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sábado, 15 de febrero de 2020

Cuba y su deuda

Por Aurelio Alonso Tejeda *

Estimado Humberto, destaco la importancia, en Cuba y la economía de 13 de febrero, del despacho de la agencia Reuters acerca del “impago” de la deuda cubana en el pasado año, con vencimientos de ochenta millones (según el despacho, que no precisa monto del impago), en supuesto incumplimiento de los acuerdos logrados en la renegociación de 2015 con los países acreedores. Y una consecuente aplicación de sanciones, en este caso una tasa de interés adicional del 9% a la que logró Ricardo Cabrisas en la citada renegociación (siempre según el citado despacho).

Dos días después, un despacho de AFP, que reproduces también en Cuba y la Economía, recoge una aclaración de Cabrisas en la cual explica el retraso, lo valora entre veintidós y veintitrés millones de euros y precisa que Cuba se compromete a darle cumplimiento antes de que finalice el mes de mayo. 

El hecho, visto con crudeza, es que a partir de 2016 la inserción cubana en el mercado mundial ha sufrido un recrudecimiento de la agresión financiera estadounidense de tal magnitud que no puede menos que incidir en las posibilidades de pago acordadas hace cinco años. El efecto de la enormidad de sanciones impuestas a bancos de terceros países por Washington en  estos años simplemente por sostener relaciones económicas con Cuba, sumado a prohibiciones estrictas en torno al turismo, y la persecución corsaria sobre el suministro de hidrocarburos, es significativo.

Por supuesto que esto no interesa al FMI, ni a las economías que lo sostienen en condición de países acreedores (y que negocian con Cuba en un comité ad hoc ya que no somos miembros del FMI, si  es que esas reglas no han cambiado). Los acreedores pueden exhibir como bondades la condonación de casi las dos terceras partes de la deuda cubana en 1986 (año en que Cuba tuvo que interrumpir los pagos debido a las pérdidas que ocasionó la caprichosa trayectoria del ciclón Kate desde el Oriente a La Habana, junto a otros reveses económicos). Los acreedores no se mostraron entonces “bondadosos”; más bien fueron inflexibles con sus exigencias de ajustes (reducción del Estado en la economía, o sea, privatizar, abrir los mecanismos de mercado, y todo lo consecuente). En tanto Cuba también lo fue en su radical decisión de no aceptar.

La moratoria planteada ese año en el pago tuvo como consecuencia un corte de los créditos a mediano y largo plazo desde las principales economías euroccidentales y asiáticas, al cual puede atribuirse, a mi juicio, la meseta que observa en la curva de crecimiento del PIB cubano de 1986 a 1989. Se afectaban necesidades que desde el CAME no se suplían, ya que solo podían cubrirse en moneda libremente convertible. De manera que para Cuba el efecto del derrumbe económico en la primera mitad de los noventa ya tuvo un anticipo en la estancación de la segunda mitad de los ochenta.

La aclaración de Cabrisas debe despejar cual
quier especulación en torno a la posibilidad   de de una interrupción unilateral por parte de Cuba que, como es sabido, se esmera en honrar sus compromisos, aun en las más difíciles condiciones..

Lo que quiero destacar es que, a diferencia de los factores que inciden en las dinámicas de otorgamientos de créditos entre acreedores y deudores para la mayoría de la periferia (la que se acomoda a las reglas de sometimiento del centro dominante), en los casos en que además se victimiza al país deudor mediante la aplicación sistemática de sanciones financieras (Cuba sería el arquetipo usado por el imperio), la salida por los mecanismos regulares (la supuesta normalidad) se revela imposible. En tanto, en las economías afines al sistema de los centros del capital, una parte importante de los préstamos que se conceden va a engordar las cuentas de la oligarquía local, sin beneficio alguno para la población. Esta adjudicación, que tampoco interesa al FMI, se refleja dramáticamente hoy en la intensificación de la presión migratoria centroamericana hacia los Estados Unidos.

Creo que la presión sobre la periferia mediante “sanciones” se hace un problema geoeconómico clave, sobre todo después del fracaso del impeachment al presidente Trump. En un artículo del diario de Miami El Nuevo Herald del 4 de febrero, la periodista Maribel Hastings previene que Trump haya salido, con el empacho de su victoria, convencido de que ahora “quedó demostrado que puede hacer lo que quiera, como dispararle a alguien en la Quinta Avenida, como predijo en 2016; pedir ayuda a naciones extranjeras para su beneficio político personal; obstruir las investigaciones; intimidar testigos; burlarse de la Constitución; mentir, mentir y mentir, sin consecuencia alguna”.

Es evidente el saqueo de las finanzas de los procesos que en la periferia buscan la salida democrática de sus sustentabilidad, que van a afrontar, como sucede ya con Venezuela bolivariana y otros que son victimizados con sanciones unilaterales, lo que marca la complejidad de la dominación en el siglo presente. Y creo que propuestas cubanas de asociación para hacer más equitativos los mecanismos de la cooperación económica merecen ser rescatados y puestos al día a la luz de las circunstancias. Y de lo previsible.   

Sigue la periodista miamense apreciando que “de este modo, su presencia (de Trump) aún en la Casa Blanca lo coloca en el peligroso y preocupante papel del presidente más poderoso que haya tenido este país”. Y el más peligroso de la historia mundial. Aunque en la lógica de las relaciones en las finanzas mundiales, no hallemos variantes esperanzadoras en lo que antecede a Trump ni lo que es previsible que lo suceda dentro de un año, o dentro de cinco, en la conducción de la economía que monopoliza el poder mundial. 

Saludos,

*Aurelio Alonso Tejada. Destacado sociólogo y filósofo cubano. Miembro fundador de Pensamiento Crítico y del Departamento de Filosofía de la Universidad de La Habana. Fue director de la Biblioteca Nacional José Martí. Integró el colectivo de investigadores del Centro de Estudios sobre América. Desde 2006 se desempeña como subdirector de la revista Casa de las Américas. Ha publicado varios libros y un vasto número de ensayos y artículos.  Es Premio Nacional de Ciencias Sociales y Humanísticas otorgado por el Ministerio de Cultura, el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, y el Instituto Cubano del Libro (2013). Recibió el Premio LASA a la excelencia académica por su contribución a los estudios sobre Cuba, (2014).

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