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viernes, 17 de septiembre de 2021

Viacrucis de la bodega

El proceso de reordenamiento de las unidades destinadas a la venta de la canasta normada a la población comenzó hace más de una década, pero ha sido lento en la capital. El programa de recuperación choca con el deterioro acumulado por la falta de mantenimientos y la limitación de recursos. De recorrido por seis municipios, BOHEMIA apreció maltratos al consumidor y arbitrariedades administrativas. La calidad del servicio sigue en la punta de la piragua


Por DELIA REYES GARCÍA

Fotos: YASSET LLERENA ALFONSO

La bodega 309, cita en 9na y 46, del capitalino municipio de Playa, luce intachable a pocos meses de su reparación. En anaqueles originales están colocadas las muestras de los productos que se venden a los consumidores por la canasta normada. El almacén es una joya de organización. La nueva nevera conserva la temperatura del yogurt para los niños. El establecimiento ya tiene un pantry, servicio sanitario y vertedero. Un cartel a la entrada indica el horario de apertura y cierre.

Para la joven Judith Cuartas Arencibia, administradora de esa unidad, “no solo cambió la imagen del inmueble, ahora prestamos un servicio a la población con más calidad”. También allí los interesados pueden pagar de manera electrónica a través de la plataforma digital EnZona, con el empleo del código QR.

Como parte del reordenamiento del comercio minorista, en el territorio trabajan en la reparación de otras seis unidades, y con vistas al año 2030, el objetivo es arreglarlas todas, explica Sandra Delgado Lemus, directora de la Unidad Empresarial de Base (UEB) de Comercio en el municipio de Playa.



A juicio de Teresa Mora Marichal en el perfeccionamiento del comercio minorista lo más importante es cambiar la mentalidad para la prestación del servicio.

En sentido general, La Habana cuenta con 1 700 bodegas, 1 307 carnicerías y 854 puntos de leche. Según Teresa Mora Marichal, directora de Organización y Sistemas, del Grupo Empresarial de Comercio en la provincia, existe un programa de recuperación que se controla semanalmente por el gobierno territorial.

“Para el actual año teníamos previsto reparar unas 500 bodegas y carnicerías. Estamos luchando por avanzar y cumplir esa meta. En el caso de los puntos de leche no es una línea que perduren esas unidades, ya no se justifican porque no se vende leche fluida desde hace muchos años”, sostiene la directiva.

El reordenamiento del comercio minorista comenzó en 2012 con la fusión de unidades, de acuerdo con el estado constructivo y la densidad poblacional. En diciembre de 2019, el Consejo de Ministros aprobó un paquete de medidas para seguir perfeccionando esos servicios a la población.

“Ha existido lentitud en este proceso. Nosotros no comenzamos a la par del resto de las provincias, sino mucho después. En el caso de las unidades que ofertan la canasta familiar normada, el talón de Aquiles ha estado en la obtención de las licencias sanitarias. Para eso se requiere de una serie de requisitos que transitan en buena medida por reparaciones y equipamiento. Estamos enfrascados justo en eso, mas hoy los recursos son limitados”, reconoce Mora Marichal.

A raíz de ese perfeccionamiento, amplía, en el municipio de La Habana Vieja realizarán un pilotaje con la creación de la nueva empresa municipal de comercio, que tendrá una estructura pequeña y flexible, compuesta por varias UEB, y dotada de autonomía en la gestión económica. Esa experiencia después se extenderá al resto de los territorios de la capital.

Aunque el horizonte del reordenamiento de la red de unidades sea elevar la calidad del servicio, todavía queda un largo trecho por andar. Así lo pudo constatar BOHEMIA, de recorrido por varios municipios de la capital.

¿Caso cerrado?




En la imagen es evidente el pésimo estado constructivo de La Popular, en 57 y 130, municipio de Marianao.

Corren los primeros días de julio. La bodega de 57 y 130, en el municipio de Marianao, está cerrada. Los vecinos están desesperados, llevan tres días haciendo cola para comprar los mandados. La cercanía de la tormenta tropical Elsa tiene a todos en vilo.

“Nos han dicho que el administrador cogió la covid y por eso no podían abrir. Debían haber puesto a otra persona, como hicieron hoy. Además, aquí estamos comprando los consumidores de la bodega de 57 y 136, cerrada por una fosa que nunca arreglaron. Nos tienen pasando trabajo. Mire cuántos viejitos hay en la cola. Estamos marcando desde la noche anterior.”, dice Milagros Delgado Santana.

“También soy de 57 y 136. ¿Hasta cuándo va a ser esto? ¿Por qué no abren aquella bodega? Es un abuso lo que nos están haciendo”, subraya Tatiana Aguilera Cuesta.

¿Por qué estuvo cerrado tres días el establecimiento?, Daniel Fernández Fonseca, administrador sustituto, encoge los hombros: “esa explicación no me corresponde. De la UEB de Comercio del municipio me mandaron para aplacar el problema”. Por si fuera poco, el suplente desconocía la cantidad de consumidores de la unidad.

En la UEB de Comercio de Marianao, su directora, Loaiza Patterson Romero, argumenta: “el administrador dio positivo a la covid. Eso fue hace tres días. Ayer fumigó Salud Pública y debe esperarse 24 horas. Hoy tempranito por la mañana estaban haciendo allí el inventario de entrega, y luego comenzaron a despachar”.

Sobre la fusión de las bodegas, y la situación con la de 57 y 136, Loaiza expone: “tenemos bodegas unificadas porque algunas estaban en mal estado constructivo y se fusionaron. Ahora, de esa en 57 y 136 no le puedo decir. Llevo solo un mes en este puesto de trabajo”.


Los consumidores cuestionan la decisión de cerrar la bodega de 57 y 136, en mejores condiciones constructivas.

Lo paradójico del asunto es que la bodega de 57 y 130, a simple vista, es una construcción vieja, con derrumbe en el techo del portal y las paredes humedecidas por las filtraciones. Mientras, la de 57 y 136, ubicada en los bajos de un edificio multifamiliar, parece tener la salud de hierro.

Maltratada por el paso del tiempo, y la falta de mantenimiento, también está la unidad 151305, en la calle Rita, esquina Piedra, del Reparto Juanelo, municipio de San Miguel del Padrón. Ya las paredes han enmohecido por las constantes filtraciones del techo.

Según explica Gilberto Galván Mojena, su administrador, allí se unificaron dos bodegas y cinco puntos de leche, y compran 1 453 consumidores. “El yogurt de los niños tengo que despacharlo en el día porque las bolsas se inflan por el calor y no tenemos equipo de refrigeración para conservarlo.

“Lo otro es la guerra contra las cucarachas. Cuando comencé a administrar el establecimiento, hace dos años, la plaga era tremenda en el azúcar, en el arroz. Estaban en todas partes. Luego hice un contrato con Labiofam y hemos controlado eso. No obstante, la unidad necesita una buena reparación, porque la humedad provoca la proliferación de esos insectos”, asegura.

Para María del Rosario Curbelo Reyes, cliente del lugar, “es inconcebible que pasen estas cosas. Además, como aquí juntaron tantas unidades siempre hay una molotera de gente para comprar. Ayer entraron los cigarros y, como ve, aquí no escampa”.

A juicio de la directora de Organización y Sistemas del Grupo Empresarial de Comercio de La Habana “estos ejemplos son verdaderamente lamentables y no tienen nada que ver con el perfeccionamiento del comercio interior. No se trata de ninguna manera de molestar a los consumidores y muchísimo menos en estos tiempos. Para el reordenamiento y fusión de unidades se creó en cada empresa una comisión porque desde aquí arriba no se indicó quitar esta bodega o poner aquella. El trabajo se hizo en los municipios de conjunto con los gobiernos. Es cierto que tampoco tenemos todos los recursos para ponerle a las bodegas que están hoy en franco deterioro”.

Un “libretazo”


Los vecinos del mercado La Copa, en 19 y 12, municipio de Plaza de la Revolución, consideraron arbitraria la decisión de mudarlos para 15 y 10.

Desde que cerraron hace más de tres meses el mercado La Copa de 19 y 12, en el municipio de Plaza de la Revolución, los vecinos no han tenido sosiego; así lo reconoce Roberto Navarro Larcada, quien fuera durante dos mandatos delegado de circunscripción.

“En medio del peor pico pandémico y con la escasez de materiales de la construcción que sabemos existe en el país, nos pasaron para el que está en 15 y 10 porque supuestamente iban a arreglar La Copa, fundamentalmente el exterior del inmueble, que presenta daños severos en la cristalería. Ese cuento no se lo creyó nadie”, subraya Roberto.

Al mes de estar cerrado el establecimiento, la octogenaria Myrna Ernestina Cueria Morell escribió a la Oficina de Atención a la Población del Consejo de Ministros (CM) planteando la queja: “porque muchos de los consumidores ya peinan abundantes canas y es trabajoso, pero sobre todo muy riesgoso, por los tumultos que se forman en 15 y 10. Además, para los arreglos en La Copa no habían descargado ni una sola puntilla”.

Su carta al CM la respondieron al mes siguiente, con la indicación de que su planteamiento había sido trasladado al Gobierno del Poder Popular de La Habana. Hasta la fecha –de cerrar este reportaje– no ha recibido respuesta alguna de dicho órgano.

A principios de agosto el cuartico seguía igualito. Los vecinos comenzaron a desconfiar de si el mercado lo cogerían para otros propósitos ocultos. Roberto recuerda que ya le habían quitado varios pedazos, el almacén, por ejemplo, que estaba en un lateral, fue entregado como vivienda. Y el lugar donde estaba el punto de leche lo cedieron para ejercer el trabajo por cuenta propia.

En busca de explicaciones esta reportera baja la loma hasta el supermercado de 15 y 10. Según Daisi González Valdivia, administradora de La Copa desde hace cuatro meses: “el cierre es temporal y sí se va a reparar el inmueble. La brigada que va a trabajar aquí entra ya en los próximos días, cuando termine la otra obra, que está en fase de pintura”.


Uno de los puntos críticos en el reordenamiento de la red es la refrigeración.

Pocos minutos después de conversar con la administradora, Carlos Alberto Pérez Capote, el carnicero de La Copa, ofrece su punto de vista: “llevo 15 años trabajando aquí y pienso que esta decisión de pasar a los consumidores para 15 y 10 fue un ‘libretazo’. Aquí las condiciones de trabajo son pésimas, no hay refrigeración para conservar el pollo de la población, ni las 133 dietas médicas de los niños con enfermedades crónicas que brindamos para todo el municipio. El supermercado no tiene agua potable, el techo se filtra cuando llueve y el servicio sanitario está clausurado.

“Creo que esta fusión de los mercados no debía realizarse en esta situación de pandemia porque eso implica más aglomeración de personas y peligros para la salud. Además, si de verdad se van a reparar los cristales de La Copa, eso podía haberse cambiado con nosotros dentro, sin afectar el servicio”. El diálogo con Carlos Alberto y Daisi lo tuvimos el 6 de agosto.

A finales de ese mes, después de casi 90 días subiendo y bajando la loma, los vecinos se percatan de que hay un movimiento inusual en 19 y 12. Sin embargo, no se trata de la entrada de los materiales para construir, sino de que comenzaron a regresar los dos mostradores que sacaron y los camiones a descargar allí el aceite, el azúcar y el arroz del mes entrante. Myrna y Roberto se quedan pasmados cuando Carlos Alberto les comenta lo que escuchó decir: ya no realizarán los arreglos en La Copa porque la obra no tiene presupuesto asignado.


A la unidad 151305, en la calle Rita, esquina Piedra, del Reparto Juanelo, municipio de San Miguel del Padrón, le urge una reparación capital.

“¿Se verán horrores? Con este zafarrancho y desorden solo se aviva la insatisfacción de la población y queda muy mal parada la credibilidad en los funcionarios municipales de Comercio”, valora Myrna.

Un ejemplo de que pueden realizarse reparaciones, incluso de mayor complejidad, sin afectar las ventas, lo vimos en el municipio de Playa, en la bodega de 21 y 54. “La actividad constructiva la comenzaron los trabajadores por cuenta propia contratados por la UEB de Comercio. Ellos instalaron una nueva acometida de agua, construyen los paños del almacén, el servicio sanitario, un pequeño pantry, el vertedero y cambiarán el piso de la unidad. Iniciaron las reparaciones el 7 de junio y, aunque tuvieron unos días de atraso por falta de cemento, ya recuperaron el tiempo perdido y para finales de septiembre deben terminar los arreglos”, asegura el octogenario Luis Cruz Águila, administrador del establecimiento, donde se atienden a más de 1 000 consumidores.

Puntos críticos

Según Mora Marichal, en La Habana culminó el proceso de reordenamiento de la red que oferta los productos de la canasta familiar normada, reagrupadas en UEB. Esto no excluye que, en algunos municipios, como en Playa, se incorporen nuevos servicios a la población. “Por ejemplo, vamos a construir cuatro bodegas en distintos asentamientos: La Cantera, La Corbata, Sexto Congreso y Buena Vista. Estamos trabajando para eso. La gente piensa que el perfeccionamiento del comercio es quitar unidades. No es así. De lo que se trata es de reordenar la red, los servicios y la administración. Si una bodega está al lado de una carnicería, ahí se pone un solo administrador”, precisa Delgado Lemus.

Aunque el municipio de Playa ha sido beneficiado en un asunto tan importante como son los equipos de refrigeración para algunos establecimientos como La Verbena, Kasalta, El Náutico, todavía es insuficiente, reconoce la directora de la UEB de Comercio. “Solo 30 por ciento de las unidades están refrigeradas, el 70 por ciento restante tiene mala refrigeración. Este es uno de los puntos más críticos”.

Otro asunto neurálgico, agrega, es la licencia sanitaria, pese a que existe un grupo de unidades, más de 100, que ya reúnen las condiciones para obtenerla. “De los 240 establecimientos que dan servicio en el comercio minorista, solamente tres unidades cuentan con licencia sanitaria. Esto es lo más atrasado que tenemos dentro del perfeccionamiento. No depende de nosotros, sino de Salud Pública, que no da abasto por el tema de la pandemia”.


¿Cómo es posible que los establecimientos que venden la canasta familiar normada sigan, en su gran mayoría, sin licencia sanitaria? ¿A dónde va a parar la protección al consumidor?

De cuando el Cerro perdió la llave

Los primeros días de julio también fueron angustiosos para los vecinos del Cerro. “Un grupo de bodegas estuvieron cerradas todas las mañanas durante dos semanas. En la tarde, cuando abrían, la aglomeración de la gente para sacar los mandados del mes daba miedo. Esto sucedía en medio de la propagación de las cepas más agresivas de la Covid”, recuerda Gerardo Vázquez Somoza.

Y efectivamente, corrobora Alexei Morales Velazco, administrador del establecimiento que está en Vista Hermosa 608, entre Concepción y Santa Ana: “a principio de julio, todas las mañanas y hasta las cuatro de la tarde, nos mandaron a pasar un curso intensivo para certificarnos. El mismo duró dos semanas”.

La idea de la capacitación es excelente y forma parte del perfeccionamiento de los recursos humanos dentro del comercio minorista. Lo que queda en tela de juicio es el horario y la fecha escogidos para realizarlos. ¿Por qué maltratar de esa manera a la población?

¿Un alivio eventual?


El joven David Sosa Martín aboga por reevaluar el plazo de entrega de las libretas covid.

El holguinero David Sosa Martín llegó a La Habana el año pasado, días antes de que las autoridades anunciaran el primer caso de covid-19. Luego no pudo retornar a su natal terruño en Moa y decidió quedarse trabajando en la capital, primero como cuentapropista y meses después en la Empresa de Construcciones de la Industria Eléctrica.

El también ingeniero químico cuenta que, al cabo del año, decidió traer a sus dos hijas menores y esposa a vivir a la urbe metropolitana. “Ya había conseguido este alquiler donde estamos, en Jesús Peregrino 220, entre Oquendo y Soledad, municipio de Centro Habana. Entonces los mandados se quedaron en Moa y aquí era muy difícil cubrir todos los gastos, de alquiler, alimentación y demás, con un único salario.

“Por eso cuando salió la Resolución 96, que permite obtener una libreta de manera excepcional para recibir los mandados por aquí, no lo pensé dos veces. Me presenté en la Oficoda municipal y de manera muy rápida, el 21 de julio, me entregaron la nueva libreta”.

Aunque David se siente muy satisfecho con esa medida, le preocupa el carácter temporal que tiene. “Después del 31 de diciembre de 2021 qué sucederá, ¿volveremos al punto de inicio?” El joven considera que debería evaluarse lo siguiente: “como mismo aclararon que la libreta no es un documento legal, entonces por qué obligarte a mantener los mandados por el lugar donde residías antes y no en donde estás viviendo en la actualidad.

“Al fin y al cabo, los mandados son un derecho que te otorga el Estado cubano y los recibes en cualquier lugar del país. Esto debería valorarse con mayor profundidad porque las condiciones que tenemos hoy no son las mismas de hace varias décadas atrás. Las personas se mueven de un lugar a otro, incluso por la propia profesión”.

El 19 de julio de este año todas las Oficinas de Registro de Consumidores el país, más conocidas por Oficodas, abrieron sus puertas para recibir el cúmulo de solicitudes de los necesitados de las llamadas Libretas Covid. En el municipio de Centro Habana hasta el 5 de agosto de las 520 solicitudes recibidas, todas fueron aprobadas. “El procedimiento es inmediato. No tenemos a nadie en proceso”, asegura Maite Poza López, directora de la Oficoda CH 13.


Con la reanimación de su imagen, la bodega 306 de Playa, apuesta por un mejor servicio a la población.


El reordenamiento de la red minorista no puede estar de espaldas a la actual situación epidemiológica.


El programa de recuperación de las unidades que ofrecen la canasta familiar normada bracea con la falta de recursos materiales y financieros.

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