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miércoles, 11 de agosto de 2021

LA DEMOCRACIA ES UN BIEN COMÚN

Por Jorge Gómez Barata

La democracia es un elemento de la cultura universal que se realiza a escala nacional. Una invención humana tan buena como el amor y la fe, sin las cuales la humanidad no pudiera existir. Aunque no lo necesita, la democracia puede llevar apellidos; puede ser liberal o socialista.

En occidente las sociedades más avanzadas son democracias y ningún país ha logrado un desarrollo pleno sin avanzar en la democratización.

Democracia es la principal categoría política de la era moderna y asociada al estado/nación que constituye la principal noción geopolítica, forman el más importante hallazgo político de todos los tiempos. Tal vez sus formas no sean eternas ni inmutables pero su caducidad no está a la vista.

La democracia es ante todo una línea de pensamiento y en la práctica un ambiente que se realiza de modo diverso y desigual. Su plasticidad le permite adaptarse a todos los momentos y a todas las formas de gobierno, con excepción de las tiranías. Democráticas son las repúblicas, las monarquías y las revoluciones, los sistemas parlamentarios y los presidencialistas, incluso las teocracias. Irán e Israel son democracias, aunque se definan a sí mismos como estados musulmanes y judíos. A su manera el Vaticano (que no gobierna sobre ninguna población) es una democracia. Al menos el papa es electo.

En Europa y las Américas, como también en algunos países avanzados de otras latitudes, los estados y gobiernos, así como el funcionamiento institucional y social, la legalidad y el ejercicio de los derechos civiles y humanos y todas las cuestiones de interés públicos, se rigen por las constituciones, leyes escritas que quienes han de obedecer no pueden alterar ni cambiar. No obstante, en las Américas, solo dos países tienen constituciones que han sobrevivido más de 100 años. Estados Unidos con 232 años y México con 104.

La democracia comienza por la soberanía popular. El pueblo y no el rey ni el presidente es el soberano. Los mandatarios no lo son porque mandan, sino porque son depositarios de un mandato que el pueblo le ha otorgado y han de obedecer. Los gobernantes, sólo son legítimos cuando son electos. Particularidades aparte, en occidente la casi totalidad de los dignatarios son resultado de elecciones. Las elecciones aseguran la legitimidad de los gobiernos, no su eficiencia ni su probidad.

Especificidades aparte, la democracia se realiza mediante el funcionamiento de las instituciones, lo cual admite el liderazgo, pero excluye los gobiernos unipersonales. La reina de Inglaterra y el rey de España son las principales figuras políticas de sus países, pero ninguno gobierna. La lógica es deliciosa: reinan, pero no mandan. Allí donde las instituciones funcionan deficientemente, es deficiente la
democracia.

La democracia requiere la separación de los poderes, no solo del legislativo, ejecutivo y judicial que son los principales, sino también del estamento militar y las finanzas. En los países occidentales, el presidente electo, usualmente un civil, es el comandante en jefe de las fuerzas armadas. La lógica no puede ser más sencilla: quienes manejan las armas no tienen atribuciones legales para decidir su utilización. Los militares realizan las guerras, pero no pueden declararlas y no participan de la vida política. Su lugar son los cuarteles, no los parlamentos ni los partidos políticos. Debido al laicismo del estado, lo mismo ocurre con los curas.

En materia económica y financiera, también funciona la separación de los poderes con la lógica de alejar al gobierno del dinero, usualmente los bancos centrales, encargados de administrar las finanzas y salvaguardar las reservas del país y de “crear” el dinero (que es más que acuñar o imprimir) son entidades públicas independientes. Los gobiernos y otras dependencias sólo disponen del dinero que en forma de presupuestos le asignan los parlamentos. Hay países donde el presidente no puede disponer de un solo peso o dólar sin una ley del parlamento que se lo asigne.

Ninguna democracia es perfecta, pero todas son perfectibles. Su función es asegurar el funcionamiento regular, abierto y transparente de las instituciones las cuales, de modo concreto, sistemático, ordenado y transparente se representan los intereses populares, es decir de todas las clases y capas de la sociedad.

La democracia es tan abierta y perfecta que incluye el derecho a la protesta y, en casos extremos a la rebelión que convierte a la revolución en fuente de derecho. De modo general cuando los pueblos acuden a la protesta pública y a la violencia callejera es porque las instituciones han fallado, lo cual obliga a la rectificación. El poder es más legítimo cuando en obra y espíritu, es poder del pueblo. La democracia es un bien común porque nos cobija, nos sirve y nos protege a todos. Allá nos vemos.

10/08/2021
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Publicado por el diario ¡Por esto! Al reproducirlo indicar la fuente

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