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miércoles, 5 de julio de 2023

Soluciones (lo que pienso)

Segunda Cita

Por Antonio Díaz Medina*

Motivado por lo publicado en ¨Segunda Cita¨**, el blog de Silvio Rodríguez, y por la Cuba de hoy, donde por fin se habla de ¨soluciones¨, más que de ¨problemas¨, escribo esto que sigue.

Lo primero: dejar establecido qué es socialismo, y después, cómo sería en las condiciones cubanas. Si esto no preside las ¨soluciones¨, no llegaremos a estas. Llevo unos 20 años enfrascado en esta necesidad.

Socialismo es poder político y económico de la clase trabajadora toda, de los asalariados, entre los que hay imprescindibles diferencias. Su economía es la que objetivamente hereda del capitalismo con los cambios necesarios y suficientes para garantizar ese poder: control por el estado de la banca, los medios de producción claves: energía, comunicaciones, transporte, salud pública y educación. Incluso en estos sectores y en el resto de la economía, con participación del sector privado (nacional y foráneo), tanto heredado como creado por la nueva sociedad.

Socialista es todo el que participa en nuestra sociedad, a la que pertenece enteramente. Ponerle otro cartel a cualquiera de los actores mencionados, va contra ella misma, contra su unidad y por tanto es contrarrevolucionario. Esto no quita, sino presupone, que la sociedad va enrumbada, intencionadamente, hacia todos los ideales de la civilización de hoy: bienestar para todos (con las diferencias objetivas que tenemos los seres humanos); democracia (sin apellidos, pues jamás hemos tenido nada parecido a esto, sólo pretensiones, pues será alcanzada en una sociedad sin clases cuando allí lleguemos); planeta Tierra sano; ciencia y tecnología de crecimiento galopante; diversidad maravillosa y sabia.

Cuba es un caso particular, como cada uno. El compañero Fidel Vascós hace un buen resumen, que llama ¨Socialismo de Estado¨. Yo no le pondría apellido. Confunde más que aclara. Su explicación sí es pertinente, que resumo en: concebir a la nueva sociedad como propiedad estatal universal. Entré a la Facultad de Economía en 1972 y los folletos con las ¨Conferencias¨ de cada asignatura debieran ser objeto de estudio, para tener una evidencia sólida de los disparates económicos aplicados, que resumo en ¨voluntarismo pequeñoburgués¨ y, en este caso, defiendo el apellido a como dé lugar.

La participación del espíritu pequeñoburgués en las revoluciones, y los estados que de ellas emergen, es clave para entender esta tendencia absurda, no objetiva, basada más en la envidia que en el acervo de conocimientos de la humanidad sobre el socialismo, para entender qué hacer en esta sociedad y aplicarlo. Las evidencias de esto en los procesos democrático-burgueses, más o menos ¨progresistas¨, son claras. Para los que no tienen muy bien definido el tema, pues los pequeño-burgueses como clase, yo incluido, tenemos como meta llegar a ser burgueses: más capital, sencillamente. Esto no excluye, sino que presupone, que muchos de ellos asuman como propios los intereses del pueblo trabajador y den la vida por defenderlos. Ejemplos abundan. El primero y que más me impactó fue el de Engels. Aquí, en el patio, pues incontables. Se trata de seres humanos.

Pretender definir a un individuo exclusivamente por la clase en que se desarrolló es tan mediocre y peligroso como definirlo por sus padres. La única vara fiable son los hechos, su vida. ¿Que los orígenes importan?, pues sin objeciones; a veces incluso para ponderar su grandeza al constatar que lograron pararse sobre su clase y trascender hacia la condición de revolucionario.

La clase trabajadora, como clase, yo también incluido, no tiene envidia de la burguesía. De hecho lo que persigue es eliminarla finalmente, pero cuando sea posible, lo que parece tomar mucho tiempo; tanto, que no es posible predecirlo y menos proponérnoslo para dentro de 20 años, como Fidel Vascós nos recuerda que hizo la desaparecida URSS.

Todos sabemos que hay obreros envidiosos y pequeño burgueses entregados y tremendamente humanos. No hablamos de seres humanos, sino de clases sociales que estos integran, del espíritu pequeñoburgués.

Como comprenderán, soy tanto asalariado como cuentapropista. Creo, aspiro, a que los 50 años como asalariado pesen más. Compartirles que mantengo una ¨vigilancia¨ permanente al respecto.

Ah, si me explico: todos somos socialistas: asalariados, cuentapropistas, empresarios privados, capital extranjero invertido. Que pertenecemos a clases diferentes no nos hace más o menos socialistas, pues todos aportamos a la misma sociedad. ¿Que hay que estar claros de estas diferencias clasistas?, sí; no hay de otra, empezando por los sindicatos.

Volviendo a Cuba: hay que revertir los resultados de la ¨Ofensiva Revolucionaria¨ del final de los años 60. Ya hemos avanzado en este camino, aunque todavía el mercado sigue satanizado. Pero hay algo mucho peor con relación a esta forma milenaria de relacionarnos económicamente: lo tenemos bloqueado, no rige incluso lo primario de este sistema: el dinero. Tiene que haber un solo tipo de cambio para poder arreglar la economía. Las consecuencias de todas las medidas que se han tomado a lo largo de estos años, sobre todo los 3 últimos, son nefastas, lo que no hay que demostrar. Pero duele que las peores afectan nuestra razón de ser como sistema socio-económico: el pueblo. De contra, lo que se pretende arreglar, el sector estatal, sufre igualmente.

Si la economía toda no se ajusta y funciona sobre la base del tipo de cambio del mercado, pues todo queda patas arriba para entender y funcionar en la economía. Las decisiones todas están basadas en datos y en hechos distorsionados. No es difícil entender el problema y las consecuencias. Un análisis que logre sintonizar el tipo de cambio real del peso cubano, tanto con relación a las divisas como al famoso MLC, nos sorprendería a todos.

Una consecuencia ¨ideológica¨ del tema es igual de dolorosa. Llamamos al capitalismo ¨sociedad de mercado¨. Los ideólogos que lo defienden se regodean de gusto; nosotros mismos les colgamos el ¨San Benito¨. De gratis ya no son capitalistas, no es una sociedad cuya esencia es el capital y su condición de explotación del hombre por el hombre.

De paso, otro problema ¨ideológico¨: como tenemos que utilizar el mercado, dejarlo funcionar en nuestra sociedad socialista, pues hacemos que esto signifique ¨tener al enemigo dentro¨. ¿Que el mercado genera el vicio del enriquecimiento a toda costa en muchos?, es una verdad incontestable hasta hoy. ¿Que tenemos que domeñarlo para ponerlo al servicio de las mejores causas del socialismo?, igualmente. ¿Que nos hace falta para llegar al comunismo?, está más que probado, nos guste o no. Se entiende mejor en este punto lo que decíamos más arriba sobre lo que es socialista y que no.

El primer símil que me vino a la mente para ejemplificar esto es el cuchillo. Este instrumento, al igual que el mercado, es muy útil, en manos de un campesino, por ejemplo, es imprescindible, desde cortar hierba, limpiar las botas, hasta para pelar una caña. En manos de un asesino en serie…. pues ya tenemos un serial o película de acción o terror. En manos que no sepan utilizarlo, es muy probable que no logre el propósito o se corte el que lo blande, incluso puede herir a los que están a su alrededor. Hay que cogerlo por el cabo, con firmeza y sin miedo, con total convicción y propósitos claros. Igual hay que asumir al mercado.

Agregar aquí otro problema, no menos serio, ya mencionado en parte en el ejemplo de Fidel Vascós en la URSS. El comunismo es la ¨visión¨ de la sociedad socialista. Esto en teoría organizacional y marketing vale como ¨a donde queremos llegar¨. Pero hoy de lo que se trata es de la ¨misión¨ que estas teorías significan en el ¨qué hacer¨ ahora para mejorar. Empeñados en ¨construir el comunismo¨ desde el inicio, pues logramos exactamente lo contrario, y todos conocemos el dicho de marras: ¨de buenas intenciones…¨.

Lo más paradójico de todos estos errores o desviaciones de lo que la práctica de más de 100 años nos ha demostrado, y Deng Xiao Ping y la Moi Doi vietnamita nos ratifican, es que en el camino voluntarista de llegar al comunismo nos volvemos de espaldas a los trabajadores, al pueblo. Perdemos la brújula, que no puede ser otra que los intereses genuinos del pueblo, su bienestar. Estos objetivos se posponen interminablemente y, con ello, la dirección del país pierde el rumbo socialista y se construyen hoteles que no tendrán uso en años, a pesar de que el nivel de ocupación de las habitaciones en el país no rebasa el 50% desde el 2017, 3 años antes de la pandemia. No encuentro ejemplo más elocuente, aunque hay otros.

De varias maneras muchos compañeros se refieren a este absurdo empeño de poner la ¨ideología del proletariado¨ por delante de la clase que defiende, representa o pertenezca. La mal llamamos ¨marxismo-leninismo¨, con lo que no comulgo, pues considero que utilizar el nombre de los fundadores de esta filosofía, fundamento de nuestra forma de pensar y hacer, no es lo idóneo pues ellos no crearon una religión, simplemente entendieron como funcionaba la sociedad donde vivieron, su esencia explotadora y comprendieron el papel que la clase obrera jugaría en el necesario cambio. Le llamo materialismo dialéctico. Este último sí es de hoy, conoce y asume las conclusiones de hace más de un siglo, pero de cara a las realidades del mundo actual.

Defender a ultranza lo que dijo Marx a mediados del siglo XIX es tan anti materialista y anti dialéctico como cualquier religión.

Si pensaron que iba a dar ¨todas las soluciones¨, pues se engañan, como yo mismo lo he hecho, hace años, cuando tenía menos experiencia y vivencias de nuestra sociedad. Trato, intento incluir a las soluciones que nos demos, el punto de partida, premisas o simplemente lo primero a resolver. Espero que esto ayude. En mi caso, para ayudarme a mí, pues necesitaría todo análisis, crítica de los que lean esto, si creen que merece la pena.

He hecho varios escritos con propuestas de qué hacer. En este camino, lo segundo, pues ¨sacudir la mata¨. Para esto hay dos vías. La que considero mejor, más eficiente y efectiva, es llevando a todos los cuadros del país a la situación que siempre han debido tener: vivir bien cerca del standard de vida de la media de nuestro pueblo. Sin extremismos, pero con firmeza en el empeño, deshacer cuanto privilegio, nepotismo o injusticia se haya cometido.

Sé que esto puede verse como extremista. Es el reclamo de la población hoy.

Las excepciones, por razones de seguridad, serían estrictamente temporales: mientras se ocupe el cargo que las exijan, que serían el Presidente de la República y… no se me ocurre nadie más. Siempre he sugerido leerse ¨El Estado y la Revolución¨, de Lenin. Sigo escribiendo algo que di en llamar ¨La Revolución y nuestro Estado¨, pero lleva tiempo que no sobra.

En paralelo, y teniendo en cuenta los resultados que se vayan teniendo con la primera medida, desmontar al menos el 50% del aparato burocrático del Partido, el Estado y el Gobierno en todos los niveles. Es un hecho incontestable que hay personal redundante en todos los casos. Lo más importante de esta medida es poder disponer de una cantidad importante de cuadros y compañeros con experiencia para que trabajen en la base, directa y permanentemente, que es donde hace falta y donde la Revolución se juega la vida.

Por ejemplo, el problema del transporte es endémico en nuestro país, hoy más deprimido que nunca. En los años 70, cuando se transportaban en La Habana más de 3 millones de pasajeros a diario en el transporte por ómnibus, pero aun así andábamos muchos de nosotros colgados por fuera de ellos, un compañero, muy ocurrente y de inteligencia aguda, hizo esta propuesta: ¨si me hacen Ministro de Transporte, lo primero que hago es reunir a todos los cuadros del ministerio para informarles que por todo un año no tendrían más carro asignado, incluido el mío¨. El compañero decía que esto no garantizaba que el transporte mejoraría de hoy para mañana, pero que sí aparecerían las ideas y decisiones, que se aplicarían con total inmediatez, para resolver el problema. Está por ver si este es el camino.

Lo que sí parece una cualidad obligada en una sociedad socialista es que sus dirigentes vivan igual al pueblo al que se deben, que fue el que los puso en los cargos que ostentan. No hay que copiar mucho aquí del capitalismo de donde venimos y con el que coexistimos. De hecho, algún que otro político capitalista da prueba de esta forma de servir a la sociedad. En la Etiopía capitalista y pobrísima, donde trabajé por 5 años, ni un ministro tenía permitido llevarse un auto estatal para su casa; menos aún tenerlo al servicio de su familia.


1º de julio, 2023
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* Antonio Díaz Medina: 70 años. Nacido en familia obrera, textilera Ariguanabo, Bauta. Graduado en Economía en 1977, MSc. en Turismo en el 2021. Diplomático por más de 20 años, mayormente en África y Medio Oriente. Subdirector o Vicepresidente del Grupo Havanatur por 10 años. Profesor en la Facultad de Turismo ya por 13 años hasta hoy. T.C.P. cuentapropista por 6 años: Gestor de Alojamiento. Militante de la UJC desde los 14 años y del Partido desde los 26.


** Se refiere a la entrada de Fidel Vascós "Repensando el socialismo", publicada en este blog el LUNES, 26 DE JUNIO DE 2023.

5 comentarios:

  1. "Lo que sí parece una cualidad obligada en una sociedad socialista es que sus dirigentes vivan igual al pueblo al que se deben". Ud. está loco, amigo Medina... Usar zapatillas como las de Ho Chi Minh y vivir como los "subordinados"? Pa mi que Ud. es comunista, compañero Antonio...

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  2. Oiga, el socialismo q quiero existe, el finlandes, sueco, noruego, islandés....

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    1. Error lo que sucede en esas sociedades es que son democráticas y hay alternancia y equilibrio de poderes. Algo que no hay en Cuba

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  3. Mire, Antonio, en la historia de la humanidad no existe ningún traspaso voluntario generalizado de los propietarios de los medios de producción al pueblo. Cree Ud. que los actuales propietarios, las élites burocráticas "socialistas", q usan autos para él y su familia costeados por los ningunos, aumentan de peso como si estuvieran en ceba, viven en mansiones confortables y no saben lo que es una cola, van a pasar el poder económico y político al pueblo. Y lo peor es que cuando todo colapse, probablemente se conviertan en la mafia post comunista, como ocurrió en Europa del Este.

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  4. Que esterelidad de pensamiento. No me extraña no sepan que hacer para bajar la inflacion o la dolarización de la economía local. Ineptos.

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