Por Ernesto Estévez Rams
Algunos analistas de las manifestaciones del 11 de Julio del año pasado, curiosamente callan el contexto de las mismas. Al margen de los hechos vandálicos, cuyo empeño en minimizar es estridente, ese día habían más de 32000 casos activos de COVID-19 ¿Se puede hablar de manifestaciones pacíficas cuando estas violentaba las medidas de control epidemiológico y ponían en peligro la vida de decenas de miles de personas? Donde está lo pacífico en instigar y participar en acciones de aglomeración de personas que potencian el contagio, incluyendo niños y ancianos? ¿Acaso ese no es un agravante evidente en los delitos cometidos ese día?
Cuando leo, en estos días, a algunos hablando de que hoy estamos peor, algunos de ellos, con la poca disimulada intención de alentar otra vez los mismos hechos, me pregunto por qué obviar el factor abrumador en aquellos días, de la incertidumbre frente a una pandemia que se desataba con su carga de muerte ¿Estamos peor un año después en que más de 80% de la población está vacunada? ¿Estamos peor hoy que las escuelas han abierto, los niños están vacunados, la vida va recobrando su flujo anterior a la pandemia? ¿Estamos peor hoy que llevamos meses sin fallecidos por la enfermedad y en todo caso, la vida vuelve a campear sobre la muerte?
En esos análisis del derrotado, donde la abstracción y las generalidades sustituyen el dato y los hechos concretos, se proyecta, al margen de otros intereses más mezquinos, el pavor de pensar que saldremos adelante junto a un estado socialista capaz, en medio de la peor emergencia en lo que va de siglo, de mantener al país social, política y económicamente viable.
No es en Cuba donde hay crisis de gobernabilidad. No es en Cuba donde ocurre el asesinato político. No es Cuba donde los indígenas marchan a la capital. No es Cuba donde se asaltan palacios presidenciales y el jefe de estado sale huyendo por el aeropuerto. No es Cuba donde asesinan niños en las escuelas. No es en Cuba donde se le quita a la mujer el derecho a decidir sobre su vida. No es en Cuba donde la ONU estudia declarar una emergencia alimentaria.
Nosotros saldremos adelante. Superaremos esta particular confluencia de factores que estrangulan nuestra economía. Venceremos al bloqueo. Retomaremos el camino del crecimiento. Cerraremos las brechas sociales. Alcanzaremos mayores cuotas de justicia, con todos, para todos. Le daremos cada vez más, la espalda a discriminaciones y violencias ancestrales. Avanzaremos hacia una sociedad más democrática, más participativa. Derrotaremos la corrupción, el inmovilismo, la burocracia. Seremos más socialistas, en ese sentido de tránsito.
Ellos, los analistas desde la derrota, seguirán rumiando entelequias, abstracciones, generalidades. Mientras, el resto, con amor, trabaja porque se le hace tarde.
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