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lunes, 15 de febrero de 2021

Afirman que Biden reanudará remesas y viajes a Cuba

 

Más cerca del horizonte

De las 127 actividades que estaban permitidas para el trabajo por cuenta propia se pasa a más de 2 000 recogidas en el Clasificador Nacional de Actividades Económicas de Cuba.




Aunque parecía que el listado sobre las actividades no permitidas como modalidad de Trabajo por Cuenta Propia (TCP) en Cuba se asemejaba al horizonte, hoy prácticamente lo podemos alcanzar con un toque. En breve, cuando se publiquen las normas a su respecto, se sabrá cuánto podrá diversificarse y enriquecerse efectivamente el tejido empresarial cubano en las actuales condiciones.

La historia del TCP nos acompaña desde finales de la década de 1970, cuando se emitió la primera resolución que permitía dicha actividad como parte de la “rectificación de errores” anunciada en la Plataforma Programática del Partido Comunista de Cuba (PCC). Este documento constituyó la base que anticipó el primero de todos los congresos del PCC.

Esa historia ha sido contada una y otra vez durante décadas, en especial a partir los años 90, desde múltiples perspectivas1, con mayor o menor profundidad, desde posiciones políticas e ideológicas bien diferentes y a veces irreconciliables: desde la ingenuidad casi absoluta de entender el suceso como “la solución” a los problemas del país hasta aquella otra que lo ha identificado como parte de los problemas y los peligros, e incluso como la confirmación del alejamiento de la política oficial de los fundamentos esenciales de la Revolución.

El TCP también ha sido encuadrado por las administraciones norteamericanas, en especial a partir de Clinton, como el recurso para subvertir y minar desde dentro el socialismo cubano y derrocar la “dictadura de Castro”.

Por ser un asunto económico, siempre ha sido también un asunto político sensible. De ahí lo complejo de su tratamiento y los vaivenes que han definido su historia más reciente.

Insertarlo en el modelo económico, social y político cubano, así como demostrar su necesidad y legitimidad ha sido tarea de la Economía Política y otros ámbitos de la Ciencias Sociales y Políticas en múltiples ocasiones. También se ha intentado explicar su incompatibilidad y su carácter antagónico con los propósitos del socialismo cubano en igual cantidad de artículos e intervenciones.

En 2013 Raúl Castro defendió públicamente la necesidad de cambiar la “visión política” que existía sobre el TCP y llamó a eliminar los prejuicios hacia esta modalidad.

El TCP fue, como la Inversión Extranjera (IED), aceptado en los 90 como un “mal necesario” y recientemente reconocido como parte indispensable de las necesidades de crecimiento y desarrollo de Cuba. Ampliarlo ahora en la magnitud anunciada confirma definitivamente que, si se desea avanzar hacia el futuro, el TCP debe ser considerado como parte imprescindible de la estrategia, como un actor, agente y forma de propiedad que es más que un “compañero de viaje” y que estará entre nosotros por muchos años. Habría que preguntarse entonces si, al igual que la IED, el TCP es “estratégico” en nuestras aspiraciones de desarrollo económico.

También es cierto que en los últimos tres años, estimulado —al menos en parte— por lo que aparece en los documentos oficiales que guían la reforma económica en Cuba, y en otra buena parte por lo que la propia realidad de nuestra economía constataba, se publicaron trabajos con propuestas concretas de cómo incorporar el sector a la estrategia de desarrollo. Algunos de estos trabajos fueron señalados por el economista Pedro Monreal en un reciente comentario sobre la flexibilización del Trabajo por Cuenta Propia.

Pues bien, tendremos lista negativa. Sin dudas aun es temprano para hacer un análisis de su alcance y profundidad en toda su magnitud pues aun no ha sido publicada, pero de lo informado por la prensa pueden anticiparse algunas ideas:

– La medida confirma la voluntad del gobierno de seguir adelante en el proceso de transformación de nuestra economía.

– Reconoce que el sector privado debe desempeñar un rol positivo, que rebasa lo meramente coyuntural asociado a la necesidad de enfrentar la crisis actual.

– Corrobora y reafirma su carácter estructural, no sólo en cuanto al empleo, sino también en cuanto a su aporte al crecimiento y a la eficiencia de la economía nacional en su conjunto.

– Reconoce que las definiciones de límites específicos y homogéneos existentes han constituido y aún constituyen trabas al desarrollo de las fuerzas productivas.

– Subraya su carácter oportuno y positivo para un mejor desenvolvimiento de la Tarea Ordenamiento.

– Pone de manifiesto el rol decisivo de las instancias municipales en la dinámica y consolidación de esta tarea.

Profundizar la reforma pasa por ampliar, por hacer más diverso y complejo el tejido empresarial cubano. Para tal propósito, lo más inmediato es ampliar, hasta donde el modelo actual admite, ese sector privado que durante más de treinta años ha estado atado a prejuicios ideo-políticos, procedimientos y restricciones burocráticas.

Si para entonces las estadísticas cubanas ya lo permiten, en un año podremos saber cuál es el real y verdadero aporte del TCP al crecimiento cubano.

Ciertamente será un período muy difícil para los nuevos TCPs, en lo fundamental por la situación actual que atraviesan la economía nacional e internacional, pero en el año 2020 este sector dio muestra de una significativa capacidad de adaptación y de innovación. De hecho, no son pocos los nuevos negocios surgidos en plena pandemia de la COVID-19.

Su peso en el empleo tampoco es insignificante. Si bien es cierto que con relación al empleo total esos 617.000 trabajadores por cuenta propia representan solo el 13 %, si lo comparamos con los trabajadores empleados en el sector empresarial (1.600.300 en el 2018), entonces su proporción alcanza el 38 % del empleo que produce bienes y servicios comercializables en Cuba. En otras palabras, durante todos estos años y aun cuando solo se permitían 127 formas de ocupación privada, los TCPs llegaron a constituir cerca del 40 % del empleo que produce bienes y servicios, una figura para nada marginal o poco significativa.

Otra cosa, sin embargo, serán los temas asociados a la calidad de los nuevos negocios, su complejidad tecnológica y capacidad para agregar valor y crear redes y encadenamientos, que dependerá en lo fundamental del entorno institucional ya existente en Cuba —que sin dudas ha creado nuevos espacios de actuación—, así como de aquel que deba crearse si se desea aprovechar en toda su riqueza y potencialidad al sector.

Sin dudas una buena parte de la dinámica del TCP recaerá en los gobiernos municipales, en la comprensión que los “servidores públicos” tengan de los beneficios que esta modalidad tiene para sus territorios: más empleo, mejora del ingreso de las familias, mayor oferta de bienes y servicios a escala local, más ingreso fiscal, mayores posibilidades de generar alianzas que beneficien a los territorios, etc. De su habilidad e inteligencia para “facilitar” los procesos de creación de nuevos TCPs dependerá en parte la prosperidad de sus territorios y la sustentabilidad de esa prosperidad.

En este panorama permanece, sin embargo, la prohibición del ejercicio de un grupo de profesiones, lo cual se debe en lo fundamental a la calificación de las mismas. Es este un tema tremendamente sensible para Cuba y para su modelo económico. Propiciar un mejor aprovechamiento del capital humano es uno de los ejes definidos en la estrategia de desarrollo del país.

Sin dudas abrir el TCP a esas profesiones supondría el peligro real de que sectores y empresas estatales pierdan aún más fuerza de trabajo de alta calificación. Sin embargo, también es cierto que ya hemos vivido esos procesos de descapitalización de industrias y servicios, sobre todo desde los años 90.

También es cierto que hoy en día nuestra economía padece de una inadecuada asignación de la fuerza de trabajo, de una parte; así como de de una insuficiente generación de puestos de trabajo de alta calificación en los sectores más importantes, junto al aprovechamiento insuficiente de la fuerza de trabajo de alta calificación, de otra.

Cuba enfrenta además otro problema aún mayor: el de la emigración de la fuerza de trabajo de alta calificación hacia otros países, en busca de mejores retribuciones. Valdría la pena poner en una balanza qué es más costoso para el país: facilitar que también esas personas puedan ejercer sus profesiones de forma privada con determinadas regulaciones o seguir soportando aquella emigración que nos hace perder tres veces, primero porque perdemos a un profesional de alta calificación, segundo, porque perdemos los recursos empleados en su formación y, tercero, porque el valor agregado que genera ese profesional emigrado lo aprovecha otro país sin haber contribuido en nada a esa formación. Este será un equilibrio difícil de encontrar, pero no imposible.

Como afirmara el colega Juan Valdés Paz en el prólogo a la edición de “Miradas a la Economía Cubana. Análisis del sector no estatal”:

“En todo caso, el nuevo “modelo económico socialista” deberá partir del hecho de que la economía transita hacia una economía mixta, asentada en un sector público, uno de capital mixto y otro privado, básicamente MPYMES, con predomino de la autogestión. A esta nueva estructura de la propiedad y de la tenencia de los medios de producción, así como diversificación de los agentes económicos deberán adecuarse la estrategia de desarrollo, la planificación, el mercado y el ordenamiento institucional del país” .

Hoy el horizonte parece más cerca.

Notas:

1 En el año 2015 el Centro de Estudios de la Economía Cubana (CEEC) publicaba un nuevo número de su colección “Miradas a la Economía Cubana. Análisis del sector no estatal” con doce capítulos dedicados a este sector, con trabajos que recorrían el sector desde su lugar en el modelo de desarrollo hasta aquellos temas asociados a los enfoques de género. Pero incluso mucho antes, en los primeros años de la década del 90, el CEEC había publicado trabajos al respecto.

“Desde Cuba”: ¿Empresarios o directores?, el punto en cuestión (+ Video)

 Por: Edilberto Carmona Tamayo, Dinella García Acosta, Jorge Suñol Robles, Karina Rodríguez Martínez, Ana Álvarez Guerrero, Reno Massola, Irene Pérez
15 febrero 2021
  

El tema de las empresas en Cuba está lleno de interrogantes. En la anterior emisión de Desde Cuba, respondíamos algunas, pero seamos un poco más críticos y centrémonos en algo claro: ¿hay empresarios o solo directores de empresas en nuestro país?

Una de las prioridades de la política económica es que el sistema empresarial esté formado por empresas eficientes, bien organizadas y eficaces. Donde estén separadas las funciones estatales de las empresariales. Si quieres saber más, vea  esta emisión de nuestro espacio audiovisual.

Respondemos también: ¿Por qué hay notables diferencias entre unas empresas y otras? ¿Dónde está el punto de su fracaso? ¿Podemos afirmar como algunos esperan que la empresa estatal socialista es inviable?, o ¿es que faltan las ganas de hacer de las personas que las dirigen?

En video, Desde Cuba

https://www.youtube.com/watch?reload=9&v=R60lelJ9HGk&feature=emb_logo


El desarrollo de la biotecnología en Cuba. Retos en la estrategia económica después de 2021

Por Omar Everleny Pérez Villanueva, Horizonte Cubano
February 15, 2021

Pese a su gran desarrollo y resultados, el sector biotecnológico se enfrenta a un gran reto en cuanto a su concentración en sus destinos de exportación y su falta de fuertes recursos financieros.



Foto: Cubasi.cu

Desde 1959 Cuba creó múltiples programas educativos y otorgó importantes partidas presupuestarias que permitieron crear la base profesional necesaria para su desarrollo a partir de una ciencia nacional, un objetivo central del nuevo gobierno. Entre sus primeros pasos estuvieron la campaña de Alfabetización (1961), la reactivación de la Academia de Ciencias de Cuba (1962) y la creación de diferentes institutos de Salud Pública.

A partir de 1962, Cuba realizó un programa de inmunización en todo su territorio e introdujo la vacunación antipoliomielitis vía oral, lo cual la convirtió en el primer país en eliminar esa enfermedad.

Durante la década de los 80 se planteó una estrategia de desarrollo para la biotecnología con la creación, en 1981, de un frente biológico del que formaron parte diversas instituciones científicas. A partir de ahí se comenzaron a establecer instituciones, entre otras, como:
  • El Centro de Investigaciones Biológicas, el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB).
  • El Centro de Producción de Animales de Laboratorio (CENPALAB).
  • El Centro Nacional de Biopreparados (BIOCEN).
  • El Centro de Inmunoensayo.
  • El Centro de Inmunología Molecular (CIM).
  • El Instituto Finlay.
  • El Centro de Química Farmacéutica.
También se construyeron otros centros o se instalaron equipos en distintas Universidades y provincias. En 1965 se inauguró el Centro Nacional de Investigaciones Científicas (CNIC).

Entre los años 1990 y 1996 Cuba atravesó por un proceso de profunda crisis económica y social conocido como Período Especial. Sin embargo, las inversiones del presupuesto del Estado en esas esferas de la alta tecnología no se detuvieron y se les destinaron altas sumas en equipamientos.

En 1992 se constituyó el Polo Científico del Oeste de La Habana, que comprendió más de cincuenta instituciones y diez mil trabajadores. Esa estructura permitió que todas las empresas integrantes tuvieran su propia empresa comercializadora para facilitar el proceso exportador; es decir, funcionaron en un ciclo cerrado.

Esa estrategia se basó desde un inicio en disponer de un profesional de alta calificación donde participara en el llamado "ciclo cerrado" (investigación + desarrollo + producción + comercialización) y donde se pudiera, además, medir el efecto de resultados concretos, basados en cuántas enfermedades se evitaban y cuántas personas se curaban. También se les ofrecía a los investigadores incentivos laborales, buenas condiciones de trabajo, posibilidad de superación constante en Cuba y el exterior, aunque estos requisitos hoy han mermado.

El bajo costo de la fuerza de trabajo altamente calificada y su abundancia respecto a la de países más desarrollados, implicaban que los productos cubanos tuvieran bajos costos por peso de investigación o producción.

Evolución de sus resultados

La experiencia de la biotecnología cubana se podría considerar con éxito desde ciertos criterios que pueden emplearse para medirla: generación de productos (biofármacos y vacunas), impacto en la salud pública, inscripción de patentes y peso en las exportaciones.

Esos resultados se debieron a la prioridad que se le otorgó y a las fuertes inversiones hechas en esas áreas, pero ha resultado complejo precisar si los gastos totales invertidos se han podido recuperar en el tiempo transcurrido.

En general, la industria cubana ha adolecido de autonomía en la toma de decisiones financieras. En muchas ocasiones ello impide disponer de capital en el momento necesario y convierte la escasez de recursos financieros en una de sus principales debilidades.

Pese a las numerosas aplicaciones de la biotecnología en varios sectores, debido a las propias causas de los recursos limitados con los que ha contado Cuba los productos biotecnológicos se han concentrado, fundamentalmente, en tres sectores: en el área de la salud humana, en las investigaciones sobre ganadería y en la agricultura.

El impacto social de los productos biotecnológicos nacionales puede encontrarse en las diferentes vacunas obtenidas y en su repercusión en la población como en los casos, entre otros, de la meningitis B/C y la hepatitis B; las tecnologías para el diagnóstico de defectos del tubo neural, dengue, kits para embarazos, vacunas contra el cáncer de pulmón, fármacos dedicados a combatir enfermedades virales, el infarto del miocardio y el rechazo al trasplante de órganos.

Se han logrado vacunas bivalentes, trivalentes, tetravalentes y pentavalentes, también otros productos de tipo terapéutico para combatir el SIDA, que alargan la aparición de la enfermedad en personas ya contagiadas y en variantes preventivas.

Recientemente se obtuvo una nueva vacuna terapéutica contra la hepatitis B crónica: la HeberNasvac. Ha demostrado tener niveles de eficacia superiores a los principales tratamientos registrados para este padecimiento. Fue una de las primeras vacunas en el mundo para uso terapéutico y se aplica por vía nasal y subcutánea. La primera que tiene dos antígenos del virus de la hepatitis B, el antígeno de superficie y de la nucleocápsida del virus.

Foto: Granma.cu

El Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB) desarrolló unos de los principales productos de las exportaciones de la biotecnología cubana: el Heberprot-P, medicamento único en el mundo que ha reducido hasta en un 75% el índice de amputaciones en pacientes con úlceras del pie diabético.

Lo interesante de la biotecnología cubana consiste en su especialización en vacunas preventivas producidas localmente. Entre ellas sobresalen las siguientes:
  • Vacuna antihepatitis B. Creada por el CIGB.
  • Vacuna anti meningocócica BC. Creada por la empresa Laboratorio Farmacéutico Carlos J. Finlay.
  • Vacuna antirrábica. Creada por la empresa Laboratorio Farmacéutico Carlos J Finlay.
  • Vacuna toxoide-tetánico. Creada por la empresa Laboratorio Farmacéutico Carlos J Finlay.
  • Vacuna antidiftérica-antitetánica. Creada por la empresa Laboratorio Farmacéutico Carlos J Finlay.
  • Vacuna contra la difteria, tétanos y tosferina (DTP). Creada por la empresa Laboratorio Farmacéutico Carlos J Finlay.
  • Vacuna antileptospirósica trivalente. Creada por la empresa Laboratorio Farmacéutico Carlos J Finlay.
  • Vacuna tetravalente DTP-HB ( TRivac-Hb). Creada por el CIGB.
  • Vacuna pentavalente heberpenta. Creada por el CIGB.
  • Vacuna antitifoidica. Creada por la empresa Laboratorio Farmacéutico Carlos J Finlay.
  • Vacuna contra Haemophilus Influenza tipo B. Creada por la empresa Laboratorio Farmacéutico Carlos J Finlay y el Centro Nacional de Biopreparados (BIOCEN). Originalmente surgió como una investigación de la Universidad de La Habana a partir de un antígeno sintético.
Se trabajó en la agricultura para hacerla más productiva, aunque no sucedió así, pero se hicieron inversiones para construir una extensa red de biofábricas para producir vitroplantas y mejorar el sector agrícola. Se lograron variedades más resistentes a enfermedades y a plagas en cultivos como la caña de azúcar, la papa, el tabaco, el plátano, las hortalizas y los cítricos. Luego se sumó la obtención de vacunas veterinarias de nueva generación y la producción de animales y plantas transgénicos.

Las transformaciones

En diciembre de 2012 esta industria sufrió una transformación: las empresas biotecnológicas pasaron a formar parte del grupo empresarial BioCubaFarma, una de las Organizaciones Superiores de Dirección Económica (OSDE) creadas en ese momento (hoy forman 32 empresas). Se integraron al grupo las entidades del sector biotecnológico antes pertenecientes al Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (CITMA) y las del Grupo Empresarial QUIMEFA, encargado de la producción de fármacos. El grupo comenzó con establecimientos en las quince provincias y estaba compuesto por 16 grandes empresas productoras, ocho comercializadoras, once radicadas en el exterior y tres que ofertaban servicios.

La integración de la industria biotecnológica con la farmacéutica reportó beneficios para ambas. BioCubaFarma es una entidad nacional de carácter empresarial que incluye el concepto de empresas de alta tecnología. Si bien la integración de ambas industrias puede constituir un factor de éxito en el tiempo, hay que diferenciar a la “empresa” de la empresa de alta tecnología.

En el extranjero existen 19 entidades regidas por la empresa mediante distintas modalidades: se trata de empresas mixtas o totalmente de propiedad cubana y sus representaciones, entre otras. Sus producciones se comercializan en más de cincuenta países. En varias regiones poseen más de setecientos registros sanitarios.

La biotecnología cubana y la industria farmacéutica están en condiciones de hacer un mayor aporte a la cartera de exportación de productos de alta tecnología a fin de garantizar o recuperar la inversión en esa área, aunque el tema de la exportación no es solamente un problema de volumen, sino también del contenido tecnológico de lo que se exporta. El verdadero desarrollo tecnológico pasa siempre por su capacidad de producir y exportar productos de alto valor añadido y nuevos a lo largo del tiempo.

Sin embargo, las estadísticas oficiales cubanas muestran que las exportaciones de los productos químicos y sus conexos --entre los cuales están incluidos los medicinales y farmacéuticos--, han decaído durante los últimos años, a pesar de que esas estadísticas no se han publicado desde el año 2016. La biotecnología ha ido desacelerando el ritmo de sus exportaciones, formando parte de la caída de las exportaciones de bienes. No sería muy atinado estimar las exportaciones de los productos medicinales y biotecnológicos de 2020, toda vez que la crisis económica derivada de la pandemia ha sido muy profunda.

Las estadísticas muestran una caída de casi un 40% de las exportaciones de productos químicos y sus conexos entre 2015 y 2019. Considerando la participación de los productos medicinales y farmacéuticos dentro del total de las exportaciones de productos químicos de alrededor de un 90%, se podría estimar que las exportaciones de medicamentos --entre los que se encuentran, por supuesto, los de origen biotecnológico-- en 2019 estaría en un entorno de unos 240 millones de pesos anuales. Se trata de una cifra muy por debajo de lo logrado. No está en los valores a los que se aspiraba y, por consiguiente, en el futuro no queda claro el valor al que habría que aspirar.


Fuente: Anuario Estadístico de Cuba. Sección Sector Externo, La Habana.

El surgimiento de Biocubafarma hizo posible la incursión del capital foráneo en esta área, sobre todo en la construcción de plantas y en la Zona Especial de Desarrollo del Mariel, donde ya se edifica una planta de producción e investigación. Pero el Estado cubano ha sido reacio, en muchos casos, a la inversión extranjera en la etapa productiva o de investigación.

La biotecnología cubana frente a la mayor pandemia del siglo

La industria biofarmacéutica cubana ha sido clave en la estrategia frente a la pandemia del nuevo coronavirus. En los protocolos establecidos por el Ministerio de Salud, la mayor parte de los productos utilizados son nacionales y se han empleado con efectividad en pacientes graves y críticos, así como en determinados grupos de riesgo. En los inicios se utilizaron el Interferón alfa-2B recombinante, ya en existencia, y se lograron resultados aceptables.

El grupo Biocubafarma trabaja en 16 proyectos de nuevos tratamientos y tecnologías médicas para prevenir y combatir esa enfermedad. Hay cuatro candidatos vacunales en diferentes fases. Sobresale la vacuna Soberana 02, que ya se está escalando en grandes lotes para una vacunación masiva a la población. Las restantes vacunas son Soberana 01, Abdala y Mambisa.

La industria biofarmacéutica cubana ha sido clave en la estrategia frente a la pandemia del nuevo coronavirus. La mayor parte de los productos son nacionales y se han empleado con efectividad en pacientes graves y críticos.

La ventaja de la Soberana consiste en haber aprovechado plataformas prestablecidas, práctica mundialmente adoptada para acortar los plazos ante el impacto global de la pandemia. Esta vacuna se ha basado en la proteína RBD como antígeno principal.

Los principales productos cubanos utilizados durante esta pandemia han sido:[1]
  • Biomodulina T. Un inmunomodulador de origen natural.
  • Hebertrans. Un factor de transferencia.
  • Nasalferón. Una formulación nasal de IFN alfa 2B humano recombinante.
  • Hebrón. Un interferón alfa 2B humano recombinante.
  • Heberferón R. Un IFN alfa-2B + IFN gamma.
  • Jusvinza. Péptido inmunomodulador.
  • Itolizumab. Anticuerpo monoclonal anti- CD6.
El Itolizumab se está probando en los Estados Unidos. Dos países de América Latina lo han solicitado.

Se encuentran en estudio otros medicamentos como el Péptido CIGB 300, inhibidor de la enzima caseína quinasa, la vacuna antimeningocócica VAMENGO-BC y la vacuna CIGB 2020. Hasta ahora, el esquema de inmunización cubano incluye trece vacunas. De ellas, ocho ya se producen en la Isla.

Retos futuros

Cuba ha entrado en un área dominada por algunos países desarrollados y por pocas empresas transnacionales. Para su desarrollo competitivo este sector necesita enormes recursos financieros para la investigación, de los que Cuba carece. De ahí que el reto consista en cómo lograr su supervivencia en las condiciones del país en el corto plazo. El biotecnológico posee un alto grado de complejidad. Si bien resulta muy rentable cuando se tiene éxito, para llegar ahí se necesita invertir grandes sumas y estar dispuestos a esperar largos períodos antes de recuperar la inversión.

La diversidad de destinos con entornos regulatorios diferentes y el incremento de las regulaciones internacionales constituyen una barrera para la entrada de los productos cubanos en muchas economías. En cada país de destino existen regulaciones al respecto, lo cual requiere la reinversión permanente para obtener altos estándares de calidad, un riesgo fundamental para el sector biotecnológico cubano, sobre todo porque los mercados más restringidos son los de los países desarrollados, que tienen pocas empresas, pero monopólicas. Es allí donde se pueden obtener los mayores beneficios.

Para su desarrollo competitivo este sector necesita enormes recursos financieros...de los que Cuba carece.

En general, la industria cubana ha adolecido de autonomía en la toma de decisiones financieras. En muchas ocasiones ello impide disponer de capital en el momento necesario y convierte la escasez de recursos financieros en una de sus principales debilidades.

Cuba tiene una reducida demanda interna para los productos biotecnológicos. En los países pequeños, el mercado doméstico no tiene dimensiones que generen un volumen suficiente para internalizar los costos fijos de la actividad de investigación y desarrollo. De esta manera, la orientación exportadora constituye una condición imprescindible para lograr la viabilidad económica.

En este contexto, la diversificación del mercado en el proceso exportador deviene una necesidad, a pesar de que los productos de la biotecnología cubana se exportan hoy a varios países de todos los continentes. Aún se evidencian problemas de concentración de esas exportaciones en cuanto a su valor, una verdadera limitante para la competitividad.

La productividad en el mediano plazo dependerá de la penetración de nuevos mercados, pero también de crear nuevos productos, por lo que las empresas nacionales se enfrentan al tradeoff entre seguir produciendo biogenéticos que llevan un menor esfuerzo –pero de menor rentabilidad– o hacer el gran esfuerzo de renovar su cartera de productos. Esto implica mayor inversión, riesgo y rentabilidad en el largo plazo.

Un elemento importante de la biotecnología es la espera en el proceso que debe llevar a cabo todo producto biotecnológico, en especial los medicamentos: desde la investigación y desarrollo hasta el registro del producto. Para desarrollar un medicamento biotecnológico son necesarios no menos de diez años.

Pese a su gran desarrollo y resultados, tanto en el campo de la ciencia (investigación) como de la economía (exportaciones) el sector biotecnológico se enfrenta a un gran reto en cuanto a su concentración en sus destinos de las exportaciones y a la necesidad de una fuerte inyección de recursos financieros. El país no está en las mismas condiciones de ofrecerlos, como durante el despegue de los años 80.

No obstante, la biotecnología es un sector estratégico en cuanto a la noción multidimensional que tendrá el desarrollo cubano en sus aspiraciones de horizonte hasta 2030. Hacerlo realidad es lo que les toca a los hacedores de política económica.

La biotecnología cubana ha demostrado excelentes resultados para hacerle frente a la pandemia de la COVID-19, en especial el empleo de recursos nacionales y vacunas propias para inmunizar a toda la población.


[1] Fuente: Granma, 11 de agosto de 2020, p.5.

Burocracia y burocratismo, relaciones de autoridad formal, relaciones de propiedad, a revolucionar

 Por Rafael Alhama Belamaric

 Efectivamente, se puede estremecer el sistema empresarial, pero sin revolucionar, y sin embargo, necesita cambios radicales. Debía haber sido una evolución por los cambios sociales y de estructuras de poder producidos hace medio siglo y más, con continuos seguimientos, investigaciones y propuestas a lo largo de todo ese tiempo, acompañando desde la institucionalización  en la década del 70, pasando por correcciones y ajustes de los años 80, las nuevas formas organizativas y el perfeccionamiento empresarial de los años 90, hasta propuestas más radicales y urgentes en el último decenio. Y la formación de directivos, miles y miles, ha acompañado todos y cada uno de los procesos, sobre todo en los últinmos cuarenta años.

 ¿Entonces que ha pasado que hoy se vuelven a recordar, puntualizar o proponer nuevamente conceptos, vías y soluciones que deben acompañar irremediablemente la Tarea Ordenamiento?

 Todas y cada una de las propuestas, desde directivos con talento, de formas de gestión,  de organización empresarial con mayor o menor nivel de autronomía, por lo tanto cambios de arquitectura, estructuras, y agrupación de trabajadores, que de ninguna manera debe pasar una vez más por borrar cuadritos en la pizarra o cambiar el nombre, o de gestión y autonomía a nivel de comunidad, municipio o territorio, todo, realmente todo pasa por un contexto, condiciones, prácticas establecidas, y cultura mayores, que ni cambian de la noche a la mañana, ni se sienten obligados a hacerlo, a no ser que no se vean reflejados, o que no puedan reproducir prácticas por imitación.

 Y, una vez más, creo importante ubicar los cambios de Ordenamiento en las condiciones actuales, de los elementos que a continuación rememoro, que fueron escritos en 2016. Sólo le he añadido la palabra “revolucionar“. Quizás se comprendan mejor las complejidades, ya alertado tempranamente por el Che desde comienzos de los años 60, que hoy no es posible resolver sin contar con la magnífica fuerza multi e interdisciplinar de especialístas existentes, si los cambios que se necesitan gestionar no son de gestión de cambio especializado, enmarcados en este contexto.

 “Comprender los aspectos técnicos y burocráticos, es decir, las relaciones de poder, basados en los vínculos entre las clases sociales, o el sistema de relaciones de propiedad, en los últimos doscientos ańos ha sido tarea de no pocos ideólogos del capitalismo naciente y pujante de finales del siglo XIX y principios del XX; comprender y rediseńar, y transformar, esas relaciones de propiedad más allá de un cliché y un dogma de identificar la propiedad con los medios de producción, ha sido objeto y objetivo de muy pocos en las sociedades socialistas desaparecidas, y existentes. Si a ello se ańade que la mayoría de los economistas marxistas “manualistas clásicos”, consideraban la propiedad como una “relación independiente“, pero que ocupa un lugar central en el sistema de relaciones de producción, y todo ello se vincula a su vez con las estructuras burocráticas y el burocratismo desarrollado a partir de las mismas, no es difícil de comprender lo estrecho de la visión, y que la apropiación de la riqueza material está vinculada a este enfoque reduccionista, que nada tiene que ver con el sistema de relaciones sociales de una sociedad socialista en transformación, que no puede estar ajena a la realización socio-económica de la propiedad. La propiedad social, no puede estar encerrada en una única forma económica, la estatal, que por demás minimiza y formaliza el papel de los colectivos laborales, como propietarios y apropiadores de los resultados del trabajo, porque de esa forma la apropiación y distribución del excedente económico, sencillamente no se socializa adecuadamente, como tampoco se socializa el consumo y el proceso de dirección“.

 “No hay palabras más claras de que la Propiedad, la propiedad social, constituyen relaciones socioeconómicas objetivas, y que es el fundamento general de las relaciones sociales de producción en el socialismo, que las palabras que Marx dirige a Proudhon: “En cada época histórica la propiedad se ha desarrollado de modo distinto y bajo una serie de relaciones totalmente diferentes. Por tanto, definir la propiedad burguesa no es otra cosa que exponer todas las relaciones sociales de la producción burguesa (…) (el subrazado es nuestro) Querer concebir la propiedad como una relación independiente, una categoría aparte y una idea abstracta y eterna, no es más que una ilusión metafísica o jurídica (…)La propiedad constituye la última categoría en el sistema del seńor Proudhon,en el mundo real, por el contrario, la división del trabajo y todas las demás categorías del seńor Proudhon son las relaciones que en su conjunto forman lo que actualmente se llama propiedad (…) (1)

 “El hecho cierto es el reduccionismo ha llevado en la práctica a la tergiversación de la lógica de Marx, y que las relaciones de propiedad se han visualizado y se han objetivizado en un sistema de apropiación y distribución, de consumo y de dirección ajenos, o muy limitados al productor directo, si se quiere colectivo laboral y al individuo, como sujetos activos de posesión y apropiación, ocupando el Estado, con su estructura burocrática el lugar de sujeto de propiedad, prácticamente en todas las funciones. Esto llevar a pensar, a no pocos, que la propiedad social en su forma y mecanismos estatales, es no sólo la mejor existente, sino la más cercana al concepto de propiedad social. De no revertir esta visión y pensamiento, no es posible que se comprenda porqué las mayores dificultades se originan muchas veces por la acción del llamado “factor subjetivo” como si este fuera ajeno al “factor objetivo”.

 “Tampoco sería posible que se comprenda lo que ha expresado Marx, de que la propiedad expresa “las relaciones de los individuos entre sí, en lo tocante al material, el instrumento y el producto del trabajo” (2), (el subrazado es nuestro) que de ninguna manera se puede minimizar el papel del hombre como portador de las relaciones, y que la apropiación de los resultados del trabajo no puede estar ajena a las relaciones de propiedad, a la dirección.Esto ha llevado a “identificar tres puntos esenciales en lo concerniente a la propiedad, que podríamos llamar “el triángulo dialéctico de la propiedad”: el individuo- la naturaleza- la sociedad, que obliga a pensar en una articulación objetivamente existente que se alza en torno a ese triángulo, que es el proceso de producción, reproducción y apropiación por los individuos de su propia existencia humana”. (3)

 “Esta idea lleva a recoger conceptualmente la totalidad que se da en la realidad objetiva, a saber: un sistema que va desde los individuos en su actuación en el “proceso del trabajo”/Marx/, e incluye las mediaciones en su proceso permanente de socialización en contradictoria unidad dialéctica con la naturaleza: su organización en grupos sociales, clases, las estructuras de agrupación de los individuos en su reproducción social, desde la familia hasta las que constituyen los elementos de dirección de la sociedad, más allá del proceso del trabajo: el Estado, como “organización del Poder público” – que comprende el Estado como instituto político, con sus componentes y todo tipo de organizaciones sociales ); los propios materiales e instrumentos de trabajo, las relaciones tecnológico - organizativas y técnicas de dirección; los reguladores (sistemas de normas y valores, de diferente grado, comprendiendo los vinculados al ejercicio del poder a través del Estado – las regulaciones y leyes, - y los valores morales, ideológico espirituales en general)”. (idem)

 Pero, ¿Qué tiene que ver todo esto con la burocracia, el burocratismo y las relaciones de autoridad formal que este establece a nivel de toda la estructura del Estado, y sobre todo a nivel del pensamiento y acción?

 “Vayamos a la historia que enseña. Al calor de los tiempos de modernidad, descollaron pensadores, cuyas ideas llegan a nuestros días. Por mucho que se quiera establecer diferenciación entre la burocracia y la burocratización, lo cierto es que esta última es el proceso mediante el cual la primera, instrumento de dominio social, gana en eficacia y eficiencia e institucionalidad, tal como seńalaba Max Weber (Alemania, (1864–1920).

 “Con la llegada del siglo XX, llega la teoría de la acción racional o la racionalidad medio-fin, a partir del individuo, tanto a nivel del individuo, de la empresa y de instrumentaciones en la actividad del trabajo, como en la política y las acciones del Estado. En esta corriente, la burocracia es entendida como organización eficiente, lo que vendría a ser la burocracia buena o necesaria, sustentada por una racionalidad valorativa, basada en valores, en las que la organización informal, aparece como un factor de imprevisibilidad; por tanto, poco racional. No poco se ha escrito, con fundamentos basados en estas ideas para rechazar cualquier intento de organización (auto)gestionaria. Pero, también, algo como el “liderazgo“, debía ser transformado en autoridad formal tradicional, o que formara parte de aquella.

 “Ya desde finales del siglo XIX, fue empleado el término, y desde entonces las sociedades modernas han estado ligadas a la burocracia. Tanto desde la sociología, como desde las ciencias administrativas ha implicado una mentalidad, una organización y una estructura, y hasta una intención. Así, la burocracia y la burocratización de las sociedades, con mayor o menor racionalidad técnica, basada en autoridad formal legal, que domina al individuo, como instrumento de dominación social, ha abarcado desde el pensamiento, hasta las teorías de administración y la acción en el último siglo. Ciertamente, las sociedades socialistas, han pasado por la institucionalización, y han sido y son sociedades institucionalizadas influenciadas por estas corrientes, y en mayor o menor grado han sido burocratizadas..

 Se impone una pregunta. ¿Son estas las relaciones que deben regir en una sociedad socialista de transición, en constante, continua y prolongada transformación social, que interesa a los procesos productivos, sociales y políticos de todo tipo? Decididamente no. Tan temprano como en 1962, a partir de las experiencias de los primeros ańos, Ernesto Che Guevara en tiempos ya de Ministro de Industrias, alertaba en su texto „El Cuadro, columna vertebral de la Revolución“, que la burocracia era “como el trampolín para ascensos y para cargos burocráticos de mayor o menor cuantía, desligado totalmente de las masas”.

 Luego de más de cuarenta ańos de la anunciación “muerte del burócrata”, los burócratas actuales se han modernizado. La burocracia, que a estas alturas sería como una capa extendida a todos los niveles, y define la arquitectura de toda la sociedad. Es más o menos homogénea, aunque con intereses disímiles, cobra importancia por día, lo cual hace que la burocratización presente grandes complicaciones y complejidad. Sus actos y condiciones, su pensamiento y acciones no sólo se ven, sino que pesan en las decisiones. Los valores que dominan, son, por un lado la “espera”, el “la demora o alargamiento de los procesos“, y por otro, la defensa a ultranza de las estructuras y los conceptos establecidos. Se sienten en toda su dimensión, en la misma medida y fuerza, con que se alarga el tiempo de las medidas y soluciones. Marca pautas en la conducta cotidiana de funcionarios, técnicos y dirigentes.

 Entre todos, y hasta sin querer, tejen una red de intereses, cada día más poderosa, cada día menos dispuesta a “revolucionar”, en toda la extensión de la palabra, de proponer y llevar a cabo las transformaciones radicales necesarias. 

Pero sobre todo se ha impuesto por el concepto de control y el recontrol, decir excesivo sería ingenuo, puesto que responde al enfoque burocrático, y ello abarca desde el nivel individual hasta el nivel social. Esto conlleva a la procedimentación de todo lo procedimentado, todo lo regularizado, como parte de una división tanto de responsabilidades como del trabajo, llevado este a la máxima especialización, a nivel de tarea y hasta de elementos; y todo ello dentro de una línea jerárquica en la que priman unas relaciones impersonales.

Si esta formula no es la de la deshumanización y la alienación, está muy cerca de serlo. Lo que sí no caben dudas es que ha causado, y sigue causando en la sociedad daños graves, de credibilidad, de falta de iniciativa y de proactividad. Se nutre y crea poca capacidad de gestión, pero sí es eficiente creando documentación de dudoso beneficio, y además, dificulta su cumplimiento, en la medida en que hay más y más documentos y procedimientos, lo que a su vez da origen a más burocracia; sin más papeleo que la nutra, está obligada a desparecer o a transformarse.

Si es cierto, como afirman algunos estudiosos, que la burocracia se originó y empezó a fortalecerse a partir de la división de los saberes técnicos especializados, no es difícil imaginarse que en la misma medida en que estos conocimientos se generalizan, y forman parte de los avances tecnológicos, como parte de un proceso favorecido por los niveles educacionales y culturales alcanzados en el país, es lógico pensar que hay que socializar los instrumentos y mecanismos de poder formal, para que no sigan siendo bases y promotores de la burocracia. No hay nada más traumático para un burócrata, que decirle, que con la información que posee, y los saberes y las capacidades de otra persona, esta también podría tomar decisiones sobre cualquier tópico, sea a nivel individual, colectivo, empresarial, social, o económico. La gravedad del asunto estriba en que, ya sean asuntos a nivel de individuo, del colectivo laboral o de empresa, van adaptando las decisiones a sus intereses. Desde la teoría, Weber definió hace más de un siglo a la burocracia como una forma de organización que realza la precisión, la velocidad, la claridad, la regularidad, la exactitud y la eficiencia conseguida a través de los elementos arriba mencionados. Sería bueno, repetir, porque se ha hecho en el pasado, ¿hasta dónde llega la velocidad, claridad y eficiencia hoy en la cadena burocrática?

 El objetivo y la visión positiva de la burocracia hace un siglo atrás se basaban fundamentalmente en la obtención y procesamiento centralizado de la información.

A partir de Weber, y basándose en el estudio de los sistemas administrativos públicos europeos de su época, se le confirió  una importancia académica y práctica al concepto, que llega hasta nuestros días. Este pensador creía firmemente en que esta era la organización ideal, la dominación de los funcionarios públicos frente a la fe liberal. La racionalidad, la efectividad y las ventajas administrativas que el sistema burocrático supuestamente ha conferido históricamente a los estados, no cuestiona la legitimación de su papel en la sociedad, sino del costo que implica ello para gobernar, controlar y organizar. 

Todo ello está dado por algunos principios originales en su tiempo, desde luego cuestionables, entre ellos:

- “el desempeńo de funciones oficiales es permanente y constante”. Esto significa que no puede haber cambio de tareas, y las funciones se ejecutan estrictamente de acuerdo a unas reglas y por una persona, en las que la autoridad está fijada y delimitadas las atribuciones así como los medios de coerción a disposición; la responsabilidad y la autoridad de cualquiera de los funcionarios son parte de una cadena jerárquica; 

- “los funcionarios no son propietarios de los recursos”, pero son responsables de su uso. Esto es tremendamente importante, por la connotación en una sociedad socialista de la propiedad social. Las funciones se desempeńan y se toman las decisiones sobre la base de documentos escritos, lo que garantiza el mantenimiento de la impersonalidad, y aleja cualquier vestigio de lo que pudiera ser la participación activa y efectiva del ciudadano o del trabajador implicado, entre otros.

 Weber también enfatizó que la burocracia puede anquilosarse, dado que quienes tienen poder buscan preservarlo; y que carecen de flexibilidad, sobre todo para confrontar casos individuales. Este pensador alertaba también que la burocracia real podía degenerar, y que la jerarquía vertical podía causar confusión y conflictos de competencia.

Pero a su juicio, también había consecuencias desfavorables de la burocracia, que casi siempre se callan, y estas son abundantes.

- una decisión podía considerarse más importante que su efecto,

- las decisiones podían ser lentas;

- haber rigidez e inercia en los procesos;

- llevar al nepotismo, corrupción y enfrentamientos, al no cuidar que la promoción fuera en base a méritos.

- la distribución de funciones--a lo que habría que ańadir, por la experiencia del último siglo, la fragmentación de funciones, podía llevar al exceso de regulaciones, a la duplicación de esfuerzos, a la ineficiencia general;

- los funcionarios pueden eludir las responsabilidades, que pueden ser poco proclive al cambio, a la autocrítica, poca estima por opiniones contrarias;

- la cantidad de reglas, la existencia de reglas contradictorias, llevaría a una situación de desarmonía. Como más tarde se verificó las normas conflictivas pueden llevar a desarmonía entre objetivos individuales y medios institucionales para alcanzarlos; anomia, no por falta sino por exceso de reglas. 

Antes de estas reglas, ya Marx y Engels realizaron un examen del fenómeno. Sin embargo, no profundizaron el estudio en relación al papel general de la burocracia, no era el caso, especialmente acerca de la posibilidad de que la burocracia pudiera desplazar del poder a las clases productoras en una sociedad socialista. Fue Lenin, en su quehacer, quien analiza el papel de la burocracia y su papel en relación con el Estado. Este fenómeno puede llegar a ser, y de hecho lo fue siempre, de la mayor importancia en las tentativas posteriores de implementar una concepción del Estado, que de ninguna manera se pudiera catalogar, como algunos lo hacen a veces, de concepción marxista.

 Téngase en cuenta que aun cuando con anterioridad a la Revolución Francesa, hubo suficientes referencias a su connotación negativa, en relación con las políticas practicadas por la monarquía absoluta, Marx la describió como la “república petrificada” y como “la organización civil del Estado que se opone al Estado Social de los civiles”. Esta línea de pensamiento puede tener un largo camino. Sin embargo, el objetivo de este artículo es alertar, aun corriendo el riesgo de la reiteración, del peligro de una burocracia degenerativa, que no conoce ni está dispuesta al cambio revolucionario.

 Pero, además, sostener que la burocracia es consustancial al ejercicio del poder en las sociedades modernas, es como declarar que no existe otra forma.

Por tanto, se podría llegar a la errónea conclusión de que no hay forma de arreglar las desviaciones y anomalías—solo quizás atenuarlas-, y que hay que convivir con ello porque es un mal necesario. Esto impediría que se busquen otras vías y mecanismos, otras formas organizativas y de control. Esto, en una sociedad basada en relaciones de propiedad social, es ineludible, sobre todo si se tienen en cuenta las condiciones y circunstancias actuales de disfuncionalidad de los estados capitalistas.

 Como se trata de un pensamiento, y de esquemas mentales, son cada vez más los que emplean el poder que le otorga su posición de acceso a las decisiones, y van moldeando las organizaciones y las condiciones de manera que respondan a sus intereses. A estos se van amoldando los “pasivos”, los sujeto- objeto, los que no participan activamente y asumen que eso es normal y no puede ser de otra manera.

 Una regulación de más, un documento de procedimiento para un control innecesario; una norma complicada que repite las propuestas de la anterior y suma más elementos; un nivel de decisión sin las atribuciones ni facultades para desarrollar las funciones necesarias; una dirección a nivel de empresa o unidades organizativas de base que no cuenta con autonomía para desplegar su potencialidades ni realizarse; tres y cuatro niveles de decisión donde debería haber uno sólo; nueve áreas funcionales para “dirigir” tres áreas productivas; múltiples áreas organizadas en estancos separados que dificultan las coordinaciones y hacer imposible la integración de funciones; una visión o propuesta conceptual que repite la práctica establecida; o sencillamente un trámite que es posible hacerlo al momento y que se demora un mes, porque el tiempo establecido es ese; todo eso, y más, forma parte del pensamiento burocratizado y de visión y estructura burocrática de poder.

 Al imponer más y más restricciones, cualquier actividad, por muy exitosa que sea, puede llegar a convertirse en desmovilizadora y enajenante. Esto, a su vez, puede estructurar prácticas corruptivas en las propias relaciones sociales y las relaciones de producción existentes en la sociedad. No se puede dar por buena una forma que desconoce, conceptual y prácticamente, las relaciones interpersonales, para no hablar de otras de mayor complejidad, como son los procesos sociales al interior de una organización, de un colectivo laboral, de una sociedad socializada. Y puede llevar, y así se puede verificar en la práctica, que elementos como “sensibilidad” y “sencillez” al influjo de la autoridad formal, lejos de lo que sería el liderazgo, queden relegados al último plano. Frente a ello, sólo resta una actitud activa de análisis y propuesta de cambio de las formas organizativas, de las estructuras de dirección, no a partir de organigramas, sino de estudios reales in situ, de las formas de participación en las decisiones trascendentes y no trascendentes; de las formas económicas que multiplican las formas de propiedad como un todo de la propiedad social.

 “En la misma medida en que se reinterprete la propiedad social más allá de la forma y relaciones únicas establecidas, se fortalezcan los procesos sociales a partir de los productores directos, se fortalecerá la participación, la socialización de la dirección y gestión, y su realización. Se harán más débiles las actuaciones, las estructuras y el pensamiento burocráticos, y se irán potenciando los procesos simultáneos de transformación de la sociedad y del individuo, con el conocimiento acumulado“.

 “De otra manera, el proceso de prolongadas transformaciones, se estanca; y las transformaciones no pueden ser superiores a los procesos y relaciones sociales de los que forman parte, de los que forman parte los individuos, los seres humanos que se revelan como sujetos activos de las transformaciones, con sus experiencias, percepciones y aspiraciones. También quedaría estancado el conocimiento, su realización, la innovación, de lo que tanto se habla hoy, precisamente por las condiciones burocratizadas de los procesos y las relaciones sociales de producción, tanto al interior de las organizaciones, sean estás empresas o instituciones especializadas, como de las estructuras y funciones, atribuciones y facultades estatales“.

Citas.

1 Marx, C. Misería de la Filosofía. Ed. Progreso, Moscú, 1974, pp.127 y 154.

2 Marx, C. y Engels, F. Obras Escogidas. Ed. Progreso. Moscú, 1973, t I. p.17

3 Alhama, B.R., García Brigos, J., Lima, R. y Raful, D.: “La propiedad social en laconstrucción socialista cubana. Notas para un debate.” III Evento del Institutode Filosofía, La Habana, oct. 2009.

 Bibliografía

Alhama, B.R., García Brigos, J., Lima, R. y Raful, D.: “La propiedad social en la construcción socialista cubana. Notas para un debate.” Ponencia al III Evento del Instituto de Filosofía, La Habana, oct. 2009.

Marx, C. Misería de la Filosofía. Ed. Progreso, Moscú, 1974.

Marx, C. y Engels, F. Obras Escogidas. Ed. Progreso. Moscú, 1973.