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martes, 14 de febrero de 2023

El turismo bajo en carbono: ¿Una respuesta o una necesidad ante la globalización?

Yin Hao1 

1Facultad de Turismo, Universidad de La Habana, Cuba.

RESUMEN

El presente trabajo analiza la relación entre la crisis estructural del capital y la globalización neoliberal con la llamada industria sin chimeneas (el turismo). El desarrollo turístico no es ajeno a estos fenómenos; ambos inciden en sus prácticas y desempeños. Esto, sumado a la actual crisis sanitaria mundial, ha generado la caída del sector turístico y sus ingresos. El tema investigado parte de la necesidad actual de implementar prácticas turísticas innovadoras y sostenibles, como el turismo bajo en carbono. Se considera pertinente analizar desde la perspectiva de la economía política los impactos que la globalización neoliberal produce sobre el desarrollo turístico, y cómo este sector de alto impacto económico está obligado a sortear la crisis sistémica del capitalismo, a partir del establecimiento de buenas prácticas (como un turismo bajo en carbono, y por extensión, una economía baja en carbono) que mejoren la toma de decisiones a nivel de políticas económicas.

INTRODUCCIÓN

El capitalismo ha sido teorizado por muchos autores desde distintas perspectivas, sin embargo, ninguno como Karl Marx (1865) ha definido las leyes de su desarrollo. Según este autor, este modo de producción está estructurado a partir de cuatro factores fundamentales: propiedad privada, trabajo asalariado, Estado y mercado. Estos pilares configuran un sistema económico y social que involucra necesariamente a todos los miembros de la sociedad, y que no solo establece particulares procesos de organización de la producción, sino que también construye una superestructura ideológica que aprueba que, a través de la acumulación del capital y la explotación de la fuerza de trabajo, se multiplique el proletariado y aumente la desigualdad.

Como plantean Foladori y Delgado Wise (2011), «en la medida que estas y otras leyes empiezan a operar a escala global, se puede concebir el capitalismo como un “sistema mundial”» (p. 86) del cual es prácticamente imposible escapar. Sin embargo, el agotamiento de estas leyes y los problemas mundiales a los cuales la humanidad precisa enfrentarse -cambio climático, crisis económica, crisis sanitaria, crisis tecnológica, dependencia económica, pobreza y desigualdad- han configurado un modo alternativo y más justo de estructurar la sociedad, uno en el cual la generación del capital no sea el único interés, sino también, y más importante, el estado de bienestar general.

Luego de finalizada la Segunda Guerra Mundial, el mundo vivió un esplendor económico que le permitió reconfigurarse a sí mismo desde múltiples aristas. Para muchos autores, este período (de 1948 a 1970) se considera la «era dorada del capitalismo». Sin embargo, a partir de los años sesenta, las cuotas de ganancias comenzaron a decaer. Esto, unido a los precios del petróleo y a la especulación de las divisas (el dólar, principalmente), se agravó la crisis económica de los ochenta y conllevó a la desestabilización económica. El siguiente período (1970-1982) se vio caracterizado por una transición del estado benefactor hacia un estado neoliberal, caracterizado por una crisis sistémica de los modos de producción que alcanzó de manera generalizada a la economía mundial (Foladori y Delgado Wise, 2011).

El capitalismo acrecentó su crisis sistémica con la globalización. Andrade (1997) expresaba que el monopolio mundial le garantizó al sistema el control de la tecnología, los mercados financieros mundiales, los recursos naturales del planeta, los medios de comunicación y las armas de destrucción masiva.

Cabe señalar que para los países en vías de desarrollo se hace necesaria una desconexión del sistema capitalista global que le permita un crecimiento y un fortalecimiento económico independiente, para luego insertarse en la economía mundial con mayores capacidades, ya que estas regiones se encuentran supeditadas a las relaciones económicas que le impone el primer mundo globalizado. Esto les impide un verdadero crecimiento, y asegura una dependencia no solo económica, sino también cultural, en tanto generaliza un pensamiento único como poderoso mecanismo de control.

Estas dinámicas alcanzan todas las áreas de desarrollo económico. Por ende, el turismo, a pesar de ser un área de estudios reciente, también se ve involucrado y a merced de las leyes anteriormente descritas. Como afirma Jafari (2005), «en un breve plazo, el turismo empezó a generar tan solo un poco menos dinero que el petróleo; pronto se puso a la par con él y en otro poco de tiempo lo superó, para convertirse en la mayor industria mundial del presente» (p. 40).

El impacto económico que un sector como el turismo tiene ha ido configurando una manera diferente de verlo y de planearlo con vistas al futuro. Por ejemplo, para Cooper et al. (2019), la innovación tecnológica se ha convertido en la clave para entender el futuro del turismo, de ahí que no debe sorprendernos el hecho de que el astroturismo, el turismo virtual o las nuevas tecnologías de vanguardia para reducir el consumo de energía en el sector seanpensadas como estrategias futuras a muy cercano plazo.

Para Fayos-Solà (2017) no solo el futuro del turismo, sino también el propio futuro de la especie humana, depende de la innovación, y está siendo amenazado por numerosos factores. Probablemente, el más relevante de todos sea el cambio climático, cuyas consecuencias aún no han sido completamente pronosticadas. Pero este, sin dudas, es consecuencia del sistema político económico predominante que, lejos de minimizar los daños, los acrecienta por el ansia desmedida de alcanzar resultados económicos.

Un análisis como el que esta situación amerita debe partir de establecer el vínculo entre el fenómeno del turismo y los procesos de la globalización, para valorar cómo el turismo bajo en carbono se convierte en una alternativa sostenible de desarrollo económico, al mismo tiempo que mitiga los impactos tradicionales de la actividad turística y crea un espacio más justo de intercambio cultural, ya que potencia sus factores positivos.

DESARROLLO

El desarrollo turístico y la globalización neoliberal: impactos ambientales, sociales y económicos

El término globalización ha formado parte de todos los discursos ideológicos actuales, y ha sido puesto bajo el prisma de las ciencias sociales, políticas y económicas. Este, una creación mixta del francés y el inglés (traducción de mundialización, globalisation) (Amin, 2001), surge al final de la década de los ochenta a partir de algunos eventos claves, tales como la deslocalización de los procesos productivos, la reconfiguración de bloques económicos regionales, la masificación de las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC) y la finalización de la Guerra Fría, con el consecuente tránsito del sistema internacional, que migró de un modelo bipolar a una estructura unipolar/multipolar (Barbosa Ramírez, Medina López y Vargas López, 2014).

La globalización, en términos generales, viene a definir aquellos «fenómenos de interdependencia a escala mundial de las sociedades contemporáneas» (Amin, 2001, p. 15). Sin embargo, este fenómeno parece no estar «relacionado con las lógicas de expansión del capitalismo, y menos aún con las dimensiones imperialistas de su despliegue» (p. 15), cuando, en efecto, es todo lo contrario: «Esta falta de precisión deja entender que se trata de una fatalidad, que es independiente de la naturaleza de los sistemas sociales -la mundialización se impondría a todos los países de la misma forma, sea cual sea su opción de principio, capitalista o socialista-, y que actúa entonces como una ley de la naturaleza producida por el estrechamiento del espacio planetario» (p. 15).

Para Samir Amin (2001), la globalización surge de la lógica expansionista del imperialismo y su basamento es fundamentalmente económico, pero, desde luego, también político. Desde una perspectiva crítica la define como «un discurso ideológico destinado a legitimar las estrategias del capital imperialista dominante en la actual fase» (p. 15). De ahí que su naturaleza sea polarizarte y excluyente.

Llegado a este punto, resulta necesario establecer que la globalización es un proceso histórico multidimensional, anclado en el plano social, pues genera paradigmas ideológicos y pretende cohesionar el inconsciente colectivo como mecanismo de control. Además, es un proyecto económico que se expresa en el plano político como neoliberalismo. Entenderlo como paradigma político-ideológico y como proyecto económico permite una mejor comprensión del fenómeno.

Por otro lado, puesto que lo único que importa para el capitalismo es la generación del capital, en este «lo económico se emancipa de la sumisión a lo político y se transforma en la instancia directamente dominante que comanda la reproducción y la evolución de la sociedad» (Amin, 2001, p. 17). De ahí que los impactos ambientales, sociales y económicos pasen a un segundo plano, al punto de que se pueda afirmar que esta lógica capitalista va en camino a destruir completamente el desarrollo humano. Estas preocupaciones que no son esencialmente nuevas, pero se han acrecentado con el cambio climático y las crisis mundiales, involucran también y han sido repensadas por los más importantes teóricos del sector turístico. Estos investigadores, desde una reflexión meridiana, han teorizado sobre cómo mitigar los impactos negativos de la globalización turística, una vez que se han disparado los índices de los viajeros internacionales y, como nunca antes, el turismo se ha convertido en una actividad globalizada.

Si bien el viaje como actividad existió desde tiempos ancestrales, el viaje por placer y su regreso (el turismo) es una actividad reciente, vinculada estrechamente con la globalización y con la idea de la aldea global. En un temprano texto, Jafari (1987) explicaba el modelo turístico y sus componentes a partir de la metáfora de un trampolín, e iniciaba una serie de reflexiones acerca de los impactos que el turismo generaba y cómo estos debían ser medidos y cubiertos también por la parte generadora de turistas y no solo por la receptora (destinos turísticos). En ese momento apuntaba:

Los análisis desde cualquier posición revelan que los procesos de dar-y-recibir entre los socios generadores y receptores se organizan estructuralmente en un todo integrado (…) Es de gran interés para el sistema de generación turística responder adecuadamente a la demanda turística de sus ciudadanos, contribuir al desarrollo de sus satélites recreativos, y «absorber» y «pagar» algunos de los impactos generados por las vacaciones realizadas en algún patio trasero. (p. 67)

Esta reflexión pone en crisis la idea de que solo los destinos turísticos se benefician con la actividad turística y que por ello deben soportar la mayor carga de los impactos negativos. Por solo citar un ejemplo que contradice lo anterior, cabe señalar que las aerolíneas, generalmente ubicadas en los sistemas generadores, reciben más del 80 % de las ganancias totales que genera el sector y no tratan, en el mismo nivel, con los impactos. En el sentido original planteado por Jafari (1987), se habla de una posible deuda en la que se encuentra la población norteamericana con Hawái, o la comunidad europea con Túnez y Senegal, lo mismo que, en un sentido más general, el mundo desarrollado con respecto a los países anfitriones en vías de desarrollo.

Por lo tanto, la relación entre el sistema generador y el receptor nunca podrá ser efectiva en un solo sentido, pues, como afirma Jafari (1987), «no se trata de una relación unilateral, sino de una recíproca» (p. 68). Para este autor, es necesario establecer la cooperación entre los diversos niveles del sistema, a través de «un acuerdo financiero, más allá del gasto directo de los turistas provenientes del (sistema) generador y la inversión de los operadores en los sistemas de recepción» (p. 68).

Más allá de tales compromisos, muchos estudiosos del tema rechazan la idea de que el crecimiento económico que genera el turismo esté vinculado directamente con el desarrollo. En el caso de Latinoamérica, se aboga por crear «caminos más autóctonos de desarrollo», tales como el ecodesarrollo, el poscrecimiento o del buen vivir (Wallingre, 2017).

Una visión radical al respecto ubica al turismo como una de las formas del imperialismo, por los niveles de dependencia económica y política que concibe a través de sus procesos (Nash, 1989). Desde una perspectiva antropológica del turismo, muchos investigadores han señalado los altos niveles de influencia económica y política que este tiene, principalmente en los países en desarrollo. Es decir, su desarrollo conduce a cambios culturales, crea poderes y modifica o reinventa identidades, puesto que la hospitalidad como mercancía genera aculturación (Salazar, 2006). Lo que resulta un peligro aún mayor es la cuestión de las relaciones de poder en el contexto del turismo internacional, pues se crean espacios de poder político definidos por el interés y la necesidad de generar ganancias económicas.

Según Nash (1989), «The tourist, like the trader, the employer, the conqueror, the governor, the educator, or the missionary, is seen as the agent of contact between cultures and, directly or indirectly, the cause of change particularly in the less developed regions of the world1», (p. 37). Este se ve envuelto en un proceso que podríamos llamar imperialista, que funciona como una extensión de los variados intereses nacionales de los distintos centros de poder.

Nash (2007) ve el imperialismo ligado a la producción y al turismo como productor de bienes y servicios vinculados con el ocio y el entretenimiento. Al respecto, refiere:

I remember better my thoughts as I went about preparing the paper for the session. As in my work in Americans in Spain, I saw that tourists were involved in a historical process that could be called imperialism, which I thought of then simply as an extension of various interests of national centers of power, as say with the British Empire, into less powerful places abroad and the subsequent course of relations between them. Like the Marxists in our department, I saw imperialism linked to production, but for me, touristic imperialism was conceived as specifically involving the production of leisure and travel, which I took to be at the core of the touristic phenomenon (grand economic schemes being beyond me at the time). This specific view, I thought, would help comprehend tourism wherever it could be identified, which I was beginning to think, extended beyond the Western, and indeed the contemporary world. I went on in the article to deal with the specific nature of intercultural transactions in tourism, its consequences for the people involved, and the development of touristic systems-all of this flowing from my pen in the easiest possible way2 (Nash, 2007, p. 158).

Una forma de imperialismo es, sin dudas, la dependencia que los países desarrollados crean en las economías del tercer mundo, a partir del acrecentamiento de las desigualdades. De hecho, una simple mirada a los impactos negativos del turismo, sobre todo en los países receptores, funcionaría como un poderoso llamado de atención, pues los mayores riesgos los cubren los países receptores del turismo, con saldos medioambientales y socioculturales verdaderamente altos (Tabla 1).

Tabla 1 Impactos positivos y negativos del turismo 



Fuente: elaboración propia a partir de Jafari (2005), Scheyvens (2007) y Shell Energy Europe (2020).

Al respecto de lo anterior pudieran realizarse las siguientes preguntas: ¿el proceso de globalización ha profundizado los aspectos positivos y negativos de la actividad turística?; ¿cuáles son los principales países receptores: desarrollados o subdesarrollados?; ¿las grandes cadenas hoteleras favorecen la mitigación de estos impactos o su principal objetivo radica en la reproducción y acumulación del capital? 

En primer lugar, cabe destacar que la globalización potenció el turismo. La aldea global conllevó la idea de los límites espaciales borrados y las distancias más cercanas gracias al desarrollo de la aviación. Desde luego, la globalización ha aumentado los riesgos que implica la actividad turística, porque si bien ha generado desarrollo económico en los destinos turísticos de los países en vías de desarrollo, también ha acarreado impactos negativos en sus economías y en sus sociedades, lo mismo que deterioro ambiental, entre otros problemas, como la dependencia de la economía, la perdida de cultura local tradicional.

Desde el punto de vista económico, la globalización ha favorecido el desarrollo de los países desarrollados, pues se trata de un proyecto económico expansionista. Conviene recordar que los mayores emisores y receptores del turismo mundial son las grandes potencias económicas: Estados Unidos y los países europeos. Estos controlan la actividad turística y resultan los mayores beneficiados, ya que cargan con la menor carga de impactos negativos.

Vinculado a lo anterior, cabe destacar que los grandes consorcios impulsan el turismo menos consciente. Su principal interés está en la generación de capital, de ahí que se hayan creado instituciones3 cuya misión es crear un llamado de conciencia ante el crecimiento turístico desenfrenado que busca satisfacer las necesidades del presente a riesgo de comprometer las de las generaciones futuras (Brundtland, 1987).

Para Jafari (2005), los ataques terroristas (11-S) y las epidemias respiratorias (SARS) repercutieron profundamente en el turismo, «tanto en los destinos próximos como lejanos» (p. 44). Esta situación vino a solventarse con la intervención de varios organismos de diferentes instituciones públicas. Tales como la Organización de las naciones unidas para la educación la ciencia y la cultura (UNESCO), el Programa de las naciones unidas para el desarrollo ( PNUD), la Organización de Naciones Unidas (ONU), entre otras) que generaron nuevas políticas de interés público, referidas al sector. Sin embargo, tales esfuerzos son una tarea inconclusa, puesto que para el capitalista el bienestar del hombre no es una prioridad. Ahora bien, con la crisis sanitaria suscitada por la aparición del covid-19, estas desigualdades se han acrecentado, y se ha puesto de manifiesto no solo el colapso de los sistemas de salud capitalista y la poca importancia que se le da a la vida humana, sino también la débil estructura que sostiene a sectores económicos tales como el turismo.

Con la situación sanitaria actual, el turismo mundial ha entrado en una severa crisis para la cual no estaba preparado. Miles de personas han perdido sus empleos y numerosas economías dependientes de este renglón de crecimiento económico se han quedado sin recursos, en espera de una mejoría cada vez más lejana. Esto ha puesto en evidencia los peligros que la globalización neoliberal encierra.

Los países más afectados no son los desarrollados, que cuentan con paquetes de ayuda económica para reactivar sus economías, y desde luego, con más recursos para hacerlo, pues la distribución de la riqueza es desigual e injusta. Ello hace que, una vez más, queden a la saga los países subdesarrollados, cuya dependencia los obliga a pactar en condiciones no muy ventajosas, y como se ha podido ver, han asumido las mayores pérdidas.

Todo lo expresado con anterioridad pone a los teóricos del turismo sobre la disyuntiva de crear nuevos modos para que la actividad turística se produzca y recree modelos económicos que generen beneficios desde la solidaridad, la igualdad y la sostenibilidad. Por otro lado, cabe preguntarse si la globalización como proceso económico y también político favorece o no la implementación de tales posibles alternativas.

Una vez analizados los impactos que el turismo crea en las sociedades actuales, cabe señalar una alternativa viable: el turismo bajo en carbono como una estrategia de innovación para mitigar los impactos políticos, sociales y medioambientales que le turismo descontrolado genera. En toda estrategia de turismo bajo en emisiones de carbono interviene, en primera instancia, la preocupación medioambiental -con la disminución del uso de combustibles fósiles y la reducción de las emisiones de carbono a la atmósfera-; en segundo lugar, tal alternativa se plantea desde la soberanía política y cultural, pues lo más importante es crear soluciones locales que representen intereses locales de conservación y cuidado de los espacios naturales; y en tercer lugar se propicia la creación de modelos de crecimiento económico que disminuyan la brecha de desigualdad entre los países desarrollados y los del tercer mundo.

Sin embargo, no es posible afirmar que la globalización favorezca el establecimiento de esta práctica, más bien ocurre todo lo contrario. Numerosos compromisos han sido firmados para alcanzar el objetivo de emisiones de carbono cero, pero la globalización de una idea sostenible como esta no resulta demasiado rentable. Por tanto, los cambios positivos se tardan demasiado en llegar, y los pronósticos no son muy optimistas. Los impactos negativos de la actividad económica en general, acentuados por la globalización que también profundiza la desigualdad, se hacen evidentes. En espera de políticas más radicales que globalicen la solidaridad y la sostenibilidad, el turismo bajo en carbono, y por extensión la economía baja en carbono, es solo una de las alternativas que el mundo necesita para subsistir en el mediano plazo.

El turismo bajo en carbono como estrategia de innovación ante la crisis sistémica del capitalismo

Hoy día la economía baja en carbono se está convirtiendo en una estrategia de consenso para que los países se deshagan de la crisis financiera, transformen el modo de desarrollo económico y logren un desarrollo sostenible4 por su bajo consumo de energía, baja contaminación y bajas emisiones. Las crisis financieras nacen de la aplicación de políticas económicas ineficaces, dependientes del aumento del consumo mundial y sus recursos naturales, y orientadas solo a la generación del capital.

La economía baja en carbono brinda una alternativa sostenible, por lo que actualmente es el modelo de desarrollo económico adecuado. Además, tiene dos funciones básicas: primero, reduce la contaminación ambiental y, segundo, mantiene un crecimiento económico estable (Yang, 2010). Un crecimiento económico constante y regular en el tiempo, sin altibajos o desequilibrios, también necesita de una perspectiva social y ecológica, de una idea de continuidad y de futuro, que involucre los intereses de las futuras generaciones y no solo aquellos individuales que buscan los beneficios más acelerados y, al mismo tiempo, que conducen al deterioro de las relaciones políticas, sociales y medioambientales.

El turismo bajo en emisiones de dióxido de carbono sigue las leyes del desarrollo económico y promueve la protección del medioambiente, lo que permite el desarrollo equilibrado de ambos elementos. (Fang, Ying-Chen, 2011Lee, Tsung Hung, y Fen-Hauh, Jan, 2019). El turismo, como sector económico fundamental, debe diseñar su crecimiento también desde una perspectiva sostenible.

Aun cuando la situación mundial con respecto al cambio climático hace evidente la necesidad de implementar prácticas innovadoras -como el turismo bajo en carbono-, los países desarrollados, con mayor número de emisiones, no han asumido los patrones de economía de bajo carbono, lo cual ha influido en que tales prácticas se mantengan en lo más bajo de la cadena del mercado internacional. No solo el sector industrial propiamente dicho, sino también el sector turístico, deben desempeñar un papel central en cuanto a investigación y búsqueda de alternativas. Tal es el caso de una de las numerosas estrategias de implementación de turismo bajo en carbono que siguen en líneas generales cinco medidas orientadoras:

  1. Realizar una gestión científica del destino turístico: permitiría la diversificación del turismo para reducir la presión en áreas específicas, la determinación de los días óptimos para la acomodación de los turistas en cada destino, y la limitación del número de turistas y su acceso a espacios ecológicamente sensibles.

  2. Reducir las emisiones directas de carbono causadas por el transporte: la transportación es el elemento más contaminante del sector turístico (Lee, Tsung Hung, y Fen-Hauh, Jan, 2019) y reducir sus impactos parece ser la más difícil de las tareas a realizar, puesto que el viaje es esencial para el desarrollo turístico. Para algunos autores esta situación solo puede solucionarse a partir de la transformación del modo en que se viaja.

  3. Reducir el gasto de energía y promover el desarrollo de hoteles con energía verde: se trata de un cambio de mentalidad radical, pero, para ofrecer un ejemplo, cabe destacar que los gastos en insumos de los hoteles y los restaurantes pueden ser reducidos a partir de la disminución de los artículos desechables.

  4. Mejorar la calidad del servicio a través de la innovación en los productos turísticos: la innovación dependerá de los niveles de investigación implementados en el destino turístico y responderá a sus intereses particulares, pero, en sentido general, muchos autores se refieren al modo en que el turismo puede concebirse como una experiencia de vida, a través de la cual el turista debe recibir no solo diversión y descanso, sino también conocimientos e información. De ahí el valor de lo que se ha dado en llamar la «experiencia».

  5. Cambiar los comportamientos inapropiados de los turistas: es fundamental involucrar al turista a través de la educación ambiental. Aun cuando muchos de ellos adoptan buenas prácticas, sin su activa participación, una implementación de turismo bajo en carbono no resultaría exitosa.

En sentido general, el turismo bajo en carbono debe definirse a partir de sus prácticas específicas, encaminadas a la reducción de emisiones de gases contaminantes y a la búsqueda de una alternativa sostenible de turismo. Sus innovaciones estarán dadas por la búsqueda de una comunicación más apropiada con los turistas y entre los sectores encargados de organizar y proporcionar la actividad turística, pues debe ofrecerse una experiencia que funcione en distintos órdenes y que sea sensorial, afectiva, de aprendizaje, sociocultural, de transformación del comportamiento, de escape y de prestigio (Lee, Tsung Hung, y Fen-Hauh, Jan, 2019)

En resumen, la estrategia de un turismo bajo en carbono es fundamental para fomentar políticas turísticas que establezcan proyectos y estrategias con valor democrático, que posicionen al país como una potencia turística competitiva y de vanguardia. Para ello se pretende que el sector turístico promueva el desarrollo justo y equilibrado entre las distintas comunidades y regiones, y que se integre como una herramienta de reconciliación social a partir de proyectos específicos que detonen la actividad turística desde la gobernanza local y regional.

En palabras de Samir Amin (2001), la única manera para alcanzar el desarrollo fuera del apretado círculo de las lógicas capitalistas es a través de «la implementación de políticas voluntaristas que entran en conflicto con las lógicas unilaterales de la expansión capitalista; políticas que, en función de esto, deben ser calificadas de “políticas antisistémicas de desconexión”» (p. 16). Para los países en desarrollo, solo este tipo de desconexión a través de prácticas innovadoras y propias, les permitiría alcanzar un verdadero desarrollo.

Como ya ha sido demostrado, las prioridades del desarrollo para el capitalismo, las tendencias mundialmente dominantes solo acentúan la situación periférica de los países en desarrollo. En cambio, Amin (2001) propone que estos se transformen en agentes activos que «contribuyan a moldear la mundialización, obligando a esta a ajustarse a las exigencias del desarrollo propio» (p. 17). Se hace necesario erradicar las lógicas capitalistas, a través de un camino en el que la solidaridad y el bienestar común sean la meta hacia el socialismo.

CONCLUSIONES

La globalización como instrumento ideológico y como proyecto económico ha configurado la organización del mundo actual, desde una lógica capitalista e imperialista. Gracias al proceso globalizador, el sector turístico despegó como una de las industrias de crecimiento más acelerada, pues un pretendido estado del bienestar disparó las industrias de la tecnología, los servicios y el entretenimiento. Sin embargo, pocas veces se comprende con claridad que, tras esa falsa realidad, se enmascara la desigualdad y la supeditación económica e ideológica.

El turismo se ha visto potenciado por la globalización, por lo que se ha incrementado el desarrollo en los destinos turísticos, aunque también acrecentó los riesgos que conlleva la actividad turística, pues trajo consigo impactos negativos en las economías especialmente en los países en vías de desarrollo, en sus sociedades, así como deterioro ambiental, al tiempo los países desarrollados, se han visto favorecidos, dado el carácter expansionista y excluyente de la globalización neoliberal.

El turismo bajo en carbono se presenta como una alternativa sostenible, al propiciar un desarrollo equilibrado de la economía y la protección al medioambiente, por lo que se presenta como una alternativa sostenible y viable para los países.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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1Códigos JEL: L8, L83, L84

Recibido: 04 de Noviembre de 2021; Aprobado: 20 de Diciembre de 2021

* Autor para la correspondencia: 13838504927@139.com

1 El turista, al igual que el comerciente, el empresario, el conquistador, el gobernador o el misionero, es visto como un agente de contacto entre culturas, que crea cambios, directa o indirectamente, en las regiones menos desarrolladas del mundo.

2 Recuerdo mejor mis pensamientos mientras preparaba el documento para la sesión. Al igual que en mi trabajo en Americans in Spain, vi que los turistas estaban involucrados en un proceso histórico que podría llamarse imperialismo, que entonces pensé simplemente como una extensión de varios intereses de los centros nacionales de poder, como por ejemplo con el Imperio Británico, en lugares menos poderosos en el extranjero y el curso posterior de las relaciones entre ellos. Al igual que los marxistas de nuestro departamento, vi al imperialismo vinculado a la producción, pero para mí, el imperialismo turístico se concebía como algo que involucraba específicamente la producción de ocio y viajes, que consideré el núcleo del fenómeno turístico (los grandes esquemas económicos estaban más allá de yo en ese momento). Esta visión específica, pensé, ayudaría a comprender el turismo dondequiera que pudiera identificarse, lo que comenzaba a pensar, se extendía más allá del mundo occidental y, de hecho, del mundo contemporáneo. Continué en el artículo para tratar la naturaleza específica de las transacciones interculturales en el turismo, sus consecuencias para las personas involucradas y el desarrollo de los sistemas turísticos, todo esto fluyendo de mi pluma de la manera más fácil posible.

3 Se hace referencia a aquellas agendas, informes o acuerdos que han sido analizados y firmados por grupos de países (estados miembros de la ONU) con el objetivo de reducir los daños sociales (hambre, pobreza, desigualdad) y medioambientales (contaminación) que el desarrollo de la actividad económica a gran escala ha producido.

4 Aunque definir el concepto de desarrollo sostenible no se encuentra entre los objetivos investigativos de este trabajo, por tratarse de un concepto muy amplio y analizado desde muy variadas perspectivas, resulta pertinente elaborar una conceptualización propia. Generalmente es definido como aquel desarrollo que satisface las necesidades del presente sin comprometer las del futuro (Brundtland, 1987), este debe definirse desde su carácter operativo; es decir, para que el desarrollo sea sostenible deben cumplirse una serie de parámetros referidos todos al uso racional y al manejo de los recursos naturales, así como el respeto a la cultura y los derechos de los pueblos. Por ende, el desarrollo sostenible es aquel que, desde el uso racional de los recursos, el respeto a la diversidad y la buena voluntad, permite el crecimiento económico, social y cultural.

Los autores declaran que no existen conflictos de intereses.

Yim Hao: originó la idea del artículo, recopiló información y realizó el análisis. Además, participó en la revisión y en la elaboración de conclusiones y recomendaciones

Lisandra Torres: originó la idea del artículo, contribuyó al análisis y participó en la modificación y revisiones.

Kang Min: Realizó contribuciones al análisis.

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