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martes, 18 de mayo de 2021

La agricultura cubana y las PYME

Se avizora el protagonismo de las PYME en las transformaciones impulsadas por el sector agropecuario cubano.





Preámbulo

El sector agropecuario cubano ha iniciado un importante proceso de transformaciones osadas y profundas, en el que se avizora el protagonismo de las PYME (pequeñas y medianas empresas).

Ante este escenario de importante participación la cooperativa posee el 44% de la tierra agrícola, mientras que la forma productiva usufructuaria y la privada concentran alrededor del 20 % y el 3% de este recurso, respectivamente. En estas dos últimas formas es donde radican las posibilidades de clasificación de las PYME de producción agrícola. No obstante, vale aclarar que el usufructuario suele estar vinculado, en la mayoría de los casos, a las formas cooperativas existentes.
Concepto y características generales de las PYME

Las PYME suelen desempeñar un papel importante en la economía de un país, debido a que participan en la generación de empleos y contribuyen a incrementar la oferta de productos y servicios, motivando aportes, en su conjunto no poco significativos, al Producto Interno Bruto (PIB).

En realidad, las PYME suelen comprender, además de las pequeñas y medianas, a micro empresas operadas por una persona natural o jurídica bajo alguna forma de organización. Por lo general están compuestas por profesionales con suficiente competencias y calificación para desempeñarse en las áreas de finanzas, mercadeo, producción y servicios tecnológicos, o cualquier otra área económica-productiva.

Debido a su tamaño, objetivo, capacidad y necesidad de competir, las PYME también suelen necesitar cierto apoyo y protección del Estado, a través del otorgamiento de créditos o financiamientos, así como de ayudas en la gestión, innovación y desarrollo tecnológico.

Este tipo de estructuras empresariales encierran, además, ventajas y desventajas. Algunas de las ventajas son:
  • Capacidad para generar empleos.
  • Mayor adaptabilidad y flexibilidad para ajustarse a las nuevas modalidades del mercado debido a su tamaño. Atención a las señales del mercado.
  • Poseen mayor flexibilidad para adaptarse a los cambios tecnológicos.
  • Mayor implicación de los trabajadores, gracias a su relación de proximidad, o más identificación con la empresa en sí.
  • Servicio, trato personalizado y cercano a los clientes.
Respecto a las desventajas, se pueden enumerar las siguientes:
  • Vulnerabilidad ante las oscilaciones de la economía (devaluaciones de la moneda, por ejemplo).
  • Limitaciones en la capacidad económica y, en consecuencia, de la capacidad para competir.
  • Menor posibilidad de expansión.
  • Dependencia de ayudas financieras de entidades bancarias o del propio Estado, para realizar inversiones necesarias para su inicio o crecimiento.
  • Clasificación o identificación de las PYME

No existe un concepto o definición única de las PYME, ya que la clasificación de micro, pequeñas o medianas empresas se corresponde a la economía y a las particularidades de cada país, aunque existen consideraciones generales al respecto.

Las PYME se caracterizan por promover la innovación trabajando con la lógica, los intereses y la cultura. Se encuentran atentas al comportamiento del mercado y a los pequeños espacios o nichos no cubiertos, que suelen manifestarse en el ámbito de la economía.

Dentro los aspectos que suelen caracterizarlas se encuentran:
  • Heterogeneidad y diversidad.
  • Poseen entre 1 y 250 trabajadores (variable según las características de cada país y su economía).
  • Son independientes y cumplen un papel fundamental en la economía de cada país.
  • Sus costos de inversión no suelen ser elevados.
  • Pueden convivir y producir en un mismo sector, con diferentes cantidades de trabajadores o producción.
  • No suelen actuar en mercados internacionales.
Un criterio para su clasificación puede ser el número de trabajadores que las integran; también el monto de las operaciones en efectivo, ya sea por las ventas o ingresos, magnitud de las utilidades, es decir, existe diversidad de variantes. Sin dudas, este pudiera constituir un criterio a considerar para la clasificación de las PYME en la economía cubana y la agricultura.

Fuente: Elaboración del autor.

Impulsar o no las PYME. Incentivos

Existen diversidad de criterios para fomentar o no las PYME. En ocasiones, los gobiernos, buscando potenciar el crecimiento, sitúan en un segundo plano a las PYME. Lo más usual consiste en concentrar el apoyo en las grandes empresas. Esto se debe a que estas tienen un mayor peso en el PIB y a que resulta más complejo ayudar a varias entidades. Es decir, apoyando a las más grandes los recursos se concentran.

Otros consideran que apoyar a las PYME podría ser la manera de generar un punto de arranque a la salida de las recesiones económicas.

En realidad, las PYME pueden desempeñar un papel importante en el desarrollo económico de un país; pueden realizar y lograr un aporte importante del capital en su constitución, sin tener que acudir al financiamiento total por parte del Estado (gobierno); así como también en la generación de empleo, en el incremento de la oferta de bienes y servicios, en el fomento de la competencia. Con ello: impulsar el desarrollo de la economía y mejorar la distribución del capital bajo las premisas del emprendimiento. De igual forma, las PYME poseen necesidades específicas, que corresponde al Estado (gobierno) atender, ya que necesitan cierta protección e incentivos que les permitan competir con las grandes empresas. Respecto a ello se puede hacer mención a líneas de crédito con condiciones especiales, beneficios impositivos, entre otras.

Las PYME agrícolas

En el sector agropecuario cubano resulta apropiado iniciar el análisis por la composición de las diversas formas o bases productivas existentes y este examen debe estar apoyado en dos indicadores fundamentales: 1) hectárea por cooperativa y 2) hectárea por miembro integrante, que a su vez posibiliten medir su comportamiento en las CCS (Cooperativa Crédito y Servicios), CPA (Cooperativa Producción Agropecuaria) y en el sector privado.

En realidad, el segundo indicador antes mencionado posibilita medir (ver el siguiente cuadro), al tiempo en que ejemplifica que cada miembro de las CCS es el menor poseedor de las hectáreas promedio; le sigue la forma productiva privada, y así sucesivamente, hasta llegar a las CPA.

Entidades y cooperativas en el Sector Agropecuario Fuente: Elaboración del autor. Disponible en “El Cooperativismo en la Economía Cubana”, Editorial Temas 2021.

En el caso agrícola cubano, tomando como referencia el indicador de las hectáreas promedio por productor, de forma preliminar se puede considerar que las CCS y las formas productivas privadas, clasifican como pequeñas empresas; mientras que el Usufructuario y las CPA como medianas empresas. Debe tenerse presente que las CCS y las CPA funcionan bajo las formas de producción cooperativas, y no se consideran propiamente PYME.

Ahora bien, ¿dónde pudieran existir espacios para el desarrollo de las formas productivas PYME en el sector agropecuario? Evidentemente, en las producciones de servicio, de apoyo, y de productos propiamente. Entiéndase: en la producción de biofertilizantes, bioproductos de control de plaga y enfermedades, servicios de mantenimientos y reparación de equipamiento, maquinaria, implementos, equipos de riego, transporte, introducción y asistencia técnica para la FER (Fuentes de Energía Renovable), entre otros.

De igual forma, podrían desarrollarse en las actividades de apoyo logístico, particularmente en la transportación, comunicación, servicio de laboratorios, automatización, robótica y organización de las redes productivas, etc. Estas futuras PYME, pueden brindar servicios a las UBPC (Unidades Básicas de Producción Cooperativa, que ocupan el 23 % de la tierra agrícola1) y a las empresas estatales. También los servicios jurídicos, trámites, contabilidad y auditoría podrían formar parte de las actividades de las PYME en apoyo al sector agropecuario.

Sin dudas, las PYME radicarán en los territorios (municipios), y harán gestión de promoción y venta en la solución de los problemas productivos propios del territorio. Como PYME, tendrán cuenta bancaria, personalidad jurídica propia y cumplirán las obligaciones fiscales establecidas.




Notas:

1 Producen 6, 3 y 17 % de la producción de origen vegetal, cárnicos (peso en pie) y leche, respectivamente, de la producción total de 2019.

Gasto social y equidad en el contexto de la actualización del modelo económico y social cubano

Silvia Odriozola Guitart1  * 

1Facultad de Economía, Universidad de La Habana, Cuba.

RESUMEN

El presente trabajo tiene como propósito analizar la eficiencia y eficacia del gasto social en Cuba, teniendo en cuenta que este sirve como referente para analizar la importancia asignada a la política social en un país. Pare ello, se parte del análisis de la situación actual de Cuba en comparación con América Latina, a partir del empleo de diversos indicadores de desempeño social. Asimismo, se construye un indicador sintético de tal desempeño como medida de eficacia y se compara con los gastos erogados a tales efectos, como medida de eficiencia. Se constata que Cuba es el país más eficaz de la región, pero a la vez el menos eficiente. Para enfrentar tal desafío, se sintetiza un conjunto de reflexiones de política para contribuir a la mejora de la equidad en el país.

INTRODUCCIÓN

En el marco del actual proceso de transformaciones del modelo económico y social cubano es importante volcar la mirada a la sostenibilidad del gasto social y los retos que entraña para garantizar la equidad.

El gasto social es el monto de recursos destinados al financiamiento de planes, programas y proyectos que tienen por objetivo generar un impacto positivo en algún problema social, con efectos redistributivos, sociales y económicos (Martínez, 2010). Según la clasificación internacional por funciones de gobierno que adopta la Dirección de Desarrollo Social de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), este incluye las partidas de educación, salud, vivienda, servicios comunitarios, protección social, actividades recreativas, cultura, religión y protección del medioambiente.

Este puede ser analizado desde diferentes perspectivas, de acuerdo al tipo de sector social que realiza cada función (educación, salud, desarrollo social, trabajo, vivienda, obras públicas); sus receptores (según nivel de ingresos, edad, localización geográfica, sexo o grupo cultural-étnico); el tipo de producto específico que cubre de acuerdo a cada función; su fuente de financiamiento (pública, cofinanciamiento de los «beneficiarios», transferencia de privados o del exterior); el agente ejecutor (gobierno, corporaciones «privadas» no financieras, corporaciones «privadas» financieras, instituciones sin fines de lucro, organismos internacionales, hogares); o su objetivo de impacto, destino o partida de costos (gastos corrientes y de inversión).

El presente trabajo centra su análisis en el gasto público social -medida del dinero erogado por el Estado, tanto del nivel central como del regional, en todas las acciones emprendidas en los seis sectores sociales antes mencionados-, el cual sirve como referente para analizar la importancia asignada a la política social en un país. El análisis de sus variaciones en el tiempo y la forma en que se vinculan al comportamiento de la economía permite discutir en qué medida las políticas sociales han estado atadas a las posibilidades y ciclos económicos.

Es útil efectuar el análisis comparado entre regiones, países e incluso sectores para poder establecer el tamaño de los gastos sociales a falta de otros referentes, como es, en particular, el valor de los servicios que hay que proveer y que son difíciles de determinar. El análisis del gasto social permite también estudiar la orientación de la política social y, a su vez, conocer cuáles pueden llegar a ser sus resultados. El gasto social constituye, por ende, tanto un efecto de las políticas sociales como uno de sus determinantes (Molina, 2003).

Entre las principales limitaciones para el análisis del caso latinoamericano se encuentran el hecho de que el gasto social no público (privado, organizaciones no gubernamentales, etcétera) no se mide; la cobertura de medición es heterogénea, lo que dificulta la comparabilidad; la desagregación de la información es limitada; y la clasificación funcional de los países y los periodos no son homogéneos. Asimismo, el gasto social se entiende como una actividad contable más que de gestión social y no se asocian los gastos con los objetivos de las políticas sociales (Martínez, 2010).

A pesar de tales dificultades, en los últimos decenios se han realizado múltiples esfuerzos en el área por avanzar en esta dirección: se ha incrementado la producción científica al respecto, la organización de seminarios regionales e internacionales, la promulgación de bases de datos, entre otros. Cuba ha sido también parte de estos esfuerzos y ha integrado el grupo de países que han sido objeto de comparación.

Desde la mirada nacional, dichos trabajos no han sido lo suficientemente abundantes, de ahí la motivación del presente artículo. Este ha quedado estructurado en tres apartados: en el primero de ellos se analiza la situación actual de la región y la de Cuba con respecto a esta, de acuerdo a una selección de indicadores vinculados al tema objeto de estudio; en el segundo se analiza la eficacia y eficiencia del gasto social en Cuba, así como su estructura; finalmente, en el tercero y último se incluye un conjunto de reflexiones de política para contribuir a la mejora de la equidad en el país.

EL GASTO SOCIAL: RESULTADOS PARA AMÉRICA LATINA Y CUBA

En los últimos decenios, el gasto público social en América Latina1 se ha incrementado, pasando de un 9,5 % del PIB entre 1990 y 1991 a 10,5 % a inicios del milenio (Martínez, 2010). Para el 2015 esta cifra alcanzó el 14,5 %, su valor más alto en los más recientes años. Asimismo, el gasto social per cápita alcanzó en 2015 un promedio de 728 dólares a precios de 2010, al considerar la cobertura de gobierno central, y presentó un crecimiento en torno al 60 % en relación con el valor del año 2000 y superior al 20 % acumulado en los últimos cinco años (CEPAL, 2017). El nivel de gasto social alcanzado en 2015 representa un poco más de la mitad del gasto público total de ese año, pasando de 45,2 % en el 2000 a 51,9 %.

En el análisis por países (Figura 1), agregando el caso cubano,2 se observa que, a pesar de los incrementos en el gasto social, este tiene valores muy heterogéneos en la región, distinguiéndose, como tendencia, mayores valores en los países sudamericanos y menores en los centroamericanos. En este panorama resalta Cuba, la cual alcanza cifras superiores al 25 % como proporción del PIB.

Fuente: Elaborado a partir de Ministerio de Finanzas y Precios de la República de Cuba (MFP) (2018) y CEPAL (2020)

Figura 1. Gasto social del gobierno central como porciento del PIB en veinte países de América Latina (2000-2015). 

Esta creciente inversión en la esfera social ha tenido un reflejo en la mejora de algunos de los indicadores sociales en la región como resultado de la aplicación de políticas públicas más activas por parte de los gobiernos. No es casual que el periodo coincida, además, con el ascenso al poder de gobiernos de izquierda en más de la mitad de los países en estudio (Romero, 2015).

Las estimaciones actualizadas sobre pobreza y pobreza extrema de CEPAL (2017) revelan que ciertamente entre los años 2002 y 2014 ambos fenómenos se redujeron considerablemente en el agregado regional, aunque a un ritmo cada vez menor (Figuras 2a2b). El principal descenso se produjo entre 2002 y 2008, que se pasó de 233 000 000 a 187 000 000 de personas en estado de pobreza y de 63 000 000 a 53 000 000 de personas en pobreza extrema.3 Estos resultados son también consistentes con la trayectoria de crecimiento económico experimentada por la región en la década del 2000, especialmente durante el auge de las materias primas, cuya tasa promedio entre el 2003 y el 2013 fue la más alta de las cuatro últimas décadas (3,9 % promedio regional). En 12 de los 18 países considerados en este análisis, la tasa de crecimiento se ubicó por encima del 4 %.



Fuente: CEPAL (2017).

Figura 2a. Evolución de la pobreza y la pobreza extrema en dieciocho países de América Latina (2002-2017). 


Fuente: CEPAL (2017).

Figura 2b. Evolución de la pobreza y la pobreza extrema en dieciocho países de América Latina (2002-2017). 

Sin embargo, en 2015 y 2016 se produjo un incremento en los niveles generales de pobreza y pobreza extrema regionales, a pesar de que estos siguieron disminuyendo en la mayoría de los países. De acuerdo con la información más reciente, en 2016 el número de personas pobres en América Latina llegó a 186 000 000, es decir, el 30,7 % de la población, mientras que la pobreza extrema afectó al 10 % de la población, cifra equivalente a 61 000 000 de personas (CEPAL, 2017).

En otro análisis comparado entre el valor del ingreso nacional de cada uno de los países, el índice de desarrollo humano (IDH) y el gasto público social como porciento del PIB (representado por el tamaño de la bola en la Figura 3), se puede constatar que el país que más se aleja de la tendencia es Cuba, al tener un alto valor del IDH con bajos niveles de ingreso nacional. Ello implica que, a pesar de las restricciones económicas que el país ha enfrentado durante los últimos años, se han alcanzado importantes logros sociales, resultado de la voluntad política del gobierno de priorizar la esfera social, especialmente en materia de salud y educación. Lo anterior se refleja, asimismo, en el nivel de gasto público que se destina a tales fines, el más alto de la región.

Fuente: Elaborado a partir de MFP (2018), Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) (2018) y CEPAL (2020).

Figura 3. Ingreso nacional-IDH-gasto social en veinte países de América Latina en el año 2017. 

Si se realiza una comparación similar, sustituyendo el IDH por el índice de Gini4 para introducir una medida de desigualdad (Figura 4), se observa que Cuba sigue teniendo niveles de equidad superiores a la media regional e incluso a países que están mejor posicionados según el IDH, como Chile, Argentina, Costa Rica y Panamá. Esto es coherente con los resultados del posicionamiento en el ranking mundial de estos cuatro países según IDH ajustado por la desigualdad (IDH-D), los cuales pierden, respectivamente, 7, 6, 10 y 14 posiciones al compararse su ubicación por el IDH (PNUD, 2018).

Fuente: Elaborado a partir de MFP (2018), PNUD (2018) y CEPAL (2020).

Figura 4. Ingreso nacional-coeficiente de Gini-gasto social en veinte países de América Latina en el año 2017. 

De este modo, el hecho de que el gasto social cubano como porcentaje del PIB siga siendo el más alto de los países de América Latina es una clara señal del compromiso del Estado por preservar la equidad y justicia social, motivo por el cual mantiene una parte importante de los servicios de manera gratuita (salud y educación) y subsidia en gran medida el resto de estos. Consecuentemente, la inestable y volátil trayectoria de crecimiento que ha tenido la economía en los últimos años no ha sido motivo para eliminar los beneficios básicos a los que tienen derecho los ciudadanos cubanos, por lo que se conservan los principios de universalidad e integralidad de la política social.

Sin embargo, en este escenario de tensiones económicas que enfrenta el país, cabría entonces preguntarse cuán eficaz y eficiente ha sido la utilización del gasto social. ¿Responde su estructura interna a la mejor manera de contribuir a la equidad? ¿En qué direcciones deberían alinearse las políticas públicas para garantizar la sostenibilidad del gasto social y sus correspondientes impactos en la equidad? A reflexionar sobre estas interrogantes dedicamos los siguientes apartados.

EFICACIA Y EFICIENCIA DEL GASTO SOCIAL EN CUBA

Para determinar la eficacia y eficiencia del gasto social en Cuba se siguió la propuesta de Alfonso, Schuknecht y Tanzi (2010), quienes calculan un indicador compuesto de desempeño (performance) para medir la eficacia a partir de la incorporación de diversas variables, las cuales posteriormente relacionan con el gasto público utilizado, para obtener los resultados en cada una de ellas como medida de eficiencia. Aunque dicho trabajo se realiza para todo el sector público y ha servido de referente para múltiples estudios, incluidos aquellos que lo han adaptado al caso cubano (Doimeadiós y Rodríguez, 2015), dicha metodología se ajusta en este estudio para analizar solamente la parte del gasto público dedicada a la esfera social.

En Acosta et al. (2017) se realiza un análisis similar para el gasto social en cada uno de los seis países de la subregión centroamericana (Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Panamá), incluyendo tres de sus componentes: i) educación (matrícula bruta de secundaria y tasa de alfabetismo); ii) salud (mortalidad materna y las tasas de vacunación); y iii) protección social y empleo (desigualdad medida por el coeficiente Gini y la incidencia de la pobreza extrema a partir del porcentaje de la población que gana menos de $ 1,25 al día).

En el presente trabajo, por insuficiente disponibilidad de datos para los veinte países objeto de estudio, de los seis componentes del gasto social identificados con anterioridad, no se incluyeron las actividades recreativas, cultura y religión ni la protección del medioambiente. De este modo, los cuatro componentes empleados para elaborar el índice de desempeño social (IDS) como medida de eficacia fueron:

  • Educación: medido por los años esperados de escolaridad y años medios de escolaridad, los dos indicadores que se incluyen en el cálculo del IDH.

  • Salud: medido por la esperanza de vida al nacer (indicador empleado en el cálculo del IDH) y la tasa de mortalidad infantil de niños menores de 1 año (por cada mil nacidos vivos).

  • Vivienda y servicios comunitarios: medido por la proporción de la población que utiliza instalaciones de saneamiento mejoradas y la proporción de la población que utiliza fuentes mejoradas de agua potable.

  • Protección social: este componente, por ser más heterogéneo, incluyó una variable de desigualdad (índice de Gini), una vinculada a la seguridad humana (tasa de homicidio) y una de equidad de género (cantidad de escaños en el parlamento ocupados por mujeres).

Una vez definidos los indicadores, se procedió a su normalización en aras de eliminar las disparidades en sus medidas. Para ello se calculó la media de cada indicador para el conjunto de países y luego se halló el cociente entre el valor del indicador para cada país y dicha media. En aquellos indicadores donde valores más altos son menos favorables (como mortalidad infantil y tasa de homicidio), fue empleada la inversa de los valores originales. Para el coeficiente de Gini se utilizó cien menos el valor original. Todos los datos fueron tomados de PNUD (2018)5 y CEPAL (2020) Posteriormente se calculó el índice de desempeño para cada componente como el promedio simple de los indicadores que lo componen y, finalmente, se calculó el IDS como promedio simple de los cuatro índices de desempeño por componente.

Para calcular la eficiencia del gasto social se empleó el gasto requerido para obtener los resultados de cada una de las variables incluidas en el IDS como proporción del PIB, según los datos de MFP (2018) para Cuba y CEPAL (2020). Dichos valores también fueron normalizados entre países, y se tomó el valor de uno como la media para cada una de las cuatro categorías. Seguidamente, se procedió a calcular el índice de eficiencia por componente como el cociente entre el índice de desempeño por componente y el valor del gasto público como porciento del PIB por componente. Finalmente, se calculó el índice de eficiencia social (IES) como el promedio simple de los cuatro índices de eficiencia por componente.

En la Figura 5 se muestra la relación entre los niveles de eficacia y eficiencia social, medidos a través de los indicadores IDS e IES. Los países mejor posicionados tanto en términos de eficacia como de eficiencia se ubican en el cuadrante derecha-arriba y son Costa Rica, Ecuador, Perú, Argentina, Chile, y Uruguay. Los cuadrantes de la izquierda, por su parte, agrupan a aquellos países cuyas políticas públicas no han tenido un impacto favorable en términos de bienestar social.



Fuente: Elaborado a partir de MFP (2018), PNUD (2018) y CEPAL (2020).

Figura 5. Desempeño social y eficiencia social de veinte países de América Latina en el año 2015. 

Para el caso de Cuba se observa que es el país de mejor desempeño social, lo cual es coherente con su trayectoria histórica de resultados positivos en la esfera social, tanto a nivel regional como a nivel, incluso, de países desarrollados. Sin embargo, ostenta el último lugar en el ranking de eficiencia, de lo cual se infiere que los excelentes resultados mostrados se obtienen con un alto costo económico (conclusión coherente con las de Doimeadiós y Rodríguez [2015]).

Ciertamente Cuba es el país con mayores niveles de gasto público social de la región, con una tendencia creciente, a pesar de las difíciles condiciones económicas enfrentadas por la nación en las últimas décadas. Ostenta valores de gasto social promedio como de un 35 % del PIB (entre 2007 y 2016), superiores incluso a los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), cuya cifra promedio alcanza el 21 %. En países como Alemania, Austria, Bélgica, Dinamarca, Grecia, Italia, Noruega y Suecia estos valores superan el 25 % y en otros como Francia y Finlandia son ligeramente superiores al 30 % (OCDE, 2018).

Esta cifra representa para el caso de Cuba más del 50 % del gasto corriente y más del 70 % de la actividad presupuestada (Figura 6), con una ligera tendencia al decrecimiento de su valor relativo, debido al incremento de otras partidas no sociales en el gasto público total. En el Proyecto de Presupuesto del Estado para el 2019 se previó un decrecimiento del 0,7 % de los gastos totales, debido a la disminución de los financiamientos presupuestarios a la actividad empresarial. Consecuentemente, con el objetivo de perfeccionar la asignación presupuestaria, no se reconocen en el gasto del presupuesto del Estado una selección de producciones exportables y de sustitución de exportaciones, las cuales, al no tener naturaleza fiscal, se asignarán a las empresas mediante operaciones cambiarias a través del sistema bancario. Así, la cifra de gastos sociales presupuestados para el 2019 asciende a $ 38 711 000. Las principales partidas sociales concentran el 73,1 % (27,5 % en salud pública y asistencia social; 23,7 % en educación; 17,2 % en seguridad social; y 4,6 % en cultura y deporte).

Fuente: Elaborado a partir de MFP (2018)

Figura 6. Evolución del gasto social en Cuba (1996-2017). 

No obstante esta amplia cobertura social del presupuesto del Estado cubano, cuando se analiza la distribución del gasto por esferas (Figura 7), se observa que aquella que tiene mayores efectos redistributivos -la asistencia social-, en tanto impacta directamente en la atención a necesidades específicas, es la que muestra una tendencia decreciente en los últimos años.

Si bien las esferas de salud y educación concentran más del 50 % del gasto, sus beneficios son recibidos de manera homogénea por toda la población, reduciéndose el potencial impacto redistributivo que podría alcanzarse a través del gasto social.

Fuente: Elaborado a partir de MFP (2018).

Figura 7. Estructura del gasto social en Cuba (1996-2017). 

De este modo, sin afectar el carácter universal y totalmente público y gratuito de la salud y la educación en Cuba, habría que evaluar las diversas partidas que componen los presupuestos destinados a tales sectores, con el objetivo de garantizar su impacto directo sobre la calidad de los servicios que se prestan. Asimismo, quedan sujetas a valoración las posibles redistribuciones que entre las diversas esferas del gasto social podrían acometerse en pos de satisfacer las demandas específicas de los grupos y estratos sociales.

REFLEXIONES HACIA EL FUTURO

Tal y como se señala en Domínguez (2008), el carácter universal de la política social, una de sus mayores virtudes, se ha convertido bajo determinadas circunstancias en una desventaja, al tratar a grupos sociales y territorios diversos de forma homogénea, sin atender las situaciones diferenciadoras y particulares de cada uno de estos. De ahí la importancia de combinar políticas universales con políticas focalizadas que garanticen la atención específica a grupos con necesidades especiales (atención a disparidades), así como políticas diferenciadas según las disimiles preferencias, gustos, motivaciones e intereses de los individuos.

Por otra parte, esta interpretación igualitaria del acceso a las prestaciones sociales y las distorsiones de las políticas de remuneración, que actualmente cuenta con escalas salariales bastante comprimidas en el sector estatal (el cual absorbe el 71,1 % de los ocupados), se han combinado para crear un escenario que desincentiva a dichos trabajadores, con sus respectivos impactos en los niveles de productividad y eficiencia de la economía.

Lo anterior se evidencia, además, en que, a pesar de los mecanismos redistributivos que tiene en la actualidad el país, más del 50 % del consumo personal requiere ser completado en las tiendas recaudadoras de divisas o en el mercado agropecuario y privado formal o informal, en los que operan altos niveles de precios; situación que pone en desventaja a los sectores de menores ingresos. En paralelo, las prestaciones sociales que brinda el Estado con carácter universal favorecen también y de manera homogénea a todos los ciudadanos, con independencia de lo aportado en el proceso productivo, sus niveles de ingresos y sus necesidades.

Con el propósito de graficar esta situación, en Hidalgo (2008) se presenta una tabla que correlaciona los grupos de individuos según niveles de ingresos con los diversos espacios de consumo (Tabla 1). Estos últimos están compuestos por el mercado estatal subsidiado (con protagonismo para los productos de la canasta familiar normada); los fondos sociales de consumo (que incluyen las prestaciones sociales que brinda el Estado de forma gratuita, en especie, en forma monetaria o bajo condiciones ventajosas de pagos con precios subsidiados); el mercado en divisas o CUC (integrado por las tiendas recaudadoras); y el mercado agropecuario y desregulado (cuyos precios tienden al alza). De su análisis puede constatarse la necesidad de diseñar políticas públicas que contribuyan, por un lado, a diferenciar el acceso a los espacios de consumo donde el beneficio es homogéneo y, por otro, a mejorar el acceso de los grupos de menores ingresos a los de precios más altos.

Tabla 1. Relación entre grupos según tipos de ingreso y espacios de acceso al consumo 

Fuente: Hidalgo (2008, p. 144).

En este sentido, especial atención merece el tema de la canasta familiar normada que, si bien no es la única fuente respecto al consumo total de alimentos, no es despreciable su papel en la alimentación de la población. Según González, Robaina y García (2012), la distribución normada contribuye aproximadamente con el 36 % de las calorías diarias consumidas, lo cual alcanza a cubrir alrededor de unos 12 días mensuales, de acuerdo con el consumo total de calorías reportado. La proteína total obtenida por la vía de la libreta, por su parte, cubre apenas unos 10 días del mes, y en cuanto a las grasas, estas cubren aproximadamente unos 9 días.

Para garantizar dicha canasta, el Estado destina anualmente cuantiosos recursos para subsidiar los precios minoristas de los productos que la componen. Tan solo en el 2017, esta cifra ascendió a 4 192 000 000 de pesos (MFP, 2018). Sin embargo, en la medida en que se logre transitar desde un esquema de subsidio de productos a uno de subsidio de personas, se podrán liberar recursos y dirigirlos a los sectores más vulnerables, con una oferta de productos normados que beneficie a aquellos de menores ingresos y/o tengan necesidades específicas (niños y ancianos, por ejemplo).

Del mismo modo, deberá avanzarse en políticas que contribuyan a diferenciar el acceso al resto de los servicios sociales, a través de mecanismos de diferenciación en la oferta de servicios públicos (días de atención específicos, precios de trámites diferenciados, descuentos, etcétera), que privilegien al trabajador asalariado del sector estatal. También será necesario desarrollar cadenas con mayor diferenciación de sus mercados, según calidad y tipos de productos, a fin de reducir los altos precios de los productos básicos; otorgar facilidades de pago a través del sistema bancario (pagos con descuentos, pagos a créditos); e introducir bonos de alimentación para segmentos de mayores necesidades, que podrían contratarse con el sector no estatal.

Estos rediseños en los esquemas de distribución y redistribución a favor de un mejor balance entre las prestaciones sociales y los fondos privados de consumo, además de contribuir a la recuperación de la productividad del trabajo y corregir fuentes potenciales de desequilibrios macroeconómicos, constituyen elementos fundamentales para alcanzar niveles superiores de equidad y justicia social. En esta dirección, será de vital importancia llevar a cabo las transformaciones con la necesaria secuencia y gradualidad, a fin de garantizar la máxima atención a las familias más vulnerables.

En Cuba la búsqueda de la equidad y la justicia social han sido prioridades de la política social desde los propios inicios de la Revolución. Así lo evidencian los logros alcanzados en materia social a lo largo de estas seis décadas, incluso en condiciones económicas adversas, como las que han caracterizado los años más recientes, cuyos niveles de crecimiento económico han estado por debajo del 2 % como promedio. Tales limitaciones de recursos en la economía cubana han supuesto reconfiguraciones importantes en la dimensión social, especialmente en cuanto a la optimización de los recursos que se destinan a esta esfera. De ahí la necesidad de que, en las condiciones concretas del presente, los gastos sociales se correspondan con las posibilidades objetivas del país, no solo en relación a los montos destinados, sino también a su empleo con mayor eficiencia y eficacia.

En el actual proceso de transformaciones que experimenta el modelo de desarrollo socialista cubano no es casual que el capítulo 4 de la Conceptualización del Modelo Económico y Social Cubano de Desarrollo Socialista (Partido Comunista de Cuba [PCC], 2017) se dedique a la política social, al igual que uno de los ejes estratégicos definidos en el Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social hasta 2030 (PPC, 2017), denominado «Desarrollo humano, equidad y justicia social». En este contexto se ha ratificado que el objetivo principal del Modelo es el ser humano y su desarrollo integral, por lo que el PCC (2017) plantea que es imprescindible lograr una dinámica de crecimiento económico y mecanismos distributivos y redistributivos que permitan un nivel de desarrollo sostenible y que conduzcan al mejoramiento progresivo del bienestar y la prosperidad de la población, con equidad y justicia social.

Alcanzar tales propósitos de equidad supone enfrentar importantes retos en materia de sostenibilidad. En este sentido, será necesario incorporar alternativas de financiamiento que complementen los recursos provenientes del presupuesto estatal, asociadas a fuentes no estatales, remesas, fondos de la colaboración internacional, entre otras, que puedan canalizarse a favor de objetivos sociales.

Particular relevancia en esta dirección deberá prestarse a la seguridad social, en la cual se generan tensiones importantes. Si bien los grados de cobertura se mantienen altos y con participación protagónica del Estado, los montos de las pensiones siguen siendo insuficientes. A ello habría que sumar los impactos de la actual dinámica demográfica. Por un lado, el aumento de la esperanza de vida genera un tiempo extra de permanencia en el sistema, que se traduce en años adicionales pagando la anualidad de la pensión. Al mismo tiempo, el envejecimiento poblacional incrementa la cantidad de personas en edad de jubilación que se benefician del sistema; el decrecimiento de la tasa de fecundidad presiona también sobre la cantidad de población activa disponible para trabajar. Por ende, la relación de dependencia (personas en edad de jubilación / ocupados) tiende a deteriorarse.

Finalmente, deberá avanzarse en la necesaria interrelación que debe existir entre los diversos componentes de la política social cubana, a partir del diseño de políticas que contribuyan a brindar soluciones integrales a las problemáticas sociales. Así, romper con la visión tradicional de la sectorialización de la política social, parcelada por esferas, tendrá que convertirse en una fórmula inaplazable, para que la ausencia de una concepción sistémica e integral no implique que determinados logros alcanzados se vean posteriormente afectados o neutralizados por la falta de acompañamiento de otros resultados necesarios. La correspondencia entre los logros educativos y las opciones laborales, la salud y las condiciones de alimentación, vivienda y acceso a servicios básicos, la participación ciudadana y el acceso a las tecnologías de la información y la comunicación son, quizás, algunos de los ejemplos más relevantes de las articulaciones requeridas en pos no solo de aspirar a resultados superiores, sino de alcanzarlos con recursos mejor empleados.

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NOTAS ACLARATORIAS

21 Promedio simple de 19 países: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Haití, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana, Uruguay y Venezuela. Para Panamá se cuenta con información hasta 2014 y para Venezuela hasta 2009.

32 La información del gasto público social empleada para el caso de Cuba se obtuvo de los Informes sobre Liquidación del Presupuesto del Estado que emite anualmente el Ministerio de Finanzas y Precios (MFP, 2018). En el caso del resto de los países, se empleó la base de datos de CEPALSTAT (2018).

43 La tasa de pobreza se redujo 2 puntos porcentuales por año en ese periodo, en tanto la tasa de pobreza extrema disminuyó 0,5 puntos porcentuales por año.

54 En Cuba no existen datos oficiales del índice de Gini. Hacia 1999, última medición conocida del Gini en Cuba, este se estimaba en 0,407. A los efectos de este trabajo se toma como referencia a Rodríguez (2018), quien considera que los últimos datos calculados dan un valor aproximado de 0,45.

65 Con excepción del índice de Gini para Cuba, ya explicado con anterioridad.

Más de 440 000 personas han sido vacunadas en Cuba como parte de la intervención sanitaria

Cuatrocientas cuarenta y dos mil trescientas noventa y cinco personas habían sido vacunadas en Cuba, al cierre del 15 de mayo, como parte de la intervención sanitaria iniciada en días recientes con nuestros candidatos vacunales en todo el territorio


18 de mayo de 2021 01:05:04

Foto: Estudios Revolución

Cuatrocientas cuarenta y dos mil trescientas noventa y cinco personas habían sido vacunadas en Cuba, al cierre del 15 de mayo, como parte de la intervención sanitaria iniciada en días recientes con nuestros candidatos vacunales en todo el territorio.

En el caso de la intervención en trabajadores de la Salud, de BioCubaFarma y otros grupos de riesgo, de un universo de 474 069 personas ya habían recibido la primera dosis 255 896. Particularmente, en La Habana fueron vacunadas 186 499 personas, de las 397 694 seleccionadas para formar parte de este primer momento del proceso en los municipios de San Miguel del Padrón, La Habana del Este, Regla y Guanabacoa.

Sobre esas cifras dio cuenta el ministro de Salud Pública, José Angel Portal Miranda, durante la reunión del Grupo temporal de trabajo, encabezada por el Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, y el miembro del Buró Político y primer ministro, Manuel Marrero Cruz.

El proceso, aseguró Portal Miranda, marcha según lo previsto, con una adecuada participación de los trabajadores de la Salud y de la población implicada.

Al referirse al desarrollo de estas acciones en la capital, el gobernador Reinaldo García Zapata ratificó que, tras cinco días de iniciada la intervención sanitaria, el programa de vacunación se va cumpliendo de acuerdo con lo diseñado, sin reportarse incidencias significativas en ninguno de los cuatro municipios.

Precisamente, en La Habana se concentró el 54 % del total de casos en Cuba al concluir la última semana que, con 8 473 pacientes diagnosticados, fue considerada por el Ministro de Salud como la peor en el transcurso de la epidemia en el país.

También en la capital se constata el mayor nivel de transmisión en el presente mes, confirmándose como promedio 643 casos diarios. Las últimas cuatro semanas han reportado cifras de contagios por encima de los 4 000 enfermos y en los pasados siete días se mantiene un retroceso en el control de la epidemia.

Si bien es este territorio el que presenta la situación epidemiológica más compleja de la nación, en la semana que recién concluyó, con excepción de Camagüey, Las Tunas y Guantánamo, así como el municipio especial Isla de la Juventud, que no reporta casos desde hace más de 20 días, las otras 11 provincias mantuvieron un incremento de casos autóctonos.

En el caso de Artemisa, donde la última semana fue la de mayores cifras para 2021, el gobernador Ricardo Concepción Rodríguez ratificó que son los municipios de Alquízar, San Antonio y Güira de Melena los que reportan más enfermos. Según aseguró, en ellos se han ido adoptando medidas para incrementar el aislamiento y disminuir la movilidad, en dependencia de la complejidad epidemiológica. A partir del cumplimiento de esas acciones, valoró, es posible comenzar a estabilizar la situación en el territorio, sobre todo en San Antonio.

Otra provincia que mostró un retroceso en el control de la epidemia durante los más recientes siete días fue Mayabeque. Las últimas cinco semanas, puntualizó el Ministro de Salud Pública, ha manifestado una tendencia al incremento de los casos, cuya cifra ascendió a 1 248.

Ante el aumento de pacientes y la posibilidad real de que también lo hagan las personas en estado grave y crítico, la gobernadora Tamara Valido Benítez informó sobre la apertura de una sala de terapia intensiva en el territorio, lo cual ampliará la atención a esos enfermos y garantizará una mayor autonomía al territorio.

Elevadas cifras de confirmados se manifiestan, además, en Santiago de Cuba, donde se ha mantenido una meseta en los diagnósticos de las nueve semanas más recientes, y en casi todas se superan los 400 contagios. La mayor complejidad sigue estando en el municipio capital y en Palma Soriano.

Especial análisis se realizó sobre lo constatado en Las Tunas, un territorio que, si bien ha mantenido un control de la enfermedad en el transcurso de toda la epidemia, ha sufrido un incremento de los casos en las últimas semanas, particularmente en los pasados 15 días, cuando las cifras de enfermos ascendieron a 370.

En el intercambio, también rindieron cuenta las autoridades gubernamentales de Pinar del Río, Cienfuegos, Ciego de Ávila y Holguín, provincias que igualmente evidenciaron un retroceso en el control de la epidemia durante la semana recién concluida.

Algunas notas sobre la situación de la economía mundial

Michael Roberts 15/05/2021, Sin Permiso

Notas utilizadas para una entrevista que me hizo el periodista suizo Thomas Schneider en alemán a principios de mayo.

¿Fiebre del azúcar o recuperación económica?

El FMI prevé una fuerte recuperación económica. El supuesto es que el virus puede controlarse hasta el punto que ya no sean necesarios los confinamientos y el distanciamiento social. Esto se debe principalmente a las campañas de vacunación.

Parece que se produce un repunte de la economía, al menos en los países del G7, este año es probable que la mayoría de las principales economías, al menos en los países avanzados, alcancen (más o menos) el nivel del PIB real de fines de 2019 a fines de este año. Se pronostica que Europa se quedará un poco atrás, mientras que EEUU crece con más fuerza. Sin embargo, la situación en el llamado Sur Global, o 'economías emergentes', es diferente. India y otros países se encuentran en una situación terrible.

Estados Unidos, junto con China, es uno de los países que parece recuperarse más rápidamente. Eso se debe en parte a los grandes paquetes fiscales de la administración Biden, que han reducido las pérdidas de ingresos y proporcionado dinero a las empresas. Sin embargo, la gran pregunta es hasta que punto será eficaz y sostenible esta política económica.

Si el FMI cree que tendremos un fuerte crecimiento, se debe principalmente a la apertura de las economías. Si una parte sustancial de una economía se ha cerrado y ahora puede reabrirse, obviamente habrá un fuerte repunte. Pero este ritmo no será sostenible. Es realmente como un subidón de azúcar y, como es conocido, una vez que se consume el azúcar, te sientes un poco somnoliento y deprimido.

La administración Biden ha presentado un enorme programa de infraestructura para su debate y aprobación en el Congreso de los Estados Unidos para impulsar la economía y crear empleos. Dos billones de dólares puede parecer mucho dinero a primera vista, pero si lo repartes entre cinco y diez años, el estímulo equivale a solo medio punto por ciento de la producción económica anual de EEUU.

Por lo tanto, el paquete de Biden dará un impulso inicial a la economía estadounidense, pero no es suficiente para impulsar el crecimiento a largo plazo. Se reanudará la baja tasa de crecimiento prepandémica; y como consecuencia, la inversión que impulse la productividad será débil, los salarios no crecerán mucho y los trabajos seguirán siendo precarios para una gran parte de los asalariados.

Las cicatrices

La crisis por la pandemia ha durado más de dos años en los que ha habido enormes pérdidas de producción, recursos, ingresos y puestos de trabajo, muchos de los cuales se han ido para siempre. A nivel mundial, la recesión ha arrojado a unos 150 millones de personas más a la pobreza más abyecta, cuando estaban experimentando alguna mejora. Estos dos años han sido un enorme desastre. La pérdida de estos dos años nunca se recuperará. Es como un abismo, que se baja por un lado y se sube por el otro, pero el abismo queda.  

Rentabilidad y crecimiento

La economía global ya estaba creciendo muy débilmente en 2019, lo que probablemente vuelva a ser el caso después de la rápida recuperación en 2021. Eso se debe a que el capitalismo crece de manera sostenible y fuerte solo si aumenta la rentabilidad. Sin embargo, la rentabilidad media ya era muy baja antes de la pandemia y, en algunos países, estaba en el nivel más bajo desde el final de la Segunda Guerra Mundial.

Las inversiones que se están realizando ahora para impulsar el empleo y los ingresos no restablecerán esa rentabilidad. La rentabilidad mejorará en comparación con su punto más bajo de la pandemia, pero no superará las tasas de años anteriores. Eso significa que la inversión y el crecimiento no mejorarán a largo plazo. En el capitalismo, la rentabilidad determina el desarrollo económico. Las inversiones deben amortizarse en consecuencia. Si tuviéramos una economía diferente, no tendríamos que preocuparnos por eso.

Por el momento, el sector capitalista invierte alrededor del 15 por ciento del PIB productivamente, es decir, no en propiedad inmobiliaria (4-5%) y especulación financiera. Por el contrario, la inversión pública es baja: contribuye solo el 3 por ciento del PIB al año a la inversión productiva, y los paquetes de Biden aumentarán eso en solo un 0,5 por ciento, como se indicó anteriormente.

Esto no será significativo para el desarrollo económico a largo plazo. De hecho, incluso la Oficina de Presupuesto del Congreso de EEUU espera un crecimiento promedio del PIB real a largo plazo de solo 1.8 por ciento anual en los EEUU durante el resto de esta década, según sus pronósticos de crecimiento de productividad y empleo. Esa tasa es incluso más baja que en la última década.

Empresas zombis y deuda

La rentabilidad solo aumentaría si se eliminasen algunas capas podridas de capital. Existen, por ejemplo, las llamadas empresas zombis, que obtienen pocos beneficios y solo pueden cubrir sus deudas. En las economías avanzadas, ahora estamos hablando de entre el 15 y el 20 por ciento de las empresas que están en esta situación. Estas empresas mantienen baja la productividad general, lo que impide que las partes más eficientes de la economía se expandan y crezcan.

Las empresas zombis se reflejan en el enorme aumento de la deuda, especialmente de la deuda empresarial privada, a nivel mundial. Los niveles de deuda son los más altos desde la Segunda Guerra Mundial en la mayoría de las economías desarrolladas. Las tasas de interés se encuentran en mínimos históricos, pero la enorme masa de deuda sigue afectando la capacidad de las empresas para invertir de manera productiva.

La inmensa deuda también roe la rentabilidad. Cuando la rentabilidad cae en el sector productivo, el capital huye hacia la especulación financiera para obtener más ganancias. ¡En la recesión del COVID, a los superricos les ha ido muy bien!

Cuando hay una crisis financiera, hay impagos y devaluaciones, pero no hay recesión económica si el sector productivo está sano. Pero la crisis financiera puede desencadenar una crisis de producción si se combina con una baja rentabilidad en el sector productivo, como vimos en 2008.

Destrucción creativa

La carga de la deuda y la baja rentabilidad se pueden superar mediante la llamada "destrucción creativa", como la llamó el economista austriaco Joseph Schumpeter. Ésta es también la perspectiva de la crítica económica marxista, que Schumpeter había leído con mucha atención. Mediante la devaluación (amortización) del capital y, en particular, a través de la liquidación de las empresas endeudadas ineficientes, se puede elevar la rentabilidad. Pero eso significa una gran devaluación, a fin de crear las condiciones para un nuevo repunte.

Hasta ahora, no ha habido mucha destrucción de capital porque es una perspectiva espantosa para los gobiernos y los que deciden; por el contrario, ha habido pocas quiebras de empresas débiles. Los gobiernos temen las consecuencias políticas y, por lo tanto, se ven obligados a continuar el gran exceso de crédito / dinero para mantener a las empresas en funcionamiento incluso si el crecimiento de su productividad y rentabilidad se ralentiza.

Inflación

Muchas personas han sufrido graves dificultades durante la crisis pandémica, pero otras también han ahorrado dinero que ahora podrían gastar a medida que se abran las economías. Esto conducirá a un fuerte aumento de la demanda de todo tipo de bienes y servicios. Probablemente, la oferta no podrá mantenerse al día. Por lo tanto, podría haber una inflación más fuerte durante los próximos seis a 12 meses, especialmente en los precios de los productos de importación, ya que las cadenas de suministro internacionales aún están debilitadas. Por lo tanto, podríamos ver un aumento de los precios durante un período de tiempo.

La inflación a fines de la década de 1980 fue inmensa. En la mayoría de los países avanzados, estaba en porcentajes de dos dígitos. En las últimas dos décadas, la inflación en estos países ha sido, en términos generales, alrededor del 2%. Pero quizás veamos inflación durante los próximos 12 meses hasta que la producción pueda ponerse al día y satisfacer el aumento de la demanda.

IPC de EE. UU. Inflación interanual%

Se ha demostrado que la teoría monetarista de que un aumento de la oferta monetaria debe provocar inflación es errónea. Los bancos centrales han gastado grandes cantidades de dinero y han apoyado a bancos y empresas sin que suban los precios. Si bien la masa de dinero ha aumentado, su velocidad orbital ha disminuido. Estaba acumulada en los bancos, que no lo prestaron a las empresas. Las grandes empresas a menudo no necesitaban el dinero, las más pequeñas eran prudentes a la hora de pedir prestado incluso a tipos de interés bajos. Por lo tanto, los bancos invirtieron el dinero en especulación financiera. También se produjo una subida sin precedentes del precio de los activos financieros. Pero ¿continuará?

La respuesta es compleja, pero hay dos factores que son determinantes. Por un lado, cuánto valor hay en las economías, cuánto fluye a los capitalistas como ganancia y cuánto a los trabajadores en concepto de salario. El desarrollo de estas variables determina la demanda. Los capitalistas impulsan la demanda de bienes de capital, los asalariados de bienes de consumo. Por lo tanto, el nivel de salarios y ganancias es fundamental, pero la oferta de dinero también juega un papel importante, porque está destinado a compensar las ganancias débiles y, por lo tanto, a estimular la demanda.

En la teoría marxista, hay un fuerte argumento a favor de una disminución a largo plazo de la inflación. El aumento de la productividad significa que se invierte menos en fuerza de trabajo y más en medios de producción, lo que también conduce a una composición orgánica creciente del capital. Como resultado, ambas fuentes de demanda se ven socavadas: el crecimiento de los salarios y de las ganancias (nuevo valor) se ralentiza. Por lo tanto, el capitalismo tiene una tendencia a la desinflación cuando no actúan contramedidas. Los bancos centrales han estado tratando de revertir la tendencia a la desinflación con inyecciones de dinero durante unos 30 años, pero con poco éxito.

La noción keynesiana de que los salarios más altos impulsan la inflación no está respaldada por la evidencia. Marx mantuvo una discusión con Thomas Weston, un socialista y sindicalista de la escuela ricardiana. Weston mantenía que la lucha por salarios más altos también debe conducir a precios más altos. Marx respondió que no tenía porqué ser así, ya que los salarios más altos probablemente serían a expensas de las ganancias. La inflación solo se produce cuando los salarios y las ganancias aumentan al mismo tiempo y aumenta la demanda posteriormente, mientras la inversión permanece relativamente baja debido a la baja rentabilidad. Depende de la combinación de estos factores.

Los “años dorados” y el neoliberalismo

Los años dorados del capitalismo posterior a la Segunda Guerra Mundial fueron una excepción, al menos para las economías avanzadas: casi pleno empleo, aumento del nivel de vida, altas ganancias en las economías avanzadas y expansión del comercio. Si se analiza la historia del capitalismo, no se encuentran muchos períodos similares. El más cercano es probablemente la "Belle Epoque" de la década de 1890 a 1910. La gran pregunta es: ¿por qué no duraron estas fases de prosperidad?

Ni los economistas “ortodoxos” ni la mayoría de las teorías de izquierda tienen una respuesta a esta pregunta. Estas últimas creen que la fase posterior a la Segunda Guerra Mundial terminó porque se abandonaron las políticas keynesianas, porque los gobiernos dejaron de gastar suficiente dinero y dejaron de administrar la economía. La siguiente pregunta es: ¿por qué se abandonaron? La respuesta se encuentra en el propio desarrollo económico, la rentabilidad decreciente de los grandes capitales. Ello condujo a una disminución de la inversión, a la que la macrogestión keynesiana no encontró respuesta. Así, las grandes capitales presionaron a los gobiernos para que tomaran un camino neoliberal.

La ley del valor y la ganancia.

El argumento central de la crítica marxista se basa en la ley del valor. A grandes rasgos, esto significa que las empresas solo invierten si pueden obtener beneficios. El beneficio es el motor de sus decisiones y no las necesidades de la gente. Estas solo se consideran importantes en la medida que los productos puedan comprarse. Sin embargo, las ganancias provienen de la explotación de la mano de obra en el proceso de producción. El trabajo produce bienes y servicios que se pueden vender pero en constante competencia con otros capitalistas. Esto significa que las empresas buscan constantemente mejores métodos de explotación, nuevas tecnologías y nuevos métodos.

Para los economistas convencionales, las ganancias simplemente no importan. Pero incluso entre los keynesianos de izquierda, las ganancias apenas aparecen. Para ellos se trata de "demanda", de "especulación" o de "financiarización". Todas estas cosas juegan un papel importante, pero la ganancia es la categoría clave para comprender el proceso capitalista de producción y acumulación. Y es importante en relación con las inversiones de una empresa: la tasa de ganancia es la clave para comprender hasta que punto es sana una economía. Y la rentabilidad ha tendido a caer durante los últimos 50 años, no de forma lineal, sino en un movimiento ondulatorio.

Las elevadas ganancias de empresas tecnológicas como Amazon, Apple o Alphabet esconden el problema de la rentabilidad en toda la economía capitalista. Hay muchas empresas zombis no rentables y, para la mayoría, las tasas de beneficio han caído. Necesitamos ver cómo ha afectado esto a la inversión. Este es el aspecto central que la crítica económica marxista puede aportar al debate sobre la economía mundial.  

La evidencia empírica apoya la ley de Marx de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia. Existen factores que contrarrestan esta ley, pero la ley es el factor dominante. Hasta donde podemos confiar en los datos, estos sugieren que existe una tendencia a largo plazo hacia la caída de las tasas de ganancia en las principales economías. Cada ocho o diez años, el capitalismo entra en crisis. Debemos seguir aprendiendo por qué ocurren estas crisis y cuáles son las consecuencias políticas.

 
economista marxista británico, que ha trabajado 30 años en la City londinense como analista económico y publica el blog The Next Recession.
Fuente:
https://thenextrecession.wordpress.com/2021/05/14/some-notes-on-the-world-economy-now/
Traducción:
G. Buster