En el tablero agrícola nacional Sancti Spíritus ocupa posiciones de interés, no solo por las cuantías productivas para el encargo estatal y la sustitución de importaciones en surtidos como arroz, tabaco, granos y leche, por citar algunos productos; tal vez lo que más decide en la ubicación del territorio nace de la diversidad productiva, y si hubiera que sumar otro aporte escogería ese laboratorio en que se ha convertido la provincia a la hora de experimentar nuevas semillas, variedades e incorporar resultados de la ciencia al campo.
Sin embargo, por más que las estadísticas reflejen en Sancti Spíritus una expresión productiva de consideración en no pocos renglones, quienes llegan a la tarima llevan años haciéndose la misma pregunta: ¿Por qué con tanta tierra entregada no hay más comida?
Aun cuando los últimos tiempos casi han sido de jaque mate para la agricultura, con carencias y conocidos acosos a la economía, Escambray se acerca al campo desde esta interrogante; llega a lugares donde ahora mismo hay un uso del suelo coherente con la escasez de recursos y el compromiso de alimentar al pueblo; también a otros escenarios que acuñan el abandono de años, la falta de prioridad y se entrecruzan con el método de casarse siempre con los mismos productores de avanzada, sin darles a otros la oportunidad de demostrar —apoyo mediante— que tienen también posibilidades y voluntad de exprimir la tierra.
En su más reciente visita a la provincia, el vicepresidente de la República Salvador Valdés Mesa fue enfático: “Dirigir el esfuerzo principal de los productores a crecer en los cultivos varios; otros cultivos llevan más tiempo, pero no tiene por qué faltar el boniato en los mercados; hay que acompañar el entusiasmo con resultados”.
ABANDONO QUE CUESTA COMIDA
Escambray fue a un pedazo de Taguasco y palpó realidades que dibujan el abandono. Una primera parada, la Cooperativa de Producción Agropecuaria (CPA) Niceto Pérez, a un costado del camino a Santa Rosa, otrora emporio productivo; ahora mismo, el vivo ejemplo del deterioro en un buen patrimonio de suelo, donde la maleza y la tierra vacía señorean a su antojo.
Son tantos los problemas que apenas puede citarse como rasgo positivo la voluntad del puñado de hombres que permanece y apuesta todavía a salvar la cooperativa, en un momento en que la nueva dirección política del municipio busca estrategias y empuja para revertir la deplorable situación económico-productiva.
“Cuando asumí la dirección de la CPA hace alrededor de un año, ya arrastraba una deuda con el Banco de más de un millón de pesos, eso impidió adquirir nuevos créditos y la falta de finanzas nos frenó todo: pagarles el anticipo a los cooperativistas, comprar el combustible, preparar terrenos…”, declaró a pecho abierto Luis Enrique Salvador Valdés.
“La consecuencia más grave es que perdimos la mayor parte de la fuerza laboral, los obreros se han ido a trabajar con los campesinos; tenemos unas 150 hectáreas cultivables, suelos fértiles; sin embargo, hoy sembrado y con posibilidades reales de lograr una producción no llegamos a las 6 hectáreas, porque las 10 plantadas con maíz no están en buenas condiciones; antes de aquí salía una tremenda cantidad de granos, viandas, hortalizas, frutales, leche, hasta tabaco, pero el retroceso se fue agravando por años, la cooperativa tocó fondo y de más de 200 trabajadores que existieron quedan 26 socios”, explicó Luis Enrique Salvador.
Santa Rosa es la zona de la Cooperativa de Créditos y Servicios (CCS) Obdulio Morales, uno de los puntales agrícolas de Taguasco; pero una cosa es querer producir y otra, lograrlo con efectividad. Para el campesino Enrique Izquierdo Robaina explotar la tierra se ha vuelto un desafío, según sus propias palabras. “Este fenómeno del clima nos complica mucho; antes yo tiraba un puñado de frijoles y los cogía tremendos, hasta sin abono ni pesticidas; hoy hay que ponerles muchos productos si los quieres coger.
“Los recursos son escasos, encima de eso cuando te toca algo casi nunca llega a tiempo; para mí lo que más golpea es que somos muy pocos en la tierra para alimentar tanta gente en el pueblo; ahora con la situación del país no hay otro camino que ponerle el pecho al trabajo y dar más seguimiento al campo por todos los que tienen que ver con la Agricultura”, señaló el Izquierdo Robaina.
Ray Pérez Matienzo, integrante de la misma CCS, puede ser uno de esos usufructuarios que merecen apoyo y la oportunidad de demostrar cuánta comida serían capaces de aportar.
“El año pasado entregué casi 400 quintales de plátano fruta, otra cantidad de burro, yuca, frijol, tomate y no te cuento al tabaco; pero ni me ayudan en nada ni nadie me visita para conocer mi situación; si han venido algunos cuando ha hecho falta que aporte algo, y nunca me he negado; fíjate si mi compromiso de producir es grande que me pasé la sequía comprando petróleo en el Cupet para regar los platanales; yo cogí la tierra para explotarla, lo que se produce aquí se lo come el pueblo, lo que ha sido comprando las cosas por fuera; si me apoyaran, te aseguro que produciría mucho más”, afirmó.
GANANCIA Y COMPROMISO
Escambray llegó también a la CPA 13 de Marzo, en Cabaiguán, una base campesina que no se ha dejado arrinconar por los obstáculos, sostiene producciones desde un equilibrio económico, es un ejemplo palpable de cuánto se puede hacer para revivir la deprimida producción porcina y hasta explotar la tierra sacrificando ingresos por tal de producir la comida que espera el pueblo.
“Sembramos de forma concentrada y escalonada unas 40 hectáreas de boniato y se ve muy bien el cultivo, a partir de octubre empezamos a cosechar; pudimos haber ocupado ese suelo con otras plantaciones que hubieran dado más ganancias a la CPA, pero las cooperativas no pueden perder de vista que hay un compromiso de comida con el pueblo, sobre todo en las viandas, y a eso le estamos poniendo todo el interés”, señaló Pedro Álvarez Jiménez, presidente de la CPA.
“Ante el asunto de la tierra y la producción, hay que responderse varias preguntas: ¿qué llevó a un poseedor legal de tierra a que se le perdiera y después hubo que entregársela a otro?; ¿qué se le dio al que le entregó ese suelo para que lo hiciera producir?; ¿dónde está el impacto? Debemos reconocer que los productores que han logrado producir son porque se les ha puesto el recurso; no podemos aspirar a aplicar ciencia y técnica para producir con bueyes; los bueyes solo dan subsistencia; para el pueblo los agricultores somos incapaces e ineficientes; pero, yo digo que estamos en una lucha con las manos amarradas.
“Hoy es difícil hacer un contrato y si la parte estatal no tiene nada que darme poco me puede exigir; sin embargo, nos queda el método hombre a hombre, el de la persuasión, tirarle el brazo por arriba al productor para buscar ese compromiso con la tierra, con el país; eso lo hemos perdido”, expresó Álvarez Jiménez.
LA TIERRA ENTREGADA
Aunque Sancti Spíritus tiene el mayor almacenamiento de agua en el país, es un territorio con bajo nivel de riego en los cultivos varios; además, predomina la agricultura rudimentaria, con escaso nivel de desarrollo e inversiones que transformen la explotación del suelo.
Para más paradoja, la entrega de tierra en la provincia —se sobrepasan las 100 000 hectáreas y los 10 000 usufructuarios— favoreció a la ganadería en detrimento de los cultivos varios, mientras el impacto que la gente espera en variedad y regularidad de oferta —aunque a veces los números dan otra impresión— es en las viandas, hortalizas y frutales.
Debemos acotar que en cada campaña de siembra de frío —aporta la mayor producción del año— gran parte del suelo en Sancti Spíritus se ocupa por un interés estatal con cultivos temporales que utilizan terrenos buenos, con riego, pero no tributan las demandadas viandas, y hablamos de tabaco, frijol, maíz, tomate y cebolla, entre otros; de manera que el boniato, la yuca, el plátano y la malanga viven en eterna desventaja, sin dejar de considerar que la provincia asume regularmente envíos a otros territorios del país.
“En el déficit de las viandas influye también la voluntad de algunos productores que siembran los cultivos que mayores ingresos dan; aunque hay que decir que tenemos polos productivos que prácticamente lo que siembran son granos, pero ni el frijol ni el maíz van a la placita, eso es balance nacional y sustitución de importaciones; nos pasa igual con la cebolla blanca o con el tomate, que se vende un poco, pero las tomateras grandes van para la industria”, refirió Eduardo Jiménez Calzada, al frente de Cultivos Varios en la Delegación de la Agricultura.
“La falta de recursos incide mucho en que no se produzca más, pero no todo es por esa causa; entregamos las tierras, generalmente áreas infestadas de malezas, y la mayoría de los usufructuarios no tienen la capacidad física para ponerlas en explotación, o se demora el uso y no acaba de lograrse una expresión productiva que responda a la expectativa de la gente; también nos falta llegar más al productor, control de la siembra, la producción y los destinos de la comida”, subrayó Jiménez Calzada.
Más allá del negativo saldo que deparó al inicio la Tarea Ordenamiento, las rectificaciones introducidas y las recientes medidas gubernamentales abren caminos para gestionar en Sancti Spíritus una mejor agricultura que se sacuda de la ineficiencia y la improductividad, ocupe las tierras vacías, explote con mayor eficacia las áreas bajo riego, entierre trabas y mecanismos inviables, que convierta al surco en el verdadero teatro de las decisiones para oír, apoyar, motivar al productor, y un día encontrar entre la tierra y la tarima el impacto pendiente.