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viernes, 12 de marzo de 2021

La inflación en el debate teórico

Por Julio C. Gambina

Presidente de la Fundación de Investigaciones Sociales y Políticas, FISYP
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A propósito de la elevada inflación en países como Venezuela y en Argentina, incluso la suba de precios en Cuba por el ordenamiento monetario desde enero pasado, la SEPLA, Sociedad Latinoamericana y Caribeña de Economía Política y Pensamiento Crítico, inició una serie de debates de su Junta Directiva con intelectuales marxistas especialmente invitados. El objetivo apunta a considerar teóricamente el fenómeno, incluso en sus variantes deflacionarias. La idea no es solo el análisis teórico, sino considerar las posibilidades de resolver la situación, especialmente para los sectores más perjudicados, lo que supone discutir una perspectiva en contra y más allá del capitalismo. En debates preliminares, la situación venezolana[1] y argentina[2] fueron seguidos con especial interés, promoviendo una instancia de consulta e investigación, iniciada con la presencia del británico Michael Roberts[3] y del español Mario del Rosal[4], en dos sesiones realizadas durante este mes de marzo. Las consultas continuarán con pormenorizados análisis desde Cuba y la atenta mirada en lo que acontece en Venezuela y Argentina, motivo originario de la preocupación.

En Venezuela, el alza de precios disparó la hiperinflación y aún en descenso en los últimos años, los valores se mantienen muy elevados, en situación de hiperinflación. El esclarecimiento del tema en diversos textos de Pasqualina Curcio Curcio intentan actualizar un debate imprescindible para la izquierda y el marxismo. Para la Argentina, con años de una inflación de dos dígitos se aceleró la suba promedio de los precios hasta el 57,3% en 2019, para bajar al 36,1% en 2020 y a febrero del 2021 presenta valores para los últimos 12 meses del 40,7%[5], con incertidumbre sobre la evolución anual, aun conteniendo la disparada de las tarifas y el dólar, epicentro de la política económica en el país. El porqué de la especificidad inflacionaria es motivo de interesantes debates públicos y a puertas cerradas. En rigor, no solo se trata de la región, sino de otros países del mundo con recurrentes ascensos de precios, casos de Irán, Turquía y algunos países africanos. Para noviembre del 2018, el Banco Mundial advertía sobre el impacto global de las tendencias al ascenso inflacionario en el orden mundial, con fuerte impacto regresivo en los países menos desarrollados[6].

La situación tiene sus bemoles, ya que la mayoría de los países presentan datos de un dígito en la evolución de los precios, superando un asunto que resultaba estratégico en los años setenta del siglo pasado, por lo que desde entonces se consideró esencial la lucha contra la inflación. Para aquel momento la novedad era que la suba inusitada de precios estaba acompañada por la recesión, por lo que se habló de “estancamiento + inflación”, usando un nuevo vocabulario: la “estanflación”. Hace poco, en agosto del 2020, el titular de la FED despidió la política monetaria de EEUU que emergió con Reagan presidente y que se sostuvo por 40 años, incluso señalando que para salir de la caída de actividad actual hacía falta un poco de inflación, claro en torno del 2%, muy lejos de los indicadores de los países que nos ocupan. La inflación, lejos de la polémica mundial, puede reaparecer en la coyuntura, incluso su contracara, la deflación.

Resulta aún temprano para ponderar la situación cubana, pero el reciente ordenamiento monetario está impactando en los precios relativos, con especial seguimiento de las autoridades para contener y compensar el impacto social regresivo en la distribución del ingreso[7]. La inflación mensual en Argentina es superior a las mediciones anuales de la mayoría de los países de la región, en algunos de los cuales se discuten los efectos de la deflación, casos de Perú o Colombia.

Inflación deflación en debate

Tanto la inflación o la deflación afectan los ingresos y condiciones de vida de la mayoría de la población, por lo que las cuestiones monetarias deben ser consideradas en su complejidad desde el pensamiento crítico de la Economía Política.

La dinámica inflación-deflación resulta un mecanismo de dominación, por ende, de apropiación del excedente económico por los capitales más concentrados del sistema mundial.

Es importante el estudio sobre las causas de la inflación, ya que las consecuencias son evidentes y remiten a la “función de la inflación para distribuir la plusvalía relativa”, tal como lo describió Mario del Rosal en el debate de la SEPLA.

La necesidad del debate se impone ante el “sentido común” instalado por la concepción liberal hegemónica que “la inflación es en todo tiempo y lugar un fenómeno monetario”, convocando a restringir la emisión monetaria e incluso de deuda pública y dejar todo a resolución de la libre oferta y demanda en el mercado. Una falacia que se desmiente entre otras cuestiones en la inmensa emisión monetaria y de deuda en los principales países del capitalismo desarrollado, especialmente en un año recesivo como el 2020, agravado por la crisis sanitaria; pero también en la mayoría de los países del mundo, aun en menor medida mientras más débiles sean esos estados del capitalismo mundial. La fortísima emisión no resulta necesariamente en aumento de los precios.

La discusión teórica es con el monetarismo en sus más diversas variantes, pero también con otras expresiones, que siendo críticas de la ortodoxia imaginan que se puede domesticar a las fuerzas del mercado con intervención estatal. Entre estas se destacan las variantes actuales del keynesianismo, sean los “neo”, los “post” o los cultores de la Teoría Monetaria Moderna (TMM). Desde el marxismo existe un debate en expansión sobre la cuestión monetaria en el ciclo de producción y reproducción de la lógica del capital.

Vale insistir que el debate contemporáneo recupera tesis históricas del pensamiento económico. El liberalismo remite a la primera sistematización de la Escuela Clásica, más allá de matices y destaques de tal o cual autor. El keynesianismo no solo remite a la obra principal del fundador, sino a textos previos sobre el dinero y la moneda, con lo que incluso polemiza el autor inglés. Los difusores de la TMM se inspiran en la escuela alemana de fines del siglo XIX, que a diferencia del enfoque relativo al dinero mercancía (oro o plata) se concentran en el dinero fiduciario (creado por el Estado). La teoría marxista se apoya en los textos de Marx, esencialmente El Capital y su acento en el valor y el plusvalor, o sea en la explotación de la fuerza de trabajo. La primera sección de la obra de Marx lleva por nombre “Mercancía y Dinero”, lo que coloca al dinero en relación con la producción mercantil capitalista.

Ese relato histórico sobre el origen de las fuentes teóricas remite a quienes se apuran a señalar que referir a Marx para considerar problemas contemporáneos resulta antiguo. Bueno, la realidad es que todo el debate teórico actual nos envía a marcos teóricos de los siglos XVIII y XIX. Claro que la dinámica del capitalismo supone actualizaciones, especialmente cuando debido a la evolución técnica y tecnológica, el dinero fiduciario, o creado por los Estados, ocupa un lugar especial relativo a las funciones del dinero como medida de los valores, medio de circulación, o dinero mundial, incluida la capacidad de atesoramiento. Es más, en el marxismo está abierto un debate luego de la crisis monetaria de agosto de 1971, momento en que EEUU rompe los acuerdos de Bretton Woods y se pierde la relación entre el dólar y el oro para la promoción de un sistema múltiple de relaciones monetarias en el ámbito mundial[8].

Tanto Michael Roberts[9], como Mario del Rosal[10] estudian pormenorizadamente las concepciones originarias de los monetaristas, corriente principal de la teoría económica contemporánea, y de sus principales oponentes en la perspectiva de la reforma capitalista desde la regulación estatal, el keynesianismo en sus variantes. Los monetaristas derivan la evolución de los precios del exceso de la oferta monetaria y en el keynesianismo se privilegia la producción y realización de la ganancia, mientras que en Marx interesa la distribución del nuevo valor creado entre salarios y ganancias, que no debiera afectar precios, sino las partes relativas de apropiación de la riqueza socialmente generada. Son puntos de partida diferentes, incluso contradictorios y que conllevan a conclusiones y a políticas económicas no convergentes. Por eso también, a veces, puede parecer un debate de sordos.

Especificidades locales y poder global

En la profunda polémica que sostiene Pasqualina Curcio Curcio con los monetaristas sobre la situación venezolana[11], destaca la irrealidad de los argumentos relativos a la emisión y se concentra en el factor externo, la manipulación del tipo de cambio. Ese factor externo puede asociarse al “poder” mundial y sus vínculos locales, los que se expresan con especificidades en cada país que sufre ataques a sus monedas locales, sea Venezuela, la Argentina, o cualquier país. Existen las especificidades y problemas derivados de la cantidad necesaria de moneda en cada caso, pero no constituyen elementos suficientes para explicar la evolución de los precios. Menos en niveles tan diferenciados de una lógica global de relativa contención de la evolución general de los precios.

La hipótesis que sustento, que necesita ser demostrada, remite a la disputa política por el rumbo de las economías nacionales, sobre todo si estas no aparecen en total sumisión a la lógica más general del orden mundial. Se trata de una cuestión válida incluso para procesos políticos que no se propongan ir más allá del capitalismo, pero que el poder mundial combate en la búsqueda de direcciones políticas gubernamentales más afines a la lógica mundial de acumulación.

Son precisamente países con elevada inflación, aquellos en los que el debate por el poder político en el sentido mencionado está presente. Queda claro que en todos los países existe discusión por el poder e incluso en términos de hegemonía en el gobierno, que no es necesariamente lo mismo que la disputa del poder, subyacente más allá de cualquier gobierno. Dicho de otro modo, ¿cuál es el gobierno más favorable a la lógica de la transnacionalización en los países de elevada inflación? Ello no supone avalar todo lo que se hace en países sancionados por la política exterior de EE.UU. o sometidos a la fiscalización de los organismos internacionales.

Cuba está bloqueada prácticamente desde el triunfo de la revolución y, por lo tanto, la lógica mercantil capitalista (poder subyacente) disputa en la cotidianeidad contra todo intento de superación. En esa contradicción pueden observarse todos los esfuerzos llevados adelante en Cuba para superar al capitalismo, entre ellos y recientes, la actualización del modelo económico en 2011, del que emerge la perspectiva del actual ordenamiento monetario. La fortaleza política de un rumbo alternativo al capitalismo aleja la propensión a la subordinación a la dinámica mundial del orden capitalista, por lo que alguna vez el líder de la revolución cubana sostuvo que la única posibilidad de fracaso se asienta en las propias ineficiencias e ineficacias del proceso revolucionario. Dijo Fidel: “Este país puede autodestruirse por sí mismo; esta Revolución puede destruirse, los que no pueden destruirla hoy son ellos; nosotros sí, nosotros podemos destruirla, y sería culpa nuestra.”[12] La creación del socialismo como tarea inconclusa fue reflejada en esa misma intervención, por lo que el poder global de las relaciones capitalistas están presentes en cualquier país aun cuando formule su perspectiva socialista.

Por ahí debe buscarse la disputa en Venezuela, más allá de cualquier consideración sobre las políticas implementadas bajo la gestión de Hugo Chávez (1999-2013) y de Nicolás Maduro (desde el 2013).

Insistiré en que el problema del rumbo del orden económico social es lo que determina la “estabilización de la economía” y, por ende, la inflación tiene causas específicas, propias de las leyes económicas, pero en la que la “política” propiamente dicha, o la disputa del poder político resulta esencial.

En ese sentido, es común escuchar a Martín Guzmán, Ministro de Economía de la Argentina desde diciembre del 2019 destacar que su objetivo es “tranquilizar” a la economía. Tranquilizar es hacer funcionar al capitalismo, con su lógica de producción para la rentabilidad, lo que puede suponer también relativa satisfacción de necesidades sociales vía empleo e ingresos de la población. La intranquilidad deviene de la disputa por el rumbo de la Argentina en el orden mundial. El poder (subyacente) histórico del país fue desafiado con el imaginario de un “capitalismo autónomo” y el proceso de industrialización con la aparición de la burguesía local. Son muchos los autores que derivan desde ese momento el problema de extravío del país, y con ello, el fenómeno irresuelto de la inflación. Resulta simple mirar hacia atrás en el proceso industrializador de hace un siglo, con la emergencia y disputa del gobierno, primero del radicalismo (1916) y luego del peronismo (1946).

La búsqueda por “normalizar” el capitalismo local tiene cita en los años de la dictadura genocida (1976-1983), la década del 90 del siglo pasado (1989-1991) y el gobierno macrista (2015-2019), sin perjuicio de que nunca pudo revertirse en esencia la dinámica regresiva instalada desde 1975/76. No hay solución antinflacionaria bajo el orden capitalista sin subordinación de las clases subalternas a una lógica de producción y acumulación que definen los grandes capitales, aun en procesos en crisis mundiales como los actuales. Por eso es una cuestión sistémica, que se manifiesta en la disputa por el excedente económico, afectado en tiempos recesivos.

Disciplinar a los de abajo para bajar la inflación o disputar el poder

La inflación se redujo en el mundo desde fines de los años 70 y 80 del Siglo XX, especialmente asociado a la hegemonía de las políticas liberalizadoras, llamadas “neoliberales”.

El disciplinamiento social en Gran Bretaña y en EEUU, también en Europa fue clave para universalizar lo que se ensayó previamente bajo dictaduras militares en el Cono Sur de América. Por caso, los momentos de escasa inflación en la Argentina ocurrieron durante tiempos limitados en la dictadura y en los 90. En ambos periodos sobre la base del terror por represión, la propia inflación y el desempleo y miseria generada.

Más que mirar los precios, venimos insistiendo que lo que debe observarse es cuánto del ingreso nacional se apropian los propietarios de medios de producción y cuanto las trabajadoras y los trabajadores.

El problema es el ingreso apropiado por los principales propietarios contra la mayoría social empobrecida.

Si la cuestión es el valor y con él el plusvalor, para evitar la escalada de precios y la apropiación del excedente por pocos, la búsqueda debiera orientarse a la des-mercantilización de la vida cotidiana, un debate que sostuviera Ernesto Guevara en los tempranos 60 cuando se discutía como construir el socialismo en Cuba.

El problema es que mientras resolvemos cuestiones civilizatorias la vida cotidiana transcurre, por lo que se necesita definir políticas antinflacionarias, lo que supone una confrontación con los dueños del poder, con base en la distribución progresiva del ingreso y de la riqueza, algo que el poder no está dispuesto a resignar, tal como se observa cuando se discuten impuestos a las grandes fortunas para atender las emergencias de nuestro tiempo.

La cuestión se define en términos de iniciativa política. Una predica la baja de la inflación con la reducción del gasto social, las regresivas reformas estructurales y una lógica de subordinación con el poder mundial, que en la Argentina significa pronto acuerdo con el FMI, a quien se le debe en Derechos Especiales de Giro (DEG), que con la devaluación estadounidense de su moneda, la Argentina tiene que conseguir cada vez más dólares para cancelar su deuda con el Fondo y así agravar la situación de resignar recursos para atender las necesidades de la población. La otra supone conformar poder político popular para otro rumbo civilizatorio en el país, en contra y más allá del capitalismo. Esa es la grieta de fondo en la Argentina.

Buenos Aires, 12 de marzo de 2021



[5] INDEC. Precios al consumidor, febrero del 2021, en: https://www.indec.gob.ar/uploads/informesdeprensa/ipc_03_21DBEC742F63.pdf

[6] Banco Mundial. Las economías emergentes y en desarrollo se enfrentarán a desafíos si aumenta la inflación a nivel mundial, en: https://www.bancomundial.org/es/news/press-release/2018/11/07/emerging-developing-economies-to-face-challenges-if-global-inflation-rises

[8] Fred Moseley. “La MELT y el Razonamiento circular en la Nueva Interpretación y en la Interpretación Temporal y de Sistema Único”, en: https://marxismocritico.files.wordpress.com/2016/07/la-melt-y-el-razonamiento-circular.pdf

[9] Anuncia próxima publicación de un texto actualizado en co-autoria con Guglielmo Carchedi.

[10] Mario del Rosal. “La gran revelación. De cómo la Teoría Monetaria “Moderna” pretende salvarnos del capitalismo salvando el capitalismo”. © Ecobook - Editorial del Economista. 2019.

[11] Pasqualina Curcio Curcio. “HIPERINFLACIÓN. ARMA IMPERIAL”, con Prólogo de Judith Valencia. Editorial Nosotros Mismos, 2018.

[12] Fidel Castro Ruz. Discurso pronunciado por Fidel Castro Ruz, Presidente de la República de Cuba, en el acto por el aniversario 60 de su ingreso a la universidad, efectuado en el Aula Magna de la Universidad de La Habana, el 17 de noviembre de 2005, en: http://scielo.sld.cu/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0253-92762015000100013

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