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martes, 8 de febrero de 2022

El dinero importa

Si bien es cierto que la inflación es un fenómeno monetario, sus causas, al menos una buena parte de ellas, no lo son.




El dinero importa. Esta es una frase típica del monetarismo, uno de las corrientes de pensamiento económico del mainstream. Tres opiniones de tres economistas cubanos sobre la inflación en Cuba publicadas hace poco en Cubadebate y los comentarios asociados son la motivación de este artículo.

Los historiadores del pensamiento económico cubano le debemos a la ciencia un trabajo que resuma y sintetice todo lo que se ha escrito en estos últimos treinta años sobre la economía nacional porque nunca antes se ha escrito y publicado tanto de temas económicos, desde diversos ángulos, con diferente profundidad y prolijidad y en distintos medios. Han sido tratados un gran abanico de temas que incluyen algunos más conceptuales asociados a las relaciones de propiedad; otros de alcance global como los asociados al desarrollo, sus estrategias y políticas; temas institucionales; macroeconómicos; hasta otros muchos enfocados en aspectos sectoriales.

Los asuntos monetarios, poco tratados en los primeros treinta años después de 1959 por razones obvias, aparecieron con fuerza desde que el dólar comenzó a circular en nuestro país allá en los inicios de los años noventa.

Hay una amplia lista de autores que han abordado estos temas, algunos con más rigurosidad teórica, sistematicidad y profundidad, otros como parte de su análisis acerca de los problemas de la economía cubana. Algunos de esos trabajos han sido más públicos, otros no lo han sido tanto, ya sea porque han formado parte de documentos de uso restringido, porque han sido circulados vía correo electrónico entre colegas, o tesis de diplomas, maestrías y doctorados que como parte del trabajo científico han quedado circunscritos a esos ejercicios.

También es posible constatar que los trabajos sobre los temas inflacionarios son más frecuentes de hace unos años a la fecha, como era de esperar dada la magnitud y el impacto de la inflación en la realidad cotidiana, en la economía nacional y en la de cada cubano. La inflación ha deshecho los salarios, la economía familiar y también la de las empresas, ya sean estatales o privadas.

En todo caso, lo que cualquier estudio del pensamiento económico cubano certificaría sin temor a equivocación alguna es que los temas monetarios se han convertido en recurrentes en el pensamiento económico sobre la realidad nacional y su presencia no es comparable a ningún período anterior. Pero también esos estudios constatarían la existencia de más coincidencias que discrepancias y de un conjunto de propuestas de soluciones.

Es cierto también que en el caso cubano la inflación viene aderezada por la existencia de al menos tres monedas y tres tasas de cambio; por la segmentación del mercado por tipos de monedas; por la perdida de relevancia del mercado en pesos cubanos especialmente para la adquisición de bienes industriales; por la reencarnación del CUC en el MLC que parece una versión peor que su predecesor; por la pérdida de confianza en esa otra moneda o unidad de cuentas o compromiso de pago que se denomina CL—un algo absolutamente incomprensible—; por no tener ninguna institución financiera internacional que apoye la reforma emprendida; por estar bloqueados por la administración estadunidense.

La alta preferencia por el dólar físico versus su débil oferta es quizás el motivo más evidente para disparar la tasa de cambio que alimenta la espiral inflacionaria. Parecería rara esa preferencia atendiendo a que ese dólar no puede ser bancarizado, o puede ser “convertido a MLC”, sin embargo, hay factores que influyen en la demanda. La necesidad de dólares físicos para logar entrar ilegalmente en Estados Unidos es uno de ellos y no parece de los menores. Hay estimaciones de que en el 2021 entre 30 000 y 40 000 cubanos lograron llegar a ese país de forma ilegal, una buena parte por la frontera mexicana. ¿Cuánto cuesta esa travesía? Pongamos que la mitad de esos 40 000 compatriotas hayan pagado su viaje con dólares constantes y sonante, pongamos que se requieren entre 5 000 y 10 000 dólares para ello, pues entonces puede estimarse que entre 100 millones y 200 millones de dólares se han utilizado para esos fines.

Habría que añadir a la demanda de dólares aquella proveniente de los cubanos que importan bienes —nuestros fenicios— para vender en el mercado nacional en pesos cubanos inconvertibles. Años atrás se estimaba en una cifra de centenares de millones de dólares. Este es otro elemento que presiona al alza la tasa de cambio informal. Pueden existir alternativas que disminuyan esa fuga de dólares, aunque ninguna debe repetir la fallida variante de las tiendas en MLC.

Si se atiende además a que las dos fuentes de dólares físicos mas importantes del país, remesas y turismo, están menguadas, entonces se explica mejor la subida de la cotización informal del dólar.

La otra “moneda” la “MLC plástica” se ha convertido en primera bailarina por razones obvias, y también en la “peor de todas”. Su alta cotización frente al dólar y el cup está asociada a esa segmentación de mercados, al desabastecimiento de los mercados de consumo en pesos cubanos y a la tremenda dificultad para “recargar la cuenta”. Pero, sin dudas, la inconvertibilidad del peso cubano vuelve a jugar un papel decisivo en su cotización.

Si bien es cierto que la inflación es un fenómeno monetario, sus causas, al menos una buena parte de ellas, no lo son. Reconociendo lo anterior y por lo tanto la necesidad de impulsar medidas de corte estructural, parece inaplazable intervenir en el mercado cambiario, adoptar una tasa de cambio al menos flexible entre franjas y lograr un grado de convertibilidad del peso cubano que le devuelva parte de la confianza de la población.

Convertir las buenas ideas y sugerencias en políticas adecuadas, tomadas a tiempo, aplicadas correctamente, corregidas en el momento necesario es siempre el más complejo de todo este ejercicio.

Es siempre mucho más fácil decirlo que hacerlo. No es un camino de certezas por el que se va a transitar, nada garantiza el éxito, ni el mejor de los expertos en diseño, pero no tomar el riesgo es desde mi perspectiva mucho peor.

1 comentario:

  1. No tomar el riesgo ahí está el problema. Nuestra economía, así como el país todo, por no tomar el riesgo esta estancada y la sociedad petrificada en el tiempo. Solo se trata de mantener los dogmas y los mitos impuestos en el pasado.
    Todos sabemos que la sociedad (el hombre) y la economía son los elementos más cambiantes de la naturaleza, es decir del mundo real y la inadaptación es el fracaso de todo proceso en la evolución.
    Por lo tanto mucha razón hay en lo dicho, tomar el riesgo siempre es mejor que morir petrificado.
    Rogelio Castro Muñiz

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