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martes, 8 de noviembre de 2022

Crisis económica VERSUS crisis social: pelea decisiva contra nuestros demonios

Por  Jorge Rodríguez Hernández

#ATituloPersonal

Ser bueno es el único modo de ser dichoso. Ser culto es el único modo de ser libre. Pero en lo común de la naturaleza humana, se necesita ser próspero para ser bueno.

                   José Martí Pérez

 

Le escuché decir a una destacada cuentista social cubana que si bien la crisis económica resulta muy grave, le preocupaba mucho más aún las connotaciones y efectos de la crisis social, derivadas, en buena medida, de la primera. 

Existe una puja entre ambas crisis, las cuales llevan consigo sus propios demonios, en una combinación de causa- efecto , binomio no siempre interpretado correctamente, pues suele confundirse con frecuencia uno y otro, lo cual lleva a interpretaciones erróneas.

Sí bien entre 2017 y 2020, la administración de Donald Trump aplicó más de 240 medidas económico- financieras contra la Isla, sin flexibilización alguna por parte de su sucesor Joe Biden, las máximas autoridades del país aprobaron 146 medidas para paliar, en lo posible, los efectos nocivos del bloqueo y de la pandemia de la COVID-19(40); dinamizar la producción agropecuaria( 63); y eliminar trabas en la gestión empresarial(43), cuyos resultados Han sido, hasta ahora, insuficientes, salvó en lo relacionado con la contención de la pandemia y la aplicación de vacunas propias a la población, hecho reconocido nacional e internacionalmente. 

La economía cubana, como se dice, no la tiene todas consigo para rebajar la crisis sin precedentes que le acompaña, pues a lo señalado antes, se unen los siguientes asuntos: abultado déficit presupuestario; exceso de circulante; deuda fiscal; falta de liquidez de divisas; deuda externa, cuyo pago pasa también por la amortización de sus intereses, para poder acceder a créditos; inflación desenfrenada, con efectos muy negativos en el poder adquisitivo de la moneda nacional, y un apreciable desestímulo al trabajo; descapitalización de la planta industrial y auge inédito de diversos rasgos de la economía sumergida, entre otros. 

En las actuales circunstancias, se hace aún más notorio el agotamiento del modelo económico, lo cual se apreciaba desde finales de la década del 80 del pasado siglo XX, y a la vez se hace más palpable el postergado aplazamiento de los cambios estructurales urgidos de hacer en los últimos treinta años. 

La crisis económico- social en curso se expresa también en la creciente oleada migratoria, en especial de personas jóvenes, poseedora de una alta calificación, y la cual supera, por mucho, las reportadas en 1980 y 1994. 

La crisis social, consecuencia directa del deterioro creciente en el orden económico, tiene sus propias expresiones y lecturas, que rebasan esto último, y las causas habría que buscarlas en disfuncionabilidades e incoherencias del propio sistema, desde el punto de vista educacional, cultural, antropológico, etcétera. 

La situación social se ha caotizado, y hay muestra de ello en diversos contextos. En la práctica, más allá de discurso político y lo legislativo, existe una insuficiente articulación y coherencia de las formas de organización social, política, legal y económica, ante lo cual el sujeto social tiende a perder, de forma gradual y violenta, los parámetros reguladores y autorreguladores. 

Sé de expertos, que plantean que se hiperbolizó lo social, y se olvidó de que lo social solo existe mediante lo individual. Una expresión fehaciente de ese error está en cómo la llamada propiedad social y estatal resulta esquilmada consuetudinaria y violentamente. 

Hoy coexisten en la sociedad cubana rasgos de moralidad positivos y negativos, ambos en una puja perenne, durante la cual , por momentos, el vicio parece aplastar lo virtuoso; el "pícaro" y el " bicho", en medio de una marginalidad creciente, pretenden imponer su moral delictiva. En el imaginario popular existe la creencia de que las soluciones solo se darán de contrabando, ya que en ocasiones no hay soluciones a derecha o libres de sobornos. 

A punto de partida de la dimensión de los problemas acumulados, cabe preguntar: ¿ "Un plan integral y minucioso", contentivo de 40 directivas generales, será suficiente para enfrentar el delito, la corrupción, las ilegalidades y las indisciplinas sociales? 

En esa pelea decisiva contra nuestros demonios económicos y sociales, Cuba no solo se está jugando su crecimiento y desarrollo económicos, dos categorías diferentes- ¡ y ello es bastante! - sino también la fortaleza social necesaria e imprescindible, para alcanzar todo ello en buena lid, y para que la prosperidad haga de los ciudadanos hombres y mujeres buenos en todos los ámbitos.  

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