar (entre otras funciones) la mayor eficiencia en el CONJUNTO de la economía, lo que supone un trasvase perpetuo de factores (trabajo, capital, tierra, conocimiento) entre empresas y sectores. Este proceso está doblemente debilitado en el caso cubano por el esquema monetario-cambiario al uso.

La raíz de todos estos fallos se ubica en la incapacidad de aceptar valientemente los graves fallos que aquejaron a las economías de planificación central. Lo verdaderamente frustrante es que ninguno de estos problemas es nuevo, hace más de cinco décadas existe un cuerpo de análisis bastante profundo de ellos, incluyendo sus causas.

Si se confirman cifras anunciadas, Cuba habrá completado un ciclo de 10 años con un promedio de crecimiento económico del 2,1 por ciento anual, distante de lo necesario para transformar el panorama productivo y elevar el nivel de vida del conjunto de la población. Además, los frutos de ese crecimiento se reparten más desigualmente. Donde unos ven fallos estructurales graves, otros insisten en las causas externas. Lo cierto es que a pesar de todo lo hecho y dicho, el objetivo de dinamizar la economía permanece esquivo, quizá conviene prestar atención. Para 2020, se debe alcanzar otra vez un desempeño muy discreto. En las condiciones actuales, se puede esperar que incluso medidas audaces causen más disrupción que aceleración del crecimiento. Pero sería de todas formas un buen momento para empezar.

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