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martes, 14 de diciembre de 2021

La inflación en Cuba: la señal

La hiperinflación llegó a Cuba, y hay que intentar bajarla. Pero eso supone audacia y romper dogmas.

Por  Omar Everleny, OnCuba



Hace más de un año, más precisamente el 2 de julio de 2020, publiqué en Progreso Semanal «La inflación en Cuba: una señal a atender». No sé si se atendió o no, pero entonces el país estaba lejos de tener los índices de inflación que tiene hoy.

Es bastante complejo tener una cifra de la real tasa de inflación en Cuba. Coexisten varios mercados, muy segmentados, todos con diferentes precios y monedas… Pero ¿qué se entiende por inflación?

La inflación no es sino el incremento generalizado de los precios promedio en un país durante un período de tiempo determinado. Como otros indicadores económicos, usualmente se calculan para un año. La tasa de inflación proporciona el cambio porcentual anual en los precios al consumidor en comparación con los del año anterior.

Existen muchos métodos de cálculo. Uno consiste en establecer una canasta básica de productos y servicios necesarios para la existencia de un hogar promedio. En el caso cubano, hay una canasta básica mínima que se entrega mensualmente a todos los núcleos familiares, hoy a precios sin subsidios. Pero sus cantidades resultan insuficientes para cubrir las necesidades mensuales de las personas. Se estima que, como promedio, esa canasta alcanza para unos diez días.

El resto de los días del mes se completan con los mercados en CUP o MLC o con los mercados de libre oferta o demanda, tanto agrícolas como industriales, e incluso con los mercados informales que satisfacen determinadas necesidades.

Foto: Archivo.

La teoría económica sostiene que para cualquier economía es positivo mantener la inflación baja. Un alto nivel de inflación distorsiona las señales del mercado y, además, genera ineficiencias y encarece la vida de las personas.

Una crisis estructural como la que experimenta la economía cubana, junto a factores externos como el bloqueo de Estados Unidos, la pandemia de la COVID-19 y la carencia de divisas por desajustes o disminución de las exportaciones, entre otros, ha afectado la oferta de bienes y servicios. Y se ha traducido en el aumento de los precios de los productos en algunos mercados a los que accede la población, como los del mercado agropecuario y los informales. Pero a esta hiperinflación se le han sumado los problemas derivados de la llamada Tarea Ordenamiento.

La crisis inflacionaria que en estos momentos hay en Cuba no es nada nuevo. Ya el país atravesó un Período Especial, derivado de la desaparición del mercado socialista, cuando el PIB cayó en más de un 35% durante los primeros años de la década de los 90, al igual que se produjo un retroceso en las exportaciones, sumado a la escasez de recursos monetarios por la cancelación de los créditos que se recibían de esas ex economías socialistas. Hoy, sin embargo, el momento es más complejo.

Se sabe que a comienzos de los 90 se produjo un incremento de precios debido a la escasez de productos y que los salarios se mantenían, aunque las empresas estaban paralizadas. Por eso la población llegó a tener un 73% de liquidez monetaria respecto al PIB. Esa liquidez disminuyó cuando Cuba comenzó a obtener los frutos de su reforma económica. En 2018 esa liquidez era de un 58,9%. Cifras que ya mostraban desigualdad: había un grupo importante de trabajadores a los que no les alcanzaban sus ingresos para el consumo básico, entre otros factores por los excesivos precios en el CUC —que no son producto de la inflación, puesto que son precios estables, solo que estables y altos—, y por el creciente aumento de precios en CUP.

La complejidad de medir la inflación cubana radica en la existencia de la doble circulación monetaria (pesos cubanos y pesos libremente convertibles por vías bancarias). Resulta un ejercicio interesante ver cómo en octubre de 2021 el índice de precios al consumidor presentaba un acumulado de un 63.4 %, mientras en igual fecha de 2020 era del 5.17 %.

Durante el Período Especial la tasa de cambio del dólar a peso cubano llegó hasta 160 pesos por dólar ante la inexistencia de un mercado formal —pocas personas recibían o ganaban dólares. Y también era necesaria esa moneda para comprar en las nuevas tiendas creadas al efecto: había productos que solo se vendían en dólares. Con la creación de las CADECA (Casas de Cambio), la tasa de cambio, a pesar de altas y bajas, se estabilizó en 24 pesos por dólar. La decisión gubernamental fue establecer esa tasa de cambio fija.

Con la llegada de las remesas en cantidades crecientes, volvieron a operar contradicciones. Una parte de la población puede pagar determinados productos a precios hiperinflacionarios, pero quienes (sobre)viven con salarios estatales se han resentido fuertemente con esos elevados precios.

En 2021, a partir del aumento de precios derivado de la devaluación del peso cubano a nivel empresarial debido precisamente a la Tarea Ordenamiento, y al estar presente una vez más la escasez de productos de primera necesidad, y el gran nivel especulativo, los precios se han disparado a niveles muy superiores a periodos anteriores.

A principios del nuevo siglo la canasta básica de los cubanos experimentó ciertos cambios. Antes, los productos permanentes de la cuota mensual por persona se podían adquirir por alrededor de 9.05 pesos cubanos —jabón, pan, aceite, café, arroz, huevos, carne de pollo y frijoles—, pudiera ser algo superior si se le agregaba otro producto.

Ya en 2005 esa misma canasta valía 17.45 pesos, un aumento del 148%. Además, la subida contrastaba con el 8% del aumento experimentado por las pensiones, un 6,72% del incremento del salario mínimo y un 11,9% del aumento del salario medio. El nuevo precio de la canasta solo incluía 2 libras de arroz y dos huevos adicionales. Un salto alto sucedió con el café, aunque en este caso la subida del precio, por la misma cantidad, había sido de 1 600%. Un paquete de café pequeño y mezclado empezó a costar unos 4 pesos. Antes su precio era de unos 25 centavos.

La canasta básica prevista por la Tarea Ordenamiento era de 1 528 CUP. Me imagino que se calculó teniendo en cuenta la tasa oficial de CUP a USD de 1 por 25. Pero recientemente se informó que esa canasta ahora ascendía 3 250 CUP en La Habana y a 3 057 CUP en las provincias orientales, mientras el salario promedio del país era de 3 838 CUP. El colega Pedro Monreal comentaba recientemente que en 2019 el costo de la canasta básica representaba el 46.6% del salario, pero de acuerdo con las autoridades cubanas, en 2021 es casi el 85 %. 1

El Ordenamiento Monetario trajo consigo un significativo aumento de los salarios, pero estos hoy representan menos poder adquisitivo que los salarios de años anteriores debido al desmedido aumento de los precios, aunque no se puede ser absoluto. Un grupo no despreciable de trabajadores están recibiendo altos montos por la repartición de utilidades en sus instituciones.

Recordemos que a medida que la sociedad y sus componentes son más desarrollados, aumenta el costo de reproducción de la fuerza de trabajo. No abarca solo lo imprescindible para alimentar y vestir a los trabajadores y su familia. También incluye mayor tiempo de ocio, una salud más garantizada, el pago que permita disfrutar de vacaciones, ir al teatro y al cine, comprar libros, equipos electrodomésticos, etc.

Solo a modo de ejemplo, incluyo aquí algunos datos, sin mucha sofisticación en su cálculo, solo para demostrar el aumento exponencial de los precios tomando como punto de referencia algunas zonas de La Habana y Santa Clara. Se pueden ver algunos productos y sus precios y, sobre todo, el indicador que marca tendencia en el país: la carne de cerdo. La unidad de medida se expresa en libras:



No se le agregaron frutas o ensaladas, ya que se entiende que con solo con esos productos esenciales en la alimentación del cubano se demuestran los precios hiperinflacionarios. Además, no se incluyeron artículos no suntuarios para una familia cubana (digamos unos tenis escolares, que sobrepasan los 3 000 CUP) y otras prendas de vestir que necesita la población. Tampoco productos de aseo, entre otros.

No toda la población puede hacer largas colas para comprar determinados productos necesarios para la cotidianidad: aceite, cárnicos, de aseo y limpieza, que están escaseando. Es una brecha que están ocupando ciertos intermediarios para lucrar con la escasez. Por consiguiente, han subido extraordinariamente los precios en ese mercado informal. En otro sentido, si el Estado no vende MLC y solo se compran en el mercado informal, esas cotizaciones de 80 CUP por un MLC se reflejan después en los costos de aquellos que ofrecen bienes y servicios, encareciendo el precio final.

Solo es posible atenuar la actual inflación cubana, que va en ascenso, con una mayor producción. Para esto tendrá que estar relacionada con las soluciones pensadas y con el plan nacional del gobierno que se ha anunciado. Se insiste en suprimir las trabas que frenan la producción, pero aún no se observan los resultados. Mientras se apuesta por la gradualidad en las decisiones, la economía continúa retrocediendo.

Ojalá se les ofrezca a los economistas las potestades dadas a los epidemiólogos y al personal de la salud, quienes han logrado un buen manejo de la situación sanitaria frente a la COVID-19. Sería muy deseable que la tarea de lidiar con la economía, sumida en una crisis estructural compleja, pudiera recaer en manos de especialistas o que al menos fueran tenidas en cuenta algunas de sus propuestas, al margen de su vínculo institucional en el país o en el extranjero.

Foto: Reuters.

La Tarea Ordenamiento y la situación externa están llevando a una disminución del poder adquisitivo de la sociedad, con el correspondiente disgusto que el hecho trae aparejado desde el punto de vista político. El cuestionamiento de la población a los hacedores de política se mantiene y crecerá cada día en que se manifieste la actual inflación. Los economistas, en general, señalan dos razones para perder un gobierno: la alta inflación y el alto desempleo.

En definitiva, la hiperinflación llegó a Cuba, y hay que intentar bajarla. Pero eso supone audacia y romper dogmas. Obviamente, la voluntad y las exhortaciones no lo van a resolver. Son problemas económicos que solo se superan con soluciones económicas.

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Nota

1 Pedro Monreal Tweet @pmmonreal 11/1/2021

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