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jueves, 1 de octubre de 2020

En tren, de Cuba a Cataluña

 SINE DIE 151 

Tercera Etapa

juan m ferran oliva                                             septiembre 29 de 2020

Los dos primeros Ferrocarriles del Estado español fueron inaugurados en Cuba, el primero y un segundo  en Cataluña. La Isla era entonces colonia.

El 19 de noviembre de 1837 se inauguró el primer ferrocarril cubano. Cubría los 27 kilómetros que separan La Habana de Bejucal, primera etapa del proyecto que al año siguiente llegaría hasta Guiñes. Este importante centro azucarero requería un medio capaz de trasladar hasta el puerto habanero los pesados cajones de madera usados para envasar el azúcar primitivo y los barriles con meladura. Pero también los abastecimientos y el transporte de pasajeros en ambos sentidos. El parque móvil consistió en 8 locomotoras inglesas y dos norteamericanas, así como el resto de material rodante y fijo[1].

Dicho ferrocarril fue el primero en Iberoamérica. Con anterioridad, pero no muy lejana, se montaron ferrovías  en Inglaterra, Francia, Estados Unidos, Bélgica y Rusia. Es de destacar que Cuba era entonces colonia de España. En consecuencia cabe afirmar que también fue el primer ferrocarril dentro del Estado español. Como negocio resultó exitoso y comenzaron a difundirse otras líneas que llenaron la Isla de carriles.

El lado oscuro del evento fueron las vidas que costó. En su construcción participaron números esclavos y jornaleros canarios e irlandeses. Las muertes, generalmente vinculadas a enfermedades,  ascendieron a cifras de 3 dígitos[2]

Valga aclarar que el ferrocarril cañero no se desarrolló hasta fines del siglo XIX. Permitió romper el cuello de botella del acarreo de caña al ingenio central. Las capacidades de molida habían aumentado merced a la introducción de molinos a vapor, casa de calderas al vacío y baterías de centrifugas. No fueron los únicos adelantes. Las carretas de caña no podían abastecer a los nuevos monstruos y el ferrocarril cañero resolvió la situación. Décadas más tarde se convirtió en una rémora cuando se impuso el transporte automotor.

En España se contraponían los criterios y a los entusiastas se oponían los escépticos. Mientras se construía el primer ferrocarril cubano, el costumbrista madrileño  Ramón Mesonero Romanos, al regreso de un viaje por Bélgica afirmaba que el camino de hierro no podía triunfar en España debido a su orografía.[3] Pasarían aún 10 años para demostrar lo contrario.

A la inauguración del ferrocarril Habana-Bejucal había asistido un rico indiano llamado Miguel Biada Bunyol. En 1840 regresó a su natal Cataluña cargado de capital y de condecoraciones españolistas. Tenía entonces 51 años de edad. En su bagaje de ideas estaba la construcción de un ferrocarril desde  Mataró – su pueblo- hasta Barcelona. Son 14 kilómetros.

Una versión ingenua publicada en la Esquella de la Torratxa de Barcelona  atribuía la iniciativa de Biada a su frustración en un viaje en diligencia a la ciudad condal. Pero seguramente los incentivos no fueron tan simples[4]. El indiano promovió la Gran Compañía Española del Camino de Hierro de Barcelona a Mataró. Acopió un caudal de 5 millones de pesetas. La mayor parte destinadas a la línea. El resto al material rodante y a las expropiaciones de terrenos y edificios, entre ellos la plaza de toros de la Barceloneta donde se estableció la estación principal. Una parte importante de este capital fue captada en Cuba

En 1848, es decir, a 11 años de la inauguración del tren de La Habana a Bejucal se abrió la primera línea dentro de la España peninsular. Biada, su promotor, no pudo ver terminada la obra pues falleció antes.

Fin

[1] Moreno Fraginals, Moreno. El Ingenio. Tomo II. Editora de Ciencias Sociales. La Habana 1978. Pg. 154.

[2] [iv] Moreno Fraginals, Moreno. El Ingenio. Tomo I. Editora de Ciencias Sociales. La Habana 1978 Pg. 301

[3] Salcedo Ruiz, Angel. Historia de España. Editorial Saturnino Calleja-Fernández. Madrid 1914. Pg. 649

[4] [vino] Martí, Carles. Los Catalanas en América. Cuba. La Habana 1922. Pg. 153. l´ autor no menciona la dato de publicación de La Cencerro de la Torratxa de donde tomó la cita.

 

 

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