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martes, 29 de diciembre de 2020

El turismo cierra su peor año en medio siglo por la pandemia

La llegada de viajeros internacionales no alcanzará los 20 millones, unos guarismos desconocidos desde finales de los sesenta, con un desplome en ingresos superior al 75%


Playa de Benidorm, con casi todas las hamacas vacías, el 10 de julio tras la retirada de las restricciones a la movilidad.MONICA TORRES


La crisis del coronavirus ha supuesto para el turismo una especie de fisura volcánica, una grieta de dimensiones considerables en la superficie de la que brota lava. Para el sector, la provocada por la pandemia no ha parado de expulsar magma y ha arrasado casi todo a su camino. Los números no dejan lugar a dudas, con caídas superiores al 75%: el ejercicio se cerrará con menos de 20 millones de llegadas de turistas extranjeros (83,5 millones el año anterior), cuyo gasto no llegará a los 20.000 millones de euros (frente a los casi 92.000 millones de 2019).

El hundimiento de la demanda no tiene precedentes. En el turismo, a diferencia de otros sectores, al estar la movilidad entre países todavía muy afectada, la recuperación sigue siendo mínima. De hecho, según los registros históricos oficiales del Gobierno, nunca llegaron tan pocos viajeros extranjeros en medio siglo. Hay que remontarse al final de la década de los sesenta: en 1969, por ejemplo, visitaron el país casi 21,7 millones de turistas extranjeros, mientras que en 1968 lo hicieron unos 19,2 millones, según los anuarios de estadísticas de turismo de España. En el mejor de los casos, quedará entre ambos guarismos, aunque la previsión es que esté más cerca de lo anotado en 1968 (hasta octubre, último dato disponible, han llegado 17,8 millones de viajeros, los mismos que lo hicieron en los 12 meses de 1967).

Las malas noticias no acaban ahí. Los ingresos medidos con la fórmula de la cuenta satélite del INE —tiene en cuenta todo lo que aporta la actividad turística a la economía— acabarán el año en torno a los 46.000 millones de euros, según Exceltur. Esto es, unos 110.000 millones menos que un año antes y en niveles de 1995, cuando comenzó el instituto estadístico esta medición. Eso sí, la comparación es engañosa porque no tiene en cuenta la inflación durante este cuarto de siglo y valen mucho más los casi 45.126 millones de entonces que los de 2020.

“Nos hemos enfrentado a la peor crisis vivida por el sector turístico de nuestro país en toda su historia. Y ha sido así porque en esta ocasión se ven afectados dos elementos que definen la esencia misma de los viajes: la movilidad y la confianza”, explica a EL PAÍS la ministra de Industria, Comercio y Turismo, Reyes Maroto. Es por ello que el embate del coronavirus ha sido similar en el resto del mundo. De hecho, España está en línea con la caída que calcula la Organización Mundial del Turismo para el conjunto de países. “El turismo retrocede a niveles de 1990 con una caída en llegadas de más del 70%”, recogía en su último informe.

Tal vez solo de forma coyuntural —si el turismo consigue volver pronto a los niveles de facturación prepandemia—, el PIB turístico registrará un retroceso sin precedentes: pasará de representar el 12,4% del producto interior bruto en 2019 a poco más del 4% en este 2020. “Somos el sector más golpeado con diferencia de la economía española. Si no llegan ayudas contundentes, caerán miles de empresas y cientos de miles de empleos”, insiste José Luis Zoreda, vicepresidente del lobby turístico Exceltur. El tejido productivo del sector tirita desde mediados de marzo. En un inicio, tenían la esperanza de salvar parte del verano. Pero la realidad les estalló muy pronto y la recuperación estival fue tan leve que muchos negocios tuvieron que volver a bajar la persiana. En principio, de forma temporal. Aunque cada vez más se plantean el cierre definitivo.
Futuro incierto

Desde la academia, con algunas diferencias, coinciden en la necesidad imperiosa de que el Ejecutivo le eche un capote a un sector que en la anterior crisis fue tractor para la economía y que ahora es vagón de cola. “Es el momento de que el Gobierno ayude a las empresas para que sobrevivan. Y hay que hacerlo de forma diferenciada por regiones, porque el nivel de afectación varía mucho por comunidades”, argumenta Oriol Anguera-Torrell, profesor e investigador de Economía Aplicada al turismo de la Universidad de Barcelona.

Ante esta tesitura, pintan bastos para el futuro próximo del sector. Además de la incertidumbre por la pandemia ―no se atisba aún cuándo podrá volver a la normalidad el turismo—, se vienen otros nubarrones: el Brexit, la reducción de la capacidad de gasto por la crisis económica y, además, el aumento considerable del ahorro entre los que tienen mejores condiciones financieras. Todo se traduce en una demanda que seguirá deprimida por un tiempo. “Los dos próximos años, por lo menos, se verá reducida la movilidad en largas distancias”, sostiene Juan Ignacio Pulido, director del Laboratorio de Análisis e Innovación Turística de la Universidad de Jaén.

Los responsables de la casa de análisis Funcas coinciden en esta lectura. Y ponen cifras al posible ritmo de mejora: “Esperamos una recuperación del 40% en 2021 y del 80% en 2022, según lo que estamos viendo en otros países”, advirtió hace unas semanas Raymond Torres, director de coyuntura y análisis internacional de la fundación. Aunque matiza: “Seguirá muy por debajo de un año normal, pero supondrá una recuperación potente porque ahora están en mínimos”. El Gobierno, por su lado, es algo más optimista y ponen fecha a una reactivación espoleada por la vacuna: “Tenemos la vista puesta en la Semana Santa de 2021. Es ahí donde esperamos iniciar la recuperación del sector, que comenzará por el turismo doméstico y, poco a poco, por el procedente de nuestros vecinos europeos, para incorporar paulatinamente a los turistas de mercados lejanos”, zanja la ministra Maroto.

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