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lunes, 31 de agosto de 2020

La revolución inconclusa

SINE DIE 139
SD2

Juan M Ferran Oliva agosto 25 de 2020


Al despertar del 15 de julio de 1789, intrigado por el estruendo, Luis XVI preguntó al  duque de  Rochefoucauld si se trataba de una rebelión. La respuesta fue:
No, Sire, es una revolución.

El concepto de revolución política es objeto de debates. Sus sinónimos son infinitos y se comportan como árboles que no dejan ver el bosque[1]. En mi inmodesto criterio una revolución es un punto de inflexión histórico que da paso a un nuevo estadio. Es un salto en la evolución y ha de cumplir dos premisas:
·           Tomar el poder político
·           Transformar positivamente el modelo económico.

Una revolución es un momento en la historia. No es permanente[2] pero puede requerir varios años y etapas para materializarse. La Francesa, tomada como paradigma, sufrió un largo proceso  que abarcó dictaduras, imperios e incluso el retorno a la monarquía. Finamente se impuso su propósito inicial de anular los privilegios de sangre.

La Revolución Rusa sustituyó el poder burgués[3]. Cumplió en lo político pero no en lo económico. Quienes no seguían su pretendido socialismo científico eran tildados de revisionistas o algo peor. A la larga estalló.

La Revolución cubana fue su calco y corrió una suerte análoga. Tuvo como objetivo inicial derrocar una dictadura sangrienta y llevar a cabo los cambios previstos en La Historia de Absolverá. Enfrentó al poderoso vecino que la explotaba al tiempo que la URSS le ofrecía una tabla de salvación. El enemigo de mi enemigo es mi amigo. No sé si fue este el principio que rigió aquellas decisiones. Algunos dirigentes tenían conceptos radicales apriorísticos, pero no todos. Comoquiera adoptamos apasionadamente, y yo el primero,  una ideología que nos pareció redentora. Fue como incubar un huevo infértil. La Revolución cubana quedó inconclusa al igual que la 8ª Sinfonía de Schubert.

Los distintos modos de producción se caracterizaron por el salto de la productividad respecto a los sustituidos. El esclavismo superó a la comunidad primitiva y fue mejorado por el feudalismo y éste por el capitalismo. Hasta el presente ninguno de los pretendidos socialismos ha mejorado la productividad capitalista. En consecuencia cabe afirmar que no ha existido aún un modo socialista de producción.  El modelo soviético tuvo esa intención pero falló. Fue adoptado por todas las economías centralmente planificadas. Así las llamó la Organización de Naciones Unidas para diferenciarlas de las economías de mercado. En términos menos eufemísticos eran, respectivamente, comunistas y capitalistas. Terrorismo es el nuevo sambenito en boga.

Socialismo es una etiqueta atractiva. La adoptan Estados y organizaciones políticas. Es una desiderata. Hoy en día, tácitamente, se acepta que son socialistas aquellos países o movimientos que  centran al ser humano como objetivo. Su antítesis es el neoliberalismo.

China, Viet Nam, Laos, Cuba y Corea del Norte,  mantienen formalmente el modelo de partido único. Hay diferencias acentuadas entre ellos. En los tres primeros el mercado tiene carta abierta; ignoro como aplican el centralismo democrático. El comunismo dinástico de Corea del Norte es incomprensible. Rusia, que es un país capitalista, adopta posiciones progresistas. Al igual que China incurre en pecados de centralización.  Pero esa es otra historia.

En Cuba, tras echar al capitalismo por la borda, se pensó que el socialismo consistía en la estatalización. Craso error. A partir de ese momento se produjo la evolución de un  ensueño desvanecido en el entorno de 1990. Quedamos marcados por años de aversión al mercado, preeminencia de los estímulos morales, menosprecio de los mecanismos financieros, desarrollo de gestas faraónicas, voluntarismo y gatillo alegre en los gastos sin contrapartida productiva. Todo en medio del gran apoyo de la URSS. La pertenencia al CAME reafirmó nuestra condición de exportador de materias primas.

El Período Especial  intentó de reparar lo insalvable. Le siguieron años de curso sinusoide en los que fue aplicado cierto grado de descentralización, posiblemente a desgano.

Todos estos antecedentes han dejado como herencia una entelequia burocrática.
La Revolución cubana cumplió con la premisa de eliminar el poder burgués, pero el aspecto económico quedó como asignatura pendiente Es lo que justifica que se hable de continuidad como tarea de la nueva generación en el poder.

El país sobrevivió y ello es un logro, pero no suficiente. En términos concretos hay dos triunfos prominentes posteriores a 1990. Uno es la transformación de la estructura externa del intercambio exterior que sustituyó la exportación de mercancías con la de invisibles (turismo, remesas, servicios al exterior). Otro es la extracción de petróleo equivalente a casi la mitad de las necesidades nacionales.

Obama optó por los guantes de seda en su afán por deshacerse del mal ejemplo cubano. Su sucesor Trump se empeña en desarmar todo lo que hizo y espoleado por su afán reeleccionista aguijonea cada vez más el bloqueo. Antes de sus pujos estimé[4], tentativamente, que  en el año 2017 y quizás en 2018, dicha inmoral medida pudiera estar afectando al PIB cubano en alrededor de un  2%. Las nuevas vueltas al torniquete lo habrán elevado.

Y en eso llegó la pandemia. Sus efectos son varios. Se reduce nuestra capacidad de importación y se afectan las fuentes externas de mercado y capital. Además hay costos adicionales en la Salud Pública.

Los grandes problemas exigen grandes soluciones. Quizás la pandemia sea la gota que rebose la copa y los precipite.

Creo en quienes dirigen el Estado. Su tarea no es fácil pero cuentan con una preparación que no tuvieron los fundadores. Además disponen de las experiencias positivas y negativas acumuladas y, según parece, actúan en forma colegiada. Su condición de continuadores implica que deben rematar lo que quedó inconcluso. Se trata de concretar y aplicar un modelo de economía viable. Ha de ser genuinamente cubano, mantener la soberanía política, tener al ser humano como objetivo,  superar el subdesarrollo y respetar la Naturaleza. Todo ello –conditio sine qua non- con la mayor democracia posible. Nada fácil, pero es el camino  Cuando se alcance, póngasele el ismo que corresponda.

Fin


[1] Sinónimos de revolución: conmoción, sacudida, trastorno, cambio, convulsión, transformación, novedad, renovación, mutación, perturbación, sublevación, agitación, sedición, rebeldía, insurrección, amotinamiento, asonada, disturbio, revuelta, algarada, insubordinación, alteración, anarquía, levantamiento, rebelión, desorden, cataclismo, giro, rotación, vuelta, revuelta, órbita
[2] Revolución permanente es un término casuístico empleado originalmente por Marx y Engels.  Calificaban  de reformista la oleada de revoluciones burguesas de 1848  que liquidaron  la Restauración absolutista. Constituyeron un preludio de la revolución proletaria que no  ocurrió. Trotsky utilizó el termino en otro sentido. Consideraba que la revolución socialista iniciada en un solo país no era un fin sino un eslabón de la cadena internacional y en ello estriba el concepto de permanente. Ver El Manifiesto Comunista de Marx y Engels, y El 18 Brumario de Luis Bonaparte, de Marx. También La Revolución Permanente de León Trotsky,
[3] Teniendo al socialismo como eslabón pre comunista
[4] Ferran, Juan M. Las cifra claras y el chocolate espeso. SINE DIE 67 de septiembre 23 de  2019

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