CAPÍTULO
10
LA
POLÍTICA CON LOS CUADROS DE DIRECCI
ON
El
Che definía un cuadro de la forma siguiente:
...un
cuadro es un individuo que ha alcanzado el suficiente desarrollo político como
para poder interpretar las grandes directivas emanadas del poder central,
hacerlas suyas y transmitirlas como orientación a la masa, percibiendo además
las manifestaciones que ésta haga de sus deseos y motivaciones más íntimas. Es
un individuo de disciplina ideológica y administrativa, que conoce y practica
el centralismo democrático. Llevar a las masas la línea del partido, la entrega
total a la causa, que el hombre es el centro de cualquier sistema, que el
Interés social está por encima del individual, que el trabajo debe hacerse como
un agradable deber social, que el trabajo voluntario es un motor ideológico,
que él tiene que ser ejemplo. Que el cuadro, actuando a través del sistema, no
se evalúa por el uso óptimo de los recursos a su alcance, ni por el monto de
los beneficios obtenidos por las empresas, sino además por su capacidad para
optimizar la gestión económica en función del desarrollo de la educación
comunista[1].
Un elemento esencial en esta política eran los métodos de selección del personal para los cargos de dirección. Estaban incluidos en la categoría de dirigentes desde los viceministros, hasta los directores y jefes de sección del Ministerio y de las empresas y fábricas.
En un
primer momento, como ya se explicó, muchos de los administradores que tuvieron
que situarse al frente de muchas fábricas, eran personas de baja calificación,
pero de determinada confianza política. Tampoco había tiempo para hacer una
selección muy profunda, cuando de repente, en octubre de 1960, hubo que buscar,
prácticamente en una noche, cientos de personas para administrar las fábricas
que serían nacionalizadas al día siguiente. Ese proceso de nacionalización implicaba
cambios profundos de todo tipo en la dirección de una industria, en medio de
situaciones muy adversas. Era necesario que los dirigentes fueran capaces de
actuar conforme con la definición que se adoptaba para un cuadro. En aquellos
momentos, la confianza política, a esos fines era imprescindible.
Afortunadamente,
la mayoría de los administradores seleccionados consiguieron, aunque con
muchísimas dificultades, cumplir con su papel en las etapas iniciales. Otros,
causaron mayores problemas y tuvieron que ser sustituidos con urgencia.
Por
otra parte, el Che comprendía que la confianza política no se basaba
exclusivamente en el hecho de haber tenido una participación en el proceso
revolucionario, o hacer profesión explícita de fe en la Revolución. A este elemento
tenían que unirse elementos esenciales tales como liderazgo, sensibilidad
humana, austeridad y modestia, entre otros, sin los cuales, tampoco se podía
administrar. El oportunismo, la arrogancia, los métodos de ordeno y mando no
tenían cabida, mucho menos, los que trataban de obtener beneficios personales
en el cargo.
De esa
forma, a un número significativo de técnicos, quienes, sin tener antecedentes
revolucionarios, pero que mostraban estos factores humanos, se les entregó
responsabilidades de dirección.
Un
aspecto fundamental en la política del Che era la confianza en los cuadros. Sin
embargo, él practicaba lo que llamaba “la duda consecuente”. Cuando entregaba
una responsabilidad a una persona y le daba su confianza y apoyo, éste tenía
que asumir con toda responsabilidad las funciones asignadas y tomar plenamente
las decisiones que le correspondieran. Al mismo tiempo, su trabajo era
sistemáticamente controlado. Existían métodos de verificación evaluación y
control, las actividades se evaluaban periódicamente, la crítica y la
autocrítica eran herramientas cotidianas de trabajo.
Este
método se aplicaba a todos, desde el Ministro hasta todo el conjunto de
dirigentes. En este sentido, la Dirección de Supervisión desempeñaba un papel
importante. Uno podía estar seguro de que el informe de un dirigente sobre el
cumplimiento de una tarea importante sería verificado inmediatamente por un
inspector. El Che no admitía una mentira. El criticaría fuertemente un análisis
superficial sobre el cumplimiento de una tarea. Un dirigente podía equivocarse,
pero no mucho. Si se equivocaba demasiado, no servía para el cargo. El Che no
perdonaba la negligencia, la irresponsabilidad o el engaño.
Los
procesos de selección de dirigentes para diferentes cargos tenían diferentes
niveles de aprobación. Por ejemplo, el Ministro aprobaba los cargos de
Directores y Subdirectores de empresas; los cargos de jefes de Departamentos en
las empresas eran aprobados por el Viceministro correspondiente.
Cuando
era Viceministro de Industria Básica, el Director de una de las empresas que
atendía – un buen dirigente -, desesperado porque necesitaba con urgencia que
se ocupara el cargo de Jefe del Departamento de Producción, nombró sin mi
autorización a un técnico de la empresa. Esta violación no era permitida. Al
enterarme, discutí con él la situación y le informé que, conforme las reglas
del Ministerio, él tenía que ser sancionado. El Che, en estos casos era quien
aplicaba las sanciones.
Considerando
el buen trabajo del Director, pero que había violado una regla básica, el Che
determinó que debería ir sancionado por un mes a Guanahacabibes[2]. Al final de su sanción, se reintegraría al
cargo de Director con todos sus derechos y deberes. El compañero entendió y aceptó
la medida. Nos reunimos con el Consejo de Dirección de la empresa para explicar
toda esta cuestión, sus consecuencias y dejando bien claro que se le mantenía
la confianza al Director.
En
este caso ocurría algo interesante. El técnico seleccionado por el Director
realmente reunía los requisitos para el cargo. Por lo tanto, al revisar la
propuesta, como era debido, autoricé su nombramiento.
Este
episodio muestra como la disciplina administrativa era un elemento esencial en
la política de cuadros. En un inicio, el análisis de fallos y errores cometidos
por dirigentes del organismo central y por directores de empresas del
Ministerio se realizaba por los dirigentes inmediatos superiores y el Che. Más
adelante, con el fin de garantizar análisis más justos y objetivos, se creó la
Comisión Disciplinaria Administrativa (CODIAD)[3].
Esta Comisión se encargaba de analizar las responsabilidades administrativas de
dirigentes del Ministerio y sus empresas, por el incumplimiento injustificado
de tareas, de negligencias en la solución de asuntos de importancia, y de
hechos e indisciplinas que pugnaban con las normas de conducta y moralidad
sustentadas por la Revolución en que incurriera el personal dirigente del
MININD.
La
Comisión se integraba para cada caso; su presidente era siempre un
Viceministro. Era integrada además por dos vocales, que no fueran del área de
las personas involucradas; un secretario, un auxiliar de investigación y los
directores Jurídico y de Supervisión.
Después
de un análisis detallado, en el que se examinaban informes de supervisión, se
realizaban entrevistas y se interrogaba a los encartados, en la presencia de
los cuales, la Comisión llegaba a conclusiones. Caso de demostrarse la
culpabilidad, la Comisión podía imponer sanciones de suspensión de empleo y
sueldo - de cinco días a un mes -, la democión a un cargo de inferior
categoría, y trabajar hasta un año en Guanahacabibes. La sanción podía apelarse
al Ministro o al Viceministro Primero. Este era un proceso que requería muchas
horas de análisis, pero resultaba en procedimientos justos y equilibrados.
Yo
presidí varias CODIADs. Entre otros, recuerdo el caso de un Director de
empresa, al que se le acusaba de una negligencia. Se comprobó que la acusación
no resultó cierta y fue absuelto. En otra ocasión, un Director del Ministerio,
fue sancionado a un mes de suspensión de salario.
Un
caso más dramático fue el del Director de otra empresa del Viceministerio de la
Industria Ligera. Se presentaron al Gobierno graves denuncias sobre la calidad
de los productos de la empresa, los cuales podían afectar la salud de la
población. En el análisis realizado por el Viceministro correspondiente, el
Director negó que el problema hubiese sucedido. La explicación fue aceptada e
informada al Che.
Sin
embargo, las denuncias continuaron y, después de un proceso cuidadoso de
análisis y de reuniones a altos niveles de Gobierno, quedó demostrado que las
denuncias se basaban en hechos verídicos que el Director no se molestó en
verificar. En una reunión con los Directores de empresas, el Che analizó con
detalle el caso y destituyó al mencionado Director. El Viceministro recibió una
dura crítica por no haber profundizado más en la cuestión, aceptando
acríticamente lo que le informó el Director.
Fui
testigo de una situación que muestra una faceta del tratamiento del Che con los
cuadros.
La
secretaria de un instituto, se apasionó por el Director. Parece que ella le
contó de su pasión a otras personas, quienes se encargaron de divulgar el
asunto. Ahí entraron en acción algunos personajes extremistas que participaban
del Consejo de Dirección del centro, quienes comenzaron a vigilarlos. Durante
las sesiones del Consejo, ella le enviaba pequeñas notas de amor. El las veía,
las rasgaba y las botaba en un cenicero en la mesa. Después de la reunión,
estos extremistas, como aves de rapiña, recogían los papelitos rasgados, los
pegaban y los guardaban. Un día me pidieron una reunión y me entregaron una
cronografía de las veces que ellos vieron salir juntos al Director y a la
secretaria, de posadas[4]
que fueron - con fechas y horas -, el tiempo que estuvieron juntos, así como
las notas reconstruidas y arrugadas que ella le enviaba durante los Consejos. A
mí esto me pareció una canallada y una falta de lealtad y compañerismo. Sin
embargo, como ya esto se había convertido en un escándalo en el Instituto,
decidí informárselo al Che. Con esta situación yo no estaba seguro si era
conveniente mantener al Director en el cargo.
El Che
montó en cólera con mi relato. Me dijo que de ninguna forma este Director podía
ser sustituido por tal motivo. Que ésta no era una cuestión de índole
administrativa, moral o política, sino un asunto personal. Señaló que los
funcionarios del Instituto no estaban autorizados ni institucional, ni
administrativa, ni políticamente a espiar al Director y que, si ellos tenían
alguna preocupación con respecto a esta situación, debieron haberla discutido
lealmente con él, a tiempo, y advertirlo. También expresó su opinión que el
Director debería haber refrenado a su secretaria y no haber permitido que ella
escribiera esos papelitos durante el Consejo. Por tanto, yo debía reunirme con
todo el Consejo de Dirección, ratificar mi confianza en el Director y repudiar
los métodos de persecución utilizados por algunos de ellos, los que no se correspondían
con los métodos de la Revolución. En privado, yo tenía que amonestar seriamente
al Director por no haber sabido manejar adecuadamente la situación. Además, que
trasladara a la Secretaria – quien había sido muy imprudente y provocadora –
para otro centro, sin que se le afectara su salario, ni su reputación.
Estas
manifestaciones de extremismo en relación con la vida íntima de dirigentes se
presentaron, de nuevo. El Che, en una reunión bimestral, indicó claramente que
él no se iba a entrometer en la vida privada de ningún dirigente, expresando: “No le voy a cuidar la portañuela a nadie”.
Nadie tenía derecho a eso. Si ese dirigente sostenía relaciones
extramatrimoniales con alguna funcionaria, eso era una cuestión de esas
personas. Ahora bien, si esas relaciones se realizaban dentro del centro de
trabajo o, si la otra persona recibía alguna prebenda, aumento de sueldo o
favores especiales, entonces sí habría que actuar con toda severidad.
- Guanahacabibes
En
este capítulo me referí a Guanahacabibes en varias oportunidades. ¿Qué era este
lugar? En realidad, el lugar se llamaba Uvero Quemado, radicado en la península
de Guanahacabibes en el extremo occidental de Cuba. En el Ministerio se conocía
con este nombre al campamento que se estableció en aquella área, por
instrucciones del Che, dedicado
fundamentalmente a la siembra de eucaliptos.
Dirigentes
administrativos o personal en funciones también de tipo administrativo en el
Ministerio de Industrias, incluyendo sus empresas y fábricas, que cometían infracciones
graves de tipo administrativo eran enviados a Guanahacabibes como sanción. Allí
debían dedicarse a un trabajo físico, aunque nada peor que el trabajo que tiene
que realizar un obrero forestal. Lo más importante era la sanción moral.
Existía
un código por el cual, dependiendo de la gravedad de la infracción, la sanción
podía ser desde un mes hasta un año. El Che era quien aprobaba la sanción. Si
una persona sancionada no quería ir a Guanahacabibes, no iba, pero no podía
continuar trabajando en el ámbito del Ministerio
El
personal obrero no estaba incluido en este sistema. Las infracciones cometidas
por ellos quedaban sujetas a la aplicación de la legislación laboral vigente.
Los delitos tampoco se incluían. Estas recibían el procedimiento legal prescrito
por la ley. O sea, si un funcionario, digamos el contador de una fábrica, se
detectaba que había robado, como sucedió en el caso de una cervecería, sería
enviado a los tribunales para ser procesado judicialmente. Ahora, si un
contador violaba la disciplina financiera, las normas de control interno de una
empresa, desconociendo o no aplicando procedimientos establecidos, lo que
pudiera facilitar acciones delictivas, podía ser sancionado a Guanahacabibes.
Recuerdo el caso de una empresa donde varios dirigentes y funcionarios fueron
sancionados a Guanahacabibes por haber hecho grandes ajustes contables en los
inventarios, sin tener la autorización del Ministerio y sin la previa
investigación del caso. Se comprobó que no existió robo, ni siquiera la intención
de robar. Sin embargo, este ajuste podría, en otro momento, encubrir una
actividad delictiva.
También
podían ser sancionados funcionarios con graves actos de mala conducta o de
violación de la moral dentro del centro de trabajo. Los becarios en el extranjero,
que regresaban a Cuba por no estudiar o por mala conducta, invariablemente eran
sancionados a trabajar allá.
Guanahacabibes
era una forma de punir transgresiones de tipo administrativo que, de otra
forma, no tenían tratamiento alguno de tipo legal. La legislación laboral de
aquella época no contemplaba esos tipos de infracciones. El Che estaba
enfrascado en una lucha por la exigencia en cuanto a la disciplina
administrativa y particularmente la financiera. Era una forma de cuidar de los
intereses del Estado y, al mismo tiempo de formar y de cuidar al hombre.
Un
ejemplo interesante sobre las sanciones a Guanahacabibes se describe a
continuación.
En los
inicios de la etapa llamada del “sectarismo”[5],
Aníbal Escalante, quien había sido un destacado líder del antiguo Partido
Socialista Popular (Comunista) y ocupaba un alto cargo en las Organizaciones
Revolucionarias Integradas (ORI), trató de crear una red de poder paralelo al
de la Revolución.
El
Che, a finales de 1961, en uno de sus recorridos por diferentes provincias, fue
a visitar un central azucarero, el cual debería estar en plena producción. Para
su sorpresa, encontró al central paralizado sin ningún trabajador en él. Al
preguntarle al administrador los motivos de esta paralización, él le respondió
que, por una orientación de las ORI del municipio, el central debía parar para
que sus trabajadores fueran a la cosecha de frijoles en una zona cerca del
central. El Che le preguntó si él había discutido esa paralización con la
Empresa Consolidada del Azúcar, a la que el central estaba subordinado
administrativamente. El le respondió que no.
Ante
esa situación, el Che dio instrucciones para que el Administrador del central y
el Secretario Regional de las ORI fueran sancionados a ir a Guanahacabibes, por
violar la disciplina del Ministerio.
Al
regreso de su viaje, el Che recibió un telefonema de Aníbal la que, más o
menos, se desarrolló de la siguiente forma[6]:
-
Che, me enteré que visitaste el
central X y sancionaste para ir a Guanahacabibes a su Administrador y al
Secretario de las ORI. La sanción del Administrador te corresponde como
Ministro, pero no la sanción al de las ORI. Ese es mi territorio.
-
No, Aníbal, te equivocaste,
quien entró al territorio del Ministerio fue el Secretario de las ORI. Ahora,
si tienes c....., trata de sacarlo de allá.
Se acabó este tipo de incidente con las ORI. El sectarismo penetró poco en el Ministerio de Industrias en aquellos momentos.
- La
atención al personal técnico.
Como
parte de la política de cuadros desarrollada en el Ministerio de Industrias, se
prestó una cuidadosa atención personal a los técnicos que permanecieron en
Cuba. El Che caracterizó la situación de estos profesionales de la siguiente
manera:
…para nadie es un secreto que
un proceso de la velocidad del cubano, en una serie de capas de la población
acostumbrada a niveles de vida bastante elevados y a relaciones de trabajo en
comparación muy buenas, con el imperialismo, ha dejado a mucha gente muy por
detrás en el desarrollo ideológico, del resto de la población. Ha provocado,
inclusive, ausencia del país de muchos técnicos que directamente están con una
ideología totalmente deformada por el imperialismo y, en otros casos, por miedo
a las consecuencias del proceso de la Revolución Cubana y también porque no se
han sabido tratar adecuadamente los casos particulares de la gente que tienen
una forma de pensar diferente, a las que hay que prestar interés[7]
Al
mismo tiempo, la experiencia de esos primeros años mostraba que, con un
adecuado tratamiento político-ideológico, muchos técnicos que se incorporaban
al proceso revolucionario, por medio del trabajo, avanzaban en su grado de
conciencia política, llamados por un sentimiento elemental de justicia y
patriotismo.
Así,
el Che entendía que el estímulo moral actuaba de manera importante en los
especialistas; que era necesario interesarlos en el trabajo creador,
considerando la satisfacción que los individuos sienten cuando sus esfuerzos
técnicos dan resultados, cuando sus ideas cobran forma. La puesta en marcha de
la planta de níquel de Moa — toda una proeza tecnológica — es un ejemplo
destacado del trabajo directo del Che con los técnicos cubanos y de la
confianza depositada en ellos.
En
sus relaciones con los técnicos y científicos, él dio muestras de su fina
sensibilidad humana. Ella se refleja en la dedicatoria que escribió en un libro
que enviara a un hombre vinculado al trabajo de investigación del Ministerio de
Industrias, el doctor Juan Tomás Roig. Véase en esta dedicatoria el estilo
humilde y respetuoso y, además la fina sensibilidad poética de este mensaje:
Don Tomás:
Me enteré de su interés por este libro de
Plantas Medicinales a través del compañero Cid, y me complace entregárselo
ahora.
Le ruego lo considere un
pequeño homenaje de este Ministerio al científico que puso en alto el nombre de
Cuba antes de que la revolución lo hiciera universalmente cotidiano.
Acepte, además, mi homenaje
personal de hombre que ha pasado por la paz tensa de las retortas y añora, a
veces, su antiguo oficio individual, aunque nada diera a la humanidad desde esa
trinchera.
Respetuosamente
Che[8].
- El Plan Especial
de Integración al Trabajo.
Otra
idea inscrita dentro de la política de cuadros del Che fue el Plan Especial de
Integración al Trabajo, llamado Plan de Democión[9].
Este plan se concebía como parte de un criterio de considerar a todo el
Ministerio como una "gran fábrica". Por medio de este plan,
establecido hasta el nivel de Director del Ministerio o de empresa, cada
dirigente, debía trabajar cada año, durante un mes, en una dependencia que no
le estuviera subordinada administrativamente, en un cargo que estuviese un
nivel o dos por debajo de su escala jerárquica. El objetivo fundamental era
darle al dirigente una visión más amplia de sus funciones y de otros cargos
subalternos. Así también, comprendía mejor como llegaban las directivas y
orientaciones de los niveles superiores a niveles inferiores, las realidades y
dificultades para cumplirlas, conocer mejor al personal de la base. En fin,
posibilitarle mejorar sus métodos de dirección.
Este
plan comenzaría en enero de 1965. Algunos compañeros se incorporaron al mismo.
El Che no tuvo tiempo para hacerlo. Viajó en un largo periplo y después partió
definitivamente.
[1]
Guevara.1970a, p. 156
[2]
Este tipo de sanción se explica con detalles en epígrafe aparte de éste capítulo
[3]
Para un análisis detallado de la CODIAD ver Arcos Bergnes (2001).
[4]
Hoteles pequeños utilizados para encuentros íntimos.
[5]
Denunciada y eliminada por Fidel en una comparecencia por televisión el 26 de
marzo de 1962.
[6]
Esto fue relatado por el Che en una reunión del Consejo de Dirección del
Ministerio.
[7]
Guevara 1970b , p. 315.
[8]
Fotocopia de esta dedicatoria en el archivo personal del autor.
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