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jueves, 6 de mayo de 2021

La reforma económica y la percepción del tiempo


En diversos medios hemos defendido y sometido a debate con argumentos tanto teóricos, como históricos, políticos y técnicos la necesidad de una reforma económica en Cuba, condición, en nuestra opinión, imprescindible para superar los tremendos desafíos que tiene el país y el impacto de la guerra que se le hace.

El carácter de como vemos esa reforma y sus contenidos también han sido objeto de largas exposiciones que por años en diversos medios y formatos hemos presentado, de manera que no me detengo en eso en este breve texto.
El punto que quiero destacar ahora es sobre la reforma y la percepción del tiempo. En lo que a mi corresponde he terminado varios artículos afirmando que en las actuales circunstancias el tiempo es una variable crítica, a eso me quiero referir ahora.

Antes del inicio del Congreso del Partido expresé la opinión de que teníamos la esperanza de que el Congreso diera un paso importante en la dirección adecuada, muchos han sido los análisis que posteriormente han salido al respecto, en mi opinión, más allá de alguna afirmación puntual en varias de las intervenciones y documentos presentados con las cuales no coincido totalmente, creo que los resultados, el balance general de la reunión, ha sido muy positivo: la renovación de cuadros y el relevo generacional fue muy notable y completo, la estructura de los órganos superiores (Buró Político y Secretariado) es más funcional, los cuadros que tienen peso en el control de procesos económicos importantes, incluidos los que siguen correspondiendo a las fuerzas armadas, son ahora integrantes de esos órganos lo que les debe exigir una mayor integración, rendición de cuentas y más sistemáticas consultas y aprobaciones en su gestión.

El liderazgo gubernamental ha quedado con mayor autoridad política y finalmente los documentos que abren el espacio necesario para la reforma, esencialmente la Conceptualización, han quedado vigentes y reconocidos.

O sea que, insisto, más allá de algunas puntuales afirmaciones polémicas, el balance, en mi opinión, de los resultados del Congreso es positivo.

Ahora bien, obvio que por importante que esto sea no es suficiente, estamos ante el desafío de la operatividad concreta y el efecto real de todo esto. El reto es enorme y es preciso estar a esa altura, cómo también hemos afirmado, las circunstancias para  el país no pueden ser más difíciles en todos los planos, férreo bloqueo, agresiones, manipulaciones mediáticas,  pandemia prolongada, diversas y notables insuficiencias propias, malestares difusos y lógicos de una población presionada por necesidades e insatisfacciones diversas, todo encima de los problemas estructurales de un país pequeño, sin suficientes recursos y sin sólidas alianzas internacionales, con desafíos generacionales, sin un “manual teórico” que sirva para “navegar” en estas aguas tan turbulentas como inciertas, etc, etc.

De otra parte están las reservas para superar los desafíos, una población con capacidad y talento para trabajar con mayor eficiencia y complejidad si se le dieran todas las oportunidades e incentivos  necesarios, una tierra que puede rendir mucho más, también si se modifican las condiciones para su adecuada explotación, un sector científico listo para realizar importantes aportes como ha quedado demostrado recientemente con el avance de las vacunas (un hecho de la mayor trascendencia), un consenso social a favor de un sistema de garantías sociales más allá de sus actuales insuficiencias, la fuerza del sentimiento de soberanía nacional, el peso de la historia, etc, todo esto último forma parte de un notable capital político que una adecuada política de cambios, sin dogmas, audaz y comprometida podría emplear y fortalecer, pero lo contrario también es cierto, o sea una política con ataduras paradigmáticas, insuficiete capacidad de innovación, falta de audacia o excesiva lentitud para avanzar lo puede degradar.

En este contexto el sentido del tempo, del tiempo, es esencial. La reforma económica debe dar respuesta a los necesarios cambios en un modelo económico agotado y pesado que impide la mayor dinámica en la producción de bienes y servicios y por tanto afecta lo que podría ser su mayor virtud, o sea la justicia y equidad en la distribución de la riqueza nacional, sin producción y disposición de bienes y servicios no hay distribución justa y suficiente posible, la sociedad, el ciudadano común no vive de quimeras.

La inflación formal e informal, el mercado negro y hasta la corrupción son resultado de estas insuficiencias, por supuesto que el bloqueo y la pandemia son enormes restricciones con impactos tremendos y fuertes condicionantes, pero hay otras propias que se pueden superar aún en ese difícil contexto, es esa la importancia capital de la reforma aquí y ahora.

Como decía, la reforma debe dar lugar a la transformación del modelo económico con una economía más diversa en sus formas de propiedad y gestión, una planificación más estratégica, un sector estatal líder pero no monopólico y pesado como el actual, operando con mayor descentralización y competencia compartiendo el espacio económico con cooperativas y pequeñas y medianas empresas privadas, en el contexto de un mercado articulado nacionalmente y también con el mercado mundial, por supuesto que con las regulaciones y las garantías socialistas que sean adecuadas y funcionales, con un gobierno y estado fuertes, con los ingresos fiscales necesarios para garantizar las necesarias políticas sociales y redistributivas para garantizar el carácter social del sistema, además de la defensa y la soberanía del país.

Todo eso hay que hacerlo, es un proceso necesariamente de mediano y largo plazo pero que debe comenzar con certeza y agilidad ya, los documentos aprobados, fundamentalmente la conceptualización y la reciente constitución, más los resultados del congreso y los cambios generacionales deben favorecer ese curso y de hecho hay señales de que se avanza en esa dirección, sin embargo no basta “avanzar” hay que hacerlo de manera integral, rápida y completa, combinando la transformación estructural de mediano y largo plazo con las notables urgencias de la coyuntura.

Es precisamente aquí donde aparecen problemas que preocupan, se aprecia una mezcla confusa entre objetivos de mediano y largo plazo, con las tremendas urgencias del corto plazo, a veces parece que para eso no hay una respuesta adecuada y diferenciada, tampoco suficiente conciencia.

La conceptualización, contiene claves y espacios que apuntan, permiten y favorecen una transformación fundamental del actual modelo económico, cabe la pregunta de si las medidas que sucesivamente se han ido sumando e implementando corresponde ciertamente a la lógica de la transformación profunda del modelo económico o no. La actual situación exige necesariamente combinar la respuesta a las urgencias del momento, lo cual es muy importante, y además colocarse en la dirección de la reforma estratégica, a veces se tiene la impresión de que estos planos, lejos de complementarse, se superponen y confunden.

El punto más crítico en ese sentido (aunque no único) es la agricultura, debido a las consecuencias de sus resultados sobre una necesidad de tanta sensibilidad como la alimentación de la población. De una parte el modelo de gestión agraria necesita ser cambiado radicalmente, sustituido, lo cual implica modificaciones en la producción, en la comercialización, en los  servicios financieros, en el acceso a mercados internos y externos, en el adecuado acceso a insumos productivos de diverso tipo imprescindibles para esa actividad (semillas, fertilizantes, maquinarias, combustibles, agua, pesticidas),  en la disposición de servicios técnicos, científicos, etc.

De otra parte también requiere la agricultura respuestas a los desafíos de plazo inmediato debido a que, aún en el supuesto de que en sentido estratégico se estuviera avanzando adecuadamente (lo cual aún no parece claro), los tiempos de la reestructuración, debido a su complejidad, suponen plazos que no garantizan resultados inmediatos lo cual puede dar lugar a un desabastecimiento de alimentos aun mayor en los próximos meses. Incluso los cultivos de ciclo rápido requieren algunas semanas para ser cosechados, la búsqueda de créditos o movilización de reservas para importar alimentos y reducir los deficits inmediatos parece ser una necesidad que no se puede obviar.

O sea, de una parte está la transformación estructural del modelo de gestión agraria y de otro la oferta imprescindible de alimentos en el plazo inmediato, se debería  actuar a tiempo para responder en ambos planos, quiere decir, a las urgencias inmediatas a la vez que avanzar en la transformación estructural. Es difícil y complejo?, sí, es imposible?, no.

En resumen, el efecto de los cambios estructurales(absolutamente necesarios) en el supuesto de que estos se hicieran bien, es siempre de mediano y largo plazo, las urgencias de la alimentación no pueden esperar por eso.

Es preciso dar respuesta al todo, en términos de la transformación estratégica del sector su inicio no debe prolongarse más, tampoco estar totalmente atada a que se establezcan todas las condiciones legales que supone, esperar por ese ejercicio legislativo requiere un tiempo que no se puede perder, claro que esas condiciones jurídicas son fundamentales, necesarias, pero mientras esas quedan listas y aprobadas se puede y se debe avanzar con resoluciones de menor rango legal pero más ágiles (decretos, resoluciones, etc) que faciliten el avance inmediato, esto vale para la economía en su conjunto, el sector agrario incluido.

Recientemente se han aprobado un conjunto de nuevas medidas para estimular la producción agropecuaria, vistas cada una de ellas por separado parecen moverse en la dirección adecuada, en el sentido de que apuntan a una mayor descentralización en la gestión agropecuaria, tanto con mayores incentivos relativos a los productores, mayor “municipalización”, mayores posibilidades a la comercialización en el mercado, más posibilidades de acceso a insumos productivos, etc. Sin embargo habría que señalar algunos problemas muy importantes:

1-Aún no es esta la transformación integral que el modelo de gestión agropecuaria necesita.

2-No se reconoce de manera suficiente que en la agricultura cubana ya hoy el sector de mayor aporte en la producción de alimentos es el no estatal

3-Los topes de precios no se han relativizado adecuadamente.

4-Las formas de garantizar el cumplimiento de los necesarios encargos estatales aún son imprecisas y pueden afectar los incentivos a una mayor producción.

5-La controversial acción de Acopio no ha sido suficientemente reformada, salvo en algunos lugares de manera experimental como es el caso de la provincia Las Tunas. Acopio debe entrar en una lógica de competencia y someterse a las restricciones propias del mercado por regulado que este deba estar, como lo hacen el resto de agentes que operan en el sector. Acopio debe dejar de ser una estructura monopolica y pesada, en estos momento de ella no solo depende en gran medida la recolección y compra de las producciones a los campesinos, sino también la distribución y venta de insumos productivos a estos, ambas operaciones con demostradas y persistente insuficiencias e ineficiencias.

6-La declarada venta de medios e insumos productivos a los campesinos y cooperativistas puede entrar en el entrampamiento de que se le vende en divisas a quien produce en moneda nacional, sin que existan formas viables de convertibilidad de la moneda, este es un problema de la mayor importancia, sin un determinado nivel de medios e insumos productivos es absolutamente imposible elevar los niveles de rendimiento de la tierra que actualmente se encuentran en bajos históricos. A pesar de los totalmente ciertos deficits en la disposición de divisas que tiene el país, con un sector externo bajo fuerte presión, es imprescindible que la reforma de una respuesta urgente a esto, la creación de una banca especializada en el sector agropecuario con servicios financieros más ágiles y diversos es, en mi opinión, un paso necesario que no debe postergarse, lo que está en juego es la producción y disposición de alimentos.

7-Se continúa apreciando ciertos atavismos con el asunto de la comercialización de los productos agropecuarios, con frecuencia se culpa a los “intermediarios” como causantes de la subida de los precios y la especulación. Por más que haya algo de eso este es un problema cuyas causas deben ser rigurosa y rápidamente estudiadas y abordadas. El comercio es parte intrínseca de la dinámica económica en cualquier lugar y época, el comercio es una actividad especializada que bien organizada, descentralizada y regulada permite una mayor eficiencia y reducción de costos al ciclo económico. Decir que la comercialización debe ser una actividad directamente asumida por los productores es un sin sentido que le resta tiempo y eficiencia a estos para que hagan bien lo que les corresponde hacer, o sea producir.

Por otra parte es este un tema que se debe ver en cada contexto específico: no es lo mismo territorios esencialmente rurales y de población reducida donde la comercialización se puede hacer hasta en la “salida del surco”, como puede ser el caso de provincias como Las Tunas, que la complejidad de mercados grandes y poblaciones extensas como La Habana, Santiago de Cuba y el resto de las grandes ciudades del país, allí la comercialización es mucho más compleja y necesita de especialización. La especulación no se resuelve prohibiendo la comercialización, esta es una valiosa e imprescindible actividad en si misma, que debe ser reconocida legalmente, descentralizada, dotada de recursos y regulada adecuadamente.

En síntesis, por más que las recientes medidas aprobadas para la agricultura vistas individualmente contienen muchos elementos positivos e importantes, no se puede afirmar que en ellas esté la transformación profunda que el modelo agrario necesita y tampoco la respuesta suficiente a las demandas de la coyuntura inmediata. Son medidas inconexas mientras no se defina un nuevo modelo agrario.

De otra parte, las correctas declaraciones acerca de la descentralización y la municipalización de la gestión agraria, como debe corresponder al nuevo modelo, supone la transferencia al municipio y las instancias locales de los recursos humanos y materiales que esto supone, de lo contrario la descentralización no operaría bien en términos prácticos, o sea quedaría en la retórica.

 En mi opinión es imprescindible avanzar más y de manera más coherente, con la vista tanto en el mediano y largo como en  el corto plazo, cada uno supone decisiones diferenciadas a la vez que coherentes lo cual se debe hacer además con prisa.

El modelo económico vigente está basado en un tipo de planificación directiva y burocrática que no ha sido aún esencialmente modificada, debe pasar definitivamente a tener un carácter más indicativo y estratégico, como debe corresponder a una economía socialista donde el mercado ocupa un lugar fundamental en la dinámica económica y la asignación de recursos por más regulado que este debe estar. El mercado es una estructura compleja que debe ser el resultado de una construcción consciente con todos los atributos e integración que este supone, en ese contexto su imprescindible regulación puede actuar positivamente para impedir sus posibles efectos negativos, propios del mercado capitalista sobre todo es su versión neoliberal, a la vez que no anula su también imprescindible acción en las relaciones económicas. La síntesis adecuada entre mercado regulado y planificación estratégica es no sólo necesaria, también es posible.

La permanente situación de impagos entre los agentes económicos, como ocurre no solo con los campesinos que realizan su producción con Acopio, sino también entre las empresas estatales en todos los sectores, se debe detener, no existe régimen económico alguno en la historia general de la civilización que pueda funcionar adecuadamente con un permanente y sistemático problema de falta de pagos entre los diferentes agentes económicos. La solución del flujo financiero es una condición esencial para el adecuado funcionamiento de una economía donde el mercado debe jugar un papel central, para esto no existen opciones alternativas.

Con razón se ha afirmado que la producción y disposición de alimentos es un sensible problema de seguridad nacional, por lo tanto así hay que tratarlo.

No se debe olvidar que la guerra que se le hace al país para la cual se emplean vastos recursos, pretende convertir los malestares legítimos y difusos de una población fatigada por las dificultades cotidianas en una crisis política para destruir al gobierno y con él las conquistas sociales de revolución.

La falta de avance claro, rápido e integral de la reforma económica en general y del sector agropecuario en particular  favorecería ese objetivo, las fuerzas que por las razones que sean adversan a la revolución cubana no deben ser subestimadas, tienen detrás el apoyo del poder económico, financiero, tecnológico y militar más grande que ha existido en la historia, confrontar con este y defender los intereses legítimos del país se puede, la historia lo ha demostrado, pero es preciso seguir “pudiendo”, eso está por demostrar.

En mi opinión, insisto, esto incluye no solamente el avance integral de la reforma, sino que también una identificación clara de los objetivos de mediano y largo plazo y las urgencias del corto plazo. Se debe dar respuesta al todo, es mucho lo que está en juego.

6 de Mayo de 2021

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