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sábado, 24 de octubre de 2020

Lo único peor para Trump que un debate insoportable es uno soportable


El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el candidato presidencial demócrata, Joe Biden, durante el debate presidencial final en la Universidad de Belmont en Nashville el 22 de octubre de 2020. (Jabin Botsford/The Washington Post)

Opinion by Dana MilbankThe Washington Post
Columnist
Oct. 23, 2020 at 11:19 a.m. CDT

La comisión del debate silenció su micrófono. Los propios asesores del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, le dijeron que cerrara la boca. Pareciera que incluso alguien puso a escondidas un poco de Ambien en su Coca-Cola dietética.

Y funcionó, en cierto modo. Trump guardó la mayor parte de sus intimidaciones y su actitud parlanchina hacia la moderadora, Kristen Welker de NBC, para la segunda mitad del debate presidencial final de este jueves. Este Trump más subyugado al menos hizo que el debate fuera soportable, a diferencia del primer encuentro.

Sin embargo, hubo algo que los asesores de Trump aparentemente no habían considerado cuando le dijeron, en palabras más educadas, “cállate, hombre”, como Joe Biden le pidió durante el último debate: lo único peor para Trump que tener un debate insoportable era tener uno soportable.

No fue una batalla entre Biden y Trump. Fue una batalla entre la realidad y la fantasía. Frente a decenas de millones de personas, Trump interpretó a un fantaseador, alguien completamente ajeno al sufrimiento de los estadounidenses y de las verdades más obvias.

En el mundo de Trump, “ya estamos saliendo” de la pandemia y “va a desaparecer, ¿OK?”

¡OK!

En la imaginación de Trump, Biden “no es originario de Scranton”, la ciudad natal del candidato demócrata en Pensilvania.

En el relato mágico de Trump, el doctor Anthony Fauci dijo sobre el coronavirus, “palabras exactas: ‘Esto no es un problema, esto va a desaparecer pronto’”.

Trump, frente a una moderadora afroestadounidense, se autoproclamó “la persona menos racista de este lugar” y el mejor presidente para la población negra con “la posible excepción” de Abraham Lincoln.

Lo más sorprendente de todo, incluso después de cuatro años, es que Trump parece creer en su propio reordenamiento de los hechos. Con cara seria, anunció que había sido Biden quien en ocho años como vicepresidente, “no hizo nada excepto construir jaulas para mantener niños atrapados en ellas”. En esta nueva versión, Trump es quien “cambió la política” de las separación de familias (y además, las instalaciones donde encerró a los niños estaban “tan limpias”).

En la recreación epistemológica de Trump, él no es el tipo que dijo “no asumo la responsabilidad en absoluto” con respecto a la pandemia, sino el tipo que dice “asumo toda la responsabilidad”.

En la imaginación de Trump, su idea de que las personas se inyectaran lejía era “una broma”.

En la versión de Trump, la única razón por la que “tenemos tantos casos” del virus es porque “tenemos el mejor proceso de aplicación de pruebas”.

Trump evocó la idea de que Michigan es “como una prisión”, que “no ha habido nadie más duro con Rusia que yo”, que tenía una cuenta bancaria secreta en China porque “estuve pensando en hacer un negocio en China, al igual que millones de personas”.

Si no fuera por Trump, “millones de personas estarían muertas en este instante” en la península de Corea. ¡Ah! y los republicanos “van a ganar la Cámara (de Representantes)” en 10 días. Sí, y algo sobre los “gases” de los molinos de viento y el asesinato de “todos los pájaros”.

¿Recuerdas aquel asunto desafortunado sobre Trump pagando solo 750 dólares en impuestos federales sobre la renta en 2016 y 2017? Según Trump, eso es porque “pagó por adelantado” sus impuestos en años anteriores.

El candidato demócrata solo tuvo que responderle a Trump con raciocinio.

En algún momento, Trump dijo de Biden: “Lo único de lo que habla es de cerrar todo”. Biden respondió con “deberíamos poder caminar y mascar chicle al mismo tiempo”.

Mientras Trump insistía sobre la más reciente gota de dudosa evidencia incriminatoria de Rudy Giuliani sobre Hunter Biden y Ucrania, Biden sugirió: “Publica tus declaraciones de impuestos o deja de hablar sobre corrupción”.

En materia de seguridad nacional, Biden señaló que Trump “no está dispuesto a enfrentarse a Putin, incluso cuando él está de hecho pagando recompensas por asesinar soldados estadounidenses en Afganistán”.

A las afirmaciones de Trump de que está en el mismo nivel que Abraham Lincoln en cuanto a su servicio a los afroestadounidenses, Biden respondió de forma seca y sarcástica: “Este Abraham Lincoln de aquí es uno de los presidentes más racistas que hemos tenido en la historia moderna”. Ante las afirmaciones inverosímiles de Trump sobre sus impuestos, Biden se dirigió a la audiencia televisiva para compartir el chiste: “Vamos, gente”.

Biden habló emotivamente sobre el comportamiento “criminal” del gobierno de Trump en el que “niños fueron arrancados de los brazos de sus padres y separados, y ahora no pueden encontrar a más de 500 de esos padres y esos niños están solos, sin ningún lugar a dónde ir”.

Y tras el incesante parloteo de Trump sobre Hunter Biden, el Biden mayor le recordó a los espectadores, “esto no se trata sobre la familia de él y la mía, esto se trata de tu familia, y tu familia está sufriendo mucho”. El candidato demócrata hizo un llamado emotivo a aumentar el salario mínimo para ayudar a “familias como en la que crecí”.

La compasión de Biden acentuó la carencia de alma de Trump. El sentido común de Biden puso de relieve los sueños febriles de Trump. Trump despotricó y deliró sobre Hillary Clinton, sobre “los terribles correos electrónicos”, sobre su destreza (actualmente oculta) para recaudar fondos, sobre el Servicio de Impuestos Internos y el Tea Party, sobre la “engañosa cacería de brujas” (“¡espiaron mi campaña!”), sobre la “medicina socializada” y la computadora portátil de Hunter.

A medida que avanzaba la noche, el extraño control interno que restringía de forma temporal a Trump se desvaneció: “¡Permiso!”, “¡Diré lo siguiente!”, “¡Tengo que responder a esto!”, “No, pero ¡espera un momento!”.

Welker resistió con calma y de forma competente las intimidaciones de Trump. “Tenemos que seguir adelante”, le dijo.

Nosotros también.

1 comentario:

  1. Que teatro, cuando investigas sobre el debate y vez los sintapizantes Trump dice todo lo contrario. Afirman que Biden quedó ridiculizado y mudo.
    Lo cierto esa que todos los gobernantes hablan bien de su gestión cuando el pueblo está sufriendo carencias y necesidades.
    Rogelio Castro Muñiz

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