Otras Paginas WEB

jueves, 11 de febrero de 2021

El sector productivo, los salarios y el cuento de nunca acabar (+ Gráficos y Videos).

 HHC: Este trabajo es Premio periodismo económico 2020 en prensa plana Reportaje.  Cienfuegos.

Mercedes Velis Morales se lo cuenta a sus compañeras y ninguna le cree. Cuando en 1983 comenzó a trabajar en la Empresa de Productos Lácteos Escambray, apenas ganaba 109 pesos (CUP). Eran otros tiempos…“Las condiciones para comprar las cosas no son las mismas de antes, están más caras, y aunque cobre mil o 2 mil, nunca alcanza”, afirma. Sin embargo, al paso de 37 años de vida laboral, ese recuerdo es su único consuelo ante la poca remuneración que sigue llevando al bolsillo.

Otros, como Sergio Portela Vals, con casi tres décadas de experiencia en la Empresa Cárnica Cienfuegos, se aferran a argumentos que solo el almanaque explica: “Llevo 29 años aquí, y no es fácil”, dice, a pesar de que con los 260 CUP que hoy percibe ni siquiera puede subsistir. “Cuando falta el transporte debo coger un coche de Palmira hacia acá; son dos pesos; llego y la merienda cuesta tres; el amuerzo, tres; y si vas sumando, hacen los 10 pesos con 50 centavos que gano al día. Entonces, trabajamos ocho horas, el mes anterior cumplimos y sobrecumplimos la norma, y el salario continúa bajo”, agregó.

Autoridades de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC) en la provincia observan de cerca este asunto, que consideran una afectación en el pago por resultados que realizan las entidades del sector empresarial, provocada —estiman— por la escasez de materias primas desde inicios de año, las medidas de contingencia por la pandemia de la covid-19, el comportamiento inestable de las producciones y el obligado reajuste de los planes económicos al que conllevó la emergencia sanitaria.

Luciano Fernández Marrero, miembro del secretariado de la CTC en Cienfuegos, señala que el tema preocupa en colectivos laborales con una incidencia importante en el territorio: Refinería de Petróleo, Termoeléctrica, Empresa Eléctrica, Epicien, Cereales, Empresa de Productos Lácteos y Empresa Cárnica. Solo este grupo abarca a más de 3 mil 330 obreros y para nada representa un círculo cerrado. “No son las únicas donde existe el problema, pero sus producciones resultan muy necesarias y es preciso el incentivo salarial para lograr un compromiso productivo”, apuntó el funcionario.

De acuerdo con Jorge Antonio Rodríguez Peña, director provincial de Trabajo y Seguridad Social, el escenario de mayor complejidad está en las cuatro empresas del Ministerio de la Industria Alimentaria (Minal), debido al coeficiente de gasto de salario por peso de ingreso total por el cual se rigen, que les impone límites.

“Epicien, por ejemplo —una entidad muy productiva—, consigue pagar a destajo a los directos, pero ese indicador no ha permitido que el personal de oficina cobre los resultados al cierre del semestre. El Molino de Trigo (Cereales) ha cumplido con las 374 toneladas (t) de harina diariamente y está afectado. El ‘Lácteo’ y el ‘Cárnico’, por otra parte, presentan una situación complicadísima, con salarios que aparecen entre los más deprimidos del sector en Cuba”, subrayó.

Hoy en las 75 empresas de Cienfuegos se aplican unos 388 sistemas de pago, que comprenden a alrededor de 54 mil 060 trabajadores. Estos mecanismos responden a la Resolución 114 de 2020, la nueva apuesta del país en la incansable búsqueda de vías para estimular la producción en todas las esferas y retribuir como merece a sus artífices.



ENTRE LA 114 Y LA REALIDAD

Antes fueron las resoluciones 9, 17, 6… y así hasta llegar a la 114, publicada en enero del actual año y aún en vigor. Como novedades, esta normativa pondera la aplicación de los sistemas de pago a destajo, a partir de la cantidad de producción elaborada o servicios prestados. Para la formación de salario, establece como límite el gasto de salario por peso de ingreso total, dejando atrás la dependencia al valor agregado bruto, que era considerado más bien un medidor de la macroeconomía.

Estos figuran entre los motivos por los que Andrés Martínez Ravelo, miembro de la Asociación Nacional de Economistas de Cuba (Anec), opina que es un paso superior. “Los indicadores —dice— se ajustan más a lo que hace el trabajador y, en cualquier variante, los sistemas de pago deben parecerse a eso. Si el obrero pone bloques, importa que cumpla la norma con eficiencia y calidad. En ese sentido, creo que hemos avanzado en relación con el anterior reglamento”.

Ahora bien, la implementación real deja entrever otras circunstancias que condicionan las “bondades” de la 114. En la Empresa de Productos Lácteos Escambray, la carente entrada de materias primas ha provocado una disminución de los ingresos planificados y, por consiguiente, es menos el dinero del que disponen para pagar.

Rodolfo Chaviano Abreu, director económico de la industria, comenta que “desde principios de año tenemos afectaciones con la leche en polvo y los surtidos que dependen de este insumo se han visto limitados. Además, al haber poca leche fluida, la que estaba prevista para la planta de queso ha debido distribuirse para la pausterizadora, con el objetivo de garantizar la leche de los niños. Y así funciona: si no hay producción tampoco habrá ventas, y sin ventas no se generan ingresos, que a su vez, son los que dan el salario”.

Para afrontar el difícil contexto económico y contra la obsolescencia tecnológica de equipos con más de 40 años de uso, la empresa ha explorado otras alternativas como la elaboración de siropes, batidos y el empleo de componentes de soya en sus productos habituales, lo cual redunda en una mayor comercialización —con el sobrecumplimento de las producciones físicas al 129 por ciento— y en el alza del salario medio mensual, estimado en 621 CUP al cierre de junio, una ligera y progresiva mejoría respecto a meses anteriores. No obstante, debe apuntarse que esto ha sido posible a raíz de los reajustes, que le permiten al ‘Lácteo’ remunerar resultados sin cumplir el plan de utilidad, hoy a un 96 por ciento.

 

Mucho más compleja se torna la realidad de la Empresa Cárnica Cienfuegos, la que menos salario paga en Cuba dentro del sector de la alimentaria, según datos de la dirección de Trabajo y Seguridad Social en el territorio. El estado actual de la fábrica puede asumirse como una paradoja, toda vez que cumple con sistematicidad sus producciones de carnes en conservas (especialmente el embutido rojo) y de masa para croquetas, logra el aprovechamiento máximo de los escasos volúmenes de res y cerdo —este último con menor presencia a causa de escollos para su alimentación— y ha llegado a honrar el plan de utilidades al 120 por ciento. Pero estos elementos de “eficiencia” pesan muy poco en el salario medio mensual de 481 CUP que registra, botón de muestra de un desbalance absurdo: mientras los trabajadores de oficina cobran más de 500 pesos, los que producen a duras penas superan los 300.

Ramón Barrizonte Meneces, director de la entidad, señala que uno de los aspectos que influye en la composición salarial es el destino de sus producciones. “El 80 por ciento —afirmó— va a la canasta familiar y al consumo social, otro diez a la venta liberada en los comercios, y el resto (otro diez por ciento) se comercializa en divisa. El grueso termina en un mercado cautivo, donde los niveles de ingresos son pequeños”.

A ello se suman los inconvenientes tecnológicos. Emilio Becerra Acuña, director de capital humano, refiere que si bien la resolución insta a aplicar el pago a destajo, las capacidades productivas del ‘Cárnico’ impiden hacerlo. “Nuestro sistema de frío está topado; podemos matar hasta 320 cerdos y de 80 a 85 reses. La modalidad a destajo busca que se sobrecumplan las normas del día, y aquí no deviene factible. Puedo sacrificar 500 cerdos, pero ¿dónde los guardo, dónde los deshueso, dónde los proceso?”, enfatizó.

Los estrechísimos márgenes comerciales de los que padecen ambas industrias son la gota que colma la copa. La Empresa de Productos Lácteos Escambray gasta más de 0,97 centavos para generar un peso, por lo que gana menos de tres centavos; en tanto, la Empresa Cárnica Cienfuegos invierte 0,92 para conseguir ocho centavos por cada peso de producción. ¡Increíble! Esto, unido a coeficientes impuestos desde arriba al indicador de gasto de salario por peso de ingreso total, ha hecho que a veces por cada peso de ingreso ni siquiera alcancen un centavo para pagar a los trabajadores, por muy favorables que sean los números.

Entonces, sí, la 114 abre otros caminos, se apega a los que más sudan, pero le cuesta poner los pies en la tierra. En algunos casos parece una utopía, porque los escenarios y condiciones de las industrias cienfuegueras no son los óptimos para anclar en los ideales que contempla, sobre todo cuando la autonomía empresarial viene siendo una falacia.

LAS OTRAS FICHAS DEL ROMPECABEZAS

Hay días en que Yolexis Manzano Mosteiro, operario de la planta pausterizadora, del ‘Lácteo’, trabaja hasta 16 horas seguidas, por culpa de dificultades tecnológicas que alargan su jornada laboral. Lo peor es que resulta muy frecuente, y en muchas ocasiones debe conformarse con un salario básico que no rebasa los 260 CUP. Casi lo mismo ocurre al joven Jorge Reinaldo Rodríguez, encargado de almacén en la planta de producción, del ‘Cárnico’, quien amanece y despide el día en la fábrica por algo más de 200 pesos.

Ellos forman parte de un flujo productivo que no destaca por ser eficaz, sino todo lo contrario. En la Empresa Cárnica Cienfuegos, por ejemplo, el 50 por ciento de la fuerza de trabajo se emplea en preparar materia prima  (carne de res deshuesada y cerdo en banda, con volúmenes importantes que se destinan a La Habana), en lugar de contribuir a aportar valor agregado en el área industrial. Incluso, la línea de sacrificios —comentó Barrizonte Meneces— requiere de 17 operarios tanto para 300 cerdos como para 200, porque está segmentada por tareas.

Un análisis perfilado por especialistas de Trabajo y Seguridad Social demostró que en el Cárnico “24 trabajadores son los que hacen la verdadera producción, y tienen en plantilla unos 465. Claro, esa área de sacrificio, empacado y deshuese depende del camionero que tire la materia prima y distribuya luego las producciones terminadas. Es un ciclo, aunque no todos participan por igual”, sostuvo Rodríguez Peña.

Para el economista Martínez Ravelo otro punto neurálgico radica en la necesidad de repensar las estructuras organizativas. “A veces queremos tener más caciques y menos indios, y el organigrama funcional de las empresas debe revisarse periódicamente; determina los sistemas de pago, y siempre que hayan más indirectos que directos será un problema”, dijo. En los momentos actuales esto se vuelve en extremo difícil, pues por política del Estado cubano no existe autorización en la provincia para llevar a cabo procesos de disponibilidad laboral.

La preocupación por los bajos salarios en las entidades del Minal y otras empresas de la Perla del Sur, no tiene descanso. Yoeny Sánchez Peñalver, quien ha llegado a producir casi 60 t de masa para croqueta en el mes —y por 300 CUP, incluida la estimulación— dice que lo han conversado en innumerables ocasiones y que les han dicho que los gastos andan sobregirados. Guillermo Hurtado León confiesa que en el ‘Lácteo’ llevan “años planteando, planteando y planteando, y el colectivo disgustado porque lo que ganamos es nada”.


En la nueva área para la elaboración de croquetas dentro de la Empresa Cárnica Cienfuegos, se estudia la posibilidad de aplicar un sistema de pago a destajo. /Foto: Juan Carlos Dorado

Se trata de un tema que demanda exigencia constante por parte de la CTC. Yumila García González, secretaria del buró sindical en la Industria Láctea, asegura que ella lo ha manifestado en todos los niveles: “comités municipal, provincial, nacional, y realmente no se ha encontrado la salida”. Así lo ha hecho también Miladys Martínez Díaz, la máxima representante de los trabajadores en la Empresa Cárnica Cienfuegos, “y en concreto nos dijeron que fuéramos a tomar experiencia en otros lugares, pero ninguna respuesta como tal”, aseveró.

Sin embargo, es muy notoria la estabilidad laboral que exhiben estos dos centros productivos, pese a que los obreros se quejan de que cuanto reciben de salario no les da ni para pagar el consumo de energía eléctrica en sus hogares.

Manzano Mosteiro alega que “suceden algunos eventos de delitos, aunque en la planta pausterizadora ese asunto está erradicado desde hace tres o cuatro años. Ahora, si dijera otra cosa te engañara: uno se lleva para la casa una o dos bolsas de leche, una o dos bolsas de yogur”. Martínez Díaz, por su parte, reconoce que en el ‘Cárnico’ tienen una lucha diaria: “trabajar con carne es una tentación enorme y es verdad que está muy cara en la calle”, advirtió.

La solución al problema de fondo constituye “el pollo del arroz con pollo”. De las más de 20 entrevistas realizadas para esta investigación periodística emanaron disímiles propuestas: “Planificar bien el 2021 para que la afectación sea menor”; “más materias primas y piezas de repuesto”; “flexibilidad en los indicadores para disponer de mayor cobertura en el pago”, y “ajustar la fuerza de trabajo a las necesidades productivas”. Entre todas, sobresalió la reforma salarial, anunciada previamente por el país y que sin dudas, sería un alivio para las empresas por las ínfimas cuantías básicas a las que permanecen atadas. Pero, a la larga, nos seguirá haciendo falta el resorte que impulse la producción, desde el plano individual y colectivo, mucho más dinámico, ajeno a tasas, normas y procederes que, lejos de destrabar, obstaculizan, y convierten el drama del salario en el cuento de nunca acabar para el sector productivo, sin ese final feliz que tanto añoramos… en el bolsillo, y sobre la mesa.


Roberto Alfonso Lara

Roberto Alfonso Lara

Licenciado en Periodismo. Graduado en la Universidad Central "Marta Abreu" de Las Villas en 2013.

No hay comentarios:

Publicar un comentario