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miércoles, 26 de febrero de 2020

Mi credo

SINE DIE  106
SD2
juan m ferran oliva                                     febrero 25 de 2020


Durante mi niñez hube de aprender el Credo, una afirmación de fe. Junto con el Padre Nuestro y el Ave María eran oraciones de repertorio que debíamos conocer en el medio católico en el que me eduqué. Han pasado muchos años y aún lo recuerdo aunque afectado por baches de la memoria.

Creo en Dios, Padre Todopoderoso, creador del Cielo y de la Tierra, etc.

Con posterioridad asumí otras creencias marcadas por la búsqueda de la resbaladiza verdad. Abandoné con pena las convicciones místicas y con ellas la esperanza de una fementida vida eterna.

No simpaticé con Stalin, que en paz se cueza, pero su influencia me llegó veladamente en los manuales que aseguraban al modelo soviético como único verdadero. Como es sabido, fue a parar a la tonga de los socialismos utópicos.

Socialismo es una etiqueta atractiva. La adoptan gobiernos democráticos, confesionales, tribales, dictaduras, comunismos dinásticos y cualquier otra forma de Estado o de organización política[1]. Muchos hubieran sido calificados de revisionistas o algo peor en la época del dogma.  En rigor, el socialismo como modo de producción nunca existió.  Es una desiderata.  Tácitamente se acepta que los países o movimientos lo siguen cuando sus objetivos se centran en el ser humano. Su antinomia es el neoliberalismo de la ganancia.

Los distintos modos de producción se caracterizaron por el salto de la productividad respecto a los sustituidos. El esclavismo superó a la comunidad primitiva y fue mejorado por el feudalismo y éste por el capitalismo. Hasta el presente ninguno de los supuestos socialismos ha mejorado la productividad capitalista. ¿China? Cabe afirmar que no ha existido un modo socialista de producción. Su esquema ideal es buscado y probablemente no será único[2].

La Revolución Cubana terminó en 1970. Cambió la estructura de poder y el capitalismo fue echado por la borda. Lamentablemente pensamos que el socialismo consistía en la estatalización. No es así. Vinieron después los años de evolución y en el entorno de 1990 la implosión del modelo soviético que fue para nosotros como si dejara de salir el sol[3].  El Período Especial actuó como un control de daños intentando reparar lo insalvable. Siguieron años de curso sinusoide. Finalmente se experimentó un giro de 180º.

Actualmente nada es igual que antes. Sólo patalea el dogmatismo residual.  Una intensa propaganda ideológica es llevada a cabo por los medios, la pedagogía y la retórica pública. El organismo rector diseña el marketing político catequizante y apenas deja espacio a las noticias.  Cuando me agobia la tele me limito a cambiar el canal. Si se trata de la prensa plana doy al papel un uso alternativo. Nuestra prensa omite y manipula. La del enemigo, además, es inmoral y miente.

La masividad requiere mecanismos de representación que convierten a la democracia en un formalismo. Quienes ostentan el poder, por lo general, se las amañan para perpetuarlo. La actual legislación electoral determina que la mitad de los delegados a la Asamblea Nacional de Cuba proceda de la base. Otro 50% es designado por los entes gubernamentales.

El binomio Partido-Estado rige la dirección del país. En ella se mezclan partidarios puros y personeros estatales y sociales. El Buró toma las decisiones importantes y el Estado las convierte en leyes, las ejecuta y enjuicia el delito. Pienso que a puertas cerradas hay una lucha entre lo nuevo y lo viejo. Sus ecos no nos llegan pero no dudo que exista.

Mis consideraciones son crudas, sin lirismos ni música de fondo incidental. Discúlpeme si hiero alguna sensibilidad. Al pan, pan, y al vino, vino.
Creo en el pragmatismo consecuente que supere la situación actual y permita perpetuar y aún mejorar los logros de una época pretérita. Peligran.

Creo en la capacidad del actual equipo que dirige el Estado. Es la nueva y necesaria generación. Afronta la supeditación al Partido que establece límites. Me circunscribo a sugerir que se analice – pensando como país- si la actual estructura de Poder es adecuada a las nuevas condiciones sociales.

Creo que en 2020 se romperán todos las trabas dentro de los límites constitucionales. Lo afirmó recientemente el Presidente.

Creo que el Gobierno logra mantener el rumbo en medio del bloqueo. Estimo que este último puede ocasionar pérdidas de un 2% o un 2.5% al PIB. Si no existiera, los crecimientos de la economía alcanzarían alrededor de un 3% o un 3.5%, Algo notable en medio de la crisis mundial[4]. De todas formas no sería suficiente.

Creo en la necesidad de propiciar una acumulación de un 20% o un 25% para lo cual hemos de apelar a la inversión foránea. No la atraemos suficientemente.

Creo en un modelo propio –genuinamente cubano- que logre resultados similares a los que admiramos en China, Viet Nam y en la propia Rusia a pesar de su actual marbete capitalista. Como dijo alguien, no interesa el color del gato, lo que importa es que cace ratones. El modelo perseguido ha de mantener la soberanía política lograda por la Revolución y tener al ser humano como objetivo. Todo ello superando el subdesarrollo, respetando a la Naturaleza y con la mayor democracia posible. Nada fácil, pero es el único camino.  Cuando se alcance tal modelo podrá rotularse con cualquier ismo. Hasta ahora es sólo una intención. ¡Apoyémosla!

Fin


[1] Hasta uno de los aspirantes a candidato a la presidencia en Estados Unidos pretende ser socialista. Tengo entendido que es millonario
[2] Ferran Oliva, Juan M. Pero ¿hubo alguna vez socialismo? SINE DIE 13 de diciembre 7 de 2018
[3] Castro Ruz, Fidel.  Reflexiones tituladas Lula, Tercera Parte, Juventud Rebelde enero 27 de 2008. .
[4] Ferran Oliva, Juan M. Al Bloqueo lo que es del Bloqueo. SINE DIE  25 de enero 13 de 2019. TAC a la Economía. SINE DIE 104 de febrero 18 de 2020. Disculpen si me cito en varias ocasiones. Soy mi autor favorito.



2 comentarios:

  1. Gracias Ferran por decir tan escuetamente, lo que es un pensamiento casi generalizado, entre los que queremos y deseamos el bien para nuestro Pais. Pero yo he perdido la esperanza de que se hagan, a corto plazo, los cambios tan necesarios. Nuestro propio bloqueo ha demostrado ser más férreo que el del enemigo, y eso es mucho decir.

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  2. El socialismo es un ideal filosófico de la economía política, no es un modo de producción práctico o demostrado en la práctica. Es una aspiración de una parte de la humanidad de repartir más equitativamente las riquezas.
    Por eso los gobiernos que han establecido la propiedad social de los medios de producción con el objetivo de eliminar la apropiación personal de los resultados del trabajo, se denominan Socialistas.
    La productividad del trabajo marca o condiciona el salto de un modo de producción a otro, pero ella se engendra dentro, se desarrolla y provoca el cambio, por la imposibilidad de sostener la distribución y el consumo en el régimen anterior. Lo que muy detalladamente explica Marx como la contradicción entre las Fuerzas Productivas y el Modo de Producción.
    Pero el incremento de la productividad no depende del hombre como tal, sino de los avances de la ciencia y la técnica. Engels por su parte definió que las Eras de la humanidad están marcadas por las herramientas que utiliza el hombre (los medios de trabajo), y estos medios que han provocado el salto se crean en las Eras anteriores y se desarrollan en las posteriores.
    Dentro del feudalismo se desarrollaron los avances que empujaron a la humanidad al modo capitalista con una revolución social tan fuerte que costó vidas, ejemplo que fue la guía para que otros hombres lucharan de igual forma por estableces el socialismo. Cada modo de producción desplaza una clase social del poder y empodera a otra, otro motivo para llamar socialista a un nuevo modo de producción.
    El socialismo en Cuba si existió y existe, es la mala administración, la estrecha mente para crear leyes que entreguen el verdadero poder a la clase obrera la que frena el desarrollo. Ningún hombre quiere el estancamiento, la mediocridad, los falsos valores, todos queremos y sabemos lo que hay que hacer en cada puesto que ocupamos, pero nos falta del poder para hacer valer aspiraciones y conocimientos.
    Un falso sindicato, una falsa afiliación política, un silencio que te cuesta el puesto, no desarrolla ni la política, ni la economía, ni la sociedad. Como clase el pueblo no se traicionara a sí mismo a que se teme.
    Rogelio Castro Muñiz

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