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miércoles, 3 de junio de 2020

Ciencia y Política


Por Rafael Alhama Belamaric 

“La ciencia es una forma de pensar, mucho más que un cuerpo de conocimientos“ 

Carl Sagan. 

Después de leer un artículo motivador acerca de la ciencia y las creencias, se me ocurre puntualizar algunas ideas acerca de la ciencia, pensando sobre todo en ciencias sociales y política para mejorar los procesos, y la sociedad. Ha sido a través de la historia motivo de preocupación y análisis la compatibilidad de éstas. 

Uno de los análisis más relevantes de principios del siglo XX lo hizo Weber. A la pregunta de qué debe ser un político, recomendaba equilibrio, decía: “un político debe contar con tres virtudes: pasión, sentido de responsabilidad y mesura”. Ciertamente es un equilibrio difícil, sobre todo en tiempos de crisis, y casi siempre se debe sacrificar una. No voy a recordar a Sócratres, que fue ejecutado porque su práctica filosófica desestabilizaba el orden cívico. Pero la historia, sobre todo la reciente del siglo pasado, señala lo peligroso que pueden ser también los dogmatismos políticos anticientíficos, tanto que las consecuencias para toda la sociedad de no haber sabido anticipar los acontecimientos se evidenciaron en conflictos y crisis sociales, económicos y políticos. 

Parecería una verdad de perogrullo, es decir, sabida y tonta para volver a decirlo una vez más, pero es imprescindible que ciencia y política dialoguen, y que el diálogo debe ser acerca de la ciencia para la política, para esto el asesoramiento científico es fundamental. 

¿Pero qué ocurre cuando este diálogo no se lleva a cabo o no se cumple en su ciclo completo, es decir, desde las ACCIONES y EVALUACIÓN DE POLÍTICAS EXISTENTES, pasando por las EVIDENCIAS con el asesoramiento científico, pasando por las fuentes de información y todos los actores involucrados hasta DECISIONES que se toman y legislan? Experiencias hay más que suficientes en las últimas dos décadas. 

En diferentes momentos y épocas se ha hecho hincapié en uno u otro paso de este proceso. Unas veces en la preparación de informes breves de evidencias científicas por revisión de cientos de informes de investigación y artículos, entrevistas a expertos, incluso investigaciones a corto plazo. En otros momentos se ha hecho énfasis en los debates y propuestas públicas, que enriquecen los anteriores. En otros más, se han organizado y trabajado intensamente en grupos de expertos. 

Este proceso constructivo y más o menos fluido, se ha visto interrumpido, a veces por falta de habilidades comunicativas o mediadores capaces de trasmitir, otras veces, porque precisamente los que debían de servir de mediadores, han sido la primera y última frontera, con buenas intenciones, de manera tal que las propuestas se han atascado en el camino de las decisiones. Por tanto, no habría más remedio que prescindir de los mediadores, o que estos no sientan o realmente tengan más compromiso con los políticos y la política que con la ciencia y las evidencias. 

Nadie duda que ciencia y política son mundos diferentes, por tanto, es imprescindible propiciar escenarios que profundice estas relaciones, de manera tal que el proceso se lleve a cabo en su ciclo completo, hasta la TOMA DE DECISIONES, en las que, tampoco lo duda nadie, influyen muchas veces circunstancias y condiciones; al final siempre serán decisiones políticas. Si la responsabilidad de ambos es crear espacios para la transferencia de conocimientos, y concordamos en que la ciencia no es infalible, la responsabilidad mayor de la política es crear los máximos canales de comunicación posibles, para que las decisiones políticas sean tomadas informadas en el conocimiento existente, lo que debe aumentar las posibilidades de acierto. 

Para el propósito de toma de decisiones políticas valga la investigación científica ya publicada, las evaluaciones anteriores de una determinada política, o de propuestas de ajustes, cálculos de costos existentes y de beneficios, resultados posibles o reales de modelos propuestos, consultas con interesados, y con los actores de base ejecutores de acciones. 

Por tanto, ambas dimensiones, exigen ser redimensionadas, para que puedan ser aliados estratégicos en los momentos actuales, en que se convoca nuevamente a la generación de las mejores ideas. Las implicaciones económicas y sociales del conocimiento claman más que palabras, claman por realizaciones.

1 comentario:

  1. En mi artículo no encontré la forma de hacer mención a un ejemplo de la diferencia entre las manifestaciones de las ciencias exactas y ciencias sociales, al usted retomar el tema expongo lo que me enseño un viejo economista.
    Cuando las leyes físicas se manifiestan una persona que cae de un edificio sufre graves lesiones o muere, porque la ley de la gravedad se manifestó implacablemente y al momento. Pero cuando se viola una ley económica generalmente no pasa nada en esos momentos y quizás hasta tarde años su manifestación, pero cuando llega el momento le cuesta la vida a millones de personas, que sufrirán la pobreza y la falta de recursos.
    Por eso los políticos y más los economistas tienen que ser conocedores exactos de esas leyes económicas, no dejarse permear con ideas que los aparten de la ciencia, por el afán y el entusiasmo de lograr un resultado, que hoy incluso puede ser bueno a la vista, pero que en la esencia por ser una violación de leyes económicas se conviertan posteriormente en un fracaso total.
    Rogelio Castro Muñiz

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