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miércoles, 7 de abril de 2021

EL NACIMIENTO DE UN IMPERIO

 POR:  Julio Sergio Alcorta Fernández

El inicio del Siglo XX significó para los Estados Unidos, una trasmuta ción que fue así concebida por su élite gobernante en el transcurso del siglo anterior.

La guerra hispano-cubana-americana determinó, en buena parte, esta providencial necesidad para convertirse en un IMPERIO, preparando las condiciones para participar con esa fuerza deslumbrante acumulada y de los ADN de sus pomposos y pelucones progenitores.

Entretanto, había que calmar las ansias independentistas de los cubanos, obligándolos a incluir en la Constitución, que la Asamblea Constituyente aprobó, una especie de adefesio denominado la Enmienda Platt que condicionaba la evacuación de las tropas norteamericanas de la Isla.

Se estrenaban los yanquis con su flamante ropaje, en un nuevo siglo. Pudo centrar su expansión imperialista, de inicio, en el hemisferio occidental, donde al amparo de la Doctrina Monroe, ejercía supremacía militar y política, a tal grado que fue desplazando a las potencias europeas de su influencia en América Latina y Canadá

En 1914, se destapó la Primera Guerra Mundial, finalizando en 1918, con un saldo espantoso de 10 millones de muertos, 20 millones de heridos y 8 millones de prisioneros de guerra y desaparecidos.

No fue hasta abril de 1917, a 4 años del comienzo de la guerra, que los Estados Unidos entraron activamente en el conflicto.

Fue una guerra por el reparto del mundo; una guerra de conquista, de bandidaje y de rapiña.

Los Estados Unidos se enriquecieron de tal modo durante esos 4 años y 3 meses que duró la guerra, que desde el punto de vista comercial, fueron estos años más ventajosos que los 125 años anteriores de su historia.

Se quedaron  en los Estados Unidos, los mercados hispano-americanos, la posición de fuerte acreedor frente a Europa y el campo asiático para disputar al Japón su influencia.

Una vez terminada la Primera Guerra Mundial, asombrosamente solo habían transcurrido 20 años (1919 a 1939), para que la humanidad se viera sometida a un nuevo conflicto aún más devastador, la Segunda Guerra Mundial.

La economía europea resultó completamente arrasada, al extremo de que el poder económico mundial se desplazó de Europa a los Estados Unidos.

El capitalismo norteamericano era el único que poseía entonces la capacidad de financiar la reconstrucción europea y  aprovechar semejante oportunidad para penetrar las economías del viejo continente.

Así las cosas, Adolfo Hitler asumió legalmente la presidencia de Alemania.

Los conservadores capitalista británicos, al igual que otros políticos franceses y norteamericanos, no menospreciaron el ascenso del fascismo y el nazismos en Europa, y el militarismo japonés en Asia, sino que lo estimularon, protegieron y en algunos casos lo financiaron.

El dictador alemán y sus ideas fascistas fueron particularmente admirados por los propietarios y accionista de las grandes empresas norteamericanas, que ya en los 20 años habían hecho considerables inversiones en Alemania o se habían asociado con empresas alemanas.

No fue por casualidad que los fabricantes de automóviles y las petroleras norteamericanas participaron del triunfo alemán. Sin los camiones, tanques, aviones y otros equipos suministrado por las subsidiarias alemanas de Ford y General Motors, y sin las grandes cantidades de materias primas estratégicas como el caucho, combustible diesel, aceite lubricante y otros tipos suministrados por TEXACO y STANDARD OIL, VÍA España, las fuerzas alemanas de tierra y aire no hubieran podido tan fácilmente derrotar a sus adversarios en 1939 y 1940.

Por otro lado, el 7 de diciembre de 1941, se produjo “sorpresivamente” el bombardeo de aviones japoneses a la Base Naval de los Estados Unidos en Pearl Harbor.

Para los Estados Unidos, sobre la guerra europea, las cosas estaban yendo muy bien, sin necesidad de intervenir militarmente. Sin embargo, fue el propio Hitler que declaró la guerra a los Estados Unidos, el 11 de diciembre de l945. Entonces los Estados Unidos tomaron parte activa en la guerra de Europa con Gran Britana y la URSS como aliados.

Finalmente los alemanes y los japoneses capitularon en 1945.

Alemania y Japón estaban derrotados y en ruina; Francia y Gran Bretaña virtualmente en banca rota. Los Estados Unidos habían sufrido relativamente poco y tenían a su disposición, no solo un fantástico poderío militar, sino también un tremendo potencial industrial, enormes reservas de dólares y capital en general, incluyendo dos terceras partes de todas las reservas de oro y tres cuartas partes de la inversión total del capital con el mundo.

Los Estados Unidos se habían convertido en la mayor potencia del mundo , la única superpotencia, mientras que el resto del mundo salía de la guerra herido, asustado y casi destruido.

En los Estados Unidos se esperaba que el siglo XX fuese el ”Siglo Americano”, y a muchos les gustaba creer que su nación había sido “bendecida por el destino”; esto es, tenía el mandato de llevar a cabo una misión divina en la Tierra.

Y es así, como en el momento de la derrota de la Alemania Nazi, estalló la llamada “Guerra Fría”, contra un antiguo aliado y nuevo enemigo, la Unión Soviética.

Su objetivo era la eliminación de la URSS y también, la posibilidad de utilizar este “nuevo conflicto”, para mantener después de 1945, el boom económico por medio de los contratos del Pentágono. Solo por eso, la Guerra Fría ya era una guerra buena, tan buena como la Segunda Guerra Mundial, ya que la carrera armamentística era una fuente de beneficios para las empresas estadounidense.

Ahora bien, ¿Cuáles fueron los próximos movimientos y maniobras imperiales al saberse dueños del mundo, hasta finalizar el siglo XX?

Como buenos petulantes e imperiosos que son, sobre todo desde que se auto-conceptuaron como divinos misioneros de la Tierra, lograron participar en cualquier conflicto social y militar que se declarara a nivel internacional y que estimaran podrían limitar su hegemonía y su supremacía.

Colmaron al mundo de BASES MILITARES, expandiendo, sin compasión, a  sus ejércitos transgresores y criminales en cualquier rincón de nuestro planeta.

Promovieron y participaron de lleno en Planes de Operaciones Encubiertas,  asesinatos de figuras relevantes, sobre todo contra el Comandante Fidel Castro Ruz; Golpes de Estado, apoyo a los gobiernos dictatoriales de América del Sur, etc.etc.

Resultaba entonces evidente, en primer lugar, que en este final del siglo XX, y así fue descubriéndose a través de los signos de la ciencia de la semiótica, que, en lo recóndito de la existencia del arrogante IMPERIAL, el sistema por primera vez, estaba dando algunas señales de degradación.

Al arribar el nuevo Siglo XXI, en ese mismo año 2000, aparece como presidente elegido de los Estados Unidos, George W. Bush (hijo), por medio de un escandaloso fraude en que finalmente tuvo que intervenir el Tribunal Supremo, para posteriormente ser reelegido en el 2004.

Este personaje, según José Saramago, gran escritor portugués y Premio Nobel de Literatura en 1998, lo catalogó como: “de inteligencia mediocre, ignorancia abismal, expresión verbal confusa y permanentemente atraído por la irresistible tentación al disparate”.

Fueron 8 años en que la humanidad se vio amenazada por la llamada Doctrina Bush, con la aprobación de la Estrategia de Seguridad Nacional, de guerras ilimitadas y unilaterales, criminales  e ilegales, y de ofensiva preventiva, que alcanzaba al mundo entero, y que fue exactamente el objetivo de una POLÍTICA IMPERIAL DE CONQUISTA GLOBAL.

En las elecciones presidenciales del año 20008, sorpresivamente se eligió presidente del Imperio estadounidense, por el Partido Demócrata, el afro-norteamericano Barack Hussein Obama.

Resultó el primer ciudadano negro que asciende a la primera magistratura del poderoso IMPERIO.

Barack Obama fungió como senador federal por el Estado de Illinois, dando un salto extraordinario, no usual, a presidente de la nación.

En el discurso de toma de posesión, el 20 de enero de 2009, Obama expresó: “Estos son los indicadores de una crisis (…) menos tangible pero no menos profunda es la pérdida de confianza en nuestro país –un tema persistente de que el declive de Estados Unidos es inevitable y de que la próxima generación debe reducir sus expectativas”.

El pensamiento estratégico de Obama se basa en el entendimiento y la eficacia para poner en práctica los elementos fundamentales de los términos: “SOFT POWER” (Poder Suave), y SMART POWER (Poder Inteligente), del experto Joseph S. Nye, fórmulas que buscan maximizar la eficiencia del sistema al menor costo posible, o lo que es lo mismo SU FUTURO IMPERIAL.

Por otro lado, en el tema militar, fue sorpresiva la decisión de Obama de confirmar  como Secretario de Defensa, a Robert Gates, que lo fue también en los 8 años de la presidencia de George W. Bush, por lo que parece que Obama no previó modificar notablemente la política de defensa de ese IMPERIO.

Esto se confirma aún más, al observar que su equipo militar fue hereditario, casi en su totalidad también del que estuvo sirviendo a Bush.

El mandatario fue consecuente con la guerra en Afganistán, al expresar que “le gustaría ver más recursos, incluyendo más tropas”.

Fue significativa su autorización al Pentágono de establecer 12 Bases Militares en América Latina: 7 en Colombia, 4 en Panamá y una en Costa Rica, recibiendo la IV Flota facilidades portuarias en Perú.

Y para colmo, aprobó una lista de 14 países patrocinadores del terrorismo, incluyendo la pequeña y heroica Isla de Cuba, en el Caribe.

En realidad, solo hubo una cosa, la de un Obama muy comprometido, consecuente y sin tapujos, demostrando con sus nombramientos y hechos, la cara de la necesidad de continuar fortaleciendo el IMPERIO  devenido del Siglo XX.

La próxima y última reseña que marcó pautas en lo que ya se atisbaba podía sobrevenir como consecuencia de los achaques del SISTEMA IMPERIAL, advertido en múltiples ocasiones por frecuentes señales y signos de la ciencia semiótica, lo fue el inconcebible y estrambótico triunfo de un multi-millonario, Donald Trump, primeramente en las Primarias de su Partido Republicano, donde fue tildado por sus mismos militantes como: energúmeno, fanático, racista, misógino, vulgar, grosero y bravucón; y posteriormente en las elecciones presidenciales de noviembre 2016, contra Hillary Clinton, aspirante por el Partido Demócrata, aunque esta última obtuvo 3 millones más de votos populares que Donald Trump.

Fueron 4 años vociferando, amenazando, mintiendo a amigos y los que él consideraba sus enemigos.

Llegó un momento en que se percibía mundialmente que había un juicio y conocimiento de que no se entendía lo que estaba ocurriendo en esa nación tan poderosa.

No pasaba un día, una semana, ni un mes en que se amenazaba, sin compasión, a muchos de adentro y de afuera, con imponerles SANCIONES, comenzando una extraña y chocante manía del mandatario de dispararle una SANCIÓN  a cualquiera que tuviera el atrevimiento de no “pensar” como él.

Fue empecinado con un pequeño y heroico país, a 90 millas de sus costas. Le daba fiebre cuando oía hablar de él, cuando leía algo sobre él; se convirtió en un psicópata tratando de liquidar a como sea, a su gobierno y a su invencible, soberano e independiente pueblo.

En un mundo globalizado y complicado, su “América First” resultaba extemporáneo, simplista, originado por alguien desequilibrado, y como es lógico, los demás tenían que preocuparse porque venía de un presidente del IMPERIO más poderoso del mundo.

Al final, al ser derrotado en las elecciones presidenciales del 2020, por el candidato del Partido Demócrata, provocó innumerables protestas alegando fraude, que al no ser reconocidas, llegó hasta promover algo parecido a un Golpe de Estado, excitando a sus hordas fascistas a que invadieran el Capitolio Nacional, y así lo ejecutaron criminalmente.

Por ese motivo, la Cámara de Representantes aprobó un “impeachment” en dos ocasiones que al llegar al Senado, de mayoría republicana, no fue aprobado.

Y es así que el malhechor se encuentra ahora disfrutando de las delicias de su mansión en un lugar paradisiaco de Miami Beach, y desde ahí continua amenazando que seguirá luchando para presentarse en las elecciones presidenciales del 2024.

LAS GUERRAS AHORA NO SERÁN TAN BUENAS NI TAN BENEFICIOSAS PARA LAS ELITES GOBERNANTES, COMO EN EL SIGLO XX, SINO QUE SERAN HOLOCAUSTICAS.

La Habana, 5 de abril de 2021. “Año 63 de la Revolución”

JSAF

 

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