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viernes, 6 de agosto de 2021

CUBA: propiedad social y construcción socialista (III)

 Por Rafael Alhama Belamaric

En esta tercera presentación, traigo las últimas páginas del libro “CUBA: propiedad social y construcción socialista”, de la Editorial de Ciencias Sociales, 2012 de la autoría de Jesús García Brigos, Rafael Alhama Belamaric, Roberto Lima Ferrer y Daniel Raful Pineda, escrito entre 2009 y 2012, como parte y resultado de un proyecto más amplio de investigación, y como ejemplo de bibliografía autóctona, que acompañaba el proceso de cambios y de reformas iniciadas en aquel entonces, o mejor, que debió iniciar la gran transformación.

 “¿Qué retos enfrenta Cuba  hoy en el desarrollo de la propiedad socialista?

“Existe un claro reto para la interacción entre la práctica cotidiana, y el trabajo científico. El mismo está  planteado especialmente desde las necesidades objetivas de la política, aunque parece estar insuficientemente identificado por los actores que marcan las pautas efectivas de acción en esta esfera:  Definir con rigor conceptual y sentido práctico el contenido de las cuestiones que se expresan como definiciones que deben guiar el perfeccionamiento de la sociedad cubana, en primer lugar de la dialéctica entre la economía y la política en nuestras  condiciones, para enfrentar con creatividad que mantenga el rumbo socialista, los desafíos actuales y por venir. Como se ha insistido, en particular por el compañero General de Ejército Raúl Castro:"No se olviden que una equivocación conceptual nos conduce a equivocaciones en la vida…”[i]

Si nos remitimos a las cuatro facetas que a partir de la obra de Marx, Engels y Lenin marcan la transformación socialista de la propiedad señaladas anteriormente, identificamos que en la experiencia cubana:

1.- El proceso de trascendencia del mercado, -con su “competencia” estimulante y dinamizadora, al mismo tiempo que deshumanizadora y enajenante- en su interacción con  la planificación social durante la transformación socialista, no ha resultado eficaz para generar la nueva naturaleza reproductiva. En la práctica han sido esfuerzos por introducir una planificación económica, limitada y  restringida, sobre todo por los rasgos centralizadores. Es imprescindible implementar y consolidar efectivamente la planificación social como institución coordinadora y reguladora dominante, que actúe como espacio y mecanismo de coordinación y ordenamiento social entre los niveles del sistema, las esferas y sectores, mediante procesos con nueva naturaleza socialista de colaboración y cooperación. En este perfeccionamiento es decisivo introducir cambios en los procesos de toma de decisiones, su implementación y el control de la misma, atendiendo especialmente a la asignación de recursos humanos y materiales (objetuales),  la redistribución del producto social y el consumo personal, y al papel de los diferentes sujetos del proceso social, con especial énfasis en los colectivos laborales y los territorios, entre otros aspectos.  Las relaciones monetario mercantiles no pueden ser ignoradas, pero Cuba no puede copiar experiencias de otros contextos en busca de obtener niveles superiores de salida del sistema de las fuerzas productivas en volumen y eficiencia técnico- económica, identificada con las categorías de “rentabilidad”, “competitividad”, “rendimiento del capital humano”, etc.

2.- Hoy tiene lugar un complejo y contradictorio proceso de  re-configuración de los actores sociales atendiendo a las múltiples formas en que se modela objetivamente el sistema productivo cubano desde el mismo proceso de distribución de los factores y los resultados de la producción, cuyas consecuencias es necesario valorar con rigor, para implementar la adecuada conducción de los cambios, que tiene que estar ajena a todo tipo de voluntarismos y espontaneísmos. Resulta decisiva la incidencia de lo que concierne a las fuentes de sustentación del consumo individual, y su perspectiva ampliación: diversidad de fuentes de ingreso, con peso importante de las vinculadas a procesos de apropiación de naturaleza individualista.

3.- Se plantea el necesario perfeccionamiento del Estado como organización del “poder público” y como institución política específica (el Sistema del Poder Popular), fundamentalmente en lo concerniente a las vías y modos de participación. Una participación que ante todo integre la proyección del individuo como productor y consumidor.

No se trata de trasladar o adaptar modelos ni propuestas de participación “representativa”, o cogestionaria, surgidas en el último medio siglo en las sociedades capitalistas desarrolladas como parte de la democracia laboral y democracia representativa liberal. Se trata de perfeccionar el involucramiento desde los colectivos laborales y los territorios, que promueva y consolide relaciones de cooperación y complementación entre los individuos, los grupos y las diferentes  formas y niveles de organización social entre sí, especialmente las institucionalizadas. Esto es determinante para lograr el desarrollo de la planificación social como proceso, instrumento regulatorio, determinante dinámico de las nuevas relaciones sociales que definen de hecho  a la construcción socialista como proceso emancipatorio desde los individuos, los colectivos laborales, y las diferentes comunidades institucionalizadas (municipios y provincias) y no institucionalizadas (barrios, poblados,…etc.).

4.- Los cambios cualitativos necesarios en las relaciones de propiedad deben pasar por la relación entre la sociedad y el individuo refractados en la subjetividad como elemento activo en el sistema de la propiedad. Se impone consolidar el elemento estratégicamente determinante de la socialidad socialista, que se construye y a la vez actúa sobre la relación sociedad-individuo,  a través de  la identificación e instrumentación de un nuevo modo de actividad práctica en relación con las nuevas formas  en que transcurren las relaciones de propiedad desde sus fundamentos en el proceso del trabajo y la dirección de los procesos y el papel decisivo del individuo en la conducción de los procesos sociales: la nueva   subjetividad.

¿Qué debemos lograr y sobre qué actuar esencialmente?

Se trata de lograr un proceso de producción que desde la distribución de los recursos y los resultados, garantice un modo de apropiación de las condiciones y  los resultados productivos, capaz de asegurar la reproducción ampliada sostenible de nuestro sistema social,  consolidando a un nivel adecuado la satisfacción de las necesidades e intereses de la sociedad en su conjunto, como conciliación progresiva acorde a las condiciones de cada momento, de los intereses de los diversos portadores del proceso social, desde los individuos, los intereses locales y de los colectivos laborales. Todos ellos en su doble condición de productores- consumidores diferenciados, en la reproducción socialista como expresión de un proceso inacabado.

Es imprescindible propiciar en lo interno el avance en la consolidación del sistema de las fuerzas productivas, sobre la base de una posición cualitativamente superior de productor-dueño colectivo socialista,  (que supere el status alcanzado antes de la crisis del Periodo Especial caracterizado por un “beneficiario colectivo” de los medios de producción, - “beneficiario colectivo” posible en esencia porque se disponía de más recursos para la distribución desde un centro, con una situación respecto al  co-dueño de los medios en la que era un Estado como dueño en esencia, a tales efectos colocado objetivamente aparte del individuo, “la Revolución” en diversas hipóstasis, que “daba” y “garantizaba” uniforme y homogéneamente para todo el “pueblo”) y revierta la tendencia generada en los últimos años, al surgimiento de un beneficiario individualizado individualistamente, que nada tiene que ver con la necesaria individuación objetiva dentro del proceso de apropiación reproductiva social[ii].

Se trata de consolidar  un trabajador que no vea anulados los intereses individuales, sino sea actor efectivo de su conciliación con los intereses del colectivo laboral, el territorio, y la sociedad como un todo, con lo que tendrá una motivación por el trabajo mayor y superior cualitativamente; superior a lo que se logra con el acento en los incentivos económicos revitalizados en los últimos años[iii], que siempre serán insuficientes en el orden práctico en las actuales condiciones, y estratégicamente insuficientes en el sentido social como factores de trascendencia de la cualidad esencial expresión de la propiedad privada excluyente consustancial a la reproducción del capital: la condición de asalariado.

Solo sobre la base de una relación propiedad social- propiedad individual, que ordene  histórico concretamente y de manera consiente el lugar de los productores dentro del proceso reproductivo en función de la conciliación de los intereses dentro del sistema social (desde el individuo hasta la totalidad del organismo social, mediada en sus diferentes niveles), lo cual implica reajustar funciones inherentes hoy al Estado como sujeto de propiedad, permitirá alcanzar el sujeto necesario, cuyos resultados se expresarían ante todo en el despliegue socialista de las reservas de eficiencia presentes en la principal fortaleza de nuestro sistema de las fuerzas productivas: la componente humana.

Hoy día distintos estudios, desde varias disciplinas, identifican problemas como la desmotivación, desinterés y apatía de los trabajadores en los colectivos, como parte del  gran problema que se arrastra desde hace tres décadas, del bajo aprovechamiento de las capacidades instaladas y de los recursos disponibles, que se verificaba ya en la década del 80 del siglo pasado, momento de grandes inversiones en la economía, sobre todo en la industria y la agricultura. Esto se refleja en la eficiencia, la productividad y la vida de las organizaciones, independientemente de otras relaciones externas que inciden en la empresa. 

En buena medida, esto se debe a la organización burocrática adoptada por décadas, que acopla y potencia a su vez las jerarquías verticales, y supone un control centralizado de todo, que ha llegado a extremos, creando prácticas de más y más control, pero fuera del productor- consumidor, todo lo cual está directamente relacionado, e incide negativamente en la responsabilidad individual, y en el hecho que la realización y las expectativas personales, los debe  ajustar cada vez más a la baja, creando situaciones de frustración, y a nivel social de desinterés.

No basta retomar los debates históricos, no resueltos, ante todo precisamente por lo estrecho y limitado de la concepción y visión de la propiedad social del pasado. Y, más aún, es preciso interrumpir la regularidad negativa identificada, de plantearnos rectificación de problemas viejos no resueltos, condicionada en buena medida por la falta de enfoques rigurosos, conceptuales y de la necesaria práctica sistémica.

La propiedad social socialista  puede y debe asumir diferentes formas económicas y expresiones jurídicas,  en virtud de las particularidades de los diferentes  espacios de realización de la actividad laboral, de los objetos de apropiación, de las diferentes expresiones del proceso del trabajo, como núcleo del proceso de producción, fundamento material del sistema de la propiedad. En su articulación debe intervenir  de modo decisivo el perfeccionamiento de la actividad política, su consolidación como eje de todo el proceso de construcción socialista.

 Desde luego, cada una tiene formas de apropiación propia, desde la “propiedad estatal”, pasando por la “propiedad  cooperativa” y el “arrendamiento” como mecanismo y forma organizativa, pero no forma de propiedad, pero formas “más sociales”, hasta la “propiedad individual” como el trabajador por cuenta propia. Consecuentemente, cada una también tiene especificidades en las relaciones laborales, en la participación en las decisiones, en las responsabilidades que contrae con la sociedad y el Estado, y en la gestión de los recursos a su disposición; por lo que la apertura y multiplicidad de formas, obligaría a la visión y análisis de conjunto diferente, pero de manera integral, de todas y cada una de las medidas, disposiciones, normativas, ya que los efectos y consecuencias en una de ellas, como parte de la totalidad, tendría repercusiones en las demás.

Las diferentes formas se pueden articular conscientemente desde el Estado como organización del “poder público”. Hablamos del Sistema del Poder Popular, el Partido Comunista de Cuba y la Central de Trabajadores de Cuba y los Sindicatos en primer orden. Es preciso su perfeccionamiento, que implica el de cada una de las instituciones y los vínculos entre ellas, proceso en el cual el Derecho tiene que recibir especial atención incluso en su propia concepción. Todo esto en correspondencia con nuestras posibilidades actuales tiene que ser dirigido a fortalecer el desarrollo de un sistema más coherente de auto-dirección social, de compromiso y responsabilidad colectiva, especialmente en la actividad productiva.

Hoy día, las contradicciones de la propiedad como sistema, reflejan un status de la unidad propiedad social – propiedad individual en el cual se necesita, para consolidar su nueva naturaleza socialista,  otorgar un mucho mayor peso al sujeto individual y los diferentes sujetos colectivos, con  los colectivos laborales en sus diferentes formas económicas, -sea este de una entidad estatal,  cooperativa u otra,- y las comunidades locales,  en tanto sujetos directos del consumo, articulados cada vez más desde el momento de la producción.

Todos estos elementos dentro del sistema de la propiedad, se materializan como sujetos a través de la relación propiedad social- propiedad individual, en el conjunto de relaciones sociales de la producción.

 

El principal sujeto de las relaciones de propiedad y de apropiación, en las diversas formas económicas que puede adoptar la propiedad social como resultado y también como premisa de la “verdadera propiedad individual”/Marx/, debe ser el colectivo laboral, no como célula aislada, sino en su articulación sistémica conscientemente dirigida dentro del proceso de socialización (sectores, ramas, territorios, y espacios de reproducción social en general, con su expresión institucional correspondiente). Esta concepción está enturbiada por deformaciones objetivas en su implementación  y por unas prácticas burocráticas y propuestas burocratizadas a lo largo del siglo XX,  que han llegado a nuestros días, abarcando el espacio que corresponde al  Estado de nuevo tipo y  a la propia concepción del plan, esencia de la sociedad en transformación, condicionando relaciones sociales que se alejan del necesario contenido emancipador de la socialización. La asociación de trabajadores, productores- consumidores portadores de una nueva organización y dirección social, esencia de la socialización del proceso de trabajo que debe marcar la transformación comunista, es la principal defensa  contra la burocracia institucionalizada, sujeto principal del burocratismo, fatal para una verdadera revolución.

El individuo visto como productor- gestor-consumidor, no es independiente de las formas de propiedad, como muchas veces se presenta conceptualmente; articular estos momentos conscientemente en una unidad con una nueva naturaleza es el reto determinante de la transformación socialista. 

Esto es válido sobre todo para el perfeccionamiento de la forma estatal, la empresa estatal, en la que se reproduce una y otra vez una estructura jerárquica, propia del sistema a trascender, metamorfoseada ahora con el hecho que el Estado ha fungido como sujeto único de propiedad con todas sus funciones inherentes, y como sujeto de distribución y apropiación  sin transferir funciones a los colectivos laborales, o en algún momento funciones mínimas, sin otras formas y mecanismos que tengan en cuenta suficientemente los intereses colectivos e individuales, del individuo personalizado como miembro integrante de la sociedad, más allá de los fijados centralmente por la institución del Estado. 

De significativa importancia en la articulación socialista de las diversas formas es el peso que debería tener el Proceso de Perfeccionamiento Empresarial, - hoy Sistema de Dirección y Gestión Empresarial Estatal- , implementándolo como sistema complejo, proceso económico- político, sobre todo de desarrollo y consolidación de un nuevo modelo de dirección económica de la empresa estatal socialista, necesariamente vinculado a un funcionamiento diferente del Estado como sujeto económico, y de la política como articuladora del proceso social. Aun cuando el objetivo prioritario del Proceso de Perfeccionamiento Empresarial fuera el económico, de ninguna manera se puede quedar solamente en esto, desconociendo la necesidad de cambios culturales y de comportamiento interno y externo empresarial.

Las interpretaciones y prácticas efectivas en torno a la propiedad estatal han llevado que el estado actual de la contradicción propiedad estatal-propiedad social se expresa en el conflicto de la  contracción del desarrollo de las fuerzas productivas, a pesar de contar con una alta tasa del mal llamado “capital humano”.

La propiedad en la construcción socialista debe “re- producir” la unidad directa productor-propietario a un nuevo nivel, y en consecuencia la identidad propiedad-trabajo-apropiación, más allá de lo material. Pero esta identificación no se ha logrado, paradójicamente vinculada a que, aun cuando el Estado ha dedicado el excedente económico a los grandes objetivos sociales, se hiperbolizó lo social, y se olvidó de que lo social sólo existe mediante lo individual.

Al mismo tiempo, hay que tener muy en cuenta que para Cuba el papel de los vínculos económicos con el exterior, sobre el funcionamiento y desarrollo del sistema social como un todo, se ha mostrado con distintos matices y signos en las diferentes etapas del proceso revolucionario cubano hasta hoy, mediado en todo momento por los elementos de enlace entre las esferas económica y política de la sociedad, a la vez que influyendo decisivamente en su conformación. Cuba se adentra en el siglo XXI con un sistema de relaciones sociales en un profundo proceso de transformaciones, determinadas por una base económica que muestra significativos cambios. Nos encontramos ante un sistema que se está estructurando a partir del que existía a fines de la década de los ochenta, mediante acciones orientadas de modo consciente a la introducción de nuevas figuras, dirigidas al perfeccionamiento de dicho sistema, que se entrecruzan con las tensiones derivadas del contexto internacional en que se desenvuelve el proceso cubano desde inicios de los años 90s´, marcadas por el objetivo proceso de globalización que transcurre con una orientación neoliberal que es imposible ignorar, la desaparición de vínculos internacionales anteriores y el surgimimento de otros nuevos, de influencias incluso en  los  conceptos en uso y la elaboración de propuestas prácticas sobre todo en la esfera económica. Insertarnos en ese complejo escenario, incluso potencial generador a lo interno de tendencias regresivas opuestas al sentido de desarrollo socialista, fortaleciendo el sentido emancipador, de reapropiación por el individuo socializado de su propia vida en el desarrollo interno de nuestra sociedad, es el complejo reto que marca en la actualidad los destinos de la transformación socialista cubana.

 



[i] "La crítica no es opción, es necesidad", María Julia Mayoral, Granma, 3 de noviembre de 1999.

[ii] Este segundo aspecto es muy importante, derivado esencialmente de los cambios ocurridos en nuestra sociedad durante la crisis del Periodo Especial. Ya en el Proceso de Rectificación de Errores y Tendencias Negativas se planteaba por la dirección política de la sociedad, la centralidad del problema de la eficiencia y eficacia de nuestro aparato productivo, traducida en necesidad lograr los adecuados niveles de aprovechamiento de las capacidades humanas desarrolladas en el propio proceso revolucionario (eliminar plantillas infladas, “subempleo”), de las capacidades materiales instaladas- que a la altura del ano 2006, después de años de crisis, han resultado incluso descapitalizadas, y se requiere un intenso esfuerzo inversionista- , productividad social, ahorro de recursos de todo tipo, control,…etc. Y durante ese proceso se desarrollaron importantes ideas encaminadas en este sentido, muy cuidadosamente analizadas en sus contenidos político, social, ideológico (revitalización de microbrigadas, los contingentes, el estudio como opción laboral, etc.). El desencadenamiento de la crisis de Periodo Especial, la necesidad de resistir como expresión histórico concreta de nuestro proceso de construcción socialista, introdujo elementos en la actividad productiva, en la esfera económica en general, que tal vez en otras circunstancias, de llevarse a cabo su introducción hubiera ocurrido de un modo diferente: apertura al turismo, ampliación del Trabajo Por Cuenta Propia, la libre circulación del dólar- en sus inicios, establecida finalmente como una economía dual, con su mercado de consumo segmentado, y desigualdades sociales -, la ampliación a la inversión extranjera, creación de la UBPC, etc. Ya en fase de recuperación, vinculado a nuevas relaciones internacionales con Venezuela y posteriormente países del ALBA, y otros, se introducen formas de colaboración internacional que matizan las formas tradicionales con la presencia de incentivos económicos importantes. Todo esto y más,- entre otros elementos, el mantenimiento de las dificultades para transformaciones de sustrato de las fuerzas productivas importantes, asociadas sobre todo a posibilidades de inversiones en nuestra planta productiva- conforma un escenario real en el cual la búsqueda de consolidación del sistema de las fuerzas productivas, identificada ya desde antes en el necesario perfeccionamiento del papel del individuo productor, se enfrenta a un productor que no es en modo alguno el de la segunda mitad de los ochenta: ya sus intereses individuales han evolucionado muy marcados por los cambios económicos ocurridos y por los procesos políticos transcurridos, en el contexto de transformaciones en general de los últimos años, con su insoslayable repercusión ideológico- espiritual. Esto marca apreciablemente todos los potenciales cambios a introducir en la propiedad como sistema, porque de hecho ya se han producido cambios importantes en dicho sistema, a través de sus portadores: el individuo productor- consumidor, en el que han surgido o “resurgido”, pero en todo caso han  acentuado su presencia efectiva, rasgos desocializadores importantes: el productor como “beneficiario individualizado individualistamente” ; y obliga, como nunca antes, a evaluar los pasos, las medidas a tomar, en toda su complejidad, sin desechar experiencias de épocas anteriores ni aventurarse en cambios “novedosos audaces” sin la debida preparación del sistema.

[iii] Pese a reiteradas críticas del Comandante en Jefe, en particular  durante el Proceso de Rectificación de errores y tendencias negativas de 1986. Ver: “Proceso de Rectificación y salida del Periodo Especial: dos fases en la misma batalla de ideas.

Una visión a través del prisma de la relación dirigente- dirigidos en los discursos de Fidel Castro”, libro en formato electrónico, Instituto de Filosofía. 


1 comentario:

  1. Sería interesante e importante que el autor de este trabajo y coautor del libro publicado hace 9 años, hiciera una actualización del tema tratado muy técnicamente, diría como “jugando con la cadena sin tocar al mono”. Hace seis días el Consejo de Estado aprobó el desarrollo formal de las Mipymes, que son las formas de organización predominantes en todos los países capitalistas desde los más desarrollados hasta los más atrasados, es decir son característicos del modo Capitalista de producción con una participación dominante en su contribución al PIB y a las fuentes de empleo, siguiendo, con un retraso de más de 30 años a China y a Vietnam, donde no solo se han desarrollado vertiginosamente las Mipymes, sino también las grandes empresas privadas con capitales externos e internos, superando a las empresas estatales y a las verdaderamente socialistas, y donde, al menos en el caso de China, han aparecido más millonarios que en Estados Unidos. Con la aprobación del desarrollo de las Mipymes, que ya existían con el falso nombre de cuentapropismo, ahora con su nombre verdadero y seguramente con mayores posibilidades de gestión, desaparece la posibilidad, muy remota, de que en un futuro pudiéramos desarrollar el verdadero Socialismo. Está asegurada, por esa vía, el desarrollo capitalista del país, lo que regenerará la poderosa clase media cubana liquidada totalmente en 1968, después que las dos leyes de Reforma agraria habían eliminado a los grandes terratenientes y a los campesinos de clase media, que también resurgen ahora como usufructuarios de hasta 10 caballerías de tierra, 134,2 Ha. para lo cual necesitan emplear entre 10 y 20 obreros agrícolas.

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