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jueves, 5 de noviembre de 2020

Los medios y las encuestas fallaron otra vez estas elecciones




Robby Thurston, izquierda, y Tamika Morris, voluntarios de campañas rivales, ondean carteles en St. Petersburg, Florida, un estado donde los encuestadores predijeron incorrectamente una victoria cerrada para Joe Biden en las elecciones en Estados Unidos 2020. (Zack Wittman para The Washington Post)

By Margaret Sullivan
November 4, 2020 at 1:35 p.m. CST

Temprano en la mañana del miércoles, millones de estadounidenses con ansias aún no sabían muchas cosas.

Sobre todo, no sabían quién era el presidente electo, algo que no era inesperado ni terrible.

Pero, luego de pasar horas exhaustivas la noche del martes y de observar los resultados de la elección hasta ese momento, había algunas pocas cosas de las que podíamos tener seguridad:

● Que jamás debemos volver a apostarle tanto a las encuestas de opinión pública ni a quienes las interpretan, como estamos acostumbrados a hacer. Al parecer las encuestas están definitivamente arruinadas, o al menos nuestra idea de qué tan en serio podemos tomarlas.

La gran ventaja que el candidato demócrata, Joe Biden, supuestamente tuvo durante semanas no duró mucho la noche del martes. Recordemos que muchos predijeron que esta ventaja podría resultar en una victoria apabullante para Biden, que ayudaría a pintar el Senado de azul y que le traería victorias formidables a los demócratas en estados republicanos como Ohio y Florida.

Ese sueño no tardó en disiparse en el mucho más típico proceso de reducir los estados a rojos (republicanos) y azules (demócratas), con muchas incógnitas agregadas. Pero nada de eso llegó a mostrar el claro repudio al presidente Donald Trump que muchas de las encuestas nos hicieron pensar que ocurriría. (¿Y qué hay de la “aguja” de The New York Times, que proyectaba los resultados en Georgia, Carolina del Norte y Florida? Tal y como pasó en 2016, el modo en que la gráfica se sacudía de un lado a otro podía provocar un ataque cardíaco o náusea, según las afiliaciones políticas de cada quién).

● En general, los medios de comunicación no han hecho un buen trabajo en la cobertura del voto latino. “Al día siguiente de que esta elección se acabe voy a escribir un artículo sobre cómo ‘Latino’ es una categoría étnica forzada que de manera artificial mete en un mismo saco a cubanos blancos, puertorriqueños negros e indígenas guatemaltecos…” tuiteó Nikole Hannah-Jones de The New York Times.

Comprender mejor y con matices estos grupos demográficos habría amortiguado la sorpresa acerca de cómo votaron partes críticas de Florida, en particular la del sólido apoyo al presidente Trump en el área de Miami. Una excepción fue el artículo de Christian Paz en The Atlantic titulado “Lo que los liberales no entienden de los latinos que apoyan a Trump”, que desentraña cómo Trump entiende de este grupo “su singular visión del mundo, basada en valores sociales tradicionales y en profundas creencias sobre el individualismo y las oportunidades económicas”.

● Trump ha cosechado magníficos frutos al incitar al odio hacia los medios. ¿Recuerdan la interminable cobertura de los medios más establecidos sobre cómo su ineptitud ante una pandemia mortal lo había cambiado todo y entonces ahora tendría que pagar un inmenso precio político? No le atinaron, al parecer.

Más bien todo se redujo, o en su mayoría, a una tribalización política: rojo o azul. Todo se redujo a un presidente extremadamente bueno en ponerle etiquetas dañinas a sus oponentes políticos, para desviar la atención y para —sí— mentir. (Sus oponentes son “izquierdistas radicales”, por ejemplo, y en el caso de la compañera de boleta de Biden, Kamala Harris, “un monstruo”).

Y claro, Fox News siguió siendo el arma no tan secreta del presidente, redoblando el sonsonete de su mensaje, sirviéndole constantemente de gurú, musa y megáfono. En la mañana del martes, el día de la elección, el programa “Fox & Friends” transmitió descaradamente una “entrevista exclusiva” con Trump. En otras palabras, tiempo al aire gratis, como el que ha estado teniendo a diario.

● A pesar de las predicciones sobre lo diferente que iba a ser este 2020 (lo diametralmente opuesto que iba a ser respecto a 2016) todo resultó terriblemente familiar la noche del martes. “Lo que estamos viendo son resultados estáticos” en comparación con 2016, dijo una desencajada Rachel Maddow en el canal MSNBC, justo antes de las 10:00 p.m.

En 2016, el desconcertante vuelco que dieron los demócratas de ser una apuesta segura a no serlo fue algo más fresco y, de cierto modo, algo más fácil de entender también: a fin de cuentas, Hillary Clinton era “una candidata con defectos”, como todo mundo se apresuró a decir. Y, por supuesto, una estocada mortal fue el anuncio poco antes de las elecciones del exdirector del FBI James Comey que reavivó el escándalo sobre las prácticas de Clinton con sus correos electrónicos.

Se suponía que este ciclo iba a ser diferente. Después de todo, Biden es un hombre blanco intachable… insípido, tal vez, pero decente de pies a cabeza. No hubo ninguna “sorpresa de octubre” que le metiera el pie. Eligió a una mujer negra como su compañera de boleta, lo cual debe haberle ayudado con parte del electorado —y seguro así fue—, pero también es probable que haya resultado contraproducente con otra población.

Sin embargo, hay que señalar que nada de eso parece haber importado mucho. Cuando el corresponsal de CBS News John Dickerson entrevistó a votantes en la emisión del domingo pasado del noticiero “60 minutes”, una mujer blanca fiel a Trump en un estado pendular le dijo que simplemente no creía en las cosas negativas o perjudiciales sobre el presidente que él mencionaba.

No. Eso no es más que los medios urdiendo noticias falsas, dijo.

Y ese es uno de los más grandes logros de Trump: hacer que a grandes porciones del país estén en contra de los hechos con sus matices y llevarlos a la cómoda simplicidad del tribalismo.

Ahora, esto no se ha acabado: aún podría haber un presidente Biden y una vicepresidenta Harris. Hay mucho que no sabemos todavía.

Pero algo sí es seguro: esto no salió como esperábamos.

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