Por Ricardo Torres Y Michel Seguí Actualizado Sep 9, 2020
LA HABANA. El debate sobre el cambio monetario y cambiario se ha instalado en la agenda de los ciudadanos. Uno de los elementos menos abordados son las consecuencias colaterales de la crisis en balanza de pagos y el retraso del sistema financiero (SF) para acomodar los profundos cambios en los patrones de consumo y la creciente heterogeneidad del tejido productivo nacional. En semanas recientes, a la par que se ha hecho presente la campaña de comunicación para preparar el terreno de la unificación monetaria y cambiaria, los episodios del NTV también han incorporado los delitos vinculados con la compra-venta ilegal de divisas.
Los mercados informales de divisas (MID) son un fenómeno común en el mundo subdesarrollado y no son tan nuevos en Cuba. Lo que sí es cierto es que ha crecido enormemente en los últimos años. El despegue ocurrió en los noventa, pero se ha precipitado en años recientes a partir de una aceleración de la redolarización parcial, inconvertibilidad de las monedas nacionales, el fenómeno de las mulas asociado a la escasez crónica en amplios segmentos de los mercados doméstico de consumo, y la apertura de la red de tiendas en divisas.
Por mucho tiempo, el tipo de cambio informal (TCI) se mantuvo relativamente estable, pero ello cambió alrededor del verano de 2019, cuando por primera vez, desde la sustitución del USD por el CUC, el valor de la divisa estadounidense supera al peso convertible. Sin embargo, desde años anteriores existían señales que indicaban un aumento del volumen y organización del MID.
El establecimiento del gravamen de 10 por ciento al canje de USD generó incentivos a que los agentes continuaran realizando operaciones en el MID. El gravamen ampliaba la brecha entre el precio de venta y de compra del USD en el mercado oficial, y allí se instalaron los operadores del MID, ofreciendo un tipo de cambio más rentable para las operaciones de compra y venta de divisas. De igual manera, la parcialidad de las reformas económicas concernientes al sector privado y las restricciones de la oferta doméstica contribuyeron a la ampliación de las transacciones en los mercados informales de bienes y divisas.
A partir del 2011 se produce una reapertura del sector privado en Cuba sin las condiciones materiales y regulatorias adecuadas. La ausencia de un mercado mayorista, el escaso acceso al crédito bancario y un sistema tributario que genera incentivos a la evasión fiscal contribuyeron a que parte de las operaciones de los agentes privados transitaran a través de canales informales para su consecución y evitar el escrutinio de las autoridades.
A lo anterior se le suman las deficiencias de la oferta doméstica en cuanto a volumen, variedad y precios competitivos, lo cual constituyó una oportunidad para que los comerciantes (mulas) ocuparan la brecha entre la oferta y demanda doméstica con la importación de productos de manera informal. Tan solo en 2018 se produjeron 458 656 salidas de cubanos a los principales destinos de compras reconocidos. Distribuyéndose de la siguiente manera: México (169 230), Estados Unidos (116 437), Guyana (74 209) Panamá (51 710), Rusia (26 944) y Ecuador (20 126).
Constituyéndose este en un vehículo importante para la satisfacción de las necesidades de consumo e inversión de familias y formas de gestión no estatal, respectivamente. Algunas estimaciones, como las realizadas por la consultora The Havana Consulting Group, afirman que para el 2018 las importaciones de las mulas totalizaron 1 500 millones de USD. Lo cual representa el 65 por ciento del total de bienes de consumo importados oficialmente por Cuba. Sin embargo, otras plantean que el total de las importaciones por esta vía en igual año fue de 512 millones de USD. La cifra asciende a 732 millones si se tiene en cuenta los datos de reexportaciones hacia Cuba (335,5 millones de USD) reportados por la autoridad de la Zona Libre de Colón proporción. Esto representa entre un 22,18 por ciento y un 31,7 por ciento de la cifra oficial de importaciones de bienes de consumo. Es gran volumen, que va a encontrar las vías para canalizarse y continuar su reproducción.
Entonces se puede afirmar que el MID emerge como contrapartida de varios males de fondo del modelo económico: los rezagos del SF, junto al monopolio del comercio exterior y su reflejo en la estructura de la oferta de bienes de consumo y capital ante un panorama productivo que se vuelve más heterogéneo. La demanda por saldos denominados en moneda extranjera es satisfecha por dos fuentes de oferta principales: turismo y remesas informales.
La desviación de parte de las rentas turísticas hacia el sector informal se debió a los siguientes factores tiene que ver con la inserción de actores privados en servicios de alojamiento y extra-hoteleros (p. ej., servicios de transportación, restauración, recorridos turísticos, etc.), el cambio en la estructura de mercados emisores de turistas a favor de una mayor ponderación de los visitantes estadounidenses y la comunidad de cubanos emigrados, que por sus características “derraman” divisas directamente a los hogares. De acuerdo al Consejo Económico y Comercial Cuba-Estados Unidos, tan solo los cruceristas estadounidenses gastaron un estimado de 64 millones de USD en transporte, excursiones, restaurantes y recuerdos en el periodo 2016-2018. Finalmente, están el escaso desarrollo de los medios de pagos electrónicos, así como las restricciones a los flujos financieros asociados a las sanciones estadounidenses. Lo anterior implica que los turistas traigan consigo saldos en efectivo para respaldar sus gastos en el mercado doméstico.
A su vez, un volumen considerable de las remesas percibidas por los residentes domésticos transita por medio de canales informales. Esto es consecuencia de que la mayor comunidad de emigrados cubanos reside en Estados Unidos, un país que impone sanciones que limitan y encarecen los flujos de remesas hacia Cuba. Por ello los miembros de la comunidad emigrada allí residente prefieren utilizar las mulas como método de envío seguro y menos costoso, antes que las transferencias mediante agencias remesadoras.
Sin embargo, desde finales del año pasado se ha producido un incremento inusual de la demanda de divisas en el MID. En primer lugar, debido a la creación y ampliación de la oferta doméstica de bienes denominada en moneda libremente convertible (MLC). En segundo lugar, a las limitaciones del SF de ofrecer divisas al sector de la población a partir de la adopción de esta medida. Por lo que aquellos consumidores sin acceso a ingresos en divisas acudieron al MID para poder comprar en las tiendas en MLC.
Los factores anteriores coincidieron en el tiempo con un agravamiento de la escasez en la red de tiendas en CUP/CUC y la disminución de los ingresos turísticos a causa de la actual crisis sanitaria. Por lo que se incrementa la demanda de divisas ante la necesidad de acudir a las tiendas en MLC para completar la canasta de consumo junto a una disminución de la oferta. Producto de esto la cotización del USD en el MID alcanza un récord en torno a 1.50 CUC/USD en el verano del 2020.
Las circunstancias planteadas apuntan a un aumento del protagonismo de este espacio en las transacciones del sector de la población con efectos perniciosos sobre el poder adquisitivo de las monedas nacionales y la toma de decisiones de los agentes, dada la alta volatilidad actual del tipo de cambio informal. Las presiones sobre la moneda doméstica solo aumentarán ante la incertidumbre del panorama monetario.
Por lo tanto, cualquier escenario que contemple una reducción del tamaño del MID debe incluir medidas con un enfoque integral, tomando en cuenta las insuficiencias anunciadas anteriormente, y que rebasan ampliamente las cuestiones monetarias. Estas deben basarse en métodos de regulación indirecta, en contraposición a controles administrativos que agudizarían los desequilibrios expresados en el MID. Para ello, el restablecimiento de la capacidad del sistema financiero para ofrecer convertibilidad a las monedas nacionales por medio del mercado cambiario oficial, al cual accedan las familias y los productores privados, es una condición necesaria.
Estas medidas no deben desligarse de la reforma más amplia del entorno monetario y cambiario. Tampoco de otras medidas estructurales que permitan incrementar la productividad y mejorar la competitividad externa. Téngase en cuenta que los problemas en balanza de pagos siempre generarán dificultades para la moneda doméstica. Lo que sí queda claro es que dos monedas sin convertibilidad es un absurdo que no resiste el más mínimo examen. La criminalización de las operaciones informales tampoco resuelve un problema que, otra vez, es económico. La experiencia de otros contextos es abrumadora en este sentido. En la medida en que se integra el tejido productivo doméstico, algo deseable, es preciso canalizar adecuadamente la demanda de divisas del sector privado.
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