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domingo, 17 de octubre de 2021

Libro "El CHE MINISTRO. TESTIMONIO DE UN COLABORADOR " 2ª Edición ( CapituIo X)

  Por Tirso.W.Saenz

CAPÍTULO 10

LA POLÍTICA CON LOS CUADROS DE DIRECCI
ON

 

El Che definía un cuadro de la forma siguiente:

...un cuadro es un individuo que ha alcanzado el suficiente desarrollo político como para poder interpretar las grandes directivas emanadas del poder central, hacerlas suyas y transmitirlas como orientación a la masa, percibiendo además las manifestaciones que ésta haga de sus deseos y motivaciones más íntimas. Es un individuo de disciplina ideológica y administrativa, que conoce y practica el centralismo democrático. Llevar a las masas la línea del partido, la entrega total a la causa, que el hombre es el centro de cualquier sistema, que el Interés social está por encima del individual, que el trabajo debe hacerse como un agradable deber social, que el trabajo voluntario es un motor ideológico, que él tiene que ser ejemplo. Que el cuadro, actuando a través del sistema, no se evalúa por el uso óptimo de los recursos a su alcance, ni por el monto de los beneficios obtenidos por las empresas, sino además por su capacidad para optimizar la gestión económica en función del desarrollo de la educación comunista[1].

Un elemento esencial en esta política eran los métodos de selección del personal para los cargos de dirección. Estaban incluidos en la categoría de dirigentes desde los viceministros, hasta los directores y jefes de sección del Ministerio y de las empresas y fábricas.

En un primer momento, como ya se explicó, muchos de los administradores que tuvieron que situarse al frente de muchas fábricas, eran personas de baja calificación, pero de determinada confianza política. Tampoco había tiempo para hacer una selección muy profunda, cuando de repente, en octubre de 1960, hubo que buscar, prácticamente en una noche, cientos de personas para administrar las fábricas que serían nacionalizadas al día siguiente. Ese proceso de nacionalización implicaba cambios profundos de todo tipo en la dirección de una industria, en medio de situaciones muy adversas. Era necesario que los dirigentes fueran capaces de actuar conforme con la definición que se adoptaba para un cuadro. En aquellos momentos, la confianza política, a esos fines era imprescindible.

Afortunadamente, la mayoría de los administradores seleccionados consiguieron, aunque con muchísimas dificultades, cumplir con su papel en las etapas iniciales. Otros, causaron mayores problemas y tuvieron que ser sustituidos con urgencia.

Por otra parte, el Che comprendía que la confianza política no se basaba exclusivamente en el hecho de haber tenido una participación en el proceso revolucionario, o hacer profesión explícita de fe en la Revolución. A este elemento tenían que unirse elementos esenciales tales como liderazgo, sensibilidad humana, austeridad y modestia, entre otros, sin los cuales, tampoco se podía administrar. El oportunismo, la arrogancia, los métodos de ordeno y mando no tenían cabida, mucho menos, los que trataban de obtener beneficios personales en el cargo.

De esa forma, a un número significativo de técnicos, quienes, sin tener antecedentes revolucionarios, pero que mostraban estos factores humanos, se les entregó responsabilidades de dirección. 

Un aspecto fundamental en la política del Che era la confianza en los cuadros. Sin embargo, él practicaba lo que llamaba “la duda consecuente”. Cuando entregaba una responsabilidad a una persona y le daba su confianza y apoyo, éste tenía que asumir con toda responsabilidad las funciones asignadas y tomar plenamente las decisiones que le correspondieran. Al mismo tiempo, su trabajo era sistemáticamente controlado. Existían métodos de verificación evaluación y control, las actividades se evaluaban periódicamente, la crítica y la autocrítica eran herramientas cotidianas de trabajo.

Este método se aplicaba a todos, desde el Ministro hasta todo el conjunto de dirigentes. En este sentido, la Dirección de Supervisión desempeñaba un papel importante. Uno podía estar seguro de que el informe de un dirigente sobre el cumplimiento de una tarea importante sería verificado inmediatamente por un inspector. El Che no admitía una mentira. El criticaría fuertemente un análisis superficial sobre el cumplimiento de una tarea. Un dirigente podía equivocarse, pero no mucho. Si se equivocaba demasiado, no servía para el cargo. El Che no perdonaba la negligencia, la irresponsabilidad o el engaño.

Los procesos de selección de dirigentes para diferentes cargos tenían diferentes niveles de aprobación. Por ejemplo, el Ministro aprobaba los cargos de Directores y Subdirectores de empresas; los cargos de jefes de Departamentos en las empresas eran aprobados por el Viceministro correspondiente.

Cuando era Viceministro de Industria Básica, el Director de una de las empresas que atendía – un buen dirigente -, desesperado porque necesitaba con urgencia que se ocupara el cargo de Jefe del Departamento de Producción, nombró sin mi autorización a un técnico de la empresa. Esta violación no era permitida. Al enterarme, discutí con él la situación y le informé que, conforme las reglas del Ministerio, él tenía que ser sancionado. El Che, en estos casos era quien aplicaba las sanciones.

Considerando el buen trabajo del Director, pero que había violado una regla básica, el Che determinó que debería ir sancionado por un mes a Guanahacabibes[2].  Al final de su sanción, se reintegraría al cargo de Director con todos sus derechos y deberes. El compañero entendió y aceptó la medida. Nos reunimos con el Consejo de Dirección de la empresa para explicar toda esta cuestión, sus consecuencias y dejando bien claro que se le mantenía la confianza al Director.

En este caso ocurría algo interesante. El técnico seleccionado por el Director realmente reunía los requisitos para el cargo. Por lo tanto, al revisar la propuesta, como era debido, autoricé su nombramiento.

Este episodio muestra como la disciplina administrativa era un elemento esencial en la política de cuadros. En un inicio, el análisis de fallos y errores cometidos por dirigentes del organismo central y por directores de empresas del Ministerio se realizaba por los dirigentes inmediatos superiores y el Che. Más adelante, con el fin de garantizar análisis más justos y objetivos, se creó la Comisión Disciplinaria Administrativa (CODIAD)[3]. Esta Comisión se encargaba de analizar las responsabilidades administrativas de dirigentes del Ministerio y sus empresas, por el incumplimiento injustificado de tareas, de negligencias en la solución de asuntos de importancia, y de hechos e indisciplinas que pugnaban con las normas de conducta y moralidad sustentadas por la Revolución en que incurriera el personal dirigente del MININD.

La Comisión se integraba para cada caso; su presidente era siempre un Viceministro. Era integrada además por dos vocales, que no fueran del área de las personas involucradas; un secretario, un auxiliar de investigación y los directores Jurídico y de Supervisión.

Después de un análisis detallado, en el que se examinaban informes de supervisión, se realizaban entrevistas y se interrogaba a los encartados, en la presencia de los cuales, la Comisión llegaba a conclusiones. Caso de demostrarse la culpabilidad, la Comisión podía imponer sanciones de suspensión de empleo y sueldo - de cinco días a un mes -, la democión a un cargo de inferior categoría, y trabajar hasta un año en Guanahacabibes. La sanción podía apelarse al Ministro o al Viceministro Primero. Este era un proceso que requería muchas horas de análisis, pero resultaba en procedimientos justos y equilibrados.

Yo presidí varias CODIADs. Entre otros, recuerdo el caso de un Director de empresa, al que se le acusaba de una negligencia. Se comprobó que la acusación no resultó cierta y fue absuelto. En otra ocasión, un Director del Ministerio, fue sancionado a un mes de suspensión de salario.

Un caso más dramático fue el del Director de otra empresa del Viceministerio de la Industria Ligera. Se presentaron al Gobierno graves denuncias sobre la calidad de los productos de la empresa, los cuales podían afectar la salud de la población. En el análisis realizado por el Viceministro correspondiente, el Director negó que el problema hubiese sucedido. La explicación fue aceptada e informada al Che.

Sin embargo, las denuncias continuaron y, después de un proceso cuidadoso de análisis y de reuniones a altos niveles de Gobierno, quedó demostrado que las denuncias se basaban en hechos verídicos que el Director no se molestó en verificar. En una reunión con los Directores de empresas, el Che analizó con detalle el caso y destituyó al mencionado Director. El Viceministro recibió una dura crítica por no haber profundizado más en la cuestión, aceptando acríticamente lo que le informó el Director.

Fui testigo de una situación que muestra una faceta del tratamiento del Che con los cuadros.

La secretaria de un instituto, se apasionó por el Director. Parece que ella le contó de su pasión a otras personas, quienes se encargaron de divulgar el asunto. Ahí entraron en acción algunos personajes extremistas que participaban del Consejo de Dirección del centro, quienes comenzaron a vigilarlos. Durante las sesiones del Consejo, ella le enviaba pequeñas notas de amor. El las veía, las rasgaba y las botaba en un cenicero en la mesa. Después de la reunión, estos extremistas, como aves de rapiña, recogían los papelitos rasgados, los pegaban y los guardaban. Un día me pidieron una reunión y me entregaron una cronografía de las veces que ellos vieron salir juntos al Director y a la secretaria, de posadas[4] que fueron - con fechas y horas -, el tiempo que estuvieron juntos, así como las notas reconstruidas y arrugadas que ella le enviaba durante los Consejos. A mí esto me pareció una canallada y una falta de lealtad y compañerismo. Sin embargo, como ya esto se había convertido en un escándalo en el Instituto, decidí informárselo al Che. Con esta situación yo no estaba seguro si era conveniente mantener al Director en el cargo.

El Che montó en cólera con mi relato. Me dijo que de ninguna forma este Director podía ser sustituido por tal motivo. Que ésta no era una cuestión de índole administrativa, moral o política, sino un asunto personal. Señaló que los funcionarios del Instituto no estaban autorizados ni institucional, ni administrativa, ni políticamente a espiar al Director y que, si ellos tenían alguna preocupación con respecto a esta situación, debieron haberla discutido lealmente con él, a tiempo, y advertirlo. También expresó su opinión que el Director debería haber refrenado a su secretaria y no haber permitido que ella escribiera esos papelitos durante el Consejo. Por tanto, yo debía reunirme con todo el Consejo de Dirección, ratificar mi confianza en el Director y repudiar los métodos de persecución utilizados por algunos de ellos, los que no se correspondían con los métodos de la Revolución. En privado, yo tenía que amonestar seriamente al Director por no haber sabido manejar adecuadamente la situación. Además, que trasladara a la Secretaria – quien había sido muy imprudente y provocadora – para otro centro, sin que se le afectara su salario, ni su reputación.

Estas manifestaciones de extremismo en relación con la vida íntima de dirigentes se presentaron, de nuevo. El Che, en una reunión bimestral, indicó claramente que él no se iba a entrometer en la vida privada de ningún dirigente, expresando: “No le voy a cuidar la portañuela a nadie”. Nadie tenía derecho a eso. Si ese dirigente sostenía relaciones extramatrimoniales con alguna funcionaria, eso era una cuestión de esas personas. Ahora bien, si esas relaciones se realizaban dentro del centro de trabajo o, si la otra persona recibía alguna prebenda, aumento de sueldo o favores especiales, entonces sí habría que actuar con toda severidad.

  • Guanahacabibes

En este capítulo me referí a Guanahacabibes en varias oportunidades. ¿Qué era este lugar? En realidad, el lugar se llamaba Uvero Quemado, radicado en la península de Guanahacabibes en el extremo occidental de Cuba. En el Ministerio se conocía con este nombre al campamento que se estableció en aquella área, por instrucciones del Che,  dedicado fundamentalmente a la siembra de eucaliptos.

Dirigentes administrativos o personal en funciones también de tipo administrativo en el Ministerio de Industrias, incluyendo sus empresas y fábricas, que cometían infracciones graves de tipo administrativo eran enviados a Guanahacabibes como sanción. Allí debían dedicarse a un trabajo físico, aunque nada peor que el trabajo que tiene que realizar un obrero forestal. Lo más importante era la sanción moral.

Existía un código por el cual, dependiendo de la gravedad de la infracción, la sanción podía ser desde un mes hasta un año. El Che era quien aprobaba la sanción. Si una persona sancionada no quería ir a Guanahacabibes, no iba, pero no podía continuar trabajando en el ámbito del Ministerio

El personal obrero no estaba incluido en este sistema. Las infracciones cometidas por ellos quedaban sujetas a la aplicación de la legislación laboral vigente. Los delitos tampoco se incluían. Estas recibían el procedimiento legal prescrito por la ley. O sea, si un funcionario, digamos el contador de una fábrica, se detectaba que había robado, como sucedió en el caso de una cervecería, sería enviado a los tribunales para ser procesado judicialmente. Ahora, si un contador violaba la disciplina financiera, las normas de control interno de una empresa, desconociendo o no aplicando procedimientos establecidos, lo que pudiera facilitar acciones delictivas, podía ser sancionado a Guanahacabibes. Recuerdo el caso de una empresa donde varios dirigentes y funcionarios fueron sancionados a Guanahacabibes por haber hecho grandes ajustes contables en los inventarios, sin tener la autorización del Ministerio y sin la previa investigación del caso. Se comprobó que no existió robo, ni siquiera la intención de robar. Sin embargo, este ajuste podría, en otro momento, encubrir una actividad delictiva.

También podían ser sancionados funcionarios con graves actos de mala conducta o de violación de la moral dentro del centro de trabajo. Los becarios en el extranjero, que regresaban a Cuba por no estudiar o por mala conducta, invariablemente eran sancionados a trabajar allá.

Guanahacabibes era una forma de punir transgresiones de tipo administrativo que, de otra forma, no tenían tratamiento alguno de tipo legal. La legislación laboral de aquella época no contemplaba esos tipos de infracciones. El Che estaba enfrascado en una lucha por la exigencia en cuanto a la disciplina administrativa y particularmente la financiera. Era una forma de cuidar de los intereses del Estado y, al mismo tiempo de formar y de cuidar al hombre.

Un ejemplo interesante sobre las sanciones a Guanahacabibes se describe a continuación.

En los inicios de la etapa llamada del “sectarismo”[5], Aníbal Escalante, quien había sido un destacado líder del antiguo Partido Socialista Popular (Comunista) y ocupaba un alto cargo en las Organizaciones Revolucionarias Integradas (ORI), trató de crear una red de poder paralelo al de la Revolución.

El Che, a finales de 1961, en uno de sus recorridos por diferentes provincias, fue a visitar un central azucarero, el cual debería estar en plena producción. Para su sorpresa, encontró al central paralizado sin ningún trabajador en él. Al preguntarle al administrador los motivos de esta paralización, él le respondió que, por una orientación de las ORI del municipio, el central debía parar para que sus trabajadores fueran a la cosecha de frijoles en una zona cerca del central. El Che le preguntó si él había discutido esa paralización con la Empresa Consolidada del Azúcar, a la que el central estaba subordinado administrativamente. El le respondió que no.

Ante esa situación, el Che dio instrucciones para que el Administrador del central y el Secretario Regional de las ORI fueran sancionados a ir a Guanahacabibes, por violar la disciplina del Ministerio.

Al regreso de su viaje, el Che recibió un telefonema de Aníbal la que, más o menos, se desarrolló de la siguiente forma[6]:

-          Che, me enteré que visitaste el central X y sancionaste para ir a Guanahacabibes a su Administrador y al Secretario de las ORI. La sanción del Administrador te corresponde como Ministro, pero no la sanción al de las ORI. Ese es mi territorio.

-         No, Aníbal, te equivocaste, quien entró al territorio del Ministerio fue el Secretario de las ORI. Ahora, si tienes c....., trata de sacarlo de allá.

Se acabó este tipo de incidente con las ORI. El sectarismo penetró poco en el Ministerio de Industrias en aquellos momentos. 

 

  • La atención al personal técnico.

Como parte de la política de cuadros desarrollada en el Ministerio de Industrias, se prestó una cuidadosa atención personal a los técnicos que permanecieron en Cuba. El Che caracterizó la situación de estos profesionales de la siguiente manera:

…para nadie es un secreto que un proceso de la velocidad del cubano, en una serie de capas de la población acostumbrada a niveles de vida bastante elevados y a relaciones de trabajo en comparación muy buenas, con el imperialismo, ha dejado a mucha gente muy por detrás en el desarrollo ideológico, del resto de la población. Ha provocado, inclusive, ausencia del país de muchos técnicos que directamente están con una ideología totalmente deformada por el imperialismo y, en otros casos, por miedo a las consecuencias del proceso de la Revolución Cubana y también porque no se han sabido tratar adecuadamente los casos particulares de la gente que tienen una forma de pensar diferente, a las que hay que prestar interés[7]

Al mismo tiempo, la experiencia de esos primeros años mostraba que, con un adecuado tratamiento político-ideológico, muchos técnicos que se incorporaban al proceso revolucionario, por medio del trabajo, avanzaban en su grado de conciencia política, llamados por un sentimiento elemental de justicia y patriotismo.

Así, el Che entendía que el estímulo moral actuaba de manera importante en los especialistas; que era necesario interesarlos en el trabajo creador, considerando la satisfacción que los individuos sienten cuando sus esfuerzos técnicos dan resultados, cuando sus ideas cobran forma. La puesta en marcha de la planta de níquel de Moa — toda una proeza tecnológica — es un ejemplo destacado del trabajo directo del Che con los técnicos cubanos y de la confianza depositada en ellos.

En sus relaciones con los técnicos y científicos, él dio muestras de su fina sensibilidad humana. Ella se refleja en la dedicatoria que escribió en un libro que enviara a un hombre vinculado al trabajo de investigación del Ministerio de Industrias, el doctor Juan Tomás Roig. Véase en esta dedicatoria el estilo humilde y respetuoso y, además la fina sensibilidad poética de este mensaje:

Don Tomás:

 Me enteré de su interés por este libro de Plantas Medicinales a través del compañero Cid, y me complace entregárselo ahora.

Le ruego lo considere un pequeño homenaje de este Ministerio al científico que puso en alto el nombre de Cuba antes de que la revolución lo hiciera universalmente cotidiano.

Acepte, además, mi homenaje personal de hombre que ha pasado por la paz tensa de las retortas y añora, a veces, su antiguo oficio individual, aunque nada diera a la humanidad desde esa trinchera.

Respetuosamente

Che[8].

  • El Plan Especial de Integración al Trabajo.

Otra idea inscrita dentro de la política de cuadros del Che fue el Plan Especial de Integración al Trabajo, llamado Plan de Democión[9]. Este plan se concebía como parte de un criterio de considerar a todo el Ministerio como una "gran fábrica". Por medio de este plan, establecido hasta el nivel de Director del Ministerio o de empresa, cada dirigente, debía trabajar cada año, durante un mes, en una dependencia que no le estuviera subordinada administrativamente, en un cargo que estuviese un nivel o dos por debajo de su escala jerárquica. El objetivo fundamental era darle al dirigente una visión más amplia de sus funciones y de otros cargos subalternos. Así también, comprendía mejor como llegaban las directivas y orientaciones de los niveles superiores a niveles inferiores, las realidades y dificultades para cumplirlas, conocer mejor al personal de la base. En fin, posibilitarle mejorar sus métodos de dirección.

Este plan comenzaría en enero de 1965. Algunos compañeros se incorporaron al mismo. El Che no tuvo tiempo para hacerlo. Viajó en un largo periplo y después partió definitivamente.




[1] Guevara.1970a, p. 156

[2] Este tipo de sanción se explica con detalles en epígrafe aparte de éste capítulo

[3] Para un análisis detallado de la CODIAD ver Arcos Bergnes (2001).

[4] Hoteles pequeños utilizados para encuentros íntimos.

[5] Denunciada y eliminada por Fidel en una comparecencia por televisión el 26 de marzo de 1962.

[6] Esto fue relatado por el Che en una reunión del Consejo de Dirección del Ministerio.

[7] Guevara 1970b , p. 315.                                                                                                                                                                                                                        

[8] Fotocopia de esta dedicatoria en el archivo personal del autor. 

[9] Para un análisis detallado del Plan de Democión, ver Arcos Bergnes, op. cit.


Continuará

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