Me ha motivado a
escribir este comentario, el que en la mañana de hoy compré un pan de corteza
dura, en un estanquillo privado y su precio
es cien pesos, si, de los que denominamos CUP. En el comentario no habrá
ni quejas, ni cuestionamientos al vendedor, su patrón, ni a nadie.
La economía cubana
está sumida en una recia inflación, donde se da una combinación de factores,
estando presente entre ellos, problemas de demanda y a la vez problemas de
oferta, se camuflan una con otra y sin miramiento alguno actúa como el más
aguzado de los carteristas, va a tu
bolsillo, te extrae la billetera, saca tu dinero, magro o abultado, te sonríe
pícaramente y te dice como Lionel Messi le espetó al neerlandés
Wout Weghors, tras el disputado partido entre Argentina y Países Bajos, por los
cuartos de final del Mundial de Qatar, ¡qué miras bobo!
La inflación es algo así como el aumento
generalizado y sostenido de los precios de los bienes y servicios más
representativos del consumo de los hogares de un país. En este enrevesado mundo
de la economía y su enjundia, se necesita un elemental conocimiento de algo, de
lo que hablamos mucho y entendemos poco; Bertrand Russell, filósofo y
matemático británico, ya nos alertó al respecto cuando expresó: “gran parte de
las dificultades que atraviesa el mundo se deben a que los ignorantes están
completamente seguros y los inteligentes llenos de dudas”
Se necesita saber ese algo, que es la oferta y que es la
demanda. La demanda se refiere a la cantidad de un bien o un servicio que un
comprador está dispuesto a adquirir a un precio determinado, mientras que la
oferta es la cantidad de bienes y servicios que los productores están
dispuestos a vender a un precio específico. Elemental
Watson, diría el circunspecto Sherlock Holmes.
En el escenario actual de la economía cubana
para frenar la inflación, más allá de llamados, exhortos y coerción, lo que se
necesita es producción de bienes y servicios básicos, incrementar la capacidad
para exportar, que la ciencia y la innovación avance más lejos que tesis y
actos académicos, salgan muchas de cajones guardados, por ignorantes
convertidos en archiveros de las buenas ideas y se materialicen en resultados.
Sobre la ciencia y la innovación se puede
escribir un best seller, de propuestas ingeniosas que recibieron un no se puede
por respuesta y hoy se han patentizado en terceros países y para acceder a
ellas hay que comprar, gastar, en esta viña del señor, tenemos de todo.
La historia es la maestra de la vida, ya que
me he metido en el tema de la innovación y la tecnología y la necesidad de
producir bienes, si, de esos que se comen, untan o se ponen sobre el cuerpo,
incluso los que salen en formas de medios de producción y me disgrego un poco,
disculpen, porque la economía es política y tiene leyes y una de esas leyes es
la de “desarrollo preferente de la producción de medios de producción”. Regreso
al enunciado la historia maestra de la vida. En un tiempo tan lejano ya, como
es 1961, un precursor, un hombre que como dijo Fidel, un hombre que pertenece a
otros tiempos, me refiero al Che, en una reunión nacional de producción expresó; “En este momento estamos estudiando una segunda
campaña de emulación, basada en parecidas características, y que tendrá por
nombre «Construya su propia máquina». Es decir, tomar a los obreros, a los
técnicos de mayor categoría y de más empuje revolucionario, porque también hay
que tener empuje revolucionario para esto, y crear equipos de trabajo que vayan
copiando todas las máquinas que hay en el país, reproduciéndolas y aumentando
nuestro equipamiento industrial con los materiales que existan en el país,
cuando no se pueda otra cosa comprando algunos para completar maquinarias
nuevas. Es ya la tarea que va a separar nuestra lucha pasiva por mantener la
máquina andando con la pieza de repuesto, y nuestra lucha activa
correspondiente a un nuevo escalón en el desarrollo de la producción, con los
obreros y técnicos cubanos construyendo las máquinas para producir más en el
país”
La inflación no la
vamos a derrotar con consignas, llamados, ni ejércitos de inspectores, la vamos
a derrotar produciendo, porque sé que todos queremos precios de cuando éramos
ricos y no lo sabíamos, pero no todos estamos dispuestos a hacer que la tierra
produzca, a incentivar que la ciencia, la investigación y la innovación salga
de los salones académicos y se mezcle en el surco, el torno, la fresadora, se
embarre de sudor.
Los precios no son
causas de nada, los precios díscolos de hoy son un efecto de una causa
superior, que no siempre presentamos en todos sus matices como nos dice el
conductor del Programa con filo.
Pienso, luego
existo, nos dijo René Descartes, filósofo y matemático francés, la frase no
está colocada para dar alarde de algo que para nada tengo, erudición, tiene la
intencionalidad de expresar que existen herramientas de administración pública
que con pensamiento creativo pueden contribuir a desarrollar necesidades de
producir, me refiero a los impuestos, ¿por qué tiene que ser el mismo esquema
para el que produce, que para el comerciante? Es un grito a voces que
necesitamos producir bienes materiales y ¿cuál es el “incentivo fiscal” para
ello, dónde están las bonificaciones, las recompensas, dónde?
Deseo continuar
escribiendo, pero por el bien de los que osen leer esta catarsis y también por
el pobre pan de corteza dura, que me está mirando con deseos de que me lo acabe
de comer.
Hasta la próxima