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miércoles, 18 de marzo de 2020

Un catalán mambí

SINE DIE  113
SD2

juan m ferran oliva                                         MARZO 16 DE 2020


La invasión de Oriente a Occidente se inició el 22 de octubre de 1895, dirigida por los generales Antonio Maco y Máximo Gómez. En guerras anteriores la guerra se había limitado a las comarcas orientales. La hazaña duró 92 días y se inicio con la victoriosa batalla de Mal Tiempo en la que fue aniquilado un batallón colonialista. La columna guerrera avanzó por montañas, llanos, tierras desiertas, pobladas y trochas consideradas infranqueables. Recorrió 1.800 km y enfrentó un ejército ampliamente superior técnica y numéricamente. Fue el hecho militar más audaz de la centuria[1]. Dio a conocer a Cuba ante el mundo y despertó solidaridad.

En la tropa de Maceo figuraba Josep Miró Argenter, general y Jefe del Estado Mayor de la columna invasora. Dejó para la posteridad sus crónicas sobre la gesta. Fue el peninsular mambí que alcanzó un rango militar más elevado. Nació en la emblemática villa catalana de Sitges en 1852. Inició la carrera de medicina en Barcelona pero la abandonó para participar en la Tercera Guerra Carlista. Alistado en el bando del aspirante Carlos, le fue encargado el mando de una compañía y participó en varias acciones[2]. De esta manera tuvo su primera experiencia militar. Después de Sagunto no aceptó incorporarse al ejército español como ofrecían los vencedores. Se trasladó a Cuba inducido por su padre quien deseaba apartarlo de los problemas políticos. No tuvo éxito.

Una vez llegado a La Habana en 1874, trabajó en la empresa de unos paisanos. Alrededor de 1876 determinó trasladarse a Santiago de Cuba. Allí, años antes, se registraba un 86% de catalanes entre los comerciantes españoles  establecidos[3]. La tercera parte de ellos procedían de Sitges[4].

Miró fue un revolucionario. Oriol Junqueras, destacado historiador, ex vicepresidente de la Generalitat de Catalunya, actualmente preso por el Gobierno español, publicó en 1998 un libro titulado Els Catalans i Cuba donde hace un comentario interesante sobre Miró[5]. Se refiere al hecho de que : 
…los carlistas, catalogados como absolutistas, reivindicaban también la restitución de los fueros suprimidos por Felipe V. No es por casualidad que las guerras carlistas se desarrollaran principalmente en las Vascongadas, Navarra y Cataluña, territorios perjudicados con dicha supresión.

En 1878 Miró fue nombrado mayoral del ingenio Río Grande, cercano a Santiago de Cuba. El 8 de mayo de aquel año conoció a Antonio Maceo. El coronel Fernando Figueredo Socarrás[6] se refiere a la salida de este último de Cuba. El Gobierno en Armas encomendó al Titán marchar al extranjero a preparar condiciones y solicitó de Martínez Campos el permiso de salida. Le fue concedido gustosamente. Maceo se dirigió a El Cristo el  8 de mayo de 1868. Al día siguiente embarcó rumbo a Jamaica. Otra versión[7]  expone que en la mencionada ocasión, el general español ofreció un almuerzo de cortesía a Maceo. De alguna manera Miró logró participar y aprovechó la ocasión para hablar extensamente con él, afirmando: Cuando Ud vuelva, cuente conmigo. Ante tal muestra de entusiasmo, un oficial español presente le comentó a Martínez Campos: Ahora, más que del insurrecto que se va, hay que cuidarse del catalán que se queda.

En la capital oriental Miró practicó el periodismo y confrontó problemas políticos. Al considerársele peligroso, fue deportado a Holguín por las autoridades coloniales. Allí dirigió la revista La Doctrina. Un artículo le costó ir a prisión. Se refugió en Manzanillo y dirigió El Liberal (1893), periódico en el que llevó a cabo apasionadas campañas. En este nuevo destino confrontó nuevos problemas con las autoridades hispanas.

El 22 de febrero de 1895 Miró se alzó en armas a las órdenes de Bartolomé Masó que había vivido algún tiempo en Sitges de donde era oriundo su padre. Debido a su historial y a su experiencia militar anterior, Miró fue nombrado coronel de la zona de Manzanillo. Después de destacarse en el enfrentamiento de Peralejo en julio de 1895 fue ascendido a general de brigada. En noviembre fue promovido al cargo de Jefe de Estado Mayor de la columna encabezada por  Maceo. Junto a sus funciones castrenses llevó el Diario de la columna del que extrajo sus famosas Crónicas de la Guerra. Aunque no hubiese sobresalido como combatiente, sería famoso por esta obra donde narra la proeza de la invasión que extendió la lucha por toda la Isla. . Este relato es considerado por el autor que prologó él libro: tal vez el más apasionante (libro) que se ha escrito sobre nuestra guerra de independencia[8].

Miró sentía devoción por Maceo y este lo apreciaba y valoraba de manera especial.  En una carta le decía[9]:

Mi querido Miró, todavía me tiene Ud  enfermo por su imprudencia en el combate. Para probar su valor desmedido no es necesario que cometa barbaridades. Le quiero y le necesito, y sentiría verlo caer sin gloria.

En  otra expresaba:

Yo he conocido a muchos paisanos de usted con muchos defectos, pero todavía no he conocido a un catalán canalla. Si en esta nación que tanto nos desprecia, puede encontrarse aún un pedazo donde se anidan sentimientos de nobleza y de libertad, es en Cataluña.

Miró combatió junto a Maceo en toda la Campaña de Occidente, participando en las batallas de Iguará, La Lechuza, Cacarajícara, Rubí y Bejerano.

En sus antológicas crónicas narra una anécdota referida a un catalán de la otra banda. Cumplía la orden de ocupar San Diego de Núñez cuyo oficial de voluntarios era un bodeguero catalán que se sintió feliz al saber que capitulaba ante un paisano. Refirió una versión inverosímil sobre Martínez Campos a quien consideró hijo de una parda de Cienfuegos y de un militar español. La ingenua anécdota sugiere el desprestigio que sufría el general español entre los suyos. Cuando Maceo se enteró del hecho le hizo mucha gracia.

Los chapelgorris[10] fueron voluntarios vascos despistados que defendían la causa colonial. Un hecho notorio al respecto es narrado en las Crónicas. Miró había sido encargado de dirigir el asalto a Candelaria[11]  La villa estaba defendida por dichos prepotentes soldados atrincherados en un reducto inexpugnable. Narra Miró[12]:

 Entre los chapelgorris figuraban algunos negros, no con el carácter de soldados de ocasión, sino a guisa de veteranos entusiastas dispuestos a los mayores sacrificios por el triunfo de la bandera española, no queriendo más recompensa que la gloria del Instituto y el lustre de las armas.

A la siguiente mañana aún continuaba el combate limitado prácticamente a la posición asediada por los mambises. Maceo se indignó cuando tuvo noticias de los chapelgorris negros. Miró aplacó sus iras y el episodio concluyó cuando fue necesario abandonar la plaza para concentrar las acciones en dar la bienvenida bélica a Valeriano Weyler que llegaba a Cuba en esos días.

Por sus méritos en la Batalla de Mal Tiempo Miró fue propuesto para general de división, rango que no le sería otorgado hasta acabada la guerra. Se hallaba junto a Maceo cuando este cayó mortalmente herido en San Pedro en diciembre 7 de 1896. Los disparos sorprendieron a los cubanos cuando descansaban escuchando los relatos que escribía Miró y que formarían parte de su futura obra[13]. Un balazo atravesó mortalmente el cuello del general, al tiempo que Miró recibía un tiro en la rodilla[14]. Convaleciente de su herida, se refugió en Camagüey tras solicitar licencia al general Máximo Gómez A partir de entonces no participó en más acciones militares.

Acabada la guerra lo nombraron Director del Archivo del Ejército Liberador. Fue miembro de la Academia de Historia y siempre cultivó la memoria de Maceo. Cuando se inauguró la estatua ecuestre del héroe en el parque homónimo, pronunció el discurso del acto. A uno de sus hijos le bautizó Antonio Maceo Miró Cardona. Publicó sus Crónicas de la Guerra en 1909. Además continuó su actividad intelectual y fue autor de otras obras.  Se ufanaba en afirmar que no había estado nunca en España y se molestaba cuando por su acento lo confundían con un español[1].

Murió en Marianao el 2 de mayo de 1925.
Fin




[1] Portuondo del Prado, Fernando. Historia de Cuba Sexta Edición. 1965. Editora Nacional de Cuba. Editora del Consejo Nacional de Universidades. Parágrafo 623
[2] Mi abuelo participo en dicha guerra. Quizás al mando de Miró. JMFO
[3] Maluquer de Motes, Jordi. L’emigració i el comerç catalá a les Antilles durant la rimera metiat del seghle XIX. Barcelona 1986, pg. 349-360.
[4] Barcia Zequeira, María del Carmen. Un modelo de inmigración “favorecida”. Revista Catauro. Revista Cubana de Antropología. Año 3, no.5. Pag. 36 a 59.
[5] Junqueras Oriol. Els Catalans i Cuba. Editorial Proa. La Mirada Histórica. Barcelona. 1998.  Pag. 176
[6] Figueredo Socarras, Fernando. La Revolución de Yara, Instituto del Libreo. La Habana 1968.  Pág. 287 y 288. El original fue publicado por el autor en 1902.
[7] Versión  quizás dramatizada. corresponde a Eduardo Vazquez Pérez en su programa televisivo La Isla y el Tiempo. Martes 26 de mayo de 2004 por el Canal Educativo no.1 de la TV Cubana.
[8] Prólogo a Crónicas de la Guerra de Miró Argenter, José.  Instituto del Libro. La Habana 1970. Tomo I.
[9] Citado de Antoni Marimón por Lluís Costa en El nacionalisme cubà i Catalunya. Pg. 148.. Y Vinyamata, Eduard. Josep Miró i Argenter. De nacionalista català a heroi de la independència de Cuba. Revista de Catalunya No.52 de 1991. Pg.. 40.
[10] Chapelgorris soldados del Batallón de voluntarios de Guipúzcoa, que luchaban en las filas isabelinas durante la Primera Guerra Carlista. Posteriormente fueron manipulados en guerras coloniales.
[11] Miró Argenter, José. Crónicas de la Guerra. Instituto del Libro. La Habana 1970. Tomo I. Pg. 407-408
[12] Miró Argenter, José. Crónicas de la Guerra. Obra citada. Tomo II. Pg. 52-58
[13] Duany Destrades, MScLídice. Centro de Estudios Antonio Maceo. Diciembre 10 de 2007.
[14] Cerviño Reitor, Rafael. Fue un teniente coronel superviviente del episodio en que cayó Maceo. Publicó en Bohemia, en diciembre 17 de 1947 (o fue 1948) La Muerte del General Antonio Maceo.

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