Otras Paginas WEB

viernes, 19 de junio de 2020

CUANDO HABLEN LAS ESTATUAS…

Por Jorge Gómez Barata

La mayoría de las estatuas instaladas, algunas hace siglos, en espacios públicos urbanos de todo el mundo son obras de arte con significados casi exclusivamente decorativos e influencia política prácticamente nula. Atribuir a las piedras, poder para generar convicciones y motivar los comportamientos, es fetichismo y castigar la representación en mármol o bronce de una persona es tan enajenado como pretender atrapar una sombra.

Descontando a quienes lo son por razones religiosas, el humano más reverenciado en el mundo es George Washington y en América Latina, Simón Bolívar. En Europa es difícil competir con Cervantes, Julio Cesar y Alejandro Magno, en Asia con Confucio y Mahatma Gandhi y en Africa con Nelson Mandela. Según diversos, el punto de vista predominante entre quienes pregunté, entre los más antipáticos figuran Judas y Adolf Hitler.

En 2019 existían en el mundo 142 estatuas que superaban los 30 metros (altura probable del Coloso de Rodas). La más alta está dedicada a Sardar Vallabhbhai Patel, uno de los fundadores de la India moderna, su altura es de 182 metros, sumando la base alcanza 240. Entre las más pequeñas figuran las nano esculturas creadas por Jonty Hurtwitz. Una de ellas, “Trust” (2014) representa a una mujer de 80x100x20 micrones, cabe por el ojo de una aguja en miniatura, se sostiene sobre el cabello de un bebe y es más pequeña que un espermatozoide, cuyas minúsculas dimensiones no le impiden ser vector del milagro de la vida.

En cualquier ranking entre las más famosas figurarían: David, La Piedad y el Moisés de Miguel Ángel, La Estatua de la libertad, Venus de Milo, Cristo Redentor o del Corcovado. La Gran Esfinge de Guiza en Egipto, El Pensador de Auguste Rodin, El Discóbolo y MOÁI, conjunto de unas 600 estatuas de piedra monolítica en la Isla de Pascua.

Entre las realizadas con técnicas de art decó la más alta y famosa es el “Cristo de Corcovado” y como arte moderno, “Hombre que camina” (1961) imagen de una figura anoréxica, esculpida por Alberto Giacometti mide 1.80x27x97cm que, según Jean Paul-Sartre: “Transitan entre el ser y la nada”. La obra más famosa donde aparece un animal es la Loba capitolina que amamantó a Rómulo y Remo.

En Europa, la más alta es la Estatua de Pedro el Grande ubicada en Moscú con 98 metros de altura y unas 1000 toneladas de peso que, según la revista Foreign Policy, figura entre las más feas del mundo.

Como en otras esferas de la vida social, en materia de estatuas y monumentos, la mujer resulta desfavorecida. En 2018 el periódico “La Vanguardia” al indagar en varias urbes, descubrió que Barcelona tenía 168 estatuas de hombres y sólo 14 de mujeres. En el Reino Unido, existían 925 piezas de las cuales solo 158 se dedicaban a mujeres, la mayoría miembros de la familia real. A la reina Victoria correspondían 19 y a la virgen María 14.

De las aproximadamente 5.193 estatuas públicas que en Estados Unidos representan figuras históricas, solo 394 son de mujeres. La más famosa de todas es la Estatua de la Libertad, ubicada en Nueva York, donde hay solo cinco dedicadas a personajes reales, ellas son: Juana de Arco, Golda Meir, Gertrude Stein, Eleanor Roosevelt y Harriet Tubman.

La agresión contra estatuas y la profanación de tumbas es de las prácticas vandálicas más antiguas del mundo, las victimas preferidas han sido los símbolos religiosos y los de naturaleza política, en ambos casos las motivaciones se relacionan con la intolerancia, los métodos son violentos y usualmente vandálicos.

Obviamente, las estatuas, esculturas y conjuntos escultóricos han sido concebidos para rendir homenaje a personas o recordar efemérides. No discuto si hubo quienes no lo merecían, incluso si alguna debe ser removida o reubicada, cosa que en todos los casos corresponde a las autoridades que deberán escuchar el parecer de las poblaciones concernidas. La destrucción de monumentos por turbas indignadas es una práctica repudiable.

En este orden de cosas, los límites entre la justicia extemporánea y el canibalismo cultural no son sutiles. Luego les contaré más sobre el tema. Allá nos vemos.

19/06/2020
……………………………………………………………………………………………….
El presente artículo fue publicado por el diario ¡Por esto! Al reproducirlo indicar la fuente

1 comentario:

  1. Las estatuas deben desaparecer, hoy existen muchas formas de divulgación y homenaje para las grandes obras de los hombres, La tecnología moderna puede llegar a millones de personas sin que estas se paren debajo de una estatua.
    Una estatua puede ser fácilmente el objetivo de hombres vivos para perpetuarse en la historia y después que el progreso los niegue hay que conservarlo porque son obras de arte.
    Cuando se erige una estatua o monumento se está oprimiendo el sentimiento de unos por el de los otros. A la vuelta los unos lo quitan y los otros quedan a la espera para reponerlo.
    Dios es la representación más fiel de los deseos de un hombre. Todos los hombres veneran a un Dios y sienten la envidia de no ser ellos los que están en el altar.
    Si las estatuas no existirán los sentimientos políticos fueren un poquito más sinceros.
    Rogelio Castro Muñiz

    ResponderEliminar