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miércoles, 27 de julio de 2022

Producción de biogás aguarda por mayores incentivos en Cuba

 

La agricultora Mayra Rojas asegura que el biodigestor de cúpula fija tipo chino, instalado en el patio de su vivienda, en Carambola, dentro del municipio de Candelaria, en el occidente de Cuba, se ha vuelto parte de su cotidianeidad y puntal del mejoramiento de su calidad de vida y la de su familia. Foto: Jorge Luis Baños / IPS

CANDELARIA, Cuba – Frente a la fluctuante llama azul en la cocina, presta a colar café, la cubana Mayra Rojas asegura que el biodigestor construido en la parte trasera de su vivienda se ha convertido en parte de su cotidianeidad y puntal del bienestar de la familia.

“El biogás es una bendición”, confiesa esta agricultora residente en la comunidad rural de Carambola, en el municipio de Candelaria, situado a unos 80 kilómetros de La Habana y en la occidental provincia de Artemisa.

Pionera en el uso de esta forma de energía renovable en su localidad, explica que con el biogás “empleo menos tiempo para cocinar y pago menos electricidad”, mientras que  los ahorros han favorecido la mejora paulatina de su otrora vivienda de tablas por la actual de mampostería.

Además, “no tizna la ollas, como cuando usaba leña. Ahora me arreglo las manos y me duran, al igual que el lavado del pelo”, apunta en una entrevista con IPS en su finca la también activista ambiental e impulsora de un círculo de interés sobre el cuidado de la naturaleza con niños de la escuela primaria comunitaria.

Asimismo precisa que un mayor apoyo de su esposo y los dos hijos jóvenes en las labores domésticas, la limpieza del patio y los animales de la finca familiar, “y mayor conciencia sobre el cuidado del medioambiente” son también beneficios que trajo esta alternativa energética.

De hecho, fue su esposo, Edegni Puche, quien construyó el biodigestor, para la que la familia puso parte del costo, mientras que recibió aportes para la edificación del gobierno municipal y de una empresa porcina local.

En la parte trasera de la vivienda están las cochineras donde crían cerdos, así como árboles frutales y ornamentales, mientras en un terreno contiguo Rojas está montando un huerto organopónico, donde va a cultivar diferentes vegetales.

Mientras sirve el café recién colado, la productora recuerda que “antes, cuando se limpiaban los corrales, los excrementos, orines y desperdicios de las comidas de los cerdos se acumulaban al aire libre, en un rincón del patio. Había mal olor y muchas moscas”.

Pero en 2011 supo sobre el potencial de los biodigestores, donde la materia orgánica se descompone de forma anaeróbica mediante bacterias, pero en un ambiente cerrado y no contaminante que aporta el gas como recurso energético.

Estimularon la construcción los talleres de capacitación y el asesoramiento de especialistas de la Sociedad Cubana para la Promoción de las Fuentes Renovables de Energía y Respeto Ambiental (Cubasolar) y del Movimiento de Usuarios del Biogás (MUB), reconoce Rojas.

Surgido en 1983, el MUB agrupa a unos 3000 agricultores y agricultoras que aplican esa tecnología en este país insular caribeño de 11,1 millones de habitantes.

Un incentivo para expandir el biogás en Cuba lo constituyó el proyecto internacional Biomas-Cuba, iniciado en 2009 y que debe culminar este año, enfocado en ayudar a comprender la importancia de las fuentes renovables de energía en los entornos rurales, el papel de los biodigestores en las fincas y los sistemas de tratamiento de residuos  en centros porcinos, entre otros objetivos.

Con financiamiento de la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación (Cosude), la iniciativa es coordinada por la Estación Experimental Indio Hatuey, un centro de investigación adscrito a la Universidad de Matanzas, en el occidente cubano, e involucra a instituciones afines en varias de las 15 provincias del país.

Mayra Rojas, su esposo Edegni Puche y el hijo menor de la pareja en el patio de su vivienda. El apoyo familiar a las labores domésticas, la limpieza del patio y los animales, junto con el incremento de la conciencia sobre el cuidado ambiental son también beneficios que trajo el biodigestor a la vida de esta mujer rural cubana. Foto: Jorge Luis Baños / IPS

Metano, de enemigo a aliado

Expertos coinciden en que el adecuado manejo del metano biológico resultante de la descomposición de los residuos agrícolas y el estiércol ganadero, puede generar valor y ser una solución rentable para evitar la contaminación de aguas y suelos.

Como potente gas de efecto invernadero, el metano posee un poder de calentamiento 80 veces superior al del dióxido de carbono, indican algunos estudios.

Por ello su extracción y uso energético, sobre todo en entornos rurales y periurbanos, puede ser una solución para reducir el consumo de electricidad y ayudar a combatir el cambio climático.

Más de 90 % de la generación eléctrica en Cuba se obtiene de la quema de combustibles fósiles en envejecidas termoeléctricas y motores de diésel y a fueloil, con una carga contaminante que además de comprometer la calidad del aire contribuyen al calentamiento planetario.

Se estima que en Cuba existen unos 5000 biodigestores, en una nación donde un porcentaje significativo de las 3,9 millones de viviendas utilizan la electricidad como energía fundamental para cocinar y calentar el agua para el baño.

“Hay que hacerle más conciencia a las personas que el biodigestor no solo cuida el medioambiente y da energía, sino que permite ahorrar, porque el estiércol que no se utiliza es dinero que se bota”, enfatiza Rojas.

También aporta biol y biosol, efluente líquido y lodo, respectivamente, productos finales de la tecnología de biogás y ricos en nutrientes, idóneos para fertilizar y reconstituir los suelos, “así como regar y mantener verdes las plantas”, resalta Rojas mientras muestra con orgullo las variedades de orquídeas que sobresalen en su frondoso patio.

Su biodigestor ha probado también la utilidad comunitaria, pues cuando se interrumpe el servicio eléctrico debido a ciclones tropicales que suelen afectar a la isla, “han venido vecinos a calentar agua y preparar sus alimentos”, enfatiza.

La agricultora Mayra Rojas prende el biogás en su pequeña cocina para preparar café en su vivienda ubicada en la comunidad rural de Carambola, en municipio de Candelaria, en la occidental provincia cubana de Artemisa. Destaca que con esta fuente de energía limpia emplea menos tiempo para cocinar y ahorra electricidad. Foto: Jorge Luis Baños / IPS

Obstáculos

Rojas reconoce que un importante impedimento para ver multiplicados los biodigestores en la comunidad y el país está en la economía insular, cuya crisis de tres décadas se agudizó con la pandemia de covid y el fortalecimiento del embargo estadounidense.

La descapitalización de las principales industrias y problemas financieros influyen en las bajas producciones de cemento, barras de acero, arenas y otros elementos naturales áridos para un biodigestor, pero también necesarios para reducir el elevado déficit habitacional y subsanar la parte del fondo de viviendas en regular y mal estado.

La disponibilidad de estiércol supone otro escollo con una deficitaria cabaña porcina y vacuna, que deberá esperar porque surtan efecto las más recientes medidas gubernamentales que buscan estimular su crecimiento y equilibrarlo con la demanda interna de carne.

“Recibí el apoyo del gobierno municipal, la empresa porcina del territorio más el asesoramiento técnico de Cubasolar”, para construir el biodigestor de cúpula fija tipo chino de unos seis metros cúbicos, explicó Rojas. “Pero no todas las familias tienen la cantidad de animales, ni los recursos para asumir su construcción”, argumentó.

Quizás por ello en Carambola solo es posible encontrar cinco biodigestores, en una comunidad de unas 120 viviendas y cerca de 400 habitantes, refiere la entrevistada.

“Construir un biodigestor se ha encarecido demasiado”, reconoció al dialogar con IPS Lázaro Vázquez, coordinador de Cubasolar en San Cristóbal, municipio aledaño a Candelaria, y quien asesoró la construcción del de la finca de Rojas, considerado de pequeña escala (hasta 24 metros cúbicos al día).

Si bien los costos dependen de factores como el tamaño, tipo y espesor del material, e incluso las características del emplazamiento, especialistas calculan que el costo mínimo promedio para la construcción de uno de pequeña escala –que responde ampliamente a la cocción de alimentos por hogar- ronda los 1000 dólares, en un país con un salario medio mensual de unos 160 dólares al cambio oficial.

Para Vázquez resulta necesario destinar créditos con bajos intereses para inversiones, porque “siempre será más económico hacerlo (un biodigestor) con productos nacionales”.

El especialista señaló que en Cuba “hay potencialidades” para ampliar la red de biodigestores que pudieran alcanzar las 20 000 unidades, al menos los de pequeña escala, según cálculos conservadores de expertos.

Dos cerdos permanecen en un corral construido junto al biodigestor en el patio de la vivienda de la agricultora Mayra Rojas. Expertos coinciden en que el adecuado manejo del biometano resultante de la descomposición de los residuos agrícolas y el estiércol ganadero, puede generar valor y ser una solución rentable para evitar la contaminación de aguas y suelos en Cuba. Foto: Jorge Luis Baños / IPS

Biogás, economía circular y desarrollo local

Durante una sesión el jueves 21 de la Asamblea Nacional del Poder Popular, el unicameral parlamento cubano, se anunciaron medidas de estímulo económico, entre las cuales se incluye la aspiración de incrementar la producción y empleo de biocombustibles y del biogás, entre otras.

“Aunque puede ser utilizado en la transportación…la dimensión fundamental del biodigestor es ambiental y la eficiencia del biogás está en su uso final”, explicó a IPS José Antonio Guardado, miembro de la Junta Directiva Nacional de Cubasolar y coordinador del MUB.

Al respecto, Guardado reflexionó que el uso directo para cocinar es mucho más eficiente que si se transforma en energía eléctrica o mover un vehículo.

El coordinador del MUB recomendó “valorar la tecnología del biogás de manera integral, aprovechando todos sus productos finales. Esto incluye el suministro de nutrientes básicos para la fertilización de los suelos que inciden directamente en la producción de alimentos”.

Ello tributaría al cierre de ciclos de la economía circular, basada en los principios de reducir, reciclar, reutilizar, y que potencia la utilización de energías verdes y diversificación de producciones para alcanzar la resiliencia.

“Evidentemente este producto final, de la tecnología del biogás, solo será alcanzable localmente, con la participación de todos los actores de la economía cubana e inclusión social”, complementó Guardado.

La Orden Ministerial 395, emitida en 2021 por el Ministerio de Energía y Minas, dispuso que cada uno de los 168 municipios cubanos cuente con un programa y estrategia de desarrollo referente al biogás, y articular su gestión e implementación con los de su respectiva provincia.

La designación de un funcionario del gobierno al frente de la comisión, para priorizar la asignación de materiales para construir biodigestores, parece confirmar la decisión de las autoridades de promover el desarrollo energético sostenible desde el nivel local.

ED: EG

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