“Gobernar no es mas que prever” Martí
Nunca suficiente para reflexionar acerca del tema de
gobernar, sobre todo cuando de procesos de transformaciones profundas de la
sociedad se trata. Para ser mínimamente serios es inevitable pensar y repensar
sobre temas , conceptos y prácticas interconectadas acerca de la
sociedad-política-estado, y finalmente gobierno; o de gobernar, que proviene de
la raíz griega “dirigir” o arte del timonel. Ciertamente, es todo un arte, sobre
todo cuando se va más allá de lo mecánico y los mecanismos establecidos, que a
veces, muchas veces, se aleja de una concepción democrática y participativa.
La realización de los fines del Estado por sus medios, es
decir, fuerza, poder político y autoridad, aún cae en un terreno poco
comprendido, y no pocas veces entendido con un falso ideal, entre los extremos,
de los que piensan que en otras sociedades de clases no se lleva poder político
a través de la fuerza y autoridad, con multiplicidad de vías y mecanismos, y que
el papel del Estado es mínimo, y los que piensan que el Estado hay que
fortalecerlo, mediante más y mayores estructuras.
Así que habría que buscar un punto en que el Estado ciertamente hay que fortalecer, pero mediante transformaciones sociales y de política(s), que no sólo fortalezcan el poder, sino lo expandan, lo socialicen. (https://www.nodo50.org › cubasigloXXI › sociedad-pol...;https://www.nodo50.org › cubasigloXXI › poder-popul...).
Es tan grande la tarea como parece a primera lectura. No se puede llevar a cabo de la noche a la mañana, ni de un año a otro. Porque no se establecen nuevas bases o pilares que sujetan a la sociedad solo con leyes ni normas, si no media la ética y la filosofía de cómo hacerlo.
Y ante tanto gráfico, dato cuantificado, estadística, o llamados a conciencia, propuesta y rescate de conceptos, elaboración de principios y previsión y diseño de posibles caminos, se impone un tema, que de alguna manera siempre nos la arreglamos para que quede relegado; el de la subjetividad, en este caso, vinculado al análisis de los distintos modos de gobierno, donde tanto ha contribuido Foucault, pero también nuestros pensadores, como Fernando L. González Rey.
Decía Foucault que en la conducción, está la conducción pero también la manera de dejar conducirse, y reflexionando acerca de ello no es difícil de pensar que ello dependerá en mucho de la manera en que uno es conducido, y todo ello, lleva a un comportamiento. De manera que cuado se habla de “poder“, no es posible ignorar este arte de conducción, en que se definen y deciden los métodos a emplear, cuyo objetivo al final es esa conducta, ese comportamiento, en que el poder se apoya para alcanzar determinados objetivos.
Si ese ejercicio del poder político, no solo deriva de las demandas sociales, y se apoya no solo en la capacidad del gobierno de atenderlas de forma eficaz, sino que esa capacidad es aumentada y se apoya en muchos, ese poder político es multiplicado; es un gobierno de sí y de todos. Para eso, dice Foucault, los procedimientos, la instrumentación no debe evitar la identidad de los individuos, mantenerla y transformarla en función de determinados fines. Articulación de relaciones, prácticas sociales, a la vez que enseñanzas, se constituyen en pilares de las prácticas del gobierno. Y aquí es donde se presentan los modos de ser de la subjetividad, largamente desconocidos y hasta rechazados.
Todos los días se escribe, argumenta y exhorta a la autonomía, empresarial pudiera ser, también como parte del gobierno. Esta es dada, legislada y normada, en el grado que sea. Cualquiera que esta sea, no se ejercerá hasta que los individuos que son los responsables de llevarlo a la práctica cotidiana no lo hagan con sus propias reglas de pensamiento, y en el uso y ejercicio de la libertad que aprehenden; pero esto solo lo podrán hacer, luego de un arduo desaprendizaje, y de décadas de cultura y formas de hacer contrarios, cuando se apoyen en las nuevas capacidades desarrolladas, y la disciplina, condición obligatoria, tanto de la autonomía, como de su expresión social y política, expresión de poder.
De seguro se puede percibir más que
un paralelo, una estrecha articulación entre los problemas prácticos de
gobernar y los problemas educativos a revolucionar, presentes desde hace más de
un siglo, pero vivos hoy más que nunca antes las nuevas exigencias. La
emergencia de las nuevas prácticas de gobierno, está en los discursos, pero
debe dar paso a prácticas pedagógicas y de enseñanza para adquirir capacidad de
nuevas maneras de organización y funcionamiento de los colectivos humanos, sean
del tipo laboral, social o político.
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