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jueves, 3 de septiembre de 2020

¿Podemos producir todo lo que comemos?

CATALEJO | 03 Sep 2020
"Una vez más, el espacio del Último Jueves de la revista Temas utiliza la vía digital para invitar a debatir con sus invitados acerca de alguna problemática vinculada con la vida de las cubanas y cubanos".
Una vez más, el espacio del Último Jueves de la revista Temas utiliza la vía digital para invitar a debatir con sus invitados acerca de alguna problemática vinculada con la vida de las cubanas y cubanos.
En esta ocasión el interés se enfoca en lo que se produce en Cuba para la alimentación de la población. ¿Podemos producir todo lo que comemos? Es la pregunta que sirve de motivación e inicio de partida en el intercambio que acaba de comenzar en el grupo de Whatsapp del Último Jueves #196. Lea a continuación las intervenciones iniciales de los panelistas:
Panelistas: 
Annia Martínez.
Socióloga, profesora de la carrera de sociología en la UCLV.
Jorge Ramírez. Pequeño agricultor cafetalero. Escambray, provincia de Cienfuegos.
Pedro Monreal. Economista. Doctor en Ciencias Económicas, Universidad de La Habana. Especialista del Programa de Ciencias Sociales y Humanas de la UNESCO. Programa para la Gestión de las Transformaciones Sociales (MOST). Sede de la UNESCO.
Silvio Gutiérrez. Profesor auxiliar. Especialista en precios de alimentos.
Jaime García. Profesor Titular del Departamento de Marxismo en la UCLV.

1. Pensando en términos de soberanía alimentaria, ¿en qué medida se ha alcanzado la capacidad para autoabastecernos?
Annia Martínez: Considerando la dieta familiar promedio, ¿cuánto se produce internamente? ¿Sería posible lograrlo? ¿Sería deseable en términos de eficiencia?
La respuesta es conocida: no se ha alcanzado la capacidad para autoabastecernos, sobre todo si el autoabastecimiento comprende la producción de alimentos con destino a la población, al turismo, a la exportación y a la sustitución de importaciones. Cuatro frentes que demandan cada uno, específicos y sólidos requerimientos en la cantidad y calidad de la producción de alimentos y la agroindustria. El desconocimiento de las causas no es el problema, pues desde hace décadas se tienen identificadas; incluso a principios de julio de este año, en el segundo encuentro con científicos y expertos vinculados a temas de soberanía alimentaria y nutricional, el Presidente Díaz-Canel retomó y enfatizó el tratamiento integral de la cuestión, «en el que intervienen la introducción de resultados científicos, las dificultades en la comercialización y la distribución», entre otros.
En el vínculo ciencia - producción agrícola pretendo mencionar un dato interesante. En una búsqueda exploratoria de estadísticas de la FAO y la ONEI sobre rendimientos agropecuarios, para una tesis doctoral del Departamento de sociología de la Universidad Central Marta Abreu de Las Villas en el 2018, se corroboró que Cuba no presenta histórica, ni regionalmente, rendimientos agrícolas altos según norma la ciencia en la mayoría de los frutales, granos, hortalizas, viandas, producciones de carne, leche y huevo. Sin embargo, se ubican, en reiterados casos, con cifras superiores, islas como Jamaica, Guadalupe, San Vicente y Las Granadinas, Santa Lucía, Bahamas, Haití, Martinica y Barbados. Sin duda, en el aumento de los rendimientos y de las producciones agropecuarias influyen múltiples factores geográficos, climatológicos, económicos, financieros, políticos, humanos, culturales, sociales; y a su vez, científicos, tecnológicos e innovadores. Mas no dejo de pensar en Cuba, en términos de agricultura y ganadería, como un archipiélago del Caribe que debe seguir patrones productivos insulares de altos rendimientos, con bajos costos de producción y, de países del primer mundo, que estrechan la relación ciencia - producción de alimentos.
Jorge Ramírez: (entrevista):
Mi pensamiento como soberanía alimentaria. Bueno, yo pienso que no hemos alcanzado una gran medida en la producción de alimentos, pues aún nos falta mucho por andar. Y cuando vamos a tratar de soberanía alimentaria, el término puede ser inagotable, de ahí dependen muchos factores. Porque, como bien dijera el presidente de la República en una ocasión, nos acostumbramos a mirar para el puerto y no para el surco. Entonces, somos dependientes de las importaciones.
Rafael Hernández (R): ¿Tú piensas que Cuba podría producir todo lo que nos comemos, en este sentido de tener total autosuficiencia?
Jorge Ramírez(JR): Pienso que no. Siempre vamos a ser dependientes de algunos productos. Por características del país, que somos un país tropical y demás, hay muchos productos que no podemos producir y que necesitamos importarlos.
R: ¿Por ejemplo?
JR: Por ejemplo, digamos que el trigo. Es mejor importarlo que producirlo; y así otra serie de productos.
R: ¿Tú piensas que la canasta básica que come el cubano, lo que tú crees que es la canasta básica del cubano, crees que se podría producir toda aquí? Piensa en lo que come la familia cubana.
JR: Mayoritariamente sí, digamos que un 70% de la canasta básica se pudiera producir, pero hay productos que se tienen que seguir siendo importados.
R: ¿Además del trigo, por ejemplo?
JR: El chícharo. Aquí se produce, pero a muy baja escala.
R: Los frijoles, ¿tú crees que podríamos producir, producir todo lo que comemos?
JR: Podrían aumentarse las producciones, quizás cubrir el 70% de la demanda del cubano, pero no toda.
Pedro Monreal: El término «soberanía alimentaria» necesita precisión al utilizarse en el caso de Cuba porque surgió y se emplea en otras partes del mundo como una alternativa progresista al término «seguridad alimentaria». Este último se asocia al aseguramiento de una nutrición adecuada para todos, pero no establece diferencias entre el componente importado y el nacional o local, y tampoco se evalúa críticamente el aspecto social de la eficiencia, ni el uso de la ciencia y la tecnología. Alternativamente, la «soberanía alimentaria» se concibe como el derecho por parte de productores y de consumidores a participar en la definición de las políticas agropecuarias. Es una crítica a los llamados «regímenes alimentarios corporativos» y enfatiza, como opción, los sistemas agropecuarios locales. Coloca su mirada en la «Economía Política» de la producción y el consumo de alimentos: ¿de dónde sale la comida?, ¿cómo se produce?, ¿por quién y para quién? En ese sentido, considero que el término «soberanía alimentaria» pudiera contribuir al análisis y discusión en Cuba porque es aplicable a los factores de poder y a los intereses económicos que existen en el sistema agroalimentario cubano. Ayuda a ir más allá del contrapunteo entre lo externo y lo interno. En ese sentido, tiene que ver con respuestas a preguntas tan importantes como las siguientes: ¿quién decide lo que comen los cubanos y a qué precios? ¿cuáles relaciones de poder hacen que en un sistema productivo asentado en actores privados y cooperativos- estos tengan poca influencia en la organización de la producción (cantidad, insumos, variedad) y en su distribución (tipos de mercados y precios)? Hay un reciente tema controversial en Cuba -la utilización de cultivos transgénicos- que es un asunto prioritario para la «soberanía alimentaria» y que, hasta donde entiendo, no ha sido enfocado hasta ahora en Cuba desde una perspectiva de «soberanía alimentaria».
Silvio Gutiérrez: Mi intervención en este panel está basada en la oportunidad que tuve de participar en la conformación del Plan de Soberanía Alimentaria y Educación Nutricional de Cuba y la experiencia de varios años de trabajo en la actividad agroindustrial.
Soberanía alimentaria es la capacidad de la nación para producir alimentos de forma sostenible y dar acceso a toda la población a una alimentación suficiente, diversa, balanceada, nutritiva, inocua y saludable, reduciendo la dependencia de medios e insumos externos, con respecto a la diversidad cultural y responsabilidad ambiental.
En el Artículo 77 de la Constitución se señala: «Todas las personas tienen derecho a la alimentación sana y adecuada. El Estado crea las condiciones para fortalecer la seguridad alimentaria de toda la población». Según los parámetros de la ONU el Estado cubano cumplió los objetivos del desarrollo social con la eliminación del hambre y redujo otros indicadores relativos a la calidad de la vida. No obstante, quedan carencias que evidencian problemas de salud que dependen de la calidad de la dieta.
De la dieta familiar promedio del cubano, incluyendo todas las vías de aprovisionamiento:
1. Hay productos como el trigo y la soya que no se pueden producir en el país porque no resulta eficiente;
2. productos cárnicos y huevos, aunque se producen en el país, la base alimenticia fundamental es el alimento animal importado;
3. otros como el arroz y el maíz, donde la semilla, los equipos y los insumos utilizados tienen un alto componente importado y las limitaciones financieras no permiten cubrir las necesidades del país;
5. las producciones autóctonas como las viandas, frutas y hortalizas complementan la dieta, y su presencia en los mercados depende no solo de las estaciones, también de los insumos que existen en el país;
6. hay que señalar también que el país exporta más de 600 millones de dólares en alimentos como: azúcar, productos del mar, frutas, etc.
La alimentación de la población cubana depende de la importación de alimentos entre un 60 y 65% del consumo interno total.
En resumen, la dieta familiar del cubano está conformada por diversas fuentes. Hay productos que no resulta eficiente producirlos, otros que el propósito es continuar incrementando la participación nacional y por último los que dependen de nuestros recursos y esfuerzos.
Jaime G. García: Cuba nunca podrá producir todo lo que necesitamos para comer, creo que ninguna economía puede hacerlo sin contar con el sector externo; importación-exportación de alimentos y la importación de insumos y tecnologías de avanzada. A ello habría que agregar el bloqueo económico, comercial y financiero cada vez más férreo que ejercen los Estados Unidos de Norteamérica sobre nuestro país y el injusto orden económico internacional vigente. Ello no significa que no podamos avanzar hacia el logro de la Seguridad Alimentaria y Nutricional (SAN); una verdadera soberanía alimentaria y reducir el grado de inseguridad alimentaria actual.
Hoy se reconoce ampliamente que la SAN incluye tres dimensiones:
1. La disponibilidad de alimentos, la cual incluye la producción agropecuaria nacional con su industria alimentaria, más las importaciones, menos las exportaciones en fronteras o fuera de ella,
2. El acceso y equidad respecto a los alimentos y,
3. El aprovechamiento biológico de los alimentos (consumo).
Creo que la disponibilidad de alimentos está afectada en los tres eslabones, por así decirlo; tanto por factores que competen a la producción, a la industria alimentaria, como a factores vinculados a la importación-exportación de alimentos, de insumos y tecnologías. Pensando en términos de soberanía alimentaria, todos ellos, en sistema, limitan la capacidad para autoabastecernos. Por lo que se puede afirmar que esa capacidad no se ha alcanzado.
2. En términos de seguridad alimentaria, ¿hasta qué punto se satisface la demanda total (no solo familiar) mediante producción agraria/industria alimentaria/importaciones?
Annia Martínez: Considerando la estructura de distribución/consumo total de alimentos (libreta de abastecimiento, consumo social, agromercados, gastronomía estatal y privada, turismo nacional y extranjero...), ¿se logra asegurar mediante producción nacional e importaciones? ¿En qué proporción se depende de una y de otra? ¿Sería deseable modificar esas proporciones?
En el Informe de la FAO de 2016, se identificó a la región de América Latina y el Caribe un área en riesgo, no en cuanto a la producción agropecuaria, pero sí para la seguridad alimentaria por falta de accesibilidad y distribución desigual de los alimentos. Quiere decir, que no basta con soñar con el excedente agrícola si la distribución y la accesibilidad presentan problemas de infraestructura o de equidad territorial y social. En la anterior respuesta toqué la falta de eficiencia de la producción agropecuaria en Cuba y, lamentablemente, la distribución y la accesibilidad también presentan dificultades que laceran la seguridad alimentaria. Por supuesto, la libreta de abastecimiento es una opción básica de distribución y accesibilidad que es insuficiente ante la demanda y el consumo de la población, si se tiene en cuenta la estabilidad de un agromercado negro, informal, intermediario o privado —como prefiera calificar—, con su caprichosa jerarquía de precios; lo que infiere que el agromercado estatal no alcanza a suplir todas las necesidades, incluso las del turismo. El Ministro de turismo en el balance de la Asamblea Nacional denotó en el 2019 que se debe trabajar más en la oferta y variedad de los alimentos al cliente. Sin embargo, se realizan esfuerzos. En el último perfeccionamiento del sistema nacional de la agricultura (2014-2018) se propuso mejorar los mecanismos burocráticos y estructurales que se encargan de estas dos fases, el mencionado Programa de Autoabastecimiento Municipal, pero aún predominan insatisfacciones. Las importaciones se han establecido como una solución fácil y costosa, mientras que la agroproducción industrial nacional ha dejado de ser la solución para convertirse en la alternativa atípica. La seguridad y la soberanía alimentarias cubanas se resquebrajan más en la medida que aumentan las importaciones. De ahí, la apremiante necesidad de centrar la política económica agraria en fortalecer la producción nacional de alimentos y su agroindustria.
Jorge Ramírez:
JR. Pienso que en cuanto a la satisfacción de la demanda total, tres cuartas partes se consume entre el turismo y el consumo social; y la otra parte, la canasta básica, el consumo familiar.
R: ¿Tú piensas que deberíamos tener una distribución diferente? ¿Qué distribución de consumo tú crees que sería la ideal?
JR: Digamos que yo no puedo dar… no tengo idea de cómo debe ser la distribución, porque como soy productor, y me autoabastezco en gran medida, no tengo idea, no sé cómo pudiera ser, si está bien o si hay que hacer modificaciones.
R: ¿Porque tú no recibes nada por el consumo social?
JR: No, solamente la canasta básica, la libreta.
R: ¿A ti te haría falta la libreta? Si quitaran mañana la libreta ¿eso sería algo que te afectaría mucho?
JR: En alguna medida sí, porque yo recibo cosas que no produzco.
R: ¿Por ejemplo?
JR: Por ejemplo, el arroz. Aquí en la montaña no se produce. Los frijoles, a muy baja escala. Y así otros productos que no producimos aquí en la montaña; y que necesitamos de la canasta básica, de la libreta.
R: Suponiendo que sigas recibiendo esos productos, el resto del consumo, ¿tú crees que la mayor parte que vive en la montaña pudiera tener el consumo que tienes tú como pequeño productor?
JR: Bueno, los que trabajan en sectores estatales, como el turismo, y otros, pues necesitan la libreta, no tienen acceso como yo a producir los productos del agro. El resto sí puede, creo que puede contribuir a satisfacer esas demandas.
R: ¿Tú crees que si quitaran la libreta mañana eso afectaría a la mayoría de la gente?
JR: Pienso que sí.
Pedro Monreal: Considerando la estructura de distribución/consumo total de alimentos (libreta de abastecimiento, consumo social, agromercados, gastronomía estatal y privada, turismo nacional y extranjero...),  ¿se logra asegurar mediante producción nacional e importaciones? ¿En qué proporción se depende de una y de otra? ¿Sería deseable modificar esas proporciones?
La definición más ampliamente utilizada de «seguridad alimentaria» considera que esta existe cuando «todas las personas tienen en todo momento acceso físico y económico a suficientes alimentos inocuos y nutritivos para satisfacer sus necesidades alimenticias y sus preferencias en cuanto a los alimentos a fin de llevar una vida activa y sana». El concepto de «seguridad alimentaria» incluye al menos tres dimensiones:  disponibilidad de alimentos, acceso a los alimentos, y utilización adecuada de los alimentos. Respecto a los dos primeros componentes -estabilidad y acceso- existen déficits evidentes en Cuba. La actual crisis asociada a la pandemia los ha agudizado y los ha hecho muy visibles, pero han existido con anterioridad. El sistema de distribución racionada a precios subsidiados y otros mecanismos de consumo social alivian el problema, pero no pueden resolverlo en su totalidad. El mercado es importante para satisfacer la demanda, y es ahí donde se localiza el problema, tanto desde el lado de la oferta como del lado de la demanda. En general son mercados segmentados y mal organizados. El tercer componente -utilización adecuada de alimentos- que incluye insumos no alimentarios como la atención médica, es relativamente menos problemático en Cuba. Una notable dificultad de la seguridad alimentaria es la alta dependencia de las importaciones en algunos alimentos claves, tanto los que son directamente consumidos por las personas como los que sirven para la alimentación animal. Por ejemplo, todo el trigo, toda la soya y casi toda la carne de pollo se importa, mientras que la producción nacional de maíz y de arroz representan solamente el 42% y el 64% de las importaciones. No se trata de que se dependa de la importación de muchos alimentos porque en realidad las importaciones se encuentran muy concentradas en seis alimentos que equivalen al 65% de las importaciones totales de comida del país, pero son alimentos esenciales para los cuales la producción nacional es inexistente o muy baja (pollo, arroz, maíz, trigo, soya y leche). Son proporciones que hay que modificar, aunque probablemente sea más difícil en casos como el trigo y la soya, y en resto tomaría algún tiempo alcanzar niveles nacionales adecuados.
Silvio Gutiérrez: Los dos lados de esta moneda son la demanda y la oferta. Veamos por separado.
Demanda
1. El nivel nominal de ingresos que se garantiza por el Estado para los salarios del sector público y las pensiones es inferior a muchos países de renta media o medio baja.
2. Esta situación se reequilibraba por el elevado sistema de protección social que aseguraba en especies y de forma subsidiada o gratuita a la población ingresos monetarios no cubiertos.
3. El nacimiento del sector no estatal, los sistemas de pagos en las empresas y las remesas del exterior han contribuido a generar disparidades en cuanto a los ingresos, incrementando las vulnerabilidades en algunos segmentos de la población.
Oferta
4. Los altos precios y la insuficiente producción de alimentos nacionales en cantidad, surtido y calidad, vinculados con rendimientos y productividad inferiores a los de la región.
5. El acceso limitado a insumos, tecnologías eficientes y créditos afectan los resultados de la producción agroindustrial.
6. Desequilibrios en la balanza comercial limitan la capacidad de compra en el mercado internacional de insumos y equipamientos para el sector.
7. Las limitaciones financieras incrementadas por la COVID 19 que agudiza la escasez de recursos en el país.
Como resultado de ambas tendencias:
8. La producción nacional no satisface la demanda total. Solo ocurre en determinadas producciones, en las estaciones con altos rendimientos y no pueden procesarse industrialmente por la obsolescencia tecnológica de la industria conservadora.
9. El déficit producido por la producción nacional es cubierto con la importación de alimentos decisivos en la dieta, fundamentalmente arroz, leche en polvo, frijol y maíz.
10. Con la disminución de las divisas en el país se reduce la adquisición de insumos y bienes en el mercado internacional con destino al consumo nacional.
11. Se independiza la asignación de alimentos con esquemas cerrados como en el sector turístico que, con sus propios recursos, cubre sus necesidades alimenticias.
En resumen, las proporciones de la redistribución de los alimentos en cada momento es resultado de los derroteros que impone la situación económica del país.
Jaime G. García: Considerando la estructura de distribución/consumo total de alimentos (libreta de abastecimiento, consumo social, agromercados, gastronomía estatal y privada, turismo nacional y extranjero...), ¿se logra asegurar mediante producción nacional e importaciones? ¿En qué proporción se depende de una y de otra? ¿Sería deseable modificar esas proporciones?
No solo es importante tener los alimentos necesarios disponibles, sino que también está la cuestión del acceso a ellos por parte de los consumidores.
El acceso a los alimentos está relacionado con la esfera de la distribución y expresa la equidad, donde los niveles de ingreso, de circulación monetaria y los tipos de cambio actúan sobre los mercados y los precios de los alimentos.
Si difícil es dar la medida en que se satisface la demanda total mediante la triada producción agropecuaria nacional, industria alimentaria e importaciones por falta de información; mucho más arriesgado es dar un estimado del nivel de acceso o proporción que ocupa cada una de las vías de distribución de los alimentos disponibles. El acceso a los alimentos se realiza a través de la gran diversidad de formas que asumen el mercado minorista y el consumo. Ellos son: 1. Consumo social, 2. Mercado Racionado (MR), 3. Mercado Agropecuario Estatal (MAE), 4. Mercado Libre Agropecuario (MLA u Oferta-Demanda), 5. Puntos de Venta (PV), 6. Mercados Agropecuarios Arrendados (MAA), 7. Trabajadores por Cuenta Propia (TCP-Carretilleros), 8. Mercado de Autoconsumo (MA), 9. Tiendas de Recaudación de Divisas (TRD), 10. Mercado Negro (MN), 11. Mercado de Alimentos Elaborados o Semielaborados (MAES).
Digamos que la satisfacción a partir de la triada (disponibilidad de alimentos) oscila entre el 60-70%. Respecto a la proporción de las diferentes vías de distribución, lo más seguro sería afirmar que con excepción del arroz (7 lbs en total vía normada), a la mayoría de los bienes agropecuarios frescos para el consumo hay que acceder acudiendo a las diferentes formas de mercado antes mencionados.
Estudios realizados entre 2011-2019 en Cuba, muestran las formas de mercado más significativos por las que se accede a los alimentos agropecuarios frescos. Por el volumen físico de las ventas en 1er. lugar se accede por el Mercado agropecuario estatal (MAE, o mercado de Pecios Topados). En 2do. lugar por los Puntos de Venta (PV); 3ro. por los Mercados de Oferta y Demanda; 4to. por las CNoA de Mercado Agropecuario y por último, por los Mercados Agropecuarios Arrendados. Por el valor de las ventas de los productos agrícolas y cárnicos la cosa cambia un poco pues en 1er lugar están los MAE, en 2do los PV, 3ro los Trabajadores por cuenta propia (Carretilleros), 4to. MOD, 5to. CNoA de mercadeo y por último, los Mercados Agropecuarios Arrendados.
Creo que esta proporción, siempre que se establezca y mantenga una adecuada política de precios de protección a los consumidores (precios topados territorialmente), en armonía con una política de precios mínimos de incentivo y protección a los productores debería mantenerse, con la observación, de que sería deseable que los carretilleros pasaran al último puesto, y no porque se reduzca su oferta en término absoluto, sino en términos relativos, es decir, porque la participación del resto de la formas sigan creciendo, sobre todo aquellas con fuerte regulación de precios minoristas que protege a los consumidores. Hay que observar adicionalmente que sobre los denominados «Carretilleros» no se tiene información estadística de los volúmenes físicos de venta, por lo que se pierden datos importantes en cuanto a la disponibilidad de alimentos y los niveles de precios promedios, que sabemos son los más altos.
3. ¿Qué problemas afectan la disponibilidad de alimentos para satisfacer la demanda total? ¿Cuáles corresponden a cada área (producción agro, industria, importación)?
Jorge Ramírez: Bueno, los problemas que afectan a la producción agropecuaria son conocidos ampliamente. La limitación de recursos es uno de los factores que inciden. Otro de los factores que inciden es que necesitamos crear una cultura para ser sostenibles. Cuando decimos ser sostenibles es buscar la forma de producir todos aquellos productos que se pueden producir en nuestro país. La sostenibilidad da lugar a la seguridad alimentaria, qué pasa…
R: Para tú producir satisfactoriamente, como productor, ¿qué problemas tú identificas? 
JR: La escasez de recursos.
R: ¿Qué quiere decir escasez de recursos?
JR: Limitaciones que tenemos, mira por ejemplo, estamos ya acostumbrados a producir con fertilizantes químicos, ya hoy no los tenemos. Son de alta demanda y muy costosos, entonces, por las limitaciones que tiene el país, pues no los podemos adquirir. Necesariamente tenemos que prepararnos para producir de forma orgánica. Mira, la forma de producción orgánica es más sostenible, es más rentable, y…
R: ¿Tú produces el café que produces de forma orgánica? ¿Tú tienes fertilizantes y pesticidas orgánicos?
JR: Ya en estos momentos, químicos no los tenemos. Es decir, que tendremos que producir de forma orgánica.
R: ¿Pero tú tienes manera de producir de forma orgánica?
JR: Tenemos la posibilidad de producir de forma orgánica, tenemos necesariamente que crearnos una cultura, para lograr los objetivos.
R: ¿Tú piensas que los problemas se reducen a la disponibilidad de fertilizantes? ¿A la disponibilidad de pesticidas? ¿qué otros problemas más tienen que ver? Por ejemplo, problemas que tienen que ver con el sostenimiento económico de la gestión que tú haces como productor.
JR: Bueno, las producciones agrarias y el comercio tienen que ir de la mano. Son dos factores que tienen que estar en armonía, cuando se produce un desequilibrio en uno de los dos, se afecta el otro.
R: Dame un ejemplo de eso.
JR: A veces se producen irregularidades en los acopios, por ejemplo.
R: Quiere decir que acopio no…
JR: A veces no cumple con lo que está establecido, y eso produce también el desaliento en el productor.
R: En los créditos, que se le otorgan al productor. ¿Son relativamente suficientes?
JR: Pienso que pueden cubrir las expectativas del productor, ahora, en lo que se falla a veces es en los mecanismos, las trabas que se producen, que son irregularidades, pero que de forman interna, y que afectan en muchas ocasiones al productor.
R: ¿Irregularidades que tienen que ver con cumplir con los tiempos del otorgamiento de los créditos, o de la disponibilidad del financiamiento?
JR: Se atrasan los créditos, por problemas de burocratismo, se demoran mucho, entonces eso afecta.
Hay que mejorar en la cultura agraria.
R: ¿Qué quiere decir eso?
JR: Por ejemplo, establecer políticas que estén enfocadas en una cultura para producir de forma orgánica, porque para mi consideración es más sostenible, es de mayor seguridad
R: ¿Y la calidad de lo que estás produciendo?
JR: y la calidad, aumenta la calidad. Porque mira, hay un refrán popular que dice que un pajarito en la mano vale más que cien volando. Una vez que nosotros producimos de forma orgánica, no tenemos que importar fertilizantes químicos, porque seríamos capaces de producir de esta manera, son recursos que poseemos.
R: Y cuando alguien dice que los fertilizantes orgánicos te permiten producir mayor cantidad y más rápidamente y los fertilizantes químicos y los orgánicos tienen sus ventajas, pero que al final los químicos tienen una mayor producción. ¿Qué tu opinas de eso?
JR: Bueno, a corto plazo. A corto, aseguran una mayor producción, pero vamos a ver a mediano y a largo plazo. Porque de hecho estamos contaminando nuestros suelos. Los estamos saturando con productos químicos que a largo plazo son dañinos. Mira hay otro refrán popular que dice que «el venado se asusta y corre, pero regresa al punto de partida para ver qué le asustó». El hombre hoy está en la necesidad de venir a un punto de partida determinado, para entonces ver si tiene la capacidad de reconocer los errores que ha cometido. Porque el hombre está muy comprometido con el cambio climático, con nuestro entorno, con cuidar la biodiversidad. Ahora, la preocupante sería, ¿estaremos en condiciones de regresar a ese punto de partida para reconocer nuestros errores? ¿El hombre hoy podrá decir «vísteme despacio que estoy apurao»?
R: Qué tú le dirías a alguien que te dijera: sí, está bien, podemos utilizar fertilizantes orgánicos, pero los fertilizantes químicos y los productos transgénicos van a asegurar una mejor cantidad de productos, y una mejor cantidad de oferta, y se va a satisfacer mejor la demanda. ¿Qué tú le dices a ese que dice eso?
JR: Que es un error, porque a corto plazo va a obtener mayores rendimientos, pero a largo plazo se está comprometiendo, porque como decía anteriormente se está contaminando con químicos los suelos, y el producto también está producido a base de fertilizantes químicos. La calidad no es la misma.
R: ¿A ti te parece que todas las producciones en Cuba, no solamente la que haces tú de café, sino todos los alimentos que se producen en Cuba podrían sostenerse desde el punto de vista orgánico? ¿Podrían lograr desarrollarse con el abono necesario sin necesidad de recurrir a los fertilizantes químicos?
JR: Bueno habría que hacer un estudio y valorar. Habría que valorar hasta qué punto puede ser. Porque… por leyes naturales, el orgánico es viable. Los químicos son invento del hombre.
R: Pero en tu experiencia, ¿eso es viable, es realmente así?
JR: Pienso que sí.
Pedro Monreal: Del lado de la producción existen diversos problemas, todos interconectados. Considero que están bien identificados y que existen políticas para tratar de resolverlos, aunque debe quedar claro que hay diversas consideraciones sobre las causas de los problemas y por tanto existe variedad de alternativas para resolver los problemas, lo cual explica la existencia de críticas a las políticas actuales. Me refiero a las que han sido explicadas o son observables. En otros casos se habla de políticas, pero no se han divulgado los detalles. Considero que hay dos problemas cruciales: el primero es que el sistema agropecuario cubano está concebido para transferir valor desde el productor hacia un consumidor de bajos ingresos y eso crea dificultades muy serias. El productor recibe menos valor del que le correspondería apropiarse porque este se transfiere, en forma de «mayor poder compra» del consumidor (institucional o individual). Desde el momento en que se transforma el sistema agropecuario en un gigantesco mecanismo de subsidios, se desvirtúa su función esencial (producir alimentos). El segundo problema importante es que un sistema agropecuario en el que predomina la oferta privada y cooperativa necesita funcionar mediante mercados en su relación con las entidades estatales y eso exige tener en cuenta relación entre oferta-demanda y el funcionamiento de precios. Me refiero a mercados regulados. De hecho, en todas partes del mundo, los mercados de alimentos están entre los más regulados. Sin embargo, en Cuba ni los precios pagados al productor -que son centralizados para muchos productos- reflejan la realidad de las condiciones económicas, ni los precios cargados al consumidor reflejan mercados eficientes. Si a esos dos factores se les suman la carencia de insumos, las consecuencias de las sanciones de EE.UU., la deficiente gestión de una entidad monopólica como Acopio, los atrasos en el pago a los productores y las «barreras de entrada» que facilitarían la competencia, se entiende la magnitud del problema que debe ser resuelto. Hay más factores, pero me he limitado a mencionar los que considero más importantes.
Silvio Gutiérrez: Una aproximación a los principales problemas que afectan la disponibilidad de alimentos permite identificar los de carácter general y los específicos, que a su vez se ubican en la agricultura y la industria.
Generales:
1. La insuficiencia de recursos financieros en divisas, provocada, en primer orden, por las presiones del bloqueo norteamericano.
2. La ineficiencia productiva interna, originada por el bloqueo y también, en parte, por falta de disciplina y rigor en la producción agroindustrial.
3. Los deficientes estímulos económicos a los productores que se sienten excesivamente regulados en diversos aspectos de su actividad como la adquisición de insumos, y la venta con el máximo de rendimiento financiero.
4. La falta de prioridad de los procesos de mantenimiento y de inversiones agroalimentarias que provocan descapitalizaciones progresivas y de la capacidad instalada.
5. La propensión a resolver el déficit de alimentos nacionales con importaciones, como resultado que impone la tasa de cambio que sobrevalora el peso cubano y los hace más costosos.
Específicos:
Agricultura:
Bajos rendimientos productivos originados por razones diversas causas:
1. Objetivas: escasez de insumos, equipamientos obsoletos, pobre genética, pobre utilización y exceso de ociosidad de la tierra, etc.
2. Subjetivas: falta de cultura agrícola en productores noveles, indisciplinas y poco rigor productivo, insuficiente aplicación de la ciencia y la técnica, etc.
Industria
1. Falta complementariedad entre la industria y la producción agrícolas, sobre todo en la mayor utilización de los incrementos de disponibilidad.
2. Rotación laboral excesiva de la fuerza de trabajo, sobre todo la calificada.
3. Insuficiente inserción de las minindustrias como entidades intermedias que procesan los productos.
4. Deficiente oferta de envases, excesivamente costosos y obsoletos.
En resumen, la agroindustria subsiste en el país gracias al esfuerzo de miles de trabajadores y se enfrenta a significativos retos que requiere enfrentar con planes a corto y largo plazo para elevar la disponibilidad de alimentos en un marco financiero complejo y desafiante ante las amenazas externas.
Jaime G. García:  Los factores o problemas principales internos en la disponibilidad de alimentos en cuanto a la producción son:
1. Condiciones agroproductivas y climáticas que no son del todo propicias para producir determinados productos agrícolas en cantidad y calidad, por ejemplo el caso del trigo;
2. poseemos 6 240 millones de hectáreas de tierra agrícola, 0,56 hectáreas por habitante;
3. el 76,80% de las tierras son de categoría poco productivas o improductivas, lo que hace que aunque pongamos a producir todas las tierras ociosas no nos alcanzarían para satisfacer las necesidades;
4. competencia de productos agrícolas para consumo humano con los de consumo animal;
5. capacidad insuficiente de la agroindustria nacional y los sistemas de acopio y distribución;
6.  la doble circulación monetaria y cambiaria y;
7. el acceso de los productores al mercado externo. Todo ello hace que determinados productos no sean recomendables producirlos internamente en términos de eficiencia.
¿Qué hacer para producir y transformar internamente la mayor cantidad posible de productos agropecuarios para el consumo humano? Establecer:
1. Políticas de precios, impuestos y subsidios: a) Estableciendo una política de precios MÍNIMOS (piso) adecuada de protección e incentivo a los productores, b) Política de precios MÁXIMOS que protejan al consumidor en sintonía con la de precios mínimos y, c) Subsidios directos al productor.
Dado el problema de la competencia de los factores de la producción agropecuaria y por tanto, de los productos agrícolas para el consumo humano y animal (yuca, plátano, boniato, arroz, frijoles, chícharo, girasol, soya) y la imposibilidad del país de importar la suficiente cantidad de alimento animal y también humano, se hace necesario establecer precios mínimos y máximos para la «cesta típica de productos agrícolas de consumo del cubano» (consumo humano). Para atenuar la competencia es necesario subsidiar directamente a los productores de estos productos, si no los factores de la producción se desviarán objetivamente hacia los productos de consumo animal, circulando por los mercados informales, especulativos y corruptores. Los precios mínimos al productor de esta cesta tienen que estar –algunos ya los están- por encima de los precios topados que protegen al consumidor. Con ello, los productores estarían incentivados a vender al Estado y no a los intermediarios, e incluso no concurrir ellos directamente al mercado.
La pregunta es: ¿Con qué fondos y quién subsidia a los productores, protegiéndolos y estimulándolos a producir y acopiar al Estado, a sustituir importaciones y generar rubros exportables del sector?
Se puede crear un fondo –de hecho, estos recursos financieros existen hoy- con los impuestos sobre las ventas, las tasas de alquiler de espacios y medios en los mercados agropecuarios y los impuestos sobre las ventas y sobre los ingresos personales de los propios productores agropecuarios. De lo que se trata es de recircular dichos ingresos monetarios generados por el sector para el subsidio de los productores; personas naturales y jurídicas, campesinos pobres, microproductores, pequeñas y medianas empresas privadas agropecuarias. Se trata de redireccionarlos hacia estos fines específicos.
2. Fortalecer el acceso directo de los productores al mercado externo (exportación-importación) en divisas, una vez cumplidos los planes de venta al Estado.
Otro tanto propiciaría el acceso directo de los productores al mercado externo en divisas, liberando al Estado de gastos en divisas para la importación de insumos agropecuarios, de alimento y generar ingresos o ahorrar divisas para ser invertidos por los propios productores en la producción y la industria alimentaria locales. Las inversiones tendrían que impactar también en el sistema de acopio -estatal, cooperativo y privado- la transportación, el almacenamiento y la conservación de productos agrícolas e impulsar la creación de reservas estatales de alimentos para ofertarlos en los períodos más bajos de producción y poder sostener precios en los mercados minoristas.
4. Asumiendo que existe un cierto grado de inseguridad alimentaria, ¿en qué medida el actual sistema agrario de producción y el de distribución pueden cumplir sus roles para enfrentarla de manera eficiente?
Annia Martínez: Aunque los problemas parecen congénitos, el actual sistema agrario de producción y el de distribución cuenta con potencialidades que pueden ser fortalecidas. Si la entrega de tierra en usufructo se inició hace unos años, entonces debe disminuirse la demora y la burocracia que rodea estos procesos. Si desde hace más de una década, las CCS poseen un amplio reconocimiento social —no siempre fue así—, por su alta productividad como forma organizativa de la producción agropecuaria, entonces los insumos deberían ser distribuidos por resultados productivos y no por jerarquías ideopolíticas o intereses personales. Si Cuba es un baluarte de la institucionalidad científica de las ciencias agrícolas, entonces el sistema nacional de la agricultura, y sus diferentes niveles, deberían reflejarlo aún más. Si Cuba es eminentemente agrícola, y la producción de alimentos es una emergencia nacional, debería pensarse en un código agrario que consolidara tales prioridades. Aun así, me mantengo optimista, pues se proponen opciones de solución como el Programa de Autoabastecimiento Municipal, el Programa PAIS, el Programa de Bioproductos de Uso Agrícola en Cuba, se diseñan políticas y normas jurídicas para la extensión agraria y los bioproductos, que, a grandes rasgos, buscan ofertar a la población mayores cantidades de productos que satisfagan su demanda nutricional o dicho de otra manera, lograr las tan deseadas seguridad y soberanía alimentarias.
Jorge Ramírez: Pienso que en el sistema agrario y de distribución de las producciones, si no se cumple en alguna medida, pues no es precisamente por el sistema que está establecido, lo que está implantado. Yo pienso que está bastante de acuerdo. Qué pasa, las irregularidades que nos encontramos a veces son problemas internos, no es un problema del mecanismo porque todo es a través de la contratación: Acopios, Frutas Selectas, cooperativa, contrata con el productor. Ya Acopios sabe qué volumen de producción tiene y hacia dónde dirigirlo. Pero qué pasa, a veces nos encontramos irregularidades que no son de su mano, sino que son problemas internos. Entonces a veces, pues, vemos la irregularidad y nos preocupa, y es en lo que hay que profundizar a veces, para llegar a conocer dónde está el problema y cómo poderlo erradicar. No sé en estos momentos si será necesario modificar algo. Para mi concepto. está bastante bien.
R: ¿La idea está bien pero la forma en que se practica es la que tiene deficiencias?
JR: Es la que tiene deficiencias. A veces son problemas administrativos de un determinado lugar.
R: Y si tú fueras el ministro de la Agricultura y tuvieras que hacer algunos ajustes en ese sistema agrario, en la parte que tiene que ver con la producción, ¿qué cosas del actual sistema de producción, producción nada más, tú cambiarías?
JR: No sé. Habría que profundizar más en el asunto. Buscar más elementos. Quizás haya que cambiar algunas cosas.
R: Por ejemplo
JR: Los sistemas de pago, que se retrasan, y se convierten en una cadena de impagos en muchas ocasiones. Que no es precisamente un problema bancario, un problema empresarial, sino también aparecen los problemas administrativos internos. Aunque pienso que estudiándolo y analizándolo más profundamente pudieran tener solución.
R: ¿Tú piensas que lo que el Estado les paga a los productores es justo?
JR: Yo pienso que la Agricultura es la que menos se ha pago, el valor más bajo, siempre ha sido la Agricultura.
R: ¿Tú piensas que el trabajo de producción agrícola debería pagarse mejor?
JR: Debería revalorizarse.
R: Además de cumplir con los pagos del momento adecuado. ¿Cómo se manifiesta eso, por ejemplo, en el caso del café?
JR: El caso del café, el pago es seguro, es confiable, pero es tardío, porque se demora en pagarse.
R: ¿Y el precio? ¿Lo que se paga por la producción de la libra de café, es justo, es lo mejor, lo que debería pagarse?
 JR: En estos momentos, el precio del café es, digamos, aceptable, pero si tenemos en cuenta la demanda que está teniendo el café en el mercado mundial, aspiramos a un poquito más.
Pedro Monreal
Las medidas más importantes deberían consistir en abandonar el enfoque actual del sistema agropecuario como un gigantesco mecanismo de subsidio generalizado al consumidor y la utilización del mercado (regulado) como mecanismo efectivo para que funcione el sistema. En Cuba se le llama usualmente mecanismos «económicos», pero en rigor se trata de mecanismos de mercados. Eso incluye tanto mercados para asignar recursos (crédito, divisas, maquinaria, insumos, servicios productivos), como para comercializar los productos. Es un enfoque que no excluye el control de precios para productos específicos y en determinados momentos. Habría que diferenciar los sistemas locales, que no solamente producen y distribuyen comida, sino que producen y reproducen sistemas sociales, modos de vida y culturas, respecto a los sistemas «nacionales» de producción- distribución- consumo, especialmente para abastecer los centros urbanos. De hecho, ambos tipos de sistemas deben estar conectados y por eso son importantes los mercados, lo cual implica la existencia de múltiples actores, la reducción de «barreras de entrada» y la importancia del acceso directo del productor a los grandes mercados de consumo. Un buen lugar para comenzar la reforma sería la modificación institucional del mecanismo bajo el cual hoy funciona el mecanismo de «encargo estatal», específicamente suprimiendo el monopolio de Acopio (que no equivale a eliminar esa entidad). Igualmente, debería abandonarse el actual enfoque de formación de precios (basado en costos) para darle mayor peso a las condiciones de oferta- demanda, así como reducir el número de productos con precios centralizados que, además, se mantienen fijos durante largos períodos de tiempo. Un problema crítico es la asignación de divisas en el sector, algo que no puede descansar en la asignación centralizada y en el funcionamiento de «circuitos cerrados» (generar divisas que pueden ser retenidas a nivel de entidad). Finalmente, la posibilidad de que el agro se consolide como eslabón de múltiples encadenamientos productivos necesitaría el funcionamiento de una tasa de cambio oficial económicamente fundamentada, muy diferente de la distorsionada tasa de 1:1 que existe hoy.
Silvio Gutiérrez: La producción agroindustrial en Cuba tiene el inmenso reto de garantizar primero la seguridad alimentaria y después la soberanía alimentaria del país. El entorno más agresivo de la política norteamericana hacia Cuba impone condiciones difíciles que hay considerar.
El presidente Díaz-Canel se ha referido a que si las cosas no salen bien de una forma, hay que cambiar y encontrar la manera para resolver los problemas.
Las medidas que se han adoptado en los últimos meses incluyen el perfeccionamiento de las políticas macroeconómicas como las de precios mayoristas y minoristas, tributarias, crediticias, seguro, de inocuidad de los alimentos, inversión extranjera, informatización de la sociedad, etc.
También se evalúan los esquemas de circulación y distribución de los productos, buscando su perfeccionamiento con el objetivo de incrementar la diversidad y rol de los actores en la comercialización de productos agropecuarios.
El Plan de Seguridad Alimentaria aprobado recientemente también aporta importantes conceptos en esta dirección con la integración de todos los programas nacionales entre los que se encuentran:
1. El plan de autoabastecimiento municipal, con mayor prerrogativa a los productores y comercializadores en la localidad.
2. Fortalecimiento de la aplicación de conocimientos y la ciencia a la producción agroindustrial. Vincular más la academia a la producción de alimentos.
3. Mayor apoyo a la producción que sustituya los insumos importados que no son rentables producirlos en el país y que con alternativas locales se pueden suplir.
4. Fortalecimiento del Plan Turquino como vía para crear mejores condiciones para la producción en las montañas.
5. Ampliación del desarrollo de las minindustrias y su vinculación con la industria y el comercio mayorista.
En resumen, solo el perfeccionamiento progresivo de los sistemas agrarios y de circulación puede contribuir al incremento de la eficiencia en la satisfacción de las necesidades alimenticias de la población.
Jaime G. García: Respecto a la inseguridad alimentaria y nutricional, creo que para ir superando paulatinamente sus niveles actuales debe actuarse sobre todos los eslabones de la cadena, desde los abastos y acceso de los productores a los insumos productivos, la producción, la distribución, la comercialización y el consumo mismo, perfeccionando los sistemas existentes y superando sus contradicciones. Paralelamente, habría que hacer diagnósticos precisos, a escala territorial y local, sobre inseguridad alimentaria y nutricional, tomar decisiones a estos niveles y dar preferencia a los segmentos de productores y de consumidores vulnerables. Con ello se estaría incidiendo no solo en el eslabón de la producción y la distribución, sino también en el del consumo en desventajas y se contribuiría a reducir los niveles de inequidad existentes.

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