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jueves, 2 de abril de 2020

La falta de divisas en Cuba

La propagación de la Covid-19 definirá nuevos escenarios y efectos, la mayoría riesgosos y poco halagüeños. Pero una vez más una situación de crisis se puede tornar también una oportunidad.

Por Omar Everleny
marzo 30, 2020
en Opinión


Foto: Otmaro Rodríguez.


La situación financiera que viene atravesando Cuba constituye ya un problema estructural de su economía. Son múltiples los factores que inciden en el problema: desde el incremento de las acciones del bloqueo hasta manquedades internas como el incumplimiento de los planes inversionistas, la caída de ingresos por servicios médicos y el descenso de diferentes producciones nacionales para la exportación –el caso del azúcar, entre otros. En un futuro cercano se sufrirán además intensamente los efectos de la pandemia que está afectando el mundo, dada la caída estrepitosa de una fuente principal de ingresos como el turismo.

Es evidente que la escasez de divisas ha producido un desabastecimiento en las tiendas fuera del circuito normado. En los diferentes mercados, tanto en los de CUC como en los de CUP, faltan los productos necesarios para completar la canasta básica mensual. Para “escapar”, como se dice en Cuba.

En esas tiendas se observan largas colas cuando el Estado las provee de algún producto deficitario –pollo, detergentes, papel higiénico y puré de tomate, entre otros. Se está exhortando a evitar las aglomeraciones por la propagación del Covid-19, pero a la vez la población se desgasta en lo que los cubanos llamamos “molotes” a la hora de adquirir esos escasos bienes que tanto se necesitan.

Aparecen entonces los revendedores y acaparadores. Una parte de la población trabaja y no podría hacer esas colas para adquirirlos. Aunque se critican, con razón, los precios abusivos que imponen, lo cierto es que la misma población los compra después.

No parece que este fenómeno pueda eliminarse con medidas enérgicas o la imposición de multas. Subirían los precios y esos agentes económicos se harían más clandestinos. Lo único que resolvería el problema sería incrementar las importaciones o las producciones nacionales.

Entre algunos científicos sociales hoy resulta recurrente la idea de que es hora de «destrabar» las fuerzas productivas. La realidad les está dando la razón. Lo que se observa o se publica en Cuba es que se hace hincapié en la empresa estatal –y esto no es incorrecto–, pero las reservas existentes en el sector privado no se están incentivando, y no son en modo alguno despreciables.

¿Por qué seguir insistiendo en prohibir que los cuentapropistas vendan artículos importados? Ya se sabe que venderlos no está legalizado en el catálogo de actividades que pueden emprender. Se impone, sin embargo, una pregunta: ¿en qué consiste exactamente el argumento para no legalizarlas? ¿No hay métodos indirectos en la economía, como los impuestos, para que el Estado también se beneficie de esas ventas (de hecho, ya lo hace) al cobrar impuestos aduanales?

En algunos lugares se ha puesto en evidencia el descontento, y las autoridades lo saben. En efecto, es hora de pensar como país.

El momento por el que atraviesa Cuba es muy complejo, y si el Estado no puede reaccionar con la celeridad necesaria para abastecer alimentos o servicios debido a la falta de divisas para importar, tiene entonces que tomar medidas no incluidas entre sus prioridades: por ejemplo, reducir el gasto en nuevas construcciones hoteleras para turistas en un futuro algo lejano. O autorizar la entrada de cadenas de tiendas extranjeras, aunque les hagan la competencia a las alicaídas tiendas cubanas. O permitir la libre importación a personas naturales que paguen en divisas extranjeras.

Hay buenas intenciones cuando se autoriza oficialmente la importación en MLC por parte de nacionales cubanos de determinados productos no comercializados en el país. Como ya se conoce, a partir del 11 de marzo se habilitó la Oficina para Trámites de Importación y Acreditación a Clientes de la corporación CIMEX y el día 16 se incorporaron las cadenas TRD y SASA.

Anunciada el 6 de febrero de 2020 en la Mesa Redonda, la medida “se refiere al proceso de importación a personas naturales como ciclo cerrado, mediante el cual los clientes firman un contrato con CIMEX y el comprador especializado –según el producto que se desee importar– realiza la salida al mercado, cotización, compra, así como la transportación marítima o terrestre hasta donde el cliente desee y se haya pactado en el contrato”.

Respecto a los precios, es grato leer lo que plantean los directivos: “A partir del costo de adquisición de las mercancías, se añaden los gastos asociados a la importación, con la condición que el precio final sea competitivo y favorable para los clientes, de modo que resulte provechoso emplear este mecanismo”. Eso no es válido para los vehículos, que tienen un fin recaudatorio. Pocas personas accederán a ellos, toda vez que están gravados en exceso.

Lo interesante es que existen 62 grupos de productos. Algunos servirían para potenciar el aún llamado “cuentapropista”, pero otros –y creo que es lo más interesante– para mejorar e incrementar la producción agrícola. Es posible pensar que en el grupo 32, cuando se refiere a “equipamiento para sector agrícola”, se permita comprar un tractor.

El grupo 24 permite a las personas naturales comprar infraestructura para la construcción: andamios, medios de izaje, etc. Sin embargo, la primera contradicción es que las cooperativas no agrícolas están congeladas, entre ellas las constructivas. En otros términos, no se aprobarán más cooperativas de ese tipo y las existentes no pueden incrementar el número de socios. ¿Será que se prefieren empresas privadas y no cooperativas en la construcción? No hay claridad sobre este tema.

Con ese proceso en marcha de la importación de determinados bienes se podría inferir que Cuba no estaría muy lejos de poner en vigor el artículo de la Conceptualización del Modelo, según el cual las personas naturales pueden constituir los siguientes tipos de negocios:

1. Pequeños negocios, que se realizan, en lo fundamental, por el trabajador y su familia. Estos no constituyen entidades empresariales ni tienen personalidad jurídica.

2. Empresas privadas de mediana, pequeña y microescalas según el volumen de la actividad, cantidad de trabajadores y objeto social, que son reconocidas como personas jurídicas. Estas empresas realizan actividades autorizadas a mediana o inferior escala que tributan a la estrategia del desarrollo territorial y local, así como a desplegar vínculos productivos entre ellas y con otros actores económicos. Determinados medios de propiedad personal pueden ser utilizados como medios de producción en estas actividades.

Aquí no se trata de hacer loas a las pequeñas y medianas empresas (PYMES) sino de ser pragmáticos en la economía en un entorno de continuas escaseces de divisas que han llevado a un recorte drástico de las importaciones, sobre todo de bienes de consumo habitual, y en el que no se permite que las personas naturales vendan productos importados por ellas mismas. Quedan pocas opciones y el tiempo apremia.

El Estado no puede desconocer que el descontento existe, y que los intentos de enfrentársele son cada vez más recurrentes.

De vez en cuando hay que volver sobre las estadísticas demográficas. Un 42% de la población ha vivido en una situación de crisis económica, es decir, nacidos después de 1990. Más de cien mil cubanos han emigrado desde el año 2014, generalmente por motivos económicos, y así, podrían mencionarse otros indicadores.

¿Es tan complejo entender que el tiempo constituye un factor a tener en cuenta? La gradualidad es válida si se obtienen resultados, pero si la situación económica es insostenible por la falta de divisas, hay que acelerar el paso.

Se ha planteado que distintas instancias y personas propongan un inventario de aquellas cosas que traban el funcionamiento de la vida económica de la nación. Se ha avanzado en recopilarlas, pero es una recopilación para este tiempo. 

La propagación de la Covid-19 definirá nuevos escenarios y efectos, la mayoría riesgosos y poco halagüeños. Pero una vez más una situación de crisis se puede tornar también una oportunidad para replantear todo lo que sea necesario. 

Ahora debemos enfrentar entre todos este nuevo reto y tratar de preservar la salud y la economía tanto como sea posible. Al final de este tiempo de contingencia habrá que encarar soluciones que no se pueden seguir postergando.

(Tomado de OnCuba)

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