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sábado, 14 de agosto de 2021

Cooperativas de consumidores: Pensando un modelo de mercado justo para Cuba

Proyecto Agroecológico Finca Marta
Roberto Sánchez Medina
Fundación Antonio Núñez Jiménez de la Naturaleza y el Hombre


Una característica muy acentuada de los mercados agropecuarios a nivel internacional es el divorcio entre productores y consumidores. Los productores generalmente producen para una demanda que poco conocen, manejada por intermediarios, distribuidores e industriales que llevan a través de los canales de beneficio, procesamiento, transportación y comercialización las mercancías que son vendidas en las redes minoristas. Los consumidores, por su parte, concurren al mercado a comprar lo que está disponible, pero tienen poca influencia sobre la manera en que se produce lo que consumen.

Descentralizar la comercialización de productos agropecuarios constituye una urgencia en las condiciones actuales y futuras de Cuba y el mundo. Los sistemas descentralizados suelen ser más dinámicos y efectivos en cubrir diversos tipos de demanda, a la vez que lo hacen de una manera más armónica y sostenible. Estos alcanzan una mayor eficiencia y resiliencia, además de tener la capacidad de maximizar la socialización de los beneficios. Sin embargo, Los sistemas centralizados de distribución de alimentos organizados por cadenas alimentarias especializadas, requieren más recursos financieros, energéticos y materiales. Por otra parte suelen ser más vulnerables ante las condiciones cambiantes de mercado, la política o las situaciones de desastres naturales al no aprovechar la capacidad de articulación a nivel local.

Agricultura Apoyada por la Comunidad (AAC)

La AAC o Comunity Supported Agriculture (CSA), según sus siglas en inglés, es una idea surgida en la década de 1960 en Japón, Alemania y Suiza y popularizada más tarde en Estados Unidos. Al principio fue parte del movimiento back to the land (el regreso a la tierra), demonizado por haber sido una propuesta social de los hippies que en aquella época reclamaban la necesidad de una agricultura más autosuficiente y respetuosa del ambiente. El movimiento estuvo guiado por el reclamo de los consumidores por una alimentación sana como alternativa a los sistemas convencionales de mercado. Con el tiempo se ha convertido en un fenómeno social esparcido por todo el mundo que ofrece mayores garantías a los consumidores y la posibilidad de que estos se involucren en las decisiones sobre los sistemas alimentarios.

Hoy en cualquier ciudad del mundo pueden encontrarse locales de venta y mercados organizados a través de las redes sociales y el activismo ciudadano que combina las demandas alimentarias con otras de carácter ambiental, cultural y económico. De hecho se ha comprobado que las relaciones más estrechas entre productores y consumidores facilita la protección de los agricultores ante relaciones hegemónicas de mercado. La AAC promueve un acercamiento de los consumidores a los retos y necesidades de los agricultores, a la vez que se garantizan precios justos para ambos.

La Rede Ecovida de Brasil y los Tianguis Orgánicos de México son dos plataformas en la región latinoamericana que contribuyen al fortalecimiento de los agricultores tradicionales y promueven la agricultura orgánica masiva, en la búsqueda de relaciones de mercado más sostenibles.

Acercando el consumidor al campo

Con las cooperativas de consumidores se crean conexiones entre productores y consumidores basadas en relaciones de confianza y compromiso. Los consumidores se interesan cada vez más en cómo se producen y procesan los alimentos de forma sostenible, protegiendo el suelo, el agua y la biodiversidad, e incluso con una repercusión en la planificación del sistema productivo en función de sus demandas reales e inmediatas. Al conocer la demanda, las cooperativas de consumidores llegan a tener una influencia directa en el diseño de los sistemas agrícolas y de las relaciones sociales que los sustentan.

Estas organizaciones económico-sociales inciden en la introducción de nuevos métodos de cultivo y de especies de plantas y animales en función de las tendencias en la alimentación. Asimismo promueven diversas actividades sociales como días de campo, generan documentos didácticos, cursos y eventos educativos y culturales para la comunidad, contribuyen a la reforestación de las áreas agrícolas, el saneamiento de ríos y reservorios de agua, entre otras funciones productivas y ambientales que fortalecen las relaciones entre agricultores y consumidores.

Así, los agricultores llegan a contar con una garantía de mercado organizado desde la siembra y planificado según las demandas de un grupo poblacional determinado en cantidad, diversidad y estabilidad, lo que reduce considerablemente las pérdidas poscosecha. En algunos casos los agricultores reciben apoyo financiero de las cooperativas de consumidores para emprender un nuevo proyecto productivo, toman riesgos compartidos, piden préstamos al banco, movilizan miembros para ciertas actividades agrícolas entre otras, coordinadas según los intereses en ambos sentidos. La comunicación entre agricultores y consumidores permite que se identifiquen objetivos comunes en una relación donde todos ganan.

Cooperativa de consumidores en Cuba

Su sede, ubicada en alguna barriada urbana, es el lugar donde confluyen consumidores asociados a la cooperativa. Cuenta con una infraestructura adecuada que facilita las diversas actividades que allí tienen lugar, como son:

- Área para la venta de alimentos en correspondencia con el número de asociados y los volúmenes de productos. Las familias concurren en horarios y días determinados a buscar la factura de la semana, previamente acordada.

- Almacén adecuado para evitar el deterioro de los productos y poder preparar las entregas en función de las solicitudes.

- Espacio con ofertas gastronómicas y para eventuales encuentros entre asociados, así como otras actividades culturales y educativas para la comunidad.

- Terreno productivo, demostrativo y educativo para el cultivo de hortalizas en condiciones urbanas y vivero/tienda para la venta de posturas, macetas, herramientas e insumos.

La cooperativa de consumidores es un ejercicio de democracia del sistema alimentario que le otorga poder a los consumidores. Tiene un papel importante en la gestión de la estructura de siembras de las fincas asociadas. Se preocupa por mantener un surtido de productos que satisfaga la calidad nutricional de los consumidores, de forma que cuenten con los alimentos que demandan a precios convenientes y establece la manera en que estos se distribuyen. Para lograr tales propósitos en lo individual y lo colectivo, es preciso involucrar a los agricultores y acordar los deberes de cada parte.

Agricultura urbana y cooperativas de consumidores

Los diversos espacios de la agricultura urbana pudieran convertirse en sedes de cooperativas de consumidores, donde se establezcan relaciones armónicas y constructivas con la comunidad a través de la influencia directa de los consumidores. En estos casos se debería ampliar en todo lo posible las actividades que deben y pueden realizarse en las formas productivas de la agricultura urbana y suburbana, por ejemplo, la gastronomía, encuentros educativos y culturales o la venta de productos que hoy se ofertan en los Consultorios Tienda del Agricultor como herramientas, semillas, abonos orgánicos, productos biológicos u otros. ¿Qué mejor consultorio que el mismo huerto, donde están los propios agricultores? Involucrar a los técnicos en la mayor medida posible y hacerlos beneficiarios de la actividad económica desarrollada en el lugar, ofrecería atractivos para estos, como ha sucedido por años en la UBPC-Vivero Alamar.


Por supuesto que en los casos que sea apropiado, el agroturismo nacional y extranjero sería una excelente fuente de ingresos para las sedes de las cooperativas de consumidores. No cabe duda que muchas personas, familias, amigos estarían encantadas de disfrutar un rato de ocio y buena comida (vegetariana o no) en el entorno de un huerto urbano donde se refuerza el concepto del campo a la mesa.

Un atractivo desafío 

Las personas están ávidas de conocer dónde se producen sus alimentos, hablar con los agricultores, visitar las fincas, pasarla bien en un día de campo. Este vínculo es posible a través de encuentros y convocatorias de domingos ecológicos, mercados de la tierra, ferias abiertas a los consumidores y organizadas de manera sana y provechosa en función de fortalecer el vínculo ciudad-campo que sensibiliza y compromete.

Lograr el empoderamiento de los consumidores en una relación de mercado justa y solidaria con los productores, puede ser una alternativa eficaz para estimular el potencial productivo local. Esto tal vez esté entre las mayores reservas de que disponemos para movilizar y hacer más sostenible la actividad agropecuaria en el país. Establecer las cooperativas de consumidores constituye un atractivo desafío para el sistema alimentario cubano.

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