Durante al
trabajo en plenario de la I Sesión Ordinaria de la actual X Legislatura de
nuestra Asamblea Nacional, ocupó un espacio importante el tema de la corrupción,
los delitos, las ilegalidades y la indisciplina social. Espacio lamentablemente
de nuevo marcado por el “pecado” de mezclar fenómenos esencialmente diferentes aunque
con elementos comunes. Y es necesario
precisarlos para poder enfrentarlos como corresponde a nuestra sociedad.
Hablar de
“corrupción” sin más, no permite identificar todo el alcance que debe tener
este concepto para un proceso de transformación socialista, y puede incluso
obstaculizarnos la necesaria labor para evitar fenómenos que lleguen a alcanzar
esas dimensiones o nublarnos los ojos impidiéndonos verlos si están ocurriendo.
La corrupción en la sociedad: ¿un mal del desarrollo?.
Desde que
hay registro de la actividad y el pensamiento de los hombres sobre
Los
fenómenos comúnmente recogidos bajo la categoría de corrupción, en todo su
espectro de calificadores desde la corrupción moral hasta la política y la
administrativa, en cualquier contexto resultan fenómenos desarticuladores del tejido social, de las dinámicas regulares de
reproducción ampliada de un sistema dado, y más específicamente, de un
organismo social histórico –concreto. Incluso en el capitalismo, que a partir
de su núcleo ontogenético en el sistema de relaciones del capital resulta
escenario privilegiado para este tipo de procesos.
Así lo
muestran las reflexiones en torno a esta categoría desde las teorizaciones en
los albores de la democracia occidental, hasta la atención de conocidos
politólogos, adalides de la moderna democracia del capital, como los análisis
del politólogo norteamericano Samuel Hungtington al vincular “modernización y
corrupción”[2].
Independientemente
de matices en la expresión conceptual, los fenómenos de corrupción tienen una
esencia común en el enfrentamiento de
intereses individuales (personas, grupos, partidos,….) con otros más generales, durante el proceso
de producción y reproducción de aspectos de la vida social. pero sobre todo, a la hora de disponer de recursos en el sentido más
amplio: desde hechos que ocurren en un proceso electoral hasta la promulgación de determinada
regulación, fenómenos que se dan en los espacios económico –administrativos, hasta
los culturales, en el sentido más estrecho del concepto vinculado a la
actividad artística. En este enfrentamiento la conducta que se califica de
corrupta privilegia la satisfacción del interés de alcance más limitado en la
definición y ejecución de las acciones que han de materializar el proceso de
apropiación específico que tiene que ver con cada caso.
Incluso
trabajando con una conceptualización reducida de lo que es la actividad
política, la corrupción es un fenómeno esencialmente político, es un uso específico del poder, de la capacidad de disponer sobre
algo con determinados fines[3].
Un elemento significativo de los estudios que profundizan científicamente en
los procesos de corrupción es la vinculación de su existencia a la presencia de
la burocracia en la vida pública de
la sociedad.
En el
capitalismo hay una fuente común natural de los procesos de corrupción: la contradicción capital –trabajo, que determina todo el sistema de relaciones
sociales en su reproducción ampliada, a través del proceso de apropiación por
los individuos de su propia vida social. La esencia del sistema, la
reproducción ampliada del capital, es corrupta
per se, como momento supremo
de enajenación del individuo respecto al proceso de producción (apropiación) de
su propia vida social, su universalidad y profundidad, que se recoge en la
categoría plusvalía, no siempre interpretada en todo su alcance social.
Y, algo muy
importante, el carácter sistémico de esta dominación, abarcador de todos los
mecanismos de socialización y sus reguladores, que llega a condicionar incluso
una legitimación ideológica de esta esencia corrupta del sistema, la cual
alcanza a convertirse en la principal herramienta de dominación de los
opresores, llevando a aceptar el poder
del capital y la alternativa individualista a su enfrentamiento, lo que hace
tan compleja la transformación revolucionaria socialista.
En el
capitalismo, el dominio del capital impone una ética de subordinación, una ética del respeto al poder económico,
que se violenta dentro del orden o rompiendo el orden. Cuando se violenta dentro
del orden, sin buscar subvertirlo, la ética de la apropiación del capital
deriva en delitos de acuerdo a los
cánones del sistema, y entre ellos hechos de corrupción, que en unos casos son
penalizados como delitos, pero en otros forman parte de la propia lógica de
reproducción de las relaciones sociales. Un caso muy ilustrativo en este
sentido es el comportamiento de la actividad política en los Estados Unidos.
¿Qué entender por “corrupción” en un proceso de
construcción socialista? ¿Existe corrupción en cuba?
Por lo menos
hasta donde conozco, sí existe corrupción en nuestro país.
Las
ilegalidades, los delitos, y las conductas antisociales de todo tipo, califican
conductas que se alejan del ideal que nos proponemos hacer realidad y
consolidar progresivamente en nuestro proceso de transformaciones, en esencia
corruptoras.
Pero ¿es que
existen fenómenos corruptores que no se ajustan a los conceptos de delitos,
ilegalidades y conductas antisociales? ¿Qué otros fenómenos se dan en nuestra
sociedad que califican como hechos de corrupción?
A la hora de
analizar el fenómeno de la corrupción en nuestra sociedad, la primera voz a
escuchar tiene que ser la del Ché.
Modelo del
hombre al que aspiramos, realidad del hombre que construye el socialismo, sus
concepciones sobre el “hombre nuevo”, además de brindarnos una categoría y un
término que expresa toda la riqueza de la nueva individualidad que va surgiendo
– y que tan erróneamente tratamos de presentar parcialmente como “capital
humano”-, recogen toda la contradictoriedad y la conflictualidad desde el proceso
mismo de surgimiento de ese individuo, con lo que nos llama la atención hacia
elementos que propician las desviaciones que nos llevan al “callejón sin
salida”/Ché/ antes que a mantener el rumbo socialista de las transformaciones.
En un texto
fundacional dentro de su obra escrita,
el Guerrillero Heróico subraya que “Si un
hombre piensa que, para dedicar su vida entera a la revolución, no puede
distraer su mente por la preocupación de que a un hijo le falte determinado
producto, que los zapatos de los niños estén rotos, que su familia carezca de
determinado bien necesario, bajo este razonamiento deja infiltrarse los
gérmenes de la futura corrupción”.[4]
Y no lo
citamos por acudir al “criterio de autoridad”. Sería traicionar su memoria, su
obra, el juramento implícito en las palabras de Fidel Castro, que asumimos
todos, cuando en la velada solemne por la desaparición física del Guerrillero heroico
afirmara que de Ernesto Guevara nunca se
podrá hablar en pasado.
En este fragmento
se sintetiza toda la complejidad, contradictoriedad y la realidad de la
existencia de causas y condiciones para fenómenos
de corrupción en un proceso de construcción socialista. Y se concentra la
esencia de una ética de comportamiento
del hombre que a la vez cumple con su lugar de dirigente en la construcción de
unas relaciones de nueva naturaleza:
el hombre que se molestó cuando Enrique
Oltutsky le dijo que seguramente “tenía dos libretas”, pero además se ocupó de
verificar y le pudo decir al día siguiente que sí, que era verdad, que “tenía
dos libretas”; la ética del jefe que,
aun en los momentos iniciales y siempre turbulentos del triunfo armado contra
la dictadura, al detectar un grupo de
sus combatientes conduciendo un auto “expropiado” a un esbirro, los obligó a
retornarlo al lugar de origen y volver a incorporarse a la caravana como
correspondía; la ética del hombre-
dirigente que al llegar al Ministerio acompañado de su esposa en el auto
que le correspondía por el cargo, le dice que se baje del mismo, que es el auto
del Ministro, y no es para llevar a la esposa a las tiendas. El Ché es la personificación
de la ética del ejemplo en el dirigente
como valor esencial, que en medio de todas las responsabilidades y
problemas de los primeros años, se ocupaba de estudiar y superarse para
enfrentar mejor las tareas constructivas; la ética del dirigente que con su
actuar cotidiano, ponía en acción el “principio de democión” que hacía que una
vez al año todos los que ocupaban cargos de responsabilidad en el ministerio
que dirigía tenían que pasar un mes en un cargo de inferior jerarquía, y asumir
lo que a ese cargo se le exigiera, como ocurrió con el viceministro Arcos Bergnes
cuando tuvo que someterse a la prueba de
escolaridad que se exigió a los administradores de empresas, mientras él ocupaba
temporalmente ese cargo; el dirigente que exigía en las reuniones, y cumplía
con lo exigido a los demás como uno más, y en los Consejos de Dirección
repartía meriendas entre los participantes, pero no a costa del presupuesto del
ministerio, sino la pagaba de su bolsillo; el dirigente que llevó las sanciones
al plano verdaderamente educativo y formativo, haciendo que “ir a Guanahacabibes”
fuera casi un honor, y el dirigente que “lo merecía” en ocasiones iba antes de
que lo mandaran. porque los hombres pueden cometer errores, equivocarse, “meter
la pata”, pero en ningún caso se puede permitir “meter la mano”;….el hombre que
cuando en los primeros meses después del triunfo de Enero, por su salud
necesitó de ciertas condiciones, se ocupó de que se le asignara una casa lo más
modesta posible en Tarará, y con la condición de que solo el tiempo
indispensable para recuperarse; el
dirigente que en su vida personal tenía que tener las mismas condiciones que
los demás trabajadores y como expresión de la vanguardia tenía que dar más de
sí que aquellos a los que dirigía…el hombre que en sus cartas de despedida
no pedía nada material para sus hijos, solo les dejaba el ejemplo, la mayor
herencia que nos ha dejado a todos los buenos cubanos.
El Ché es el
hombre que desde el compromiso de ser dirigente en nuestro proceso, no “deja infiltrarse los gérmenes de la futura
corrupción”, porque está convencido de que ese fenómeno adquiere rasgos muy
específicos en un proceso de transformación socialista, enmascarado
traicioneramente en conductas “legales”,
destruyendo lo más importante para las nuevas relaciones en construcción: la
fuerza moral.
La corrupción en la transformación socialistas es mucho más que el “simple” robo, o, en
el caso de los que dirigen, el uso de las posibilidades que le otorga su cargo
para “desviar” recursos en beneficio propio, o influir en decisiones propias de
su cargo en beneficio de terceros. Los hechos de corrupción incluyen las ilegalidades. Pero ya lo dijo Fidel en
más de una ocasión, y lo ratificaba en su accionar cotidiano: no todo lo legal es moral.
En medio de la compleja situación que enfrentamos cuando Fidel impulsó
el Proceso de Rectificación de Errores y tendencias negativas en el pasado
siglo, el Comandante en Jefe nos alerta frente a ciertas “desviaciones”, comportamientos
y acciones que no eran generadas por la acción del enemigo: eran acciones por
su esencia que quizás pocos alcanzaban a identificar, y hasta consideraban
justas o al menos aceptables, pero resultaban acciones contrarias al sentido
estratégico socialista, generadas por el propio proceso, resultado en última
instancia de la propia complejidad de la práctica revolucionaria en nuestras
condiciones concretas:
“En el esfuerzo por buscar la eficiencia
económica hemos creado el caldo de cultivo de un montón de vicios y
deformaciones, y lo que es peor, ¡corrupciones¡”[5]
Fidel criticaba en aquellos momentos las “primas” que estaban recibiendo
los trabajadores sin correspondencia con el trabajo, que consideraba elemento
corruptor, que venía de “la Revolución”[6]
y eran una manifestación de “mecanismos de distribución” que no generaban los
necesarios nuevos dueños socialistas, sino beneficiarios
de unas relaciones, en las que la realización de la propiedad se materializaba
con el mayor peso en lo que se recibía, dentro de un sistema de dirección con
alto grado de centralización y
condiciones propicias en la economía que permitían una relativamente alta
posibilidad de asignar recursos desde los centros de dirección.[7]
Fidel llamaba una vez más a la acción rectificadora, insistiendo en que tiene
que ser un proceso de amplia participación, que involucre a todos plenamente,
atendiendo a las complejidades del momento[8].
Y el modo de participación que se comienza a implementar está claramente
marcado por Fidel, en una alerta sobre la que es imprescindible reflexionar para
enfrentar el momento actual, cuyas condiciones son incomparablemente más
complejas:
“Estábamos entrando en un proceso de
corrupción de los trabajadores.
Ya estábamos en una serie de manifestaciones raras, extrañas de todo
tipo, de capitalismo. Y gente buena incurrió en algunos de esos errores.
Un relajamiento total, un caos que realmente era muy preocupante, por lo
que yo dije que hay que empezar a rectificarlo. Pero si se puede empezar a
rectificar cosas sin conmociones, mejor(...)
No creo que todo lo que hemos hecho es negativo, ni mucho menos. Pero
hemos hecho muchas cosas que no han dado resultado.
Estamos obligados a trabajar, ahora con mucha más eficacia. (…)”
Y con el
espíritu autocrítico que marca toda su trayectoria de conducción, ponía en
primer plano la responsabilidad del que dirige:
“…Cuando hay algo ellos dicen: esto debe ser bueno cuando se está
haciendo, esto debe ser una experiencia, esto debe ser correcto. Así que... si
nosotros mismos nos hemos equivocado. ¿Qué podemos esperar, que no se
equivoquen los periodistas?¿Qué podemos esperar, que no se equivoque mucha
gente?. Si nosotros nos hemos equivocado, que tenemos la responsabilidad de trazar las pautas de dirigir, si nosotros
hemos hecho las cosas mal hechas. No tenemos, realmente, no tenemos por qué
asombrarnos que las equivocaciones se cometan en cadena en muchas partes y que
se equivoquen los campesinos, se equivoquen los trabajadores, se equivoquen los sindicatos. Porque parecía una campanada
aquí a favor del economicismo, del capitalismo, del liberalismo. Me imagino que
mucha gente debe haber tenido dudas; dirían, ¿esto es el socialismo?”[9]
El Ché,
Fidel y Raúl siempre han hecho énfasis en el lugar del dirigente, de la
vanguardia en el proceso, y su indispensable y dialécticamente contradictoria
interacción con la masa: conjunto de individuos no puede ser algo amorfo como
suma de intereses fragmentados, sino actor necesariamente cada vez más pleno y
consciente de la transformación, resultado de un proceso de mutua influencia entre
los individuos que la integran y los que desde dentro la conducen, en el que
surgen y se consolidan los elementos distintivos de la nueva naturaleza.
En este
interactuar, no se puede olvidar en
momento alguno que la vanguardia y la masa, los dirigentes y los dirigidos,
como individuos o formando parte de las organizaciones, provienen del sistema
esclavizante, enajenante y deshumanizador del capitalismo, y que, en su lucha
por el paso “del reino de la necesidad al
reino de la libertad”/Marx/, luchan también consigo mismos. Es la “lucha de
clase” identificada por Lenin como “inculcación de una nueva disciplina”[10];
la difícil tarea de lograr el “heroísmo cotidiano” del Ché.
En esta
lucha tanto la vanguardia como los dirigidos se enfrentan tanto a reguladores
(entre ellos los valores) arraigados desde la anterior socialidad, como a
necesidades objetivas y materiales /objetuales/ conformadas también a partir de
ese sistema de relaciones que se está luchando por trascender, que no son
inertes como factores de reproducción de valores. En consecuencia, se enfrentan
a modos, vías y formas de satisfacer esas necesidades, marcadas por la
socialidad anterior, que se metamorfosean en los rasgos del proceso de
transformaciones en un complejo y contradictorio proceso que abarca desde la
organización del proceso del trabajo, núcleo de las fuerzas productivas, hasta
el propio proceso de desarrollo de los nuevos reguladores (políticos, -en el
proceso de dirección, en las normas jurídicas-, e ideológico- espirituales,
entre éstos los valores).
La vanguardia, el dirigente, -que en la concepción amplia del Ché, Lenin, Fidel, y
Raúl, se personifica en el cuadro o en el Partido, en los órganos estatales o
en organizaciones tan importantes como los sindicatos-, tiene que ser
necesariamente avanzada en todo el contenido de la nueva individualidad que se articula como una socialidad diferente. En
este sentido tiene que ser portadora de los nuevos elementos, y sembradora,
formadora. Es el dirigente, la
vanguardia, para la concepción de la
transformación comunista, como vanguardia
/dirigente/ -líder, y orientada no a reproducirse como tal sino a
“disolverse” en los dirigidos, como inexcusable vía de transición a la autodirección social comunista[11].
La
transformación comunista, es un peculiar proceso de ruptura con el modo de
reproducción social que le antecede. Imposible de conceptualizar en todos sus
detalles, sí resulta claro, desde las ideas de Marx y Engels, que se halla
asociada a la construcción de una relación individuo –sociedad de nueva
naturaleza, que trascienda dialécticamente el modo de apropiación determinado
por el capital, expresión de toda una prehistoria humana de relaciones de
explotación, división jerárquica social del trabajo, enajenación del individuo
respecto a su propia esencia material.
La
consolidación del avance en la transformación comunista descansa en la medida
en que se vaya trascendiendo la
contradicción capital -trabajo directamente y en todas sus mediaciones, y con
ello las fuentes de enajenación.
La persistencia
de elementos de enajenación, heredados o re-producidos
metamorfoseados en los nuevos contextos, en
cualquiera de sus expresiones, genera contradicciones que devienen antagonismos
y los consiguientes conflictos en la relación individuo –sociedad y con ello
todo tipo de comportamientos desarticuladores del proceso de reproducción
social en cualquier etapa del desarrollo humano: fenómenos de corrupción.
Pero su
trascendencia es mucho mayor para el proceso de establecimiento de las
relaciones sociales comunistas, que se han de identificar por un sentido
emancipador diferente, por ser las relaciones entre individuos cada vez más
libres y plenos como premisa y resultado de la socialidad que se construye y
sustenta esas individualidades.
En un
proceso de construcción socialista se dan fenómenos que se pueden agrupar taxonómicamente
junto a los conceptualizados en la literatura como vinculados a procesos de
corrupción. Estos fenómenos responden a una naturaleza, a una esencia que está dejando de ser, pero que no por
ello deja de ser parte del sistema real, como sistema en transformación. A
una naturaleza que está dejando de ser en lucha con lo nuevo, de lo cual
resulta clara la importancia de profundizar en las expresiones concretas de
esta naturaleza, causas de los fenómenos de corrupción en el nuevo contexto, de
la corrupción en la transformación
socialista.
Responden en
su esencia a conflictos en la resolución de la contradicción dialéctica
objetiva entre necesidades e intereses de alcance diferente en el proceso de
producción (apropiación) de la vida social. Y
se enmarcan en definitiva en una ruptura ética, la ética de una apropiación de
la existencia de nuevo tipo, en la que lo individual se concilie con lo social
en una dependencia mutua.
En tal
sentido, sin pretender dar una definición terminada o “cerrada” de corrupción
en la transformación socialista, sí podemos afirmar la importancia de
comprender su carácter de fenómeno complejo, dialécticamente contradictorio en
tanto que asociado a una esencia que está superándose pero aún forma parte de
la esencia del sistema real en desarrollo, y, sobre todo, la importancia de identificar sus raíces últimas en el proceso de
apropiación por los individuos de su propia vida social, en las relaciones de
propiedad efectivamente actuantes.
Tanto en el
capitalismo como en el socialismo la corrupción está vinculada a rupturas
éticas esenciales. Lo único que en el capitalismo se trata de rupturas dentro de una ética corrupta por naturaleza:
la ética de la fragmentación, como fundamento de la alienación que sostiene el
“progreso” del sistema, dándose la paradoja de lo que la corrupción representa
para el sistema del capital como sostén de su naturaleza y como fuente de la
propia insostenibilidad eterna del sistema, a pesar de lo que este representó
para el progreso humano.
Para la
transformación comunista, lo mismo que hace de los fenómenos de corrupción algo
ajeno y opuesto antagónicamente a la esencia del proceso, es lo que permite su
aparición y hace tan difícil su enfrentamiento:
la
reproducción durante el proceso de construcción socialista, de esencias
alienantes en el funcionamiento y desarrollo de la sociedad.
Por eso
resulta una idea central para orientar la lucha contra la corrupción en un
proceso de construcción socialista, tener bien clara la esencia de la
transformación comunista (socialista) como proceso de trascendencia del capital, de superación dialéctica del orden
social que él conforma.
Los
contenidos en torno a esta idea se hallan presentes en los escasos elementos
presentes en la obra de Marx y Engels a la hora de caracterizar la sociedad que
necesariamente conduce al “reino de la libertad”/Marx/, la sociedad
comunista/socialista/ como proceso de emancipación humana.
Como analiza
el filósofo húngaro István Mészáros en su obra “Más allá del Capital”:
“…el
objetivo de la transformación comunista es trascender el orden del capital. El
capitalismo es un objeto relativamente fácil en esta empresa, porque Usted
puede en cierto sentido abolir el capitalismo en una sublevación revolucionaria
con una intervención al nivel de la política, la expropiación del capitalista.
Cuando ha hecho esto ha puesto fin al capitalismo pero no ha ni tocado aún el
poder del capital. El capital no depende del poder del capitalismo, y esto es
importante también en el sentido de que el capital precede al capitalismo en
miles de años. El capital puede sobrevivir al capitalismo, afortunadamente no por miles de años, pero
cuando el capitalismo es derrocado en un área limitada, el poder del capital
continúa incluso en una forma híbrida.
Lo que es
absolutamente crucial es reconocer que el capital es un sistema metabólico,
sistema metabólico socio- económico de control. Usted puede derribar al
capitalista, pero el sistema fabril permanece,
la división del trabajo permanece, nada ha cambiado en las funciones
metabólicas de la sociedad. De este modo, tarde o temprano, Usted encuentra la necesidad
de reasignar estas formas de control a personalidades, y ahí es donde la
burocracia entre en juego. La burocracia es una función de esta estructura de
comando en las nuevas circunstancias donde en ausencia del capitalista privado
Usted tiene que encontrar un equivalente para ese control. /La cursiva es
nuestra. J:G:B/).Yo pienso que esa es una conclusión muy importante, porque muy
frecuentemente la noción de burocracia se promueve como un marco mítico para
explicar el contexto, y ella no explica
nada. La propia burocracia necesita explicación. ¿Cómo surge esta burocracia?
Cuando Usted la usa como una cierta especie de deux ex machina que lo explica todo en términos de la burocracia,
si Usted se deshace de la burocracia
entonces todo estará resuelto. Pero Usted no se deshace de la burocracia
a menos que Usted ataque el fundamento socioeconómico e idee un modo
alternativo de regular el proceso metabólico de la sociedad en un modo tal que
el poder del capital sea cortado y por
supuesto finalmente abolirlo con todo lo que conlleva. El capital es una fuerza
controladora, Usted no puede controlar al capital, Usted puede abolirlo
solamente a través de la transformación de todo el complejo de relaciones
metabólicas de la sociedad, Usted no puede simplemente enredarse con él. O él
lo controla a Usted o Usted logra abolirlo, no hay estaciones intermedias en el
camino, y este es el porqué la idea del socialismo de mercado no puede
funcionar por principio. La necesidad real no es restaurar el mercado
capitalista bajo el nombre de un totalmente ficticio mercado social, sino
adoptar un sistema propio de incentivos. No hay sistema de producción social
que pueda funcionar sin incentivos, ¿y cuales son las personas a las que hay
que incentivar?. No a entidades abstractas colectivas sino a individuos. De tal
modo que si las personas como individuos no están interesadas, no están
involucradas en el proceso de producción, tarde o temprano ellas asumen una
actitud negativa e incluso hostil hacia este proceso.”[12]
Trascender el capital significa
trascender todo un sistema de relaciones sociales que van desde la relación
directa capital –trabajo en el proceso de producción material, hasta las
expresiones en otras esferas, lo que Mészáros llama “mediaciones de segundo orden”. Es trascender todo un sistema de
producción y reproducción de la vida social, y como se desprende de la obra de
Marx, es en definitiva trascender un sistema
de relaciones de propiedad.
Las
tendencias alienantes, consolidadas al grado máximo dentro del desarrollo
alcanzado por el capital dentro de la formación capitalista, se establecen con rasgos propios durante la
trasformación socialista desde el propio proceso de producción, sobre los
fundamentos materiales que han caracterizado los procesos de construcción
socialista, al interactuar con los objetivos
concebidos para dicho proceso, con la mediación decisiva de la política, de la dirección de estos
procesos, cuando ella se desenvuelve marcada significativamente por el fenómeno del
burocratismo.
El nuevo burocratismo socialista es un
fenómeno reproductor de individuos enajenados de su propia condición de
individuos socializados, de su esencia.
Resulta determinado en
buena medida por las condiciones de partida de los procesos reales de
transformación socialista, herencia del modo de reproducción social que
comienza a ser trascendido. Permanece
ante todo por la ausencia del nuevo individuo, identificado por Marx en
El burocratismo en el proceso de transformación
socialista es caracterizado ya en la obra leninista en su
esencia estructural y funcional. Y fue conceptualizado, además de enfrentado
consecuentemente en su accionar cotidiano, durante el desempeño de sus
diferentes responsabilidades en Cuba, en la obra del Che Guevara[13],
combatiéndolo como generador de condiciones para el florecimiento de procesos
de dirección autoritarios, fenómenos de desinterés por parte de los individuos
en todo el proceso de dirección de la actividad social, y en general manifestaciones
claras de alienación dentro de la
construcción socialista en Cuba, que afectan muy especialmente la actividad
económica.
Este burocratismo socialista es
identificado por Lenin y el Ché como reproductor en general de nuevas formas de alienación, desde la
vida económica hasta las expresiones ideológico –espirituales- la “falta de
motor interno”, el “conformismo frente a lo que anda mal”, la “falta de
claridad política” señalados por el Ché-, elementos que resultan esenciales en
la aparición de fenómenos tan corrosivos como la corrupción de los dirigentes y
funcionarios, y en general de los individuos en el proceso de construcción
socialista: se da la mano con las manifestaciones de fenómenos de la llamada
“doble moral”, que en realidad es la moral
falseada de quienes actúan guiados por intereses divorciados de los intereses sociales; dentro del proceso de
transformación socialista es resultado a
la vez que necesita de la falta de “control popular”, uno de los pilares de
la nueva sociedad, articulador esencial de un modo de producción y reproducción
de la vida social, de un modo de apropiación de la vida social por los
individuos diferente: de un tipo de propiedad superior.
El nuevo burocratismo,
erróneamente reducido en el “sentido común” a los fenómenos de “excesivo
papeleo”, que lo ocultan de los análisis superficiales, resulta elemento
generador de los procesos de corrupción socialista, que tiene que ser vista
mucho más allá de los fenómenos de robo, “desvío de recursos”, e incluso otros
tipificados internacionalmente que puedan manifestarse con los cambios
económicos introducidos y en perspectiva de serlo. Al mismo tiempo los
fenómenos corruptores, desarticuladores del tejido en construcción, se
convierten en soporte indispensable del burocratismo, y, lo que resulta de
alcance estratégico estructural, en generadores
y sostenedores de actores sociales que devienen, consciente o
inconscientemente, antagónicos al sentido socialista de desarrollo, individuos
e instituciones:
“ Se puede establecer una relación directa y obvia
entre la falta de motor interno y la falta de interés por resolver los
problemas. En este caso, ya sea que esta falla del motor ideológico se produzca
por una carencia absoluta de convicción o por cierta dosis de desesperación
frente a problemas repetidos que no se pueden resolver, el individuo o grupo de
individuos, se refugian en el burocratismo, llenan papeles, salvan su
responsabilidad y establecen la defensa escrita para seguir vegetando o para
defenderse de la irresponsabilidad de otros”[14]
El nuevo burocratismo socialista tiene su
esencia en una separación que conduce al
divorcio entre dirigentes y dirigidos, sean
individuos u organizaciones, que en buena medida se hace difícil
identificar, por la propias complejidades que han caracterizado a los procesos
reales de transformación revolucionaria:
el papel de
los liderazgos en la conducción de los procesos en el enfrentamiento a los
complejos procesos de lucha de clases y “de clase”/Lenin/; la falta de experiencia y de conocimientos
para enfrentar la inédita transformación, que repercute en escasez de cuadros
capacitados y en particular capaces de asumir la compleja dialéctica del “líder para dejar de ser líder” esencial
a la “dictadura del proletariado” como Estado que necesita “fortalecerse para extinguirse”[15]; las
extremas restricciones económicas que
han enfrentado los procesos reales, y en particular para Cuba, el subdesarrollo y ser peculiar neocolonia de los EEUU, como
condición de partida[16],
sumada a la guerra económica de esta potencia durante más de sesenta años; etc.
La
separación entre dirigentes y dirigidos en la transformación socialista, entre
el individuo-dirigente que debe ser el líder de nuevo tipo y los dirigidos,
entre la organización que debe ser la vanguardia y las masas, el “pueblo” en la
concepción propuesta por Fidel, se manifiesta en cuestiones como:
- situaciones que al entrar en
conflicto con el discurso político,
deslegitiman la condición de vanguardia del Partido, y pueden afectar
sensiblemente el desarrollo socialista de nuestro proceso, tales como problemas
de ejemplaridad de los militantes, en los centros de trabajo y en su
comportamiento en los barrios, de incidencia en el funcionamiento de la
sociedad en general y muy en particular en la actividad económica[17];
"...personas que fueron seleccionadas ejemplares e ingresaron a la organización
precisamente por esa actitud destacada, y luego cuando llevan un tiempo como
militantes ' dejan de ser exigentes y caen en la morosidad'"[18]; "...la labor del Partido en el
barrio no es estar haciendo planes en papeles, sino estar presentes en cada
actividad y movilizando a los demás"[19];
"...el rol de los militantes en sus barrios, el valor del ejemplo personal
como primer peldaño para persuadir a los
demás sobre la necesidad de ser combativos ante los problemas y mantener una
visión autocrítica... (…)..militantes que en la comunidad no mantienen una
posición de vanguardia..."[20]
- los problemas en la atención
a la política de cuadros, que son "...comunes y están presentes, en mayor
o menor medida, en todos los niveles del Partido, el Estado, el Gobierno y la
actividad empresarial"[21]:
en la selección, preparación de la reserva, superación; la promoción de nuevos
cuadros, en particular jóvenes, "... muchos que no ven el sustituto en
ningún lugar por no darles oportunidad a otros y están empeñando el futuro"[22],
y movimientos de cuadros sustentados voluntaristamente,- en el mejor de los
casos, simplemente validados o argumentados en insuficiente medida, sin un
riguroso proceso participativo de selección- no por excepción realizados en
busca de garantizar la debida subordinación al nivel superior, como condición
autosustentadora del dañino fenómeno del burocratismo. Los efectos de estas
insuficiencias en la llamada política de cuadros, y en general en el trabajo
con los cuadros dentro del proceso de dirección, se manifiestan en la falta de idoneidad de
los cuadros, que da al traste con el buen desempeño de las actividades en las
que estos se desenvuelven. Pero tienen un alcance estratégico mayor, al
resultar ingrediente propicio para deformaciones burocráticas, fenómenos de
corrupción, nepotismo, etc., y la consiguiente pérdida de legitimidad de
órganos e instituciones, minando el contenido socialista del proceso de
transformaciones al devaluar lo que el Ché calificara como “columna vertebral
de la Revolución”[23].
Lo concerniente a los cuadros ha
sido hasta hoy objeto de atención priorizada en reuniones del Partido, como
corresponde a un aspecto "...esencial para el presente y el futuro de la
nación"[24].
-
Persistencia
de un concepto administrativo en la
atención a los problemas, que resulta contrario a lo promovido en el discurso
político, cuando parte importante de la
planificación del trabajo de “control y fiscalización” consiste en reuniones,
plenarias, recorridos, despachos con cuadros de la administración, sin tener en
cuenta la participación y proyección de las organizaciones de base del Partido
y dedicando menos tiempo al encuentro con las mismas, a “…la relación directa
con los procesos políticos que estas desarrollaban y a la preparación de los
cuadros, funcionarios e instructores."[25].
Combatir el enfoque administrativo de los problemas demanda enfrentar todo exceso de centralismo en las diversas manifestaciones, -presente
aún en el funcionamiento cotidiano-, como ilustran dos intervenciones de Raúl
Castro en la asamblea de balance partidista en Ciudad de la Habana
correspondiente al año 1999: "Si se toma en cuenta la planificación del
trabajo, vemos diferencias notables, pues. como se ha dicho, actualmente los
cuadros dedican mucho más tiempo a las tareas propias del Partido. No obstante,
la esencia del cambio - coinciden en todas las provincias- no está solamente en
ir a más reuniones de los núcleos y comités en centros laborales, en aumentar
el diálogo con los trabajadores, el contacto con las secciones sindicales y
comités de base de la UJC ni en reforzar los intercambios con las personas en
sus barrios, sino en dar a cada uno de esos vínculos la intencionalidad
adecuada, que una vez producidos, dejen huellas, dejen trigo, no siendo ni
rutinarios ni formales”[26]
-
Persistencia de excesos de centralismo, tanto en la
actividad de individuos en el desempeño de determinadas responsabilidades, como
en la relación entre las instituciones de nuestro sistema y entre los órganos
de ellas (papel de los sujetos dirigentes). No se puede ignorar que
especialmente en nuestras condiciones de agudizada guerra con los Unidos de
América, resulta imprescindible en ocasiones acentuar la centralización,
compartimentando actividades y buscar vías para penetrar las redes del bloqueo,
que plantean desafíos a los mecanismos de control, que colocan en planos de
mayor responsabilidad el papel de los individuos y estructuras creadas a tales
fines[27].
Hay que evaluar rigurosamente el alcance de los cambios introducidos en el
Sistema del Poder Popular con la aprobación en 2019 de una nueva Constitución
de la República, con la introducción de la figura del Presidente de la
República, el cargo de Primer Ministro, la eliminación de las Asambleas
Provinciales, y la figura del Intendente al frente de la administración en los
municipios, entre otros, sin cambios que permitan substancialmente propiciar el
perfeccionamiento de la labor de los Delegados y representantes electos en
general [28].
-
Se ignora la idea reiterada en
repetidas ocasiones por Raúl Castro acerca de la relación dirigentes-
dirigidos, que es expresión de un principio que no ha logrado plasmarse aún como elemento esencial de nuestra cultura
política:
“El
dirigente que no estimule la discusión, escarbe, precise, esclarezca las
discrepancias, ejerza el centralismo democrático, nunca será un buen dirigente”[29]
-
Convocatorias
a la participación en el discurso político y en documentos de las
organizaciones, reducidas a “ser escuchados” los convocados, o plasmadas en
propuestas de acciones como “oído el parecer”. Esto coloca a los individuos
dirigidos como pasivos emisores de necesidades e intereses separados de las
soluciones finales a los problemas e insuficiencias, que deberán venir de otros
actores.
-
Rendiciones
de cuenta formales de dirigentes, órganos e instituciones, propiciada por las
deficiencias en la participación efectiva “desde abajo”, “desde la base”,
garantía del necesario control popular,
y concepciones presentes en los dirigentes y en buena medida en los dirigidos.
Estas condiciones y las concepciones que las sustentan han sido heredadas del
sistema que se busca trascender, reflejadas en expresiones como “bajar a la
base”, “al pueblo”, - criticadas por destacados dirigentes como Osvaldo
Dorticós y Ricardo Alarcón,- sin ignorar exigencias objetivas de etapas anteriores
que se plasmaron en estilos de dirección compartimentadores, y centralización
excesiva en los procesos de dirección. Esto resulta terreno propicio para
procesos de dirección que no responden eficazmente a la solución de los
problemas, y a falta de transparencia en la conducta cotidiana de los cuadros y
organizaciones, que se refleja en modos de vida y comportamiento en general
ajenos a las enseñanzas y a la práctica del Che y de Fidel.
-
Interpretaciones
del “mal tratado y maltratado” “principio de distribución socialista”, que
enfrentado el “igualitarismo” establecen “políticamente”, de modo discrecional,
atenciones diferenciadas en los mecanismos de retribución, sin legitimación
ante los colectivos y la opinión pública en general, y resultan elementos de
divorcio entre los dirigentes y los dirigidos: prerrogativas en virtud de los
cargos que van desde situaciones tan “simples” y aceptadas como la atención
recibida dentro de los “protocolos” habituales en actos públicos, hasta el
acceso a posibilidades en el disfrute de vacaciones, atención de salud, el uso
de autos oficiales “asignados”, etc. El propio Fidel señaló críticamente como
esto incide incluso en que algunos dirigentes busquen aferrarse a los cargos,
atendiendo más a cumplir con los superiores que con los dirigidos.
El
burocratismo, desde su fundamento real en las relaciones entre dirigentes y
dirigidos—sean individuos u organizaciones- es el SIDA de la transformación
socialista: es el comportamiento oportunista que abre la puerta a todo lo que
corroe la nueva naturaleza en establecimiento.
Por eso es
tan necesaria su identificación como modo de dirección, con sus métodos y
estilos, más allá de los enfoques simplistas que lo reducen a la actuación de
la “burocracia”, al papeleo, la complejidad de los trámites, etc., si queremos
erradicar las causas de la corrupción en la transformación socialista en
nuestras condiciones.
Recordamos
el alerta del Primer Secretario de
nuestro Partido, General de Ejército Raúl Castro, hoy más vigente que nunca
antes, al plantear que “…una equivocación conceptual nos conduce a
equivocaciones en la vida”[30].
Esta
sentencia tiene particular importancia en cuanto a los fenómenos que
jurídicamente se acostumbra a denominar como “asociados a la corrupción”, pero es
válida para todos los demás casos de “males” presentes en nuestros procesos
revolucionarios, en buena medida consecuencia de insuficiencias, que reiteradamente
llamamos a superar sin la necesaria identificación rigurosa de sus causas.
La
corrupción en la transformación socialista evoluciona cual reacción en cadena,
con la peculiaridad de que resulta imposible controlarla, amplificando no solo
los aspectos negativos que le dieron origen, sino destruyendo las células
sanas, los “gérmenes del futuro”/Lenin/, del organismo en nacimiento.
La transformación comunista de la
sociedad, como ninguna otra transformación social anterior, es un proceso muy
complejo por el tipo de transformación que ha de realizar en los fundamentos
materiales del proceso social y consecuentemente en el sistema de valores, que,
por demás, no es un reflejo, consecuencia pasiva de lo anterior. Pero, sobre
todo, por la permanente batalla de ideas que plantea, cuyo
núcleo generador se conforma en torno a lo que es un aspecto medular de la
transformación comunista:
la contradicción dialéctica entre individuo y sociedad, el
complejo proceso de formación y desarrollo de las relaciones sociales que trascenderán la prehistoria de la
humanidad, como premisa y resultado de un
individuo esencialmente diferente.
Esta es una indispensable
revolución ideológico espiritual que debe distinguir a la transformación
comunista, en la cual es imposible salir victoriosos sin la adecuada
transmisión de mensajes, capaces de impulsar el proceso de “emanciparnos por
nosotros mismos”/Fidel/. Sobre todo en las condiciones del mundo actual, bajo
un dominio mediático sin precedentes por parte del capital. Y no se pueden
transmitir mensajes que contribuyan a condicionar los comportamientos revolucionarios
que necesitamos, sin el uso de las categorías correspondientes a los nuevos
contenidos que se proponen y construyen
en la lucha cotidiana.
El desarrollo del aparato
categoríal nuevo para la realidad nueva es una tarea extremadamente
compleja. En primer lugar, precisamente porque no se trata de hacer que la
realidad “se ajuste” a las elaboraciones teóricas. Estamos ante una realidad en nacimiento, en construcción.
De lo que se trata es de lograr
conceptos y propuestas teóricas que orienten la actividad en el rumbo
necesario, en permanente interacción dialéctica con la realidad que se pretende
transformar “adelantándonos” a ella.
Es una tarea tan compleja como
urgente, que sería muestra de extrema soberbia y arrogancia pretender resolver
por una sola persona, mucho menos en un solo trabajo.
No se trata
de conceptualizar por puro placer.
Si somos
consecuentes con el legado de Marx, Engels y Lenin, la conceptualización tiene
que ser un momento esencial en el desarrollo de la “guía para la acción” que nos legaron, de un método y un contenido para servir a la práctica de la
transformación comunista de la sociedad, en estrecha relación dialéctica de
mutua dependencia.
Hoy, más que
nunca antes, es imprescindible la conceptualización de la transición socialista,
con el espíritu en que Marx, Engels y Lenin desarrollaron la crítica a todo el
desarrollo anterior, y desarrollaron sus aportes posibles acerca del nuevo modo
de desarrollo, único capaz de evadir los riesgos de otros enfoques de
“transición” que al final resultan indistinguibles de los enfoques liberales
que en nada pueden servir a la esencia de la construcción socialista[31];
enfoques que incluso con ropaje de “cambios novedosos”, terminan haciendo que
nada cambie, o, lo que es peor, resultan desarticuladores
del sentido socialista de desarrollo hasta su destrucción: generadores y
sustento de los procesos de corrupción
socialistas.
No parece
ser necesario pues, argumentar mucho acerca de la necesidad de elaborar cada
vez con mayor precisión los conceptos que recojan los rasgos y las esencias que
distinguen la nueva sociedad en construcción, so pena de caer en el error de
tratar de llevar adelante la construcción socialista con las “armas melladas” heredadas del
capitalismo, o melladas en experiencias anteriores de otros contextos o del
nuestro propio. Y, a partir de esta elaboración de “conceptualización
positiva”, avanzar con no menor prioridad en la elaboración de aquellos
conceptos que recojan los rasgos y esencias de lo que niega, se contrapone,
obstaculiza, impide, y hasta destruye los elementos de la naciente nueva
naturaleza en establecimiento.
Y no son
muchos los conceptos que responden a contenidos tan importantes por su efecto
negativo, como ocurre con el concepto de
corrupción y sus diferentes manifestaciones en los procesos sociales, máxime en
las complejas condiciones que enfrenta actualmente el proceso de actualización,
generadas por el contexto externo y por nuestros propios errores e
insuficiencias.
Setiembre
22 de 2023, Año 65 dela Revolución
[1]
Nieto, Alejandro, Corrupción en
[2] Hungtinton, Samuel P., Political Order in Changing
Societies, ver Modernization and Corruption, pp. 59 -71, Yale University Press,
1968.
[3]
El chileno Patricio Orellana es muy interesante y claro en este sentido, y
analizando “El sujeto de la corrupción”, concluye claramente “…quien toma la
decisión en la realización o no del acto corrupto es el que tiene el poder”.
/”Corrupción y Probidad. Problemas y soluciones”, de INTERNET/
[4]
Ché, El Socialismo y el Hombre en Cuba Obras, T. 8, p. 270, Editorial de Ciencias Sociales, La
Habana, 1977.
[5]
“Por el camino correcto”, Compilación de textos de Fidel Castro 1986- 1989,
Tercera Edición, Ed. Política, La Habana, 1989 , p. 32.
[6] Ver del autor el libro “Proceso de
Rectificación y salida del Periodo Especial: dos fases en la misma batalla de
ideas.Una
visión a través del prisma de la relación dirigente- dirigidos en los discursos
de Fidel Castro.” En
www.nodo50.org/cubasigloXXI”
[7]
Compilación citada, pp. 9, 10, 11, 13; 18, 23, 31
[8]
Es importante, y una tarea por hacer, comparar lo ocurrido en la URSS de la
segunda mitad de los ochenta con el caso cubano. Ver al respecto en “De
Petrogrado al socialismo en Cuba. Cien años después”, el capítulo “Cuba: revolución
y socialismo”, de Jesús García Brigos, Rafael Alhama Belamaric y Daniel Rafuls
Pineda, pp. 235- 398. Cuba cronológicamente se adelanta a la URSS en
identificar la necesidad de rectificar el proceso social; pero, además, no
incurre en “destapar el genio de la botella”, como calificara el Comandante en
Jefe en la Primera Reunión de Empresas de Provincias Habaneras lo ocurrido al
iniciarse la “perestroika”.
[9]
Compilación citada, pp. 41- 42.
[10] Ver:
V.I.Lenin “Acerca de la dictadura del proletariado” (pp. 269- 278) y “Borradores y plan del folleto acerca de la
dictadura del proletariado” (pp. 467- 475), t. 39, Obras Completas, 5ta.
edición, Editorial Progreso, Moscú, URSS.
[11]
Ver del autor: “Dirigentes, dirigidos, socialismo”, Editorial Ciencias
Sociales, La Habana, 2007.
[12] Mészáros,
I, “Beyond Capital”, T. II, p. 981, K P Bagchi & Company, Calcutta, 2000. Las negritas son nuestras, JGB.
[13]
Es paradigmático en cuanto al tratamiento de este fenómeno para las condiciones
específicas del caso cubano el artículo publicado en la revista Cuba Socialista en el número de febrero de
1963 “Contra el burocratismo”.
[14]
“Contra el burocratismo”, Ernesto Ché Guevara, Obras 1957- 1967, T. II, Ed.
Casa de las Américas, p. 178.
[15]
Ver del autor “Dirigentes, dirigidos, socialismo”, ref. ant.
[16]Ver
acerca de la conceptualización del fenómeno de
subdesarrollo los libros “Cuba:
propiedad social y construcción socialista”, García Brigos, Jesus P., Alhama
Belamaric, Rafael; Lima Ferrer, Roberto Jesús; Rafuls Pineda, Daniel., Ed.
Ciencias Sociales, La Habana, 2012, y García Brigos, Jesús P., “Construcción socialista y actualización del
modelo económico”, Ed. Ciencias Sociales, La Habana, 2018.
[17]Lo ilustran las intervenciones de los secretarios
de los Comités del Partido en la Empresa de Generación Eléctrica de Renté, y en la fábrica de
cemento José Mercerón de Santiago de Cuba, y la intervención al respecto de
Raúl Castro, Asamblea Provincial del Partido en Santiago de Cuba, "Hay
voluntad de cambiar, pero no siempre se sabe cómo", María Julia Mayoral,
Granma, 5 de octubre de 1999.
[18]Rebeca Hernández, Instructora en el Municipio
Amancio Rodríguez, Asamblea de Balance de Las Tunas, "Mirar sin adornos
los problemas, un buen síntoma", María Julia Mayoral, Granma, 4 de
noviembre de 1999.
[19] Adán García Pupo, quien estaba
al frente de un núcleo del Partido en su zona de residencia en Yateras,
Asamblea de Guantánamo, "Qué busca el cambio en los métodos y estilo del
Partido", Maria Julia Mayoral, Granma, 6 de octubre de 1999
[20] Asamblea de Camagüey,
referencia al papel de los militantes en sus barrios, en especial la
intervención de Taila de Manzanares, secretaria de un núcleo zonal, "La
crítica no es opción, es necesidad", María Julia Mayoral, Granma, 3 de
noviembre de 1999
[21] Raúl Castro, Granma, 28 de
octubre, "Exigir la correcta aplicación de la política de cuadros, un
asunto de primer orden". Asamblea de Balance de Granma.
[22] Carlos Díaz Barranco,
Asamblea de Camagüey, "La crítica no es opción, es necesidad", María
Julia Mayoral, Granma, 3 de noviembre de 1999.
[23] Definición que resultó en interpretaciones y
aplicaciones opuestas completamente a la concepción del cuadro presente en la
obra del Che, si no la estudiamos como un conjunto de “citas citables”: columna
vertebral, en un sistema en el cual no se puede ignorar el papel de las otras
partes, “los dirigidos”, son parte activa del funcionamiento, desarrollo y la
propia estabilidad del sistema en un “complejo juego de acciones y reacciones”,
tomando prestada esta ilustrativa expresión de Engels.
[24] Amado Hamut Moreno, Asamblea
de Balance de Granma, Granma, 28 de octubre, "Exigir la correcta
aplicación de la política de cuadros, un asunto de primer orden". Asamblea
de Balance de Granma.
[25] Las Asambleas de Balance provinciales del Partido celebradas en el proceso 1999-2000 brillantemente reseñadas en el periódico Granma, de las cuales hemos citado algunos momentos, constituyen documentos indispensables para el estudio del proceso de dirección en nuestra sociedad. Así lo muestra la discusión del Informe de Balance a la Asamblea Provincial del Partido en Villa Clara, Granma, 9 de noviembre de 1999.
[26] Asamblea de Balance Provincial de Ciudad de la Habana,
“En el escenario más complejo del país, el Partido tambièn se crece”, Maria
Julia Mayoral, Granma, 24 de noviembre de 1999
[27]
Hoy se ha creado una situación que es importante seguir atentamente con la
creación de las MIPyME, especialmente las privadas, que objetivamente tienen
posibilidades de importación de productos por su condición “no gubernamental”,
lo cual se está aprovechando para obtener insumos en actividades estatales.
[28]
Ver “Preepílogo indispensable”, en el libro del autor “Poder Popular.
Fundamentos, evolución y visión de futuro”, Editorial Ciencias Sociales, La
Habana, 2019.
[29]
Raúl Castro en el Pleno Extraordinario del Comité Provincial del Partido en
Holguín, “El que no estimule la discusión nunca será buen dirigente”, Alexis
Rojas Aguilera, Periódico Granma, pag. 1, 19 de marzo 2001. Esto ha sido
planteado por Raúl Castro en distintos marcos y momentos, al igual que por el
Comandante en Jefe Fidel Castro, como
hemos podido constatar en diferentes reuniones , desde la que referimos en el
texto en el capítulo III al analizar Raúl Castro la apertura o no del mercado
agropecuario en 1994 en la Ciudad de la Habana, hasta discusiones en periodos
de sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular en las que el Comandante
en Jefe ha puntualizado, con su modo de participar en las discusiones y con sus
conceptualizaciones, el deber de todo revolucionario de defender sus puntos de
vista hasta tanto no se le convenza con argumentos de lo contrario, como rasgo
esencial de las discusiones y discrepancias necesarias en la labor creadora
revolucionaria.
[30] Granma, 3 de noviembre de 1999, “La crítica no es una
opción, es una necesidad”, Maria Julia Mayoral.
[31] Mészáros,
I, “Beyond Capital”, T. I,, “The Marxian
Critique of liberal theory”, pp.429- 431., K P Bagchi & Company,
Una expresion de la corrupcion imperante es como los dirigentes le mienten y engañan al pueblo, se desgañitan diciendo que van a combatir los precios abusivos y especulativos, y cada vez es p
ResponderEliminareor lis frijoles negros andan por los 460 la libra, cebolla 400, boniato 50...
La Ministra del comercio interior de clara en la mesa redonda que se va a restablecer la venta del cafe nirmadp, este mes impirtandolo y despues por la producción nacional. Pero hoy en el NTV plantean que sera a costa de la importación porque la producción nacional no es suficiente.