Cuando empiecen los aguaceros inicia la nueva temporada del mango. Preocupan los precios y las pérdidas probables de fruta madura.
en Contrapesos
Abril ha llegado con algunas aguas y mayo está ahí, casi al llegar. Dice la creencia popular que sólo después de los aguaceros de mayo es que los mangos se pueden comer, aunque eso ha variado un poco. En los mercados agropecuarios he visto mangos hasta en febrero. Quizás el clima ha variado tanto que esa tradicional creencia ya no tiene mucho sentido.
Hace pocos días, la próxima temporada de mangos ha sido objeto de preocupación de algunas personas en un grupo de Facebook llamado «Agricultores cubanos emprendedores». Allí han discutido acerca de hasta dónde se incrementará o bajará el precio del mango este año, porque, dicen, las matas están cargadas.
Productores y comercializadores han discrepado acerca de cuál será la tendencia predominante. Yo no tengo Facebook, pero una buena amiga me envió el intercambio y me quedé pensando también sobre cuál puede ser la suerte del mango esta temporada.
Mi amiga dice que el mango es un fruto que “casi se da solo”; argumenta que es un buen alimento, saludable y muy apetecido por los cubanos. Como economista y medio guajiro que soy tengo algunas nociones, y ella me regaló un rosario de preguntas de la cuales reproduzco sólo dos a continuación con algunas de mis respuestas y también mis inquietudes.
El árbol de mango casi se da solo, no hay que hacerle nada especial después que está alto y empieza a parir. Entonces, ¿por qué esos precios tan elevados?
Foto: Juan Triana Cordoví.
Bueno, también resulta así con el mamey, el aguacate, el mamoncillo criollo y el otro, ese al que le decimos mamoncillo chino y que se llama lichi; y hasta con la guanábana y la chirimoya y otros muchos que aparentemente llevan muy poco en términos de cultivo. Y tiene razón, al menos en parte.
Todas esas frutas, no obstante, llevan algo de atención cultural y también un proceso de selección de patrones si se quiere hacer una explotación más de tipo comercial. Todas comprometen tierra, aunque es posible intercalar cultivos, en especial en los inicios de las arboledas y todas tienen una alta dependencia de los vaivenes del clima, sobre todo cuando no incorporamos mucha tecnología a esos cultivos.
Además, los árboles demoran varios años en entrar en producción, incluso cuando se reproducen por esquejes o por injerto. Hay tiempo involucrado y el tiempo es un recurso valioso y a veces costoso.
No es lo mismo “recolectar” mangos para después venderlos a la orilla de la carretera o sobre una tarima de uno de esos mercados nuestros que nos quitan el aliento, que meterse en “el negocio del mango” y por extensión en el negocio de los frutales.
Todas nuestras frutas son “vendibles”, comercializables; todas son una fuente de ingreso potencial en un mercado maltratado por la escasez y por un proceso inflacionario que no ha podido ser domesticado.
Pero sus precios no dependen tanto del gasto de trabajo vivo y pretérito que en parte forma sus costos. La demanda, la escasez, la ocasión, la oportunidad, la intermediación y las expectativas de ingreso de los miembros de la cadena que llevan esas frutas al mostrador de venta son decisivos.
Todas esas frutas son, además, potenciales fuentes de ingresos externos.
Ahora bien, este año, este mes, también el desabastecimiento y el precio del combustible puede tener una influencia decisiva y no para bien, en el precio de cualquiera de ellas, incluido el mango.
Foto: Juan Triana Cordoví.
La cadena del mango
Claro que hay costos que van desde aquellos que compran la cosecha con antelación y adelantan su dinero tomando cierto riesgo, hasta los de recolección, beneficio, transportación. ¿A cuánto habrá que pagar el combustible? ¡Porque el mango no llega por sus propios “pies” a la tarima!
Antes de salir del campo y durante todo ese proceso hay que considerar las mermas. Luego hay que sumar algunos otros costos como impuestos, pago de tarimas, etc. Así que, como nos enseña la teoría, el precio de esos frutos también depende del precio de los otros bienes y de las expectativas sobre la variación de esos precios que los integrantes de esa cadena tienen. Acortar la cadena es una de las maneras de ponerle algo de riendas a esos precios.
Una colega muy versada en este tema y cuya tesis de doctorado, discutida en el 2015, fue sobre la cadena del mango, listaba en un artículo algunos de los principales problemas que confrontaba hace ya unos años la «cadena del mango». La cito:
“-la ausencia de un enfoque de cadena de valor, evidente en la no orientación de la producción a las demandas finales (ni doméstica ni foránea);
-dificultades para la obtención de semillas y yemas que garantice frutos de calidad;
-insuficiente personal con conocimientos técnicos para ejecutar los diferentes procesos;
-deficiente manejo de plantación, técnicas de cosecha y acopio que generan destrucción de valor a lo largo de la cadena;
-ausencia de procesos de beneficio por no existencia de instalaciones, medios y cultura de esta práctica;
-baja capacidad y existencia de condiciones no idóneas para el almacenamiento en las entidades de acopio y en las industrias;
-obsolescencia tecnológica y bajo aprovechamiento de la capacidad instalada en la industria;
-deficiente disciplina tecnológica y control de la calidad a lo largo de la cadena
-dificultades transversales a todos los eslabones, referidas al aseguramiento material (insumos, medios de protección, herramientas, entre otros), las comunicaciones y la transportación.”
De entonces a acá muchos otros estudios se han hecho.
Los rendimientos de los mayores productores del mundo oscilan entre 4 t/ha y 20 t/ha. La India, principal productor mundial y con mayor área dedicada al cultivo, no supera las 8t/ha; por lo que los referentes internacionales se alcanzan en Brasil, Indonesia, Pakistán y México. Todos superan las 10 t/ha, y Brasil es, sin dudas, el líder mundial, con alrededor de 20t/ha.
En Cuba los rendimientos se encuentran entre 3 t/ha y 10 t/ha, y los mayores valores se obtienen en el sector cooperativo y campesino (ONEI, 2017).
LA CADENA DE VALOR DEL MANGO EN CUBA. ESTUDIO DE SU SITUACIÓN EN CINCO MUNICIPIOS DE LAS PROVINCIAS DE ARTEMISA Y SANTIAGO DE CUBA
Exportar mangos
¿Y por qué si esta tierra es pródiga en producir mangos exquisitos no se exportan?
Esas fue la segunda pregunta de mi amiga. En realidad se ha exportado algo. La empresa Ceballos lo hizo en algún momento.
El principal productor de mangos del mundo es la India y el principal destino de una buena parte de todos los mangos de este planeta es China, como era de esperar. Tailandia ha sido con mucho el principal exportador de mangos en los últimos años con una participación de 20,7 % (826,5 millones de dólares) en el valor de las exportaciones seguido de México 12,7 % (507,8 millones de dólares).
Pero para exportar se requiere mucho más que el producto. En particular, exportar frutas frescas no solo depende de que los mangos anden por ahí colgados de los árboles y que en otro lugar del mundo existan consumidores que los deseen. Hay que cumplir con requisitos de todo tipo.
Nuestros mangos, además, padecen de una enfermedad que se expresa en manchas negras sobre su cáscara y esto es uno de los factores que impide su exportación, pero hay otras manchas no biológicas.
En nuestra región, Estados Unidos y Canadá son los principales mercados de importación. Sus exigencias regulatorias obligan a una disciplina rigurosa, tecnológica, fitosanitaria, etc. pero para nada imposible.
En el caso de Estados Unidos tenemos además el bloqueo como un obstáculo, aunque habría que estudiar si para los productores privados cubanos existe la posibilidad de exportar a ese destino. Recordemos que hace un tiempo se exportó carbón de marabú.
Hacer del mango un rubro de exportación sistemático y sostenible es mucho más que tener una arboleda de mangos. Claro que ello implica COMPETIR en nuestra región con tres de los primeros diez exportadores mundiales —México, Perú, Brasil.
Pero si el propósito es firme y los esfuerzos e instrumentos se alinean entonces seguro que se puede.
Alinear a los productores, incluso a los pequeños, llevarle los conocimientos a sus fincas, facilitarles los medios, ayudarlos a encontrar a los “socios” internos y externos que manejan las cadenas de suministros y sobre todo dejarles que “cierren el ciclo” y cobren lo que el mercado les reconoce, es todo un gran reto. Pero, repito, no es imposible.
Existen etudios muy serios de expertos cubanos. Falta convertirlos en instrumentos eficaces para hacer del mango un buen negocio. Incluso se ha implementado proyectos con colaboración internacional.
Foto: Juan Triana Cordoví.
Evitar que se pudran
Hacernos de un espacio, aunque sea pequeño en el mercado internacional del mango fresco no es una quimera. Evitar que se pudran toneladas, lograr incrementar la producción de todos los subproductos del mango, lograr que sus precios no sean el principal obstáculo entre el mango y la boca de los consumidores, es de las cosas inmediatas.
Porque lo cierto es que llegarán las aguas, entraremos en un pico de cosecha y si esos eslabones que arman la “cadena del mango” y que han sido estudiados hasta el detalle no están bien “eslabonados” se repetirá esa historia que casi todos los años vemos en la prensa nacional donde cuentan de las toneladas de mango que se echan a perder.
Pero también la realidad ha cambiado un poco. Hoy existen muchas más pequeñas industrias procesadoras de fruta que hace un par de años atrás. En algunos casos con la virtud de estar más cerca de donde se cosecha.
Existen también nuevos emprendimientos privados y proyectos de desarrollo local que se han dedicado a procesar frutas, algunos incluso en formatos poco comunes como es el de la fruta deshidratada. Estimular a esos nuevos actores puede ser también algo que sume al propósito.
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