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domingo, 20 de septiembre de 2020

MUERE UNA MUJER Y NACE UN PARADIGMA

Por Jorge Gómez Barata

Hay humanos que, por su legado, al morir se convierten en símbolos, otros lo son en vida. Es el caso de Ruth Bader Ginsburg, fallecida en Washington el pasado viernes. Se trata no solo de la segunda mujer que doscientos años después de la fundación del más alto tribunal, accedió a la condición de jueza de la Corte Suprema de los Estados Unidos, sino de un ícono de la lucha por los derechos de la mujer y por la aplicación de la justicia igualitaria. Contaba 87 años y desde hace unos 20 padecía cáncer.

Estoicamente, la ilustre jurista, resistió al asumir que su ausencia, aunque justificada, permitiría a Trump llenar la vacante y alterar, por muchos años, la composición de la Corte Suprema a favor del conservadurismo. Días antes de morir, dictó a una nieta un comunicado donde dijo: “Mi más ferviente deseo es no ser reemplazada hasta que tome posesión un nuevo presidente”.

La Corte Suprema de Justicia, único órgano judicial mencionado en la Constitución de los Estados Unidos, posee lo que algunos llaman súper poderes. Este tribunal es la última instancia en la interpretación de la Constitución, posee capacidad para rectificar las sentencias de todos los tribunales en todos los terrenos, puede mediar en los litigios entre los estados y el gobierno federal, certifica la elección del presidente y el vicepresidente y el magistrado que la preside, encabeza el Tribunal en caso de que el primer mandatario sea juzgado.

La actual Corte Suprema formada ahora por 8 jueces de los cuales, John G. Roberts, Jr., que la preside, Brett Kavanaugh, Neil Gorsuch, Clarence Thomas y Samuel Alito, son considerados conservadores, mientras, Stephen Breyer, Sonia Sotomayor, Elena Kagan se les tiene como progresistas o liberales.

Entre los momentos más relevantes de la ejecutoria judicial de Ruth Bader Ginsburg, figuran seis decisiones sobre discriminación sexual y el voto en contra en la sentencia que otorgó la presidencia a George W. Bush en el caso, Bush v. Gore en el año 2000.

Entre las cualidades que adornaron a la más popular de las juezas estadounidenses, además de su sentido de la justicia y la creencia de que la ley es un instrumento del perfeccionamiento social, estuvieron la mesura, la moderación y la serenidad: “La ira, dijo, es una pérdida de tiempo”. No era una rebelde ni una feminista, fue una mujer de su tiempo en el cual, lo más importante es servir y llevar con éxito las mejores causas.

Me alegró conocer que el presidente Donald Trump estuvo a la altura al reconocer que Ginsburg fue: “Una mujer increíble y una mente brillante cuyos disensos la definieron como una luchadora hasta el final”. Llorada por su país, descanse en paz Ruth Bader Ginsburg. Allá nos vemos.

20/09/2020
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