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martes, 8 de septiembre de 2020

La devaluación “que viene” del peso cubano. Notas sobre tasa de cambio, precios y salarios

Por Pedro Monreal. El Estado como tal

https://elestadocomotal.com/2020/09/07/la-devaluacion-que-viene-del-peso-cubano-notas-sobre-tasa-de-cambio-precios-y-salarios/

Al sonsonete oficial sobre la unificación monetaria y cambiaria de semanas recientes se han incorporado en los últimos días varios audios “filtrados” sobre el tema, así como la “bola de nieve” de “resúmenes” que de esos audios se han derivado.
La incertidumbre que están causando los audios sobre la “unificación” es el resultado de la imprecisión de una cantinela oficial que ha sido incompleta y deficientemente explicada.
Probablemente de lo que más se ha conversado es sobre la “eliminación” o “recogida” del peso convertible (CUC), pero también se ha hablado de la devaluación del peso cubano (CUP) frente al dólar (USD), de “inflación”, del fin de ciertos subsidios, de la “canasta básica”, de un nuevo salario mínimo y de un incremento de salarios en las empresas estatales.
Son cuestiones demasiado importantes para el bienestar de los ciudadanos como para permitir que exista opacidad respecto a esos temas.
Como no se dispone de información pública precisa, en lo que esta llega -si es que se informase alguna vez antes del llamado “día cero”- pudieran hacerse al menos dos cosas por el momento: tratar de precisar algunos términos económicos que han comenzado a manejarse de una manera amplia y visualizar los incrementos de precios que aparentemente serían parte del proceso.
¿Qué es la tasa de cambio?
Expresa el valor de cambio de una moneda respecto a otra, como en el caso de la conocida identidad de 1 CUC = 24 CUP (cuando se compra CUP con CUC) y la tasa de cambio que se utiliza en la estadística oficial y en las relaciones entre empresas de 1 CUP = 1 USD. En una economía “abierta” como la cubana, con una alta dependencia del comercio exterior, la tasa de cambio es el precio relativo más importante.
¿Qué “tienen de malo” las tasas de cambio vigentes en Cuba?
Por lo menos hay tres problemas: a) la tasa oficial de 1 CUP = 1 USD es absurda (no hay que ser economista para saberlo), b) existen varias tasas de cambio (oficial, CADECA, y tasa para ventas al turismo y Mariel) con grandes diferencias entre ellas, cuando lo más racional sería que existiese un precio relativo único de la moneda nacional frente a otras monedas, y c) existe un “régimen cambiario” fijo que no expresa con suficiente agilidad las variaciones en las condiciones reales de la economía.
El problema principal se concentra en la existencia de una irracional tasa oficial de 1:1 que introduce severas distorsiones en la medición económica, abarata artificialmente las importaciones y tiende a desestimular las exportaciones. Con ese tipo de distorsiones, la anhelada “sustitución de importaciones” y los “encadenamientos” lo van a tener muy difícil. Muchos colegas economistas han analizado en extenso el tema, desde diferentes ángulos.
OK, la tasa de cambio oficial es “mala”, pero ¿qué ocurriría si la moneda nacional “que se queda” (el CUP) se devalúa para corregir la distorsión?
La pregunta admite diversas respuestas pues vale reiterar que la tasa de cambio es el precio relativo más importante de la economía y si se modifica esa “variable” pudieran cambiar muchas otras. Sin embargo, hay algo respecto a lo que existe suficiente evidencia internacional y que no puede dejar de ser considerado: la devaluación usualmente produce un efecto de “traspaso” hacia los precios internos en forma de incremento de estos. Al devaluarse la moneda nacional, los precios en USD de las importaciones se transforman en mayores unidades de CUP. El efecto no es parejo, pues normalmente los precios de los productos importados crecen más que los precios de los productos fabricados nacionalmente que utilizan insumos importados.
Adicionalmente, cabría esperar que una devaluación del CUP estimulase exportaciones y facilitase la sustitución de importaciones, pero eso no ocurre de manera automática. Se necesita disponer de capacidad real (no meramente teórica ni “planificada”) para ofrecer una respuesta de oferta, lo cual implica no solamente tener capacidad productiva instalada, o en su defecto recursos para invertir en ampliar la capacidad, sino también que funcione un sistema de incentivos que haga posible el incremento de la producción nacional.
Es decir, la “señal” que envía una devaluación al sistema productivo exige que este tenga la capacidad para transformarla en oferta. De hecho, no queda claro que Cuba pudiera -incluso con una devaluación grande- pasar a reemplazar de manera importante, en el corto y mediano plazo, algunos de sus principales renglones de importación (combustibles, alimentos, maquinaria y equipo de transporte, productos químicos y manufacturas diversas).
OK, la tasa de cambio oficial no debería seguir siendo 1 CUP = 1 USD, entonces ¿cuál debería ser el valor de la nueva tasa de cambio?
El primer paso consistiría en establecer la “tasa de equilibrio” del CUP frente a una divisa o una “cesta” de divisas. Supongamos que se decide tomar como referencia el USD. Existen varios métodos para calcular la “tasa de equilibrio” del CUP respecto al USD, pero se necesitan datos que no están disponibles de manera abierta, de manera que hace muy difícil arribar a una cifra, con la excepción de los funcionarios que tienen los datos y que hacen los cálculos a “puertas cerradas”.
La “tasa de equilibrio” es simplemente un cálculo que se utiliza como una herramienta del proceso de diseño y monitoreo de la política monetaria. Una interpretación bastante extendida (enfoque monetario de equilibrio) asume que es el punto en el que deberían “encontrarse” -en el mediano plazo- el equilibrio interno y el equilibro externo de una economía.
Un aspecto crucial a tener en cuenta es que la tasa de cambio que las autoridades económicas deciden establecer en un momento determinado no tiene necesariamente que coincidir con el valor estimado de la “tasa de equilibrio”, pero los funcionarios necesitan conocer el valor de la “tasa de equilibrio” para poder evaluar el posible efecto de las desviaciones que pudieran existir entre la tasa efectiva y la de “equilibrio”. Se supone que, si la desviación es grande, pudieran producirse distorsiones y desbalances en la economía.
Entonces, es muy difícil identificar sin datos suficientes un valor preciso de la “tasa de equilibrio” del CUP/USD, pero en una situación como la actual de colapso en la oferta interna de USD y de una reducción de la demanda de USD que -por razones estructurales (alta dependencia importadora)- tiende a ser menor que el ritmo de contracción de la oferta de USD, es probable que la “tasa de equilibrio” representaría una devaluación muy superior a la tasa de 1 USD = 20 CUP que ha estado mencionándose, quizás se ubicaría más bien en un nivel superior a los 50 CUP/USD, pero no puedo precisarlo. Tampoco estoy pronosticando.
Las autoridades monetarias pudieran establecer -como dijo un amigo- una tasa de cambio “menos irracional que la actual, pero arbitraria”. Tienen la posibilidad de hacerlo.
Al existir el control de cambio y racionamiento de divisas a nivel empresarial, se impediría que el funcionamiento de un mercado de divisas tendiese a aproximar la tasa de cambio al nivel de equilibrio, en el segmento empresarial. Sin embargo, en el intercambio individual de monedas, es difícil pensar que no funcione un mercado informal con una tasa más próxima a la de equilibrio. La dolarización parcial de la economía -aparentemente asumida de manera oficial como un mercado segmentado- se conecta con otros mercados de manera informal, incluyendo los mercados internos de monedas. La informalidad pudiera ser reprimida, pero difícilmente “clausurada”.
¿Coinciden el valor de la “canasta básica” y el costo de la canasta familiar normada (CFN)?
Cuando se habla actualmente sobre “la canasta básica”, parecería que se utiliza el término para identificar cosas diferentes.
Por una parte, la “canasta básica” es un cálculo estimado del valor de “lo que cada persona debe consumir diariamente en términos de las cantidades de alimentos que satisfagan las necesidades nutricionales mínimas, vestir y contar con los bienes necesarios para el desarrollo de las actividades de descanso y esparcimiento que requiere el organismo para reproducir sus energías, además de los productos necesarios para su aseo y el de su hogar…  En consecuencia, el costo de la Canasta Básica de un país está formado por el de la Canasta Básica de Alimentos más los gastos no alimentarios”. En resumen, el valor de la “canasta básica” identifica lo que cuesta vivir a un nivel elemental. Esta es la definición aportada por la Dra. Rita María Castiñeiras, una respetada especialista cubana en este tema.
La información se capta usualmente mediante las “Encuestas de los Hogares” y es un instrumento muy útil para la política económica. El costo de la “canasta básica” de un país está formado por el de la canasta básica de alimentos más los gastos no alimentarios.
Especial atención se le presta al valor de la Canasta Básica de Alimentos (CBA) debido a la posibilidad que ofrece “de estimar requerimientos de cantidades normativas de un conjunto de alimentos con más criterio respecto a otros grupos de bienes y servicios”. (R. M. Castiñeiras, “Conceptos y Metodología para la construcción de la Canasta Básica en Cuba”, https://www.nodo50.org/cubasigloXXI/economia/castineiras_300906.pdf ).
Se ha conocido que parece estarse utilizando ahora en Cuba el término de “Canasta Básica de Bienes y Servicios de Referencia”, que aparentemente se ha estimado en 1528 CUP “para que una persona en la Cuba de hoy pueda cubrir las necesidades básicas con el objeto de reproducir su fuerza de trabajo y de media persona más”. (Delio G. Orozco González, “El Día Cero y una carta al Presidente”, La Joven Cuba, 11 junio 2020, https://jovencuba.com/2020/06/11/carta-presidente/ )
Sin embargo, no se conoce la metodología utilizada para arribar a esa cifra.
En años recientes, colegas como Anicia García y Betsy Anaya han evaluado sistemáticamente el tema. El estimado del costo fue diferente y explicaron de manera detallada las fuentes de los datos y el método de cálculo. (Ver, “Dinámica de gastos básicos en Cuba”, IPS Cuba, 30 de septiembre 2018, https://www.ipscuba.net/economia/dinamica-de-gastos-basicos-en-cuba-segunda-parte-y-final/ ).
A diferencia del costo de la “canasta básica” que es un cálculo estimado, el costo de la canasta familiar normada (CFN) es un cálculo real de la suma de los precios subsidiados de los productos “normados” que se distribuyen mediante “la libreta” en Cuba. Popularmente se le conoce como el costo de “sacar los mandados”.
Ambos términos difieren cualitativamente y cuantitativamente.
¿Cuál es la relación entre el valor de la “canasta básica” y el salario mínimo?
El costo de la “canasta básica” es un cálculo y el salario mínimo es una norma jurídica. El primero orienta la determinación del segundo, pero usualmente son cifras distintas.
Se ha dicho en estos días que el nuevo salario mínimo sería una vez y media el valor de la “canasta básica”, es decir, un salario mínimo de 2250 CUP (multiplicación de un valor aproximado de la “canasta básica” de 1500 CUP por 1,5).
El salario mínimo es importante porque a partir de este se estructura la escala salarial.
Los precios de los productos básicos.
En días recientes han vuelto a circular informalmente unas listas de precios que se habían “filtrado” inicialmente a principios de marzo de 2020.
No puede determinarse todavía si se trata de listados oficiales, pero de todas maneras las cifras parecen ser racionales en una situación en la que se combinaría la devaluación de la moneda nacional con una unificación de precios que equivaldría a una reducción significativa, o eliminación, de subsidios a productos de primera necesidad.
Como he dicho anteriormente, los listados -sean oficiales o no- ofrecen una oportunidad para discutir un tema muy importante.
Nos concentramos aquí en dos listados:
  1. Productos de la Canasta Familiar Normada (CFN) que modifican sus precios (según los listados que han circulado serían 23 productos, de los cuales 15 se venderían de forma “liberada” a igual precio).
  2. Productos de venta “liberada” de la red del MINCIN que modifican precios minoristas (según los listados que han circulado serían 22 productos).
Productos de la Canasta Familiar Normada (CFN) que modifican sus precios.
Es importante comparar los incrementos de los precios de la Canasta Familiar Normada (CFN) con un “marcador” de devaluación.
Aunque en los “audios” parece mencionarse una nueva tasa de 1:20 (devaluación de 1900%), agregamos un segundo escenario con una tasa de 1:24 (devaluación de 2300%), y se asumen ambos como posible “marcadores” que permiten presentar los eventuales nuevos precios en una perspectiva
En un primer escenario hipotético con devaluación de 1900% (columna roja), los incrementos de precios de los “listados” serían los siguientes:



En ese primer escenario, un gran número de productos de la actual canasta familiar normada (CFN) exhibiría incrementos de precios superiores al 1900% de la devaluación.
Es decir, que además del efecto de traspaso de la devaluación habría otros factores adicionales en el alza de los precios, especialmente la desaparición de subsidios actuales para productos de primera necesidad.
Si en un segundo escenario hipotético se asume que el CUP se devaluaría desde la tasa oficial actual de 1 USD= 1 CUP hasta una tasa de 1 USD = 24 CUP (devaluación de 2300% indicada por la columna verde), entonces se reduciría el número de productos de la CFN con incrementos de precios mayores que la devaluación.
De todos modos, se produciría eventualmente una importante reducción de subsidios para cruciales productos de primera necesidad cuyos precios dejarían de ser subsidiados y pasarían a venderse a precios de “ventas liberadas”.
Productos de venta “liberada” de la red del MINCIN que modifican precios minoristas.
En el caso de los productos de venta “liberada”, que en general se supone que funcionen sin subsidios o por lo menos con subsidios no muy elevados, los incrementos de precios serían considerablemente menores que el aumento de precios de los productos “normados”.
En principio, los nuevos precios estarían reflejando de manera más clara -en comparación con los productos “normados”- un posible efecto de “traspaso” de la devaluación (con algunas excepciones).
Es importante tomar nota que, aunque muy inferiores al aumento de precios de los productos “normados”, los incrementos de precios de los productos liberados son incrementos altos, siendo la mayoría superiores a aumentos del 25%. Nótese que en el caso del azúcar se produciría -de manera excepcional- una reducción de precios.
Es decir, el precio de la canasta familiar normada registraría incrementos de precios muy elevados, pero viniendo de una base de precios muy bajos y por esa razón, los nuevos niveles absolutos de precios igualarían -en varios productos cruciales- precios de productos “liberados” que tendrían -en su mayoría- incrementos de precios notables, pero no desorbitantes.
En cualquier caso, el incremento combinado de precios representaría la necesidad de acceder a un ingreso extra para poder adquirir productos básicos que serían más caros.
¿Cómo “lidiar” con estos incrementos de precios?
Se ha mencionado el incremento de salarios como un mecanismo de compensación. Los audios y uno de los listados indican nuevas escalas salariales que irían desde el salario mínimo de 2250 CUP hasta 13148 CUP mensuales.
La emisión monetaria correspondiente a tal incremento de salarios no tendría que ser necesariamente inflacionaria, siempre que existiera una oferta que permitiese respaldar el nivel incrementado de demanda agregada.
Supongo que el cálculo oficial del riesgo de la operación no se haya hecho con el “optimismo” con el que se hizo el cálculo del riesgo relativo al alza de salarios del sector presupuestado en 2019, ni con el optimismo con el que parece que se han hecho los planes agropecuarios recientes.
En 2016 se estimaba que aproximadamente entre el 55 y 71 % del gasto familiar se concentraba en alimentación. Los porcientos varían dependiendo del tipo de familia, pero como promedio son muy elevados, típicos de sociedades subdesarrolladas (Anicia Garcia y Betsy Anaya, op. cit.).
Eso significa que, pare que no fuese inflacionario, el incremento salarial necesitaría un “salto” en la producción de alimentos, pero las probabilidades de que ello ocurra en el corto plazo -incluso en el mediano- no parecen ser altas.
Otra opción sería intentar repetir el enfoque de “precios topados” de 2019 para gestionar el incremento salarial del sector no presupuestado. Esa medida de “topes” de precios fue un error.
Pero quizás lo más importante es que la gravedad de la crisis actual, que ha estado acompañada de una evidente falta de respuesta de la oferta nacional de alimentos, eleva el riesgo de un incremento salarial inflacionario.
El supuesto de que otras ofertas (comunicaciones, turismo, etc.) pudieran absorber liquidez es un supuesto problemático. Los “grandes números” no dejan mucho espacio a la especulación: aproximadamente dos tercios del ingreso familiar promedio se gasta en alimentos. Si no hay oferta de estos, las probabilidades de inflación son elevadas.
Si se ponen topes de precios, apenas se cambiaria la forma de manifestación de la inflación, pues aparecería como inflación “reprimida” (colas y escasez).
Otra opción pudiera ser reducir considerablemente el empleo en el sector estatal, con el efecto combinado de que, al aumentar la productividad pudieran pagarse mejores salarios y las empresas pudieran reducir los costos, lo cual ayudaría a contener presiones inflacionarias.
Esta opción necesitaría que existiese un sector privado y cooperativo capaz de absorber la fuerza laboral excedente estatal y de ofrecer niveles razonables de productividad, algo que no solo reafirma la necesidad de flexibilizar el trabajo por cuenta propia, el cooperativo, y la legalización de las PYMES, sino que también indica la importancia de la secuencia de las medidas.
El punto débil de los planes que se escuchan hoy es la poca capacidad para crear empleo neto estatal y para generar respuesta de oferta. La mayor parte de los 670 mil empleos netos de la economía cubana entre 2008 y 2019 fueron creados por el sector privado.
El sector privado ha demostrado tener capacidad de crear empleo neto y de proporcionar respuesta de oferta, pero, a pesar de la evidencia, sigue siendo relegado en la secuencia del programa económico.

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