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sábado, 26 de septiembre de 2020

Nobeles de Economía . Jan Tinbergen Premio Nobel de Economía 1969

Por José Carlos Gómez Borrero
 
Foto: Anefo / Croes, R.C. This file is made available under the Creative Commons CC0 1.0 Universal Public Domain Dedication. 

Ciclos como telarañas 

Al holandés Jan Tinbergen y al noruego Ragnar Frisch les corresponde el honor de inaugurar el medallero de los premios Nobel de economía. Una distinción que después de cincuenta años solo pueden exhibir las 81 personas que han conseguido subirse a tan prestigioso pódium. Todos ellos tienen su comentario específico a lo largo de esta relación de semblanzas, pero el hecho de haber sido elegidos en la primera votación para la concesión de este premio indica la talla de los galardonados. También cabe destacar la importancia que se daba en estos años a los planteamientos cuantitativos y a los esfuerzos que estaba realizando la profesión para pasar de construcciones teóricas, más o menos literarias, a verificaciones empíricas, con la utilización de numerosos datos, analizados con la ayuda de un fuerte aparato matemático y estadístico. 

Tinbergen es uno de los principales pioneros de la Econometría y un abanderado de la necesidad de descubrir las razones de cualquier fenómeno empezando por los resultados. Dicho de otra manera, aunque pueda resultar muy atractivo estudiar las causas para deducir sus efectos, Tinbergen y los económetras en general parten de los resultados y a partir de ellos tratan de encontrar las razones que los provocaron. 

De acuerdo con este planteamiento, Tinbergen procede a desarrollar su carrera de economista en la que se pueden distinguir tres etapas. La primera dedicada al análisis de datos, con una especial atención al estudio de los ciclos económicos, la segunda en la que aborda los problemas relacionados con la planificación del desarrollo y una tercera en la que se adentra en consideraciones de política económica que culminan con el conocido como Teorema de Tinbergen. 

Desde el punto de vista humano, Tinbergen fue encarcelado en 1927 por negarse a hacer el servicio militar. No cabe acusarle de cobardía, pues aparte de que su objeción se producía durante uno de los raros periodos de paz europea de la primera mitad del siglo XX, demostró su valentía cuando, encontrándose su Holanda natal ocupada por el ejército nazi, se atrevió a publicar en una revista alemana un estudio académico en el que deliberadamente citaba como fuente de autoridad a numerosos investigadores judíos. 

Tinbergen solía desplazarse en bicicleta y le gustaba conducir tranvías, algo que no supone gran mérito en un sitio tan llano como los Países Bajos. Posiblemente no habría despreciado tanto a los vehículos motorizados si hubiera vivido en ciudades como San Francisco, a pesar de sus tranvías, o si tuviese que moverse por las empinadas calles de la imperial Toledo, que por supuesto nunca dispondrá de este servicio de transporte público. 

Los ciclos, la telaraña y los petroleros 

No vamos a insistir aquí en lo que significan para la economía los trabajos econométricos, de ello hablaremos cuando nos refiramos a otros Nobel como Debreu, Klein, Haavelmo, Engle o Granger. En Tinbergen destacaremos sus trabajos relacionados con los ciclos económicos, de los que él identificó catorce entre las invasiones napoleónicas y la Primera Guerra Mundial, cada uno de ellos con una duración aproximada de ocho años. 

Sin embargo, después de constatar las analogías de estos períodos, como fruto de sus observaciones se interesó por comprobar la racionalidad del llamado ciclo o “teorema de la telaraña”, que analiza el proceso de ajustes temporales entre la oferta y la demanda de determinados productos y la dinámica que desencadenan los retrasos más o menos largos con los que reaccionan productores y consumidores cuando las respuestas no pueden ser inmediatas. 

De estos ciclos quizás los más populares son el relativo al ganado porcino y el conocido como “ciclo de los petroleros”, también llamado de la construcción naval. Cada uno de ellos es el exponente de una reacción diferente; en el primer caso rápida y explosiva y en el segundo lenta y de gran duración. El ciclo del ganado de cerda se inicia con la subida del precio de la carne de estos animales, tal vez debida a la aparición en alguna zona de una súbita epidemia, a lo que los ganaderos de porcino no pueden reaccionar con un inmediato crecimiento de la oferta, pues esta clase de ganado precisa de un periodo de gestación de tres meses tres semanas y tres días para que las cerdas alumbren una camada de seis o siete ejemplares. Durante todo este periodo de gestación y de maduración de los lechones, los precios siguen estando altos, pero cuando los nuevos animales salen al mercado los precios del porcino se desploman bruscamente, hasta el extremo de que los ganaderos sacrifican a las hembras fértiles, pues su precio no compensa el pienso que consumen diariamente. 

Esta actuación será la causa de una futura elevación de los precios ante la nueva escasez de la oferta. El esquema que dibuja este proceso, con una demanda elástica, entre otras razones por la fácil sustitución del porcino por otras ofertas cárnicas, unido a una oferta rígida de animales, que una vez en su peso de sacrificio no generan ningún beneficio adicional y sí un coste diario ineludible, es lo que forma el consabido movimiento de ajuste parecido a una tela de araña. 

De forma análoga, aunque por motivos diferentes, cuando los fletes están baratos, como consecuencia tal vez de una escasa actividad económica, no es fácil que alguien se arriesgue a realizar costosísimas inversiones en la construcción de buques, qué, entre proyecto, permanencia en el astillero y pruebas de navegación, pueden pasar más de dos años desde el momento en que el armador decide iniciar semejante aventura. En este caso la demanda de fletes es muy rígida, mientras la oferta es más elástica y reacciona con mayores retrasos. También en este caso el proceso de acomodación temporal dibuja otra tela de araña, aunque aquí la tendencia hacia el equilibrio es más problemática que en el caso del ganado porcino. Tinbergen analizó la existencia de estos y otros ciclos con la ayuda de multitud de datos y reconocía que una política anticíclica era muy difícil de implementar y de que fuese aceptada por los propios involucrados, pues equivalía a que, en plena fiesta, cuando más animada estuviese la reunión, el anfitrión apagara la música y retirase el alcohol. Por el lado contrario, Tinbergen se anticipó a Keynes y proponía animar una demanda insuficiente, pues decía que el sastre no compraba al zapatero, porque el zapatero no le podía encargar un traje. He ahí una precoz definición de la demanda efectiva. 

Planificar el desarrollo y qué tecnologías aplicar 

Tinbergen acumuló una notable experiencia con la reconstrucción de su país al término de la Segunda Guerra Mundial. Eso, unido a su sólida formación matemática, le condujeron a especializarse en la planificación del desarrollo. En un país devastado por la guerra estaba casi todo por hacer, pero era necesario saber por dónde empezar, establecer prioridades y reconocer cuales eran los cuellos de botella que había que desatascar. 

No obstante, las prioridades no tienen que ser las mismas en todos los casos y su asesoramiento a numerosos países en vías de desarrollo le llevaron a distinguir las diferentes estrategias a seguir en cada uno de ellos. Es verdad que una máquina puede hacer las cosas mejor, más rápido y más eficazmente que un obrero no especializado, pero recolectar con cosechadora y hacer carreteras con sofisticada maquinaria de obras públicas puede ser contraproducente en un país con exceso de mano de obra que necesita una ocupación. La fase de los segadores y de los peones camineros puede ser necesaria durante una primera época. Los robots y la alta tecnología, por lo menos algunos de ellos, deberían llegar algo más tarde. 

Tinbergen fue por lo tanto un holandés errante que viajó por Turquía, Venezuela, Surinam, Pakistán, los emiratos árabes, etc. impartiendo lecciones de desarrollo regional, de lo cual era un maestro indiscutible. Una actividad que siguió ejerciendo incluso después de haber recibido el premio Nobel, llegando a ser nombrado director del Comité de las Naciones Unidas para la Planificación del Desarrollo hasta su jubilación en 1975. 

El teorema de Tinbergen 

Finalmente, la tercera vertiente destacable de su actividad académica se refiere a sus recomendaciones de política económica, de las que su exponente más notorio es el teorema que lleva su nombre. 

Tinbergen asegura que en economía no existen varitas mágicas ni recetas milagrosas que curen a la vez todos los males imaginables. De las múltiples ecuaciones que relacionan los diferentes parámetros de la actividad económica, su aludido teorema afirma que para conseguir un número ”n” de objetivos, son necesarias, al menos, otras “n” medidas de política económica. Así, si se pretende conseguir el pleno empleo, la estabilidad de precios y el equilibrio exterior, la política económica tendría que implementar por lo menos otras tres acciones específicas para solventar los tres objetivos señalados. 

La resolución de este sistema de ecuaciones nos advierte de que no todo es bueno para todo. El pleno empleo puede generar tensiones inflacionistas y una política cambiaria laxa puede producir  desequilibrios de la balanza de pagos. Como diría un castizo: lo que es bueno para el bazo es malo para el espinazo, algo que Tinbergen proclama de forma mucho más académica, pero no menos contundente. 

Para terminar con este apartado reproducimos aquí las cuatro recomendaciones que, basándose en su aquilatada experiencia, se atreve a formular a los aspirantes a investigador: 1.- Renuncie al dogmatismo y a las ideas preconcebidas. 2.-Permanezca cerca de los datos, los hechos siempre tienen razón. 3.-Busque la conexión con otras disciplinas; lo dice un físico que profesó en economía apoyándose en las matemáticas y 4.- No se ande por las ramas y dedíquese a los temas relevantes. 

Tinbergen se quejaba de que se publicaban demasiadas cosas y además adornadas con excesiva verborrea ociosa. Abogaba por lo tanto a que, en lugar de redactar páginas de relleno, se limitasen los artículos a publicar resúmenes, o mejor aún, a destacar solamente lo que supusiese una auténtica novedad. Después de este alegato, este hombre, que murió con 91 años, se permitía el lujo de publicar artículos importantes cuando “solo” contaba con 89 magníficos y lúcidos años.
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Wikipedia

Jan Tinbergen (La Haya12 de abril de 1903-ibídem9 de junio de 1994) fue un economista neerlandés y estadígrafo en la investigación de los ciclos económicos.

Fue doctor en física de la Universidad de Leiden desde 1929 y profesor de planificación en la escuela de economía de Róterdam desde 1933, experto de la Sociedad de Naciones y director de la Oficina de Planificación de Holanda. En 1969 con Ragnar Frisch fue el primer laureado con el Premio del Banco de Suecia en Ciencias Económicas en memoria de Alfred Nobel. Es uno de los pioneros en la aplicación de herramientas matemáticas a la economía. En 1929 empezó a trabajar para una unidad de la Oficina central holandesa de estadística donde pergeñó investigaciones sobre los ciclos económicos.

Junto con Frisch desarrolló herramientas estadísticas para probar hipótesis económicas. Fue uno de los primeros en crear modelos multiecuación de economía. En su libro Ciclos económicos en los Estados Unidos 1919-1932 desarrolló un modelo de 48 ecuaciones en el que explicaba los ciclos económicos estadounidenses.

Obras

  • Business Cycles in the United States of America, 1919-1932, Ginebra, 1939.
  • Econometrics, 1949.
  • Economic Policy: Priciples and Design, 1956.
  • Política económica, principios y formulación. México D.F., Fondo de Cultura Económica, 1961.
  • Ensayos de teoría económica. Tecnos, 1964, Madrid
  • Hacia una economía mundial: sugerencias para una política económica internacional. Oikos-Tau, 1970.
  • Planeación del desarrollo. México D.F., Fondo de Cultura Económica, 1973

Jan Tinbergen diseñó uno de los esquemas más idóneos para el análisis de la efectividad de las políticas públicas, conjuntamente con el también impulsor de la econometría Ragnar Frish. Tinbergen esbozó un principio general de la teoría económica. Sostenía que si se quiere garantizar el alcance de un conjunto de metas de política económica, por lo menos se requiere, que exista la utilización de un igual número de instrumentos económicos, tomando en cuenta la existencia del principio de eficiencia de los instrumentos, que consiste en que cada instrumento debe emplearse en la meta en la cual sea más eficiente, recibió el primer Premio en Ciencias Económicas en memoria de Alfred Nobel.


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