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sábado, 18 de diciembre de 2021

El ataque falaz a la política para crear un futuro mejor

La principal objeción de los republicanos es que se trata de una iniciativa demócrata, lo que significa que tiene que fracasar


El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, visita Dawson Springs el pasado miércoles, tras el tornado.TANNEN MAURY (EFE)


Reconstruir Mejor, la iniciativa del Gobierno de Joe Biden para crear un futuro mejor para Estados Unidos, está en la cuerda floja política. Nadie sabe si va a convertirse en ley. Lo que sí sabemos es que, para salir adelante en el Congreso, tendrá que superar una combinación explosiva de mala fe, mala lógica y mala aritmética.

Empecemos por el principio: Reconstruir Mejor es, ante todo, un plan para invertir en el futuro de Estados Unidos. Alrededor de una tercera parte del gasto propuesto va destinado a los niños en forma de educación preescolar, cuidados infantiles y desgravaciones que reducirían significativamente la pobreza infantil. Otro tercio se dirige a ayudar a reestructurar la economía para limitar el cambio climático. Si se añade el proyecto de ley de infraestructuras ya aprobado, los planes de Biden se orientan casi en su totalidad al futuro.

Y hay motivos de sobra para creer que estas inversiones serían enormemente productivas. El caso de las ayudas infantiles es muy claro. Hay pruebas contundentes de que ayudar a los niños desfavorecidos hace que estén más sanos y sean más productivos cuando llegan a la edad adulta. Los beneficios son tantos que, incluso en un sentido estrictamente fiscal, ayudar a los niños puede acabar representando un ahorro a largo plazo.

Lo mismo se puede decir de la inversión en el medio ambiente. El debate al respecto se centra sobre todo en la mitigación a largo plazo del cambio climático, y con razón: la perspectiva del colapso de la civilización suele centrar la atención.

Sin embargo, es importante señalar que reducir nuestra dependencia de los combustibles fósiles no solo reduciría las emisiones de gases de efecto invernadero. También haría que disminuyesen otras formas de contaminación, en particular los óxidos de nitrógeno y el azufre, que tienen efectos negativos sobre la tasa de mortalidad, las enfermedades y el rendimiento de los cultivos. Y las ventajas de la reducción de la contaminación se verían enseguida. Un estudio reciente de la NASA indicaba que los beneficios para la salud de la política de mitigación del cambio climático no solo equivaldrían a billones de dólares, sino que, además, se harían tangibles tan rápidamente que compensarían los costes de la transición energética en una década o menos.

Entonces, ¿cómo puede nadie oponerse a estas inversiones?

Supongo que las convenciones de los medios de comunicación exigen que los periodistas finjan creer que los republicanos tienen objeciones de buena fe al plan de Biden, y que les preocupan los déficits, o el efecto de los incentivos, o cualquier otra cosa. Pero todos sabemos que su principal objeción es sencillamente el hecho de que se trata de una iniciativa demócrata, lo que significa que tiene que fracasar. Además, gravaría a los ricos y ayudaría a los pobres.

En realidad, ¿alguien puede recordar la última vez que los grandes líderes del Partido Republicano se preocuparon en serio por los verdaderos problemas políticos? El ejemplo importante más reciente que se me ocurre es la promulgación del Programa de Seguro Médico Infantil en 1997. Desde entonces, todo ha sido mala fe.

Aunque la principal fuente de oposición a Reconstruir Mejor sea el mero deseo de ver fracasar a Biden mientras los ricos siguen siendo lo más ricos posible, puede que parte de la preocupación de que el proyecto de ley aumente el déficit público sea sincera. La verdad es que el programa no tendría consecuencias significativas para el déficit. Según la Oficina Presupuestaria del Congreso, el gasto está prácticamente cubierto, y los intentos de afirmar lo contrario no son creíbles. E incluso si el déficit aumentara, ¿por qué tendría que ser tan malo?

El otro día me llamó la atención la declaración de Elon Musk de que el programa Reconstruir Mejor no se debería aprobar porque aumentaría el déficit presupuestario. Un dato interesante es que Tesla se fundó en 2003 y tuvo su primer año rentable en 2020. Es decir, estuvo 17 años gastando más dinero del que ingresaba porque estaba invirtiendo en el futuro. Si, como les gusta decir a muchos ejecutivos, el Gobierno se debe gestionar como una empresa, ¿por qué no iba a estar dispuesto a hacer lo mismo?

Insisto: la mayor parte del gasto propuesto consistiría en inversiones enormemente productivas.

Por último, se habla mucho de que Reconstruir Mejor podría empeorar la inflación, comentarios que parecen tener más que ver con la incapacidad para echar cuentas, por ejemplo, al confundir décadas con años y no dividir entre el PIB.

Es verdad que los 1,75 billones de dólares que cuesta el proyecto son, a simple vista, un montón de dinero. Pero el gasto se efectuaría en 10 años, lo que significa que el desem­bolso anual sería bastante inferior a los 1,9 billones de dólares del plan de rescate aprobado este año, y no digamos ya a los 768.000 millones de gasto anual en defensa que la Cámara aprobó la semana pasada.

Además, gran parte del gasto se pagaría con nuevos impuestos. Es más, nunca se debería citar una cifra presupuestaria que suene a mucho dinero sin situarla en su contexto. Recordemos que la economía estadounidense es enorme. La oficina presupuestaria calcula que, en su primer año, Reconstruir Mejor aumentaría el déficit en un 0,6% del PIB, un porcentaje que disminuiría con el tiempo.

No me consta que exista un modelo económico que indique que gastar a este nivel suponga una gran diferencia para la inflación. Y puesto que gran parte del gasto aumentaría la capacidad productiva de la economía, probablemente reduciría la inflación con el tiempo.

¿Reconstruir Mejor es perfecto? Por supuesto que no. Pero seguramente sea la mejor legislación que vayamos a tener en años. Y las afirmaciones de que deberíamos dejar pasar esta oportunidad porque nos preocupa la responsabilidad fiscal o la inflación son ignorantes en el mejor de los casos, y deshonestas en el peor.

Paul Krugman es premio Nobel de Economía. © The New York Times, 2021. Traducción de News Clips.

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