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sábado, 16 de octubre de 2021

La revuelta de los trabajadores

Los empresarios se quejan de la escasez de mano de obra e intentan atraerla con un aumento de salarios



Cadena de producción en una fábrica de coches en California.JILL CONNELLY (BLOOMBERG)

Tras la crisis financiera de 2008, los problemas de la economía tenían que ver con la demanda. La burbuja de la vivienda había estallado; los consumidores no gastaban lo suficiente como para cubrir el vacío; el estímulo de Obama, diseñado para aumentar la demanda, fue excesivamente reducido y breve.

En cambio, en 2021, muchos de los problemas parecen deberse a una oferta insuficiente. Las mercancías no pueden llegar a los consumidores porque los puertos están atascados; una escasez de chips ha complicado la producción de automóviles; muchos empresarios manifiestan que tienen dificultades para encontrar trabajadores.

Probablemente gran parte de esto será transitorio, aunque está claro que las alteraciones en la cadena de suministros se mantendrán un tiempo. Pero a lo mejor, algo más fundamental y duradero está teniendo lugar en el mercado laboral. Puede que los sufridos trabajadores estadounidenses, que llevan años mal remunerados y trabajando en exceso, hayan llegado al límite.

Respecto a esos problemas con la cadena de suministros: es importante comprender que a los estadounidenses les están llegando más mercancías que nunca. El problema es que, a pesar de aumentar las entregas, el sistema no consigue mantenerse a la altura de la demanda.

Al principio de la pandemia, la población compensó la pérdida de servicios comprando cosas. La gente que no podía salir a comer, reformó sus cocinas. La que no podía ir al gimnasio, compró máquinas para hacer ejercicio en casa. La consecuencia fue un asombroso aumento de la adquisición de todo tipo de productos. A principios de año, el gasto en bienes duraderos se situó un 30% por encima de los niveles anteriores a la pandemia, y sigue estando muy alto.

Pero las cosas mejorarán. A medida que la covid-19 retroceda y la vida vuelva poco a poco a la normalidad, los consumidores comprarán más servicios y menos cosas, reduciendo la presión en puertos, transportes por carretera y ferrocarriles. La situación laboral, por el contrario, sí parece deberse a una verdadera reducción de la oferta. El empleo total sigue estando cinco millones de puestos por debajo del nivel máximo alcanzado antes de la pandemia. El empleo en el sector del ocio y la hostelería sigue más de un 9% por debajo. Pero todo lo que vemos indica un mercado laboral muy rígido.

Por una parte, los trabajadores están dejando sus puestos de trabajo a ritmos insólitos, señal de que confían en encontrar nuevos empleos. Por otra parte, los empresarios no solo se quejan de escasez de trabajadores, sino que intentan atraerlos con aumentos de salarios. A lo largo de los últimos seis meses, los salarios de los trabajadores en los sectores del ocio y la hostelería han registrado una tasa de subida anual del 18%, y ahora están muy por encima de su tendencia anterior a la pandemia.

El empleo también ha envalentonado a los sindicalistas, que se han mostrado mucho más dispuestos de lo normal a acudir a la huelga tras recibir ofertas contractuales que consideran inadecuadas.

¿Pero por qué estamos experimentando lo que muchos denominan la “gran dimisión”, en la que tantos trabajadores dejan el trabajo o exigen un sueldo más alto y mejores condiciones laborales para quedarse? Hasta hace poco, los conservadores culpaban a las prestaciones por desempleo ampliadas, afirmando que reducían el incentivo para aceptar un trabajo. Pero los Estados que cancelaron antes esas prestaciones no han experimentado un aumento del empleo mayor que los que no lo hicieron; y en todo el país, la eliminación de las prestaciones ampliadas el mes pasado no parece haber cambiado mucho la situación del empleo. Lo que parece estar ocurriendo más bien es que la pandemia llevó a muchos trabajadores estadounidenses a replantearse su vida y a preguntarse si valía la pena seguir con el trabajo horrible que muchos de ellos tenían.

Porque Estados Unidos es un país rico que trata a muchos de sus trabajadores extraordinariamente mal. Los salarios son a menudo bajos; ajustando la inflación, el típico trabajador varón ganaba prácticamente lo mismo en 2019 que su homólogo 40 años antes. Las jornadas laborales son largas: Estados Unidos es una “nación sin vacaciones” que ofrece mucho menos tiempo libre que otros países avanzados. El trabajo además es inestable, y muchos trabajadores con salarios bajos —y los trabajadores no blancos en particular— están sometidos a fluctuaciones impredecibles en las jornadas laborales que pueden hacer estragos en la vida familiar.

Y no son solo las empresas las que tratan mal a los trabajadores. Un número significativo de estadounidenses parece menospreciar a quienes les proporcionan servicios. Según una encuesta llevada a cabo no hace mucho, el 62% de los trabajadores de restaurantes dicen haber recibido un trato abusivo por parte de los clientes.

Teniendo en cuenta estos hechos, no sorprende que muchos trabajadores estén dejando el empleo. La pregunta más complicada es por qué ahora. Muchos estadounidenses odiaban su trabajo hace dos años, pero no se dejaban llevar por esos sentimientos. ¿Qué ha cambiado?

Es solo una conjetura, pero parece posible que la pandemia haya hecho que algunas personas reconsideren sus elecciones vitales. No todo el mundo puede permitirse dejar un empleo que odia, pero un número considerable de trabajadores parece dispuesto a aceptar el riesgo de probar algo distinto: jubilarse antes a pesar del coste económico, buscar un empleo menos desagradable en un sector distinto, etcétera.

Y si bien esta nueva actitud exigente de unos trabajadores que se sienten empoderados les está haciendo la vida más difícil a consumidores y empresarios, seamos claros: en general, es bueno. Los trabajadores estadounidenses exigen un trato mejor, y al país le interesa que lo consigan.



Paul Krugman es premio Nobel de Economía. © The New York Times, 2021. Traducción de News Clips.

LA PRENSA DE INVESTIGACIÓN

Por Jorge Gómez Barata

El periodismo de investigación, término introducido en 1885 por el periodista británico William Thomas Stead, es un peldaño superior en el ejercicio de la profesión, un poderoso aliado de la democracia, instrumento idóneo para el control social del poder y herramienta de participación ciudadana.

La investigación periodística confronta la censura, neutraliza la diplomacia secreta e incorpora a la opinión pública en los entresijos de la historia, la política, las finanzas y revela los secretos que los poderosos, los ricos, los corruptos y los mafiosos quisieran ocultar.

Se trata de un poderoso aliado en la búsqueda de la verdad tanto en el pasado como en el presente y es también decisivo en los esfuerzos por anticipar el futuro, develar las tendencias en el desarrollo y señalar los límites del poder. Aunque existen importantes antecedentes, el papel de la prensa de investigación en el escándalo Watergate es el momento más relevante en esta gestión.

El desarrollo de la prensa constituye uno de los hechos más relevantes en la historia de la humanidad. Los periódicos y revistas han influido más que ningún otro elemento en la cultura popular y en la difusión de las ideas avanzadas. No existe ningún elemento de movilización social comparable a la prensa ni mejor instrumento para la denuncia, el diálogo intrasocial y la protesta que los periódicos, revistas emisoras de radio y canales de televisión. Todos decisivos en la formación de los consensos sociales y políticos.

En los siglos XIX y XX en Estados Unidos fue donde primero la investigación periodística se convirtió en un género. La primera gestión de investigación internacional emprendida por la prensa estadounidense fue realizada alrededor a fines del siglo XIX, cuando Randolph Hearst envió corresponsales y fotógrafos a Cuba, quienes revelaron las atrocidades cometidas por la Corona Española para
confrontar a los luchadores por la independencia.

Aquellas informaciones conmocionaron a la sociedad estadunidenses e influyeron decisivamente en el desencadenamiento de la guerra hispano-cubano- norteamericana que incluso fue llamada la "guerra de Hearst".

El periodismo de investigación en América Latina alcanzó presencia en el siglo XX especialmente en México, Argentina, Chile, Uruguay y otros países en los cuales existen premios al respecto. A nivel continental desde hace casi 20 años se entrega el Premio Latinoamericano al Periodismo de Investigación creado por el Instituto Prensa y Sociedad (IPYS) y Transparencia Internacional (TI).

Actualmente, en Latinoamérica se publican unos mil diarios de gran tirada con más de veinte millones de ejemplares y prácticamente todos, (excepto los de Cuba) realizan investigaciones trascendentales que han sido especialmente relevantes en México, Chile, Argentina, Uruguay y otros países.

Las recientes revelaciones del Consorcio Internacional de Investigación Periodística conocidas como Panamá Papers y Pandora Papers, como antes lo fueron Watergate y la glasnost en la ex Unión Soviética, los procesos asociados a la constructora Odebrecht y otros casos análogos, indican la necesidad de cultivar, favorecer y proteger el periodismo de investigación que constituye una concluyente expresión del papel de la prensa en las sociedades modernas. Allá nos vemos.

16/10/2021

Publicado por el diario ¡Por esto! Al reproducirlo indicar la fuente.

Carlos Lage en sus 70 años( Video). Comentario HHC

 

https://www.youtube.com/watch?v=tDKU34j44do&t=23s

Comentario HHC: Lamentablemente la jauría, ya empezó a manipular el honesto video  de Carlos Lage  en sus 70 años, poniéndole como título noticioso, " Carlos Lage Rompe su silencio y pide mas reformas", hay que hacer caso omiso a esas manipulaciones, deben ver el video completo que dice todo lo contrario y mucho mas.

El video es una reflexión coherente y sincera a sus 70 años, donde demuestra que sigue siendo un revolucionario cubano que continúa apoyando a la Revolución y a Fidel, donde además  plantea que estuvo mas de 20 años a su lado y que su admiración y cariño hacia él, no era modificable, y eso es lo importante y determinante. 

En diferentes etapas , coincidí con Lage tres veces, siempre vestido de manera sencilla y de actuar afable e inteligente, la última en Tarará donde visitó la ciudad cuando se iba a empezar  la " Operación Milagro", y me acuerdo que estaba hablando con él explicándole del lugar,  y llamó Fidel a su celular para que le dijera como veía las condiciones, según alcancé a oír, cuando me aparté para que hablara libremente. 

Su destitución, aún no explicada suficientemente, sorprendió a muchos, y la reflexión de Fidel donde se mencionan las "mieles del poder" mas. No lo cuestiono, solo que me falta mas información que la presentada.  En el video menciona su cese como " algo esperado".

Mucho de lo que dice Lage, cuando empezó lo que llama "su segunda vida", lo hemos vivido también otros. La Revolución ha perdido en 62 años, cuadros que eran rescatables a pesar de cualquier error cometido y ¿quién no?, que fueron condenados al ostracismo innecesariamente o exageradamente, y lo mas lamentable es que los relevos, en ocasiones, no fueron mucho mejor, y se cometieron errores y no fueron aplicadas las mismas reglas, entonces además se perdió la coherencia, la lealtad  y el talento de  algunos de aquellos. 

Pero siempre digo, que la revolución esta por encima de todo eso, y es lo mas importante- relevante, pero también, debemos tener presente que es de los retos  que enfrentamos a lo interno, si la queremos para siempre.

Los invito a que vean el video. Saludos 

Un premio Nobel contra la falacia que une correlación y causalidad

 Los economistas David Card, Joshua Angrist y Guido Imbens han obtenido el galardón por hacer más científica la economía, inventando trucos para atacar su pregunta más difícil: qué causa qué.


La medalla de un Premio Nobel de hace unos años.


¡Buenos días! Hoy quiero hablaros de otro premio Nobel, el de economía. Pero sin vídeos de pájaros.

No es fácil explicar qué provoca los resultados que observamos. Por ejemplo, sabemos que los niños de colegios privados tienen mejores trabajos de adultos, ¿pero en qué medida eso es una consecuencia de su educación y en qué medida ambas cosas —trabajo y colegio— son una consecuencia de que sus padres son más ricos? En el mundo real todo está conectado; cuesta observar una causa y sus efectos sin que se crucen variables.

Por desgracia, nuestra intuición ignora eso. Las personas sacamos conclusiones precipitadas con facilidad pasmosa. Si nos dicen que entre los niños que usan mucho el móvil hay el doble de casos de depresión, corremos a pensar que el teléfono los deprime… aunque es perfectamente posible que sea al revés (que la depresión de algunos niños los empuje a abusar del móvil). Este fallo humano lo conocemos desde hace siglos, por eso es una falacia lógica con nombre: “Si ocurre después de esto, por tanto ocurre a causa de esto” (post hoc ergo propter hoc).

La pandemia nos ha dejado otros ejemplos, pero mi favorito es un consejo tradicional que ha envejecido mal. ¿Os acordáis que hasta 2018 la gente te decía que te abrigases para no constiparte? En el imaginario popular el frío causaba infecciones. Ahora ha quedado claro que no debía de ser eso, porque para evitar la covid nadie te dice que te pongas un jersey, sino que evites los interiores, que no tosas encima de la gente y que te laves las manos. Los constipados circulan más en nuestro invierno y la temperatura desempeña aquí algún efecto, pero si asociábamos pasar frio y constiparnos, en parte era porque confundíamos correlación y casualidad.

Los economistas sabían que correlación no implicaba causalidad, pero hacían poco al respecto. Al menos así explica Justin Wolfers, catedrático de la Universidad de Michigan, lo que supuso el trabajo de los tres premiados: “Mirábamos los datos y decíamos ‘correlación no es causalidad’, pero enseguida lo olvidábamos y formulábamos un montón de juicios pseudocausales basados en datos que realmente no sostenían esas afirmaciones. Pero David [Card], Josh [Angrish] y Guido [Imbens] dijeron: 'Espera'. Su respuesta no fue el rollo destructivo habitual de ‘no podemos hacer afirmaciones causales’, sino algo enteramente constructivo: aquí tienes una caja de herramientas que puede ayudarte a hacer afirmaciones causales creíbles”.

No es un logro pequeño. Los premiados inventaron nuevos métodos para enfrentar el problema más profundo de la ciencia social.


El laboratorio del Alfred Nobel, donde hizo sus experimentos, en Karlskoga (Suecia).JONATHAN NACKSTRAND / AFP

La navaja suiza del experimento natural

La idea esencial de los premiados fue el experimento natural. Para entenderla, es útil dar un paso atrás y pensar cómo se resolverían todas las preguntas causales: la solución sería tener universos contrafácticos. ¿Quieres averiguar el efecto de vacunar a una persona? Bastaría generar dos universos idénticos, en uno vacunarla y en el otro no. Como hacer eso es imposible, los científicos usan un plan B, que son los experimentos con grupo de control.

Estos son ensayos que dividen a miles de voluntarios en dos grupos al azar, para que fuesen iguales en todo, salvo en la intervención de recibir (o no) la vacuna. Es un truco estupendo porque evita las interferencias. Con un grupo de control, ya da igual si el virus muta o la incidencia baja: como esos cambios afectarán a los dos grupos, siempre podremos compararlos y atribuir las diferencias al efecto de las vacunas.

¿Pero qué pasa cuándo no hay experimentos, porque son poco éticos, son caros o simplemente no se hacen? Ahí entran en juego Card, Angrist e Imbens. Demostraron que era posible buscarlos en la naturaleza. En el mundo real se producen un montón de experimentos, o casi experimentos, que podemos explotar para responder preguntas.

Uno de los primeros ejemplos fue el trabajo de David Card de 1990 en el que usó la llegada masiva de cubanos a Miami para estudiar los efectos de la inmigración sobre el empleo. En pocos meses, los trabajadores sin cualificación habían aumentado un 20% en la región. ¿Causó eso una bajada de los salarios? Card comparó la evolución de los sueldos en Miami con la de los de otras ciudades y observó que no. Era solo un estudio circunscrito a un lugar y un tiempo, pero empujó a los economistas a repensar sus modelos teóricos.

Otro clásico fue el trabajo de Angrist sobre servir en el ejército. ¿Qué efecto tiene alistarse sobre la vida de una persona? No es algo fácil de observar sin más: si vemos que los veteranos ganan poco dinero, no podemos saber si es consecuencia de la guerra o si hubiese sido así en cualquier caso (¡Porque correlación no implica causalidad!). Pero Angrist encontró un experimento natural: comparó a los jóvenes que fueron llamados a filas por sorteo durante la guerra de Vietnam, con otros jóvenes que se quedaron a punto de ser elegidos. Lo que vio es que, diez años después de acabar la guerra, los veteranos tenían unos ingresos un 15% inferiores que los de personas parecidas.

Buscar estos atajos fue una revolución metodológica. En palabras del economista Alex Tabarrok: “Los últimos treinta años de economía empírica han sido el resultado de economistas que abrían sus ojos a los experimentos naturales que había a su alrededor, por todas partes”.

El caso del salario mínimo

De los primeros experimentos naturales, el más comentado estos días es el que publicaron Card y Alan Krueger en 1993, sobre una cuestión todavía actual: ¿Subir el salario mínimo destruye empleos?

Para averiguarlo, los dos economistas aprovecharon una ley de 1992 que lo elevó en Nueva Jersey de 4,25 a 5,05 dólares. Lo que hicieron fue recoger datos de 400 restaurantes de comida rápida en ese Estado y en la vecina Pensilvania, donde el salario mínimo se mantuvo constante, razonando que cualquier otro factor que afectase a una región influiría también en la otra. ¿Creció menos el empleo en Nueva Jersey que en Pensilvania al aprobarse la ley? Descubrieron que no, contradiciendo a muchos economistas.

Nada de casual tuvo que este resultado fuera polémico. Era normal que un método nuevo arrojara resultados en llamativo contraste con las creencias de grandes economistas de la tradición anterior, más teórica. Eso demostraba la virtud del nuevo enfoque. Inventar técnicas creíbles para responder preguntas con datos debía llevar la discusión al terreno factual. Si el empleo no tuvo peor evolución en Nueva Jersey que en Pensilvania, eso es un hecho que los teóricos debían incorporar.

Después de 30 años de estudios, hay economistas empíricos que todavía piensan que el salario mínimo destruye empleo, y otros —quizás la mayoría— que piensan que sus efectos son mínimos. Pero lo importante es fijarse en lo que han acordado unos y otros: están de acuerdo en que se trata de una pregunta empírica que se responde mirando la realidad.

Esa transformación es la historia de este Nobel.

Card, Krueger, Angrist e Imbens hicieron de la economía una disciplina “más científica”, como dice Noah Smith. “Si incluso la teoría más consensuada, básica y querida de la disciplina podía refutarse mediante datos empíricos, eso significa que la economía consiste en un conjunto de afirmaciones falsables sobre el mundo en el que vivimos”. En un campo dominado por aproximaciones casi filosóficas para grandes preguntas, los premiados decidieron indagar la realidad poco a poco, haciendo preguntas pequeñas, pero obteniendo respuestas firmes. Abrazaron la mirada curiosa de la rutina científica.

Fue una revolución que se sintió más allá de la economía. Desde los noventa, los experimentos naturales han cambiado la ciencia política, la sociología, la demografía y la salud pública. Los premiados, y la generación de científicos que les siguieron, han empujado esas disciplinas para ser menos teóricas y más empíricas. La ciencia social ha dejado de ser una ciencia sin experimentos. Negarlo, hoy por hoy, es poner excusas.

Flujo de caja: El verdadero indicador de la salud de las Pymes

 Sólo el 25% de las Pymes logra cruzar la barrera de los dos años y una de las principales causantes se debe a deficiencias en el manejo de sus flujos de caja.

Por Sebastian Kreis Octubre 6, 2021

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Si hay un dolor que la gran mayoría de las Pequeñas y Medianas empresas (Pymes) tienen es la parte administrativa, especialmente en el manejo de sus entradas y salidas de dinero. Cualquier empresario podría comparar esto con una montaña rusa, asegurar la fecha de entrada es un proceso complejo, obtener el dinero es pesado y difícil, pero este se llega a gastar a la misma velocidad que una bajada mortal. Esta bajada puede ser tan peligrosa que, de acuerdo a datos del INEGI, sólo el 25% de las Pymes logra cruzar la barrera de los dos años y una de las principales causantes se debe a deficiencias en el manejo de sus flujos de caja.

Este manejo de las entradas y salidas de efectivo es mucho más complicado de lo que pareciera, y el impacto de la volatilidad financiera al que las empresas suelen tener que enfrentarse facilitan la frustración de las mismas. Y lo más grave de esta situación, es que el flujo de caja es el verdadero indicador de la salud de sus Pymes, algo que ni siquiera lo tienen contemplado en sus planes de negocio.

Pero a pesar de los años, el flujo de caja nunca deja de ser una preocupación para los empresarios, tanto que el estudio de El trabajo en México, rumbo al 2022’, realizado por la empresa Worky, detectó que la falta de flujo de caja representa una amenaza para el 44% de las compañías, siendo esta una de las más relevantes. Adicionalmente, hay que considerar que estos resultados se dieron en un contexto en el que las nuevas restricciones al outsourcing, la implementación de la NOM-035 y el COVID-19 dan grandes dolores de cabeza a las empresas.

Esta preocupación se puede deber a un millón de razones que van desde falta de acceso a información y análisis en tiempo real, desorden en sus finanzas, pagos atrasados de clientes, imprevistos o simplemente falta de tiempo y recursos para una correcta administración. Pero una de las más usuales es que muchas empresas no tienen acceso a fondos adecuados para cubrir sus actividades corrientes y no cuentan con servicios financieros recurrentes que realmente satisfaga sus necesidades. Es más, los pocos accesos que llegan a tener las Pymes en algunas instituciones financieras tradicionales no son en lo absoluto adaptados a sus verdaderas necesidades, siendo estos parches en las heridas de bala o pueden llegar incluso a ser su tiro de gracia.

Este peligro se debe a que los productos financieros que ofrecen las instituciones tradicionales generalmente están pensados para grandes empresas y no consideran los tiempos o condiciones que las Pymes necesitan. Un ejemplo de esto podría ser en la medición de tasas de riesgo. Para los bancos tradicionales, las pequeñas empresas representan riesgos por lo que ofrecen préstamos con tasas de interés muy altas que no consideran la realidad o las ventajas de apoyar a negocios en crecimiento. Otro ejemplo serían las empresas de factoraje, que usualmente están del lado de las grandes corporaciones y adquieren facturas a un alto costo para las empresas proveedoras.

Solucionar este dolor que la gran mayoría de las Pymes sufren, debe de ser una de las prioridades para que su promedio de vida aumente y que facilite la situación financiera de los emprendimientos. No por nada dicen que las Pymes son el motor de la economía y cuando apostamos por ellas, finalmente contribuimos a la generación de más y mejores empleos para toda la sociedad, sobre todo después de un golpe de tal magnitud como fue esta pandemia

Las mipymes, una parte de la solución. Ni más ni menos

Las micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes) en Cuba son un paso en la dirección correcta, pero no pueden verse como la solución universal para problemas estructurales y de funcionamiento de la economía.



La bandera cubana decora el interior de un establecimiento de trabajadores por cuenta propia que prestan servicios de reparaciones a equipos electrónicos, en el municipio capitalino Centro Habana, La Habana, Cuba. 10 de octubre de 2019.Foto: Jorge Luis Baños_IPS

Foto: Jorge Luis Baños_IPS

En la anterior entrega sobre estas empresas y su importancia para el país se mencionaba su contribución al desarrollo y su pertinencia dentro de las soluciones a los problemas de la economía cubana. Y se concluía diciendo que no pueden verse como la solución mágica a nuestros problemas. Conviene ahondar un poco más en este asunto.  

En primer lugar, las mipymes en todo el mundo se caracterizan por su alta tasa de mortalidad a los pocos años de haberse iniciado el negocio, y en no pocas ocasiones constituyen nichos de supervivencia más que empresas de calidad, especialmente en los países en vías de desarrollo. Existen suficientes estadísticas y análisis que así lo corroboran, y las cifras no son alentadoras. Así, fuentes consultadas señalan que en México se estima una tasa de mortalidad del 70 por ciento en los dos primeros años de vida de estas empresas, en Colombia de un 75 por ciento en igual periodo, y en Costa Rica de un 80 en los tres años iniciales, por citar algunos casos.

Vulnerables por naturaleza   

En esta fragilidad, sin agotarlas, están presentes razones como la falta de acceso a financiamiento, restricciones del entorno regulador, débiles rutinas organizativas internas, y su menor capacidad de resiliencia ante hechos desencadenantes de crisis económicas.

La pandemia resulta un obvio ejemplo a mencionar, con efectos devastadores en la supervivencia de estas empresas a escala internacional y que han obligado a los gobiernos de diversas latitudes a adoptar medidas de apoyo en lo fiscal, financiero, laboral y otros ámbitos.

Algo muy a tener en cuenta por nuestras autoridades para instrumentar un acompañamiento que vaya más allá de su creación y las necesarias regulaciones y controles.  Las mipymes son altamente vulnerables por naturaleza, y necesitan un contexto institucional que las apoye, sobre todo ante circunstancias complejas y desfavorables.

Por ejemplo, pudiera citarse el 35 por ciento de impuesto sobre utilidades, que merecería un reanálisis. Y habrá que aceptar y atender como parte de esta -también- nueva normalidad, una dinámica donde coexistan con la creación de empresas de este tipo, su extinción y reestructuración.

Debe subrayarse el nivel de partida desde donde comienzan a fomentarse estas nuevas empresas. Es conocida la situación de la economía cubana, bastante se escribe y debate al respecto. En pocas palabras, dado el espacio disponible: Cuba enfrenta una disminución de su Producto Interno Bruto de casi un 11 por ciento el año pasado, reducción que entre 2017 y 2020 fue de alrededor de un 1.8 por ciento, con una tasa de inversión por debajo del 10 por ciento del PIB en igual periodo.

Las mipymes son altamente vulnerables y necesitan un contexto institucional que las apoye, sobre todo ante circunstancias complejas y desfavorables.

Contexto adverso

Tales cifras están bastante alejadas de los niveles de crecimiento e inversión necesarios para Cuba (estimados entre un 5 – 6 por ciento anual para el PIB, y un 20 por ciento del PIB como tasa de inversión), junto con una importante reducción de las importaciones, exportaciones cuya dinámica y estructura todavía no han despegado lo suficiente, esto último válido también para el aporte de la inversión extranjera.

Y el comportamiento de sectores clave de la producción nacional, como la industria (incluyendo la azucarera) y el agropecuario, que han experimentado un descenso en su aporte al PIB. En síntesis, un contexto desfavorable, catalizado por todo el arsenal de medidas y sanciones que conforman el bloqueo contra Cuba.  En un ambiente macroeconómico interno sesgado por los efectos inflacionarios no suficientemente controlados del ordenamiento monetario y la dolarización parcial.

Y de la misma forma que se afirma, y no sin razón, que la reforma de la empresa estatal y su nuevo y tan esperado marco jurídico no pueden verse separadas de estas transformaciones y  sus efectos esperados en los restantes actores económicos, tampoco debe esperarse que sin dichas reformas en el actor económico principal  de la economía cubana estos nuevos actores asegurarán per se el despegue.

Una vez más: la economía, se sabe, es un sistema.   Y el tejido empresarial que necesitamos requiere de interrelaciones efectivas entre todos sus actores.

Como ya se afirmaba en el trabajo precedente, el fomento de mipymes y cooperativas no agropecuarias echado a andar el 20 de septiembre deberá aportar una contribución no desdeñable a la dinamización de la economía, facilitada además por su próxima apertura gradual (y la del turismo en particular) en esta llamada nueva normalidad.

Pero debe entenderse también que no será fácil, habida cuenta de las dudas y restricciones abordadas allá y aquí. Tampoco será prudente deslumbrarse por sus primeros resultados a corto plazo. La sostenibilidad de estos actores resulta, a la vez que una necesidad, todo un desafío.  (2021)