1. SITUACIÓN
ECONÓMICA
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ACTIVIDAD
ECONÓMICA
La economía cubana cerró el año 2019 marcada por una aguda crisis en balanza de pagos, con impactos notables en la actividad productiva general. La cifra de incremento del PIB reportada en la Tabla 1, si bien es positiva, debe tomarse como preliminar. En todo caso, queda por debajo de las previsiones de las propias autoridades, que esperaban un incremento de 1%.
Esas estimaciones no anticipaban la nueva etapa de sanciones de Estados Unidos que se desató a partir de septiembre, enfocadas en la obstaculización de los arribos de crudo desde Venezuela, principal suministrador. El ahorro forzado, junto a la determinación del gobierno de reducir el impacto en el sector residencial, debe haber impacto severamente sobre el sector productivo, particularmente la manufactura y la agricultura.
Diversos reportes de prensa desde fines de 2019 ya empezaban a documentar el retraso en las siembras y las menores extensiones de tierra roturada a partir de menores disponibilidades de combustible.
Fuente: Información sobre la base de reportes variados de prensa y
ONEI. *a menos que se especifique otra medida. ** estimados de Sherritt
International en la planta de Moa.
En el caso del níquel, la producción física de ese metal y cobalto fueron superiores en la planta de Sherritt. Sin embargo, la fabricación del metal en la otra planta sigue acusando inestabilidad, por lo que no debe haber sido superior a 2018. El arribo de visitantes internacionales se deja casi un 10%. Aunque las autoridades reportaron cifras similares para los ingresos.
El primer cuatrimestre de 2020 ha traído nuevos desafíos para la economía cubana, por la combinación de tendencias negativas que se desencadenaron desde 2016, y los primeros impactos de la pandemia de COVID-19. Los principales sectores ya venían exhibiendo desempeños bastante mejorables, entre los que cabe destacar la agricultura, la agroindustria cañera, la minería y el turismo internacional.
En el caso de la agricultura, los reportes disponibles sugieren que los volúmenes de producción están por debajo de las cifras de 2019, cuando ya exhibían un pobre desempeño. Respecto a la zafra azucarera, se ha informado que el plan para 2020 está fuera del alcance de la industria, con una gran incidencia de la escasez de combustible líquido. No obstante, los directivos del sector anticipan un buen comportamiento de los ingresos externos a partir de cierta mejoría en las cotizaciones internacionales.
En relación al níquel, la industria va a atravesar un año muy difícil. Durante el primer trimestre de 2020, los volúmenes del metal y cobalto se han reducido 13 y 6 por ciento respectivamente. Durante este período, no se han sentido en toda su magnitud los descensos de las cotizaciones, pero esto debe empezar a influir en los trimestres siguientes.
La industria turística sufre un doble impacto. Antes del comienzo de la pandemia, en los meses de enero y febrero, el arribo de visitantes ya se había contraído un 16,5 por ciento. A partir de marzo no se han hecho reportes públicos, pero el cierre de fronteras indica que los visitantes internacionales se han reducido prácticamente a cero desde fines de ese mes. Es incierto todavía el momento para una reapertura parcial del país, pero es posible que ocurra en julio. En todo caso, no se podrá hablar de normalización en los próximos meses. Este sector tiene la característica en Cuba de que depende casi exclusivamente de las llegadas por vía aérea, lo que implica que su recuperación pasa por la apertura de fronteras internacionales en los mercados emisores y la capacidad de las aerolíneas. Es decir, no es mucho lo que pueden hacer las autoridades cubanas para su reanimación. Se ha indicado que podría tener lugar una apertura limitada orientada al mercado doméstico, siguiendo los protocolos correspondientes para evitar la propagación del virus. Es incierto si esta opción estaría vinculada a la nominalización de los precios en moneda extranjera, ante la aguda escasez de divisas que padece la nación.
La industria manufacturera está muy afectada por la escasez de combustible, las medidas de confinamiento y las limitaciones a la importación de insumos, derivadas de las disrupciones en el comercio mundial y la falta de dólares. Algunos productores asociados reportan descensos en la producción de petróleo (- 26%), gas natural y electricidad (- 12%). Aunque esta información puede no ser representativa del total de la industria, particularmente en lo concerniente a la energía eléctrica.
También desde el punto de vista de la demanda, el gobierno ha informado la racionalización de las inversiones en el nuevo contexto, aunque sin detalles respecto a la magnitud del ajuste. Ello obedece al descenso de la actividad turística (el turismo venía recibiendo una tercera parte de las inversiones totales), y la necesidad de ahorrar divisas para garantizar niveles de consumo mínimos. Asimismo, varias empresas extranjeras con intereses en el país han comenzado a diferir, paralizar o disminuir el desembolso de recursos para nuevos proyectos, a la espera de conocer mejor el impacto en la economía cubana y las perspectivas de la economía mundial.
Los efectos de esta emergencia se extienden más allá del sector público, que, aunque dominante en Cuba, convive con un relativamente dinámico sector privado y cooperativo que proporciona más de una tercera parte del empleo formal (incluyendo al sector agropecuario). De acuerdo a la consultora Auge, dentro de las 38 actividades más dinámicas de este segmento (trabajo por cuenta propia), el 40 por ciento sentirán un impacto severo debido al impacto económico de la COVID-19. Además de ser un gran creador de puestos de trabajo, este sector ampara a las familias de sus miembros, a sus proveedores, y a no pocos trabajadores informales. Estos últimos no califican para recibir ningún amparo de acuerdo a las medidas previstas por las autoridades.
SECTOR
EXTERIOR
Las principales industrias exportadoras están gravemente afectadas por la incidencia de la pandemia. Cuba es altamente dependiente de ingresos provenientes de los viajes, el transporte internacional, y las remesas. El ingreso turístico se afecta a razón de 140 millones de dólares mensuales aproximadamente, mientras dure la paralización total. Ya en el primer trimestre, Meliá Hoteles reportaba una reducción del 13 por ciento en la ocupación lineal, y de 48 por ciento en los ingresos percibidos por sus contratos en Cuba.
Adicionalmente, dos de los bienes exportables estrella (ron y tabaco) son vulnerables a los cierres prolongados de bares, restaurantes y otras actividades de esparcimiento y diversión. En el caso del tabaco torcido a mano, la mayor parte de sus envíos se hacen vía aérea, y la aviación comercial está casi detenida en este momento.
No obstante, Cuba sí tiene una característica especial. El 48 por ciento de sus exportaciones (datos de 2018) se vinculan con la salud humana. Eso se descompone en servicios médicos (6 400 millones de dólares) y productos farmacéuticos (400 millones, incluyendo genéricos y biotecnológicos).
En este escenario se abre una perspectiva interesante. Un gran número de expertos anticipa una revalorización de los servicios de salud y del papel del sector público en su gestión. La mayor atención e inversiones en el sector representa una ampliación del mercado para un exportador especializado como Cuba.
De momento, la Isla ha enviado 25 brigadas de médicos y otros especialistas a 22 países para asistir en el enfrentamiento a la crisis sanitaria derivada de la epidemia (más de 2000 profesionales del sector). Eso incluye por primera vez a países desarrollados: Italia, Andorra y Francia (departamentos de ultramar en el Caribe). Asimismo, uno de los productos más tradicionales de la biotecnología de la Isla, el Interferón Alfa 2b humano se ha incluido en los protocolos de tratamiento del virus COVID-19 en muchos países. Los directivos del sector indicaron que se han recibido solicitudes de 45 naciones.
Lo que no es posible saber es hasta dónde estas tendencias indican que esos sectores podrán generar ingresos suficientes como para compensar las pérdidas en otras actividades. Hay que tener en cuenta que, en medio de una epidemia, la colaboración ofrecida no apunta a una operación fundamentalmente comercial, aunque no se descartarían algunos ingresos. De todas formas, en momentos cuando hay un sector en Estados Unidos y algunos países de América Latina muy crítico con la “colaboración médica” de Cuba, este episodio solo puede contribuir a resaltar su suficiencia en el sector. En última instancia, esta posibilidad depende del éxito de la Isla en la contención y control del brote en su propio territorio, algo que hasta mediados de mayo parece estar ocurriendo. Con recursos muy limitados, el aumento de los contagios ocurre de forma muy lenta, y no hay saturación en los centros de salud.
Los precios de productos relevantes para Cuba exhiben dinámicas mixtas en lo que va de 2020. El petróleo, ha tenido una clara tendencia al descenso desde marzo, como resultado del colapso de la demanda mundial asociada al impacto de la pandemia. En semanas recientes ha mostrado cierta recuperación, pero siempre en niveles muy bajos. En principio esto puede parecer beneficioso para Cuba, un importador neto. Y lo es. Pero solo hasta cierto punto. A más largo plazo las consecuencias pueden ser negativas. La razón estriba en que varios de los socios claves de la Isla (Venezuela, Argelia, Rusia, Qatar, Angola) son exportadores de energía que dependen de esos ingresos para mantener a flote sus balanzas de pagos y presupuesto. Por supuesto, no todos están en la misma situación. Venezuela es muy vulnerable. La producción de petróleo ha continuado descendiendo en 2020, lo que parecía casi imposible dados los bajos niveles que se alcanzaron a fines de 2019. Si en el último trimestre del año pasado la extracción promedió 859 mil barriles diarios, en abril de 2020 apenas llegó a 737 mil. La CEPAL estima una contracción adicional del PIB venezolano del orden del 18%. Esas son malas noticias para la Isla.
No obstante, en el caso del metal, al menos en los primeros tres meses, los precios realmente obtenidos por su comercialización en el mercado mundial no se diferencian sustancialmente de los del año anterior, por lo que la dinámica de los ingresos sigue determinada por los volúmenes entregados.
En relación a la inversión extranjera, el gobierno cubano informó que no considera abandonar sus objetivos para este año. A mediados de abril la televisión nacional dio a conocer que se habían firmado contratos por 600 millones de dólares, y se estaban negociando acuerdos por otros 1000 millones de dólares. No obstante, es esperable que el endurecimiento de las condiciones financieras internacionales y el desenfreno de la administración Trump con las sanciones aumente aún más si cabe el riesgo financiero asociado a las operaciones con la Isla.
Es de esperar que, ante la baja de los ingresos externos, Cuba tenga nuevas dificultades para seguir adelante con los pagos a proveedores, empresas extranjeras y acreedores institucionales. Como muchos otros países en estas circunstancias, se puede esperar acciones del gobierno para restructurar parte de los adeudos. Ya a principios de este 2020, un alto cargo estuvo en París para explicar la imposibilidad de desembolsar lo pactado en octubre relacionado con la duda con miembros del Club de París, y pedir una prórroga hasta mayo. Con el impacto de la epidemia, no se conoce si este pago se habrá llevado a cabo finalmente.
El desempleo masivo y el retroceso del ingreso en los países ricos, también impactará negativamente las remesas. En Estados Unidos, principal origen de estos recursos para la región de América Latina y para Cuba, la cifra de desempleados ha sobrepasado los 30 millones, y la tasa de desempleo llegó a 14,7 por ciento. Estas cifras indican una caída de actividad más profunda que en la última recesión. Diálogo Interamericano estima que los envíos se reducirían entre 7-20 por ciento por ciento, mientras que The Havana Consulting Group calcula caídas más bruscas, entre 20-30%. Lo que ya está ocurriendo es que la suspensión temporal de vuelos elimina los canales informales, por lo que ocurre un desplazamiento hacia las vías formales. En esa línea, las plataformas digitales ganan cuota de mercado. Una consecuencia de esta dinámica es que, aunque el monto total se contrae, es muy posible que una mayor proporción de los envíos pase por el sistema financiero de la Isla, lo que contribuye a aliviar la balanza de pagos.
POLÍTICA
MONETARIA
Las autoridades monetarias cubanas enfrentan un escenario muy complejo en 2020, ahora con nuevos desafíos derivados del impacto económico de la pandemia. El objetivo de mantener la estabilidad de precios se torna elusivo. A continuación, se examinan una serie de factores a tener en cuenta.
En primer lugar, la Isla ya venía mostrando síntomas inequívocos de padecer una creciente inflación reprimida. La liquidez monetaria en manos de la población subió hasta el 27,1 por ciento del PIB en 2018, desde 17,8 en 2013. El déficit fiscal llegó a 8,1% del PIB ese mismo año, pero fue de solo 1,3% en 2014. A ello se suma un proceso de redolarización parcial informal primero, y luego institucionalizado a partir de noviembre de 2019, cuando se reabrieron establecimientos para la venta en moneda extranjera de artículos de uso duradero. La razón primordial es la exacerbación de la escasez de divisas derivada de los problemas en balanza de pagos. A su vez, estos se originan en aspectos estructurales de la economía cubana que la reforma de la última década no pudo resolver, especialmente el pobre desempeño de los sectores transables y su papel pasivo en el esquema productivo de la Isla. Como contrapartida a estas tendencias, la tasa de cambio informal se movió desde 0,95 CUC/USD en julio de 2018 hasta 1,1 en febrero de 2020 (con información de IslaData).
Por último, concurren dos elementos. Por un lado, persisten la ineficiencia en el sector público y en la empresa estatal en particular, lo que supone desembolsos de salarios no justificados por incrementos de volúmenes de producción. Asimismo, si bien hasta el 70 por ciento del déficit fiscal se cubre con deuda pública, esto supone emisión secundaria sobre la base de ahorros hasta entonces inmovilizados. Esto último se aceleró a partir del incremento generalizado de salarios en el sector público presupuestado (dependiente de transferencias del presupuesto central). Una medida justificable solo desde el punto de vista político. Si bien hasta el momento no se observa un episodio de inflación descontrolada, la epidemia puede agudizar las presiones sobre los precios.
La pandemia COVID-19 supone un punto de inflexión en el abordaje de estos equilibrios macroeconómicos. La escasez de productos de primera necesidad, que había comenzado antes, se ha exacerbado. Ello responde a la contracción de las importaciones y al descenso de la producción nacional, en particular la producción agropecuaria. Por ejemplo, una provincia cubana reportaba que para satisfacer la demanda de alimentos necesita distribuir un promedio de 96 toneladas diarias, mientras que a mediados de mayo 2020 solo está recibiendo 35 toneladas. Frente a desequilibrios de esta magnitud, los controles de precios y las campañas para llevar a acaparadores e incumplidores de precios ante los tribunales solo tienen efectos temporales, que se diluyen muy rápidamente. La criminalización de comportamientos resultantes de realidades socioeconómicas objetivas, no es la solución.
Otro elemento que contribuye a dimensionar la escasez es el cierre de fronteras y su impacto en el trasiego individual de mercancías hacia la Isla, incluyendo las denominadas “remesas en especie”. Los viajes de cubanos residentes permanentes al exterior han crecido a tasas de dos dígitos desde las modificaciones en el código migratorio en 2013 y la reforma económica que abrió espacios para la actividad productiva privada. Es bien conocido que las mercancías que se reciben en los aeropuertos como equipaje individual, nutre los mercados internos de bienes de consumo de todo tipo y provee un canal de aprovisionamiento para los negocios privados. El cierre de este canal aumenta la escasez, presionando todavía más los precios al alza.
El pronóstico es que las presiones inflacionarias aumentarán durante todo el 2020. Ante este escenario desfavorable, cabe considerar algunas opciones: introducir medidas estructurales orientadas a elevar la oferta doméstica de productos de primera necesidad (alimentos, bienes industriales simples); contener el gasto público no esencial incluyendo controvertidos pagos a empresas para cubrir ineficiencia; relajar los controles a la importación individual en frontera, incluyendo prominentemente alimentos, medicinas, e insumos; y priorizar la importación de bienes básicos de consumo e insumos para la producción. Desafortunadamente, quizá esto no sea suficiente, y tenga lugar una profundización de la dolarización institucional. Sería una medida incómoda, que reproduciría el contexto de inicios de la década del noventa. No obstante, no es descartable. En caso necesario, lo que sí pudiera hacerse es su extensión hacia el consumo no esencial, como vacaciones y bienes suntuarios. Dado que existe estratificación económica, es esperable que la demanda efectiva sea suficiente para alcanzar la escala mínima necesaria.
2. PERSPECTIVAS ECONÓMICAS
Las autoridades cubanas anticiparon un modesto incremento del PIB del 1 por ciento para 2020, antes de desencadenarse este nuevo escenario. Esas perspectivas incluían una contracción modesta de las importaciones, lo que hacía difícil anticipar cualquier escenario de mayor dinamismo productivo, dado el carácter abierto de la economía.
En las nuevas condiciones, esas previsiones están ahora en territorio negativo. De acuerdo a la CEPAL, el pronóstico para 2020 contempla una contracción del 3,6 por ciento, muy conservadora considerando el deterioro generalizado del panorama internacional y las vulnerabilidades anteriores que arrastra la Isla. Esas cifras con casi total seguridad serán actualizadas a la baja en la revisión de mediados de año. De acuerdo a los modelos de crecimiento a corto plazo estimados para Cuba, la caída de la actividad productiva debe estar entre 5-6 por ciento, con presiones a la baja. La tasa de crecimiento de los primeros diez socios comerciales (contempla bienes y turismo) ponderada por su participación en el comercio exterior cubano se calculó en -8,3 por ciento. Solo uno de ellos, China, tiene un estimado positivo para este período.
La vulnerabilidad se ve acentuada porque la nación del Caribe no podrá participar en ningún esquema de compensación patrocinado por los organismos financieros internacionales y regionales. Cuba no es miembro de ninguno de ellos, con la excepción del Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE) y el Banco Internacional de Inversiones, que es un pequeño banco heredero del fondo de desarrollo de los antiguos países socialistas. No se han anunciado provisiones por ninguno de los dos en términos de financiamiento contingente para apoyar a sus miembros.
Por otro lado, la actual administración norteamericana mantiene su presión extrema, y a mediados de mayo el Departamento de Estado anunció la reincorporación de Cuba en la lista de estados que no contribuyen suficientemente en la lucha contra el terrorismo.
Teniendo en cuenta las condiciones actuales, en los próximos meses se debe anticipar un escenario económico adverso con las siguientes características:
1. Endurecimiento de la restricción externa.
2. Aumento de la escasez de productos de todo tipo.
3. Énfasis en el control de la epidemia para garantizar el retorno de los viajeros internacionales en cuanto las condiciones así lo permitan.
4. Prioridad a la producción doméstica de alimentos y otros bienes industriales perecederos.
5. Medidas de austeridad fiscal, y en el consumo publico de bienes intermedios como la energía.
6. Restructuración de adeudos con proveedores privados e institucionales.
Las autoridades deberían considerar otras medidas para acelerar la recuperación sobre bases más sostenibles, entre ellas: flexibilizar las condiciones de operación del trabajo por cuenta propia, y en general, de todo el sector no estatal, teniendo en cuenta que estos operan en actividades que producen bienes y servicios básicos para el mercado doméstico y el turismo internacional y generan mucho empleo, incluyendo puestos de trabajo informales; facilitar la importación individual de mercancía general, especialmente alimentos y medicinas; propiciar el establecimiento de alianzas provechosas entre el sector estatal y privado para atender los cuellos de botella en las plataformas de venta online y la entrega de productos; creación de grupos mixtos para el monitoreo de precios a los productos alimenticios para tener en cuenta los intereses legítimos de los productores y distribuidores.
Ello ayudaría a maximizar el abastecimiento de los mercados; considerar la realización del cambio monetario-cambiario para aprovechar una coyuntura de reducción sustancial de transacciones monetarias en el conjunto del sistema económico.
3- SITUACIÓN POLÍTICA
Las autoridades cubanas enfrentan tres desafíos claves en 2020.
En primer lugar, alcanzar un control total de la epidemia que permita relanzar el destino Cuba ojalá a tiempo para la próxima temporada alta en noviembre. Asimismo, eso fortalecería la confianza en el gobierno y ayudaría a reforzar la marca Cuba asociada a un país líder en el sector salud.
En segundo lugar, es un imperativo conjugar un programa económico de emergencia que combine los aspectos propios de la coyuntura con la aceleración de la reforma económica que ha estado estancada en los últimos cuatro años, principalmente debido a factores ideopolíticos y el endurecimiento de las condiciones externas. Esto es importante porque en 2021 se celebrará el VIII Congreso del Partido Comunista, máximo foro político quinquenal, y hasta este momento, es muy poco lo que se pude mostrar en términos del cumplimiento de los ya modestos acuerdos relacionados con la reforma. Es decir, lo que se implemente para manejar el escenario de la epidemia debe ser coherente con el impulso de la reforma. El sector que mejor dibuja esa contradicción es la agricultura, cuya debilidad estructural se convierte en un lastre para la Isla en las actuales condiciones.
El tercer elemento tiene que ver con el cumplimiento del cronograma legislativo aprobado por la Asamblea Nacional (parlamento cubano). Este es uno de los procesos políticos más importantes en la actualidad, dado que el mismo permitía implementar todos los cambios que contiene la Constitución, que no son pocos, incluyendo el área económica y de los derechos civiles y políticos. Por ejemplo, la flexibilización del sector no estatal podría lograrse parcialmente con el adelanto de varias nomas jurídicas que solo están previstas para 2022. Por el contrario, el área de los derechos individuales exhibe algunas complicaciones.
Recientemente, algunas autoridades dejaron entrever que el nuevo Código de Familia, que contendría las nuevas provisiones en términos de derechos sexuales, podría retrasarse. Ello sería un mal comienzo para un calendario que apenas fue anunciado a fines de 2019.
Las opiniones vertidas en este informe son responsabilidad del autor y no representan a las instituciones individuales que integran el Círculo de Estudios Latinoamericanos –CESLA-
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