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martes, 20 de abril de 2021

Agricultura cubana: acortar los tiempos, acercar las soluciones

El sector agropecuario cubano es decisivo no solo porque en las condiciones actuales debe producir más alimentos, sino también porque sostiene la producción de la materia prima imprescindible para algunas de las exportaciones más importantes del país.




Las fallas que se cometen en la agricultura se pagan siempre, solo que meses o años después, con ausencias de productos, malas cosechas, desabastecimiento, incremento de las importaciones, crecimiento del mercado negro, precios al galope, disminución del poder adquisitivo del salario nominal y tensión social y política. Lo que ha pasado con los precios y las tarifas para insumos y productos, y para un grupo de servicios productivos, lo prueba inobjetablemente.

Es cierto que para muchos la gran noticia de la semana pasada fue que la carne de res sería liberada, sin dudas algo que ha causado conmoción, pero aunque reconozco su impacto, creo que lo más trascendente de la reunión donde se generó la noticia son otras cosas.

Potenciar en el plazo más inmediato la producción de alimentos, sobre la base de estimular al productor, eliminar las trabas y favorecer la alimentación de la población fue el objetivo de la reunión realizada pocos días antes de la inauguración del congreso del Partido.

Una parte del análisis se concentró en cambiar precios y tarifas que fueron adoptados a partir del Ordenamiento y que lejos de estimular a los productores tuvieron un efecto totalmente contrario. Medidas para adoptar en el muy corto plazo, aunque hubiera sido preferible que la previsión y la discusión sobre el surco con los campesinos que se realizó ahora, hubiera anticipado a aquellas que han sido rectificadas.

Otras medidas rebasan el tema precios y no solo tendrán un efecto de corto plazo, sino que probablemente tengan efectos a largo plazo y permitan eliminar viejos males que han acompañado al sector agropecuario cubano desde hace mucho tiempo.

Reunión decisiva, sin dudas, si atendemos al desabastecimiento de los mercados, a las colas y a los precios de productos de primera necesidad para la población cubana y al hecho innegable de que mientras existe un grupo de factores externos sobre los cuales es difícil, muy difícil, poder influenciar de forma efectiva, tenemos recursos, en especial la tierra arable, que no hemos sabido aprovechar adecuadamente.

Fuente: ONEI Anuario Estadístico de Cuba 2019.

Alrededor de 6 millones de tierra arable para poco más de 11 millones de personas no es poco, aun cuando solo una parte de esa tierra sea de buena calidad de las cuales se cultivan hoy el 49%.

El sector agropecuario cubano es decisivo no solo porque en las condiciones actuales debe producir más alimentos, sino también porque sostiene la producción de la materia prima imprescindible para algunas de las exportaciones más importantes del país, como el tabaco y el azúcar. Sin embargo, lograr un cambio sustancial en su estructura de exportaciones, es también vital para Cuba, algo que no ha podido hacer en todas estas décadas, por razones diversas, donde las externas pesan, pero donde el peso mayor está asociado a otras de carácter interno.

La lentitud y poca capacidad para aprovechar su infraestructura de ciencia, tecnología e innovación, integrarla a su sistema productivo y convertirla en productos para el consumo interno y la exportación ha sido proverbial. Su escaso y lento aprovechamiento de la Inversión Extranjera Directa, su falta de proactividad y efectividad en sus alianzas con el sector no estatal y su escasa proactividad en la proyección a nivel local no son problemas de hoy, sino que han caminado con el sector por décadas, junto a una política y un sistema de comercialización de la cual poco o nada más hay que agregar.

Existen hoy al menos 17 Entidades de Ciencia y Tecnología en el sector agropecuario cubano y una buena dotación de científicos en ella todavía. Sin embargo, es más que conocido que tecnologías producidas en estos centros han sido exitosamente aplicadas fuera de Cuba, mientras que esas mismas tecnologías apenas son utilizadas por los productores nacionales, estatales y no estatales. Ha faltado, faltó y falta aún, una efectiva proyección (incentivos) desde la organización que gestiona el sector. La exportación de servicios asociados a al sector también ha padecido de incentivos inadecuados, entre otros.

El sector agropecuario fue, por mucho tiempo el que tuvo menos proyectos de IED en funcionamiento. Capital, tecnología y mercado, además de know how en gerencia de negocios es lo que históricamente ha aportado la inversión extranjera en Cuba. Capital, tecnología y mercado más la necesidad de mejorar la gerencia de los negocios es algo que ha necesitado desde hace mucho tiempo el sector agropecuario cubano. Fomentar pequeños y medianos negocios bajo la modalidad de Asociación Económica Internacional, que no compromete la propiedad de la tierra, donde los campesinos tengan un papel protagónico y que puedan concretarse con la agilidad requerida también puede ser un camino para hacer andar a este sector.

Pero no siempre hay que depender de la inversión extranjera directa, mucho se puede hacer en la agricultura cubana con nuestros campesinos, cooperativistas y usufructuarios, esa parte del sector no estatal creado, en buena medida, por la Reforma Agraria hace ya más de sesenta años. A veces suena raro decirlo, pero si se quiere escribir la historia de las relaciones entre el sector estatal y el sector no estatal en Cuba, hay que empezar por la agricultura. Sin embargo, mientras el turismo logró, en un proceso difícil y no exento de errores e incomprensiones, construir una relación que le ha agregado valor al producto turístico cubano en el sector agrícola, ha costado demasiado tiempo y reuniones, a pesar de las exhortaciones reiteradas de la más alta dirección del Estado. No debe olvidarse que en Cuba más del 70% de la tierra es gestionada por formas no estatales, las cuales además, son responsable de al menos el 60% de los agroproductos. Fomentar asociaciones económicas nacionales, donde participen campesinos, cuentapropistas, empresas estatales, gobiernos locales, es otro de esos caminos que deben ser remontados.

Junto a aquellas medidas de corto plazo se anunciaron otras: bancarias, financieras, impositivas, comerciales, que deben permitir saldar viejas deudas con el pueblo de Cuba y hacernos menos dependientes de las importaciones.

Quizás de las de mayor impacto a futuro sean aquellas asociadas al desarrollo local, porque es en el territorio donde todo converge, porque sin la integración de los territorios será difícil alcanzar el propósito. Listo abajo esas medidas:
  • Promover el diseño de proyectos de desarrollo local entre productores y cooperativas agropecuarias para la gestión conjunta de actividades productivas que incrementen el valor agregado de las producciones primarias, a partir de su beneficio e industrialización, así como la prestación de servicios técnicos y de comercialización a la base productiva.
  • Priorizar la asignación de fondos de la contribución territorial para el desarrollo local para aquellos proyectos que fomenten producciones agropecuarias y contribuyan al fortalecimiento de los asentamientos rurales y las comunidades agropecuarias.
  • Los gastos en que incurran los bancos por la administración de estos fondos serán asumidos por la propia contribución territorial para el desarrollo local, según corresponda.
  • Consolidar la producción de alimentos a nivel local, sobre la base del Programa de Soberanía Alimentaria y Educación Nutricional, que aseguren el autoabastecimiento municipal, apoyada principalmente en los recursos endógenos.
  • Potenciar el desarrollo de la minindustria para la elaboración de productos.
Sumar, de eso se trata, que los territorios entiendan la importancia de promover esos proyectos, que los proyectos promovidos sean “buenos negocios”, sostenibles, redituables. Que se asuma la idea básica de que pedir perdón es mejor que pedir permiso.

Ya nos tardamos demasiado, no hay tiempo para el largo plazo.

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