Otras Paginas WEB

jueves, 27 de julio de 2023

Acerca de la voluntad política y la necesidad de alcanzar toda la justicia.

Por Oniel Díaz Castellanos

La última sesión de la Asamblea Nacional me dejó mas dudas que certezas. Se analizan por enésima vez los problemas que nos aquejan pero no se formulan soluciones ni se muestra un plan. Se habla de hacer las cosas diferentes pero continúan los mismos discursos. Se alerta sobre la urgencia del momento pero el tiempo sigue siendo una variable subvalorada a la hora de la toma de decisiones. Se discute la implementación de medidas económicas aprobadas en congresos, lineamientos y conceptualizaciones pero se habla de la necesidad de CONSENSO para seguir avanzando. ¿Consenso con quién? ¿Hay alguien dentro de las instituciones que se opone al curso económico que intentó seguir este país desde el 2011? ¿Por qué lo hace cuando, como todo lo que se aprueba en Cuba, se adoptó por UNANIMIDAD? ¿Cuáles son sus motivos? ¿O debe usarse INTERESES, bendita categoría de las ciencias políticas?

Y así de repente en estas meditaciones sosegadas y posteriores a una asamblea aparece la palabra “política”. Y llega, no puede ser de otra manera, porque político es el momento que vivimos. Como empresario cubano, quisiera desplegarme en propuestas técnicas, en diagnósticos, en recomendaciones prácticas para superar esta crisis. Lo he hecho en otros momentos y lo han hecho otros mil veces más capaces que yo. Gente en las instituciones y gente al margen de ellas. Pero tanto “titubeo”, tanto “regresar a donde ya estuvimos”, tanta superficialidad en el análisis me confirma que el problema nacional que vivimos no es de diagnóstico. El problema es de voluntad. Voluntad para hacer cumplir lo aprobado, voluntad para arriesgar, voluntad para asumir las responsabilidades, voluntad para cumplir el papel que nos toca jugar.

Hay algo que tengo bien claro: Ni la empresa estatal, ni la privada, ni las cooperativas, ni la inversión extranjera avanzarán si los análisis y visiones que se aplican son los que predominaron en la sesión de hace una semana.

Yo creo en la regulación de los mercados, en la justicia social, en la responsabilidad del Estado y del ciudadano pero detesto el pretendido análisis económico lleno de vacíos, de medias verdades y de facilismos. Este no nos llevará a ningún lugar que no conozcamos ya.

Yo entiendo, porque la tengo en mi casa (parte del pueblo soy) la mirada de nuestros ancianos cuando ven el país en el que viven. Ellos no quieren escuchar hablar de oferta y demanda, apenas entienden las leyes del mercado porque intentaron construir y vivieron en un país diferente. Comprendo el malestar de la gente que sostiene a este país desde un aula, un hospital, una institución pública necesaria para el buen funcionamiento de la vida. Pero lo justo para con ellos, lo verdaderamente revolucionario no es otra cosa que asumir la responsabilidad y hacer lo que en verdad hay que hacer. Construir un espantapájaros para darle candela en una hoguera no bajará un centavo el dólar, no pondrá comida en nuestros platos ni medicinas en nuestros hospitales. Solo lo hará una economía moderna, eficiente, debidamente regulada y con competidores en igualdad de condiciones.

Las nubes en el aire se mueven para conformar, todo indica, una tormenta perfecta para el mercado y para el sector privado. Un vez más, de nuevo. Hay quienes claman por “ofensivas revolucionarias” o “procesos de rectificación de errores”. La última reunión del poder legislativo ha dejado pista abierta para que en la cercana modificación del Decreto Ley de las Mipymes se escriba en piedra el desastre. No ganará la población vulnerable, ni nuestros viejos, ni la independencia, ni la soberanía, ni el país. Perderemos todos.

Colaboración de Humberto Pérez González y Joaquín Benavides.

Una empresa filial con indiscutible visión de futuro. Comentario HHC

Los ingresos en divisas que se obtengan por vía de la Empresa Filial Integral de Alimentos Sur se emplearán en la compra de materias primas para todos los centros productivos de la Empresa Provincial Integral de la Industria Alimenticia, en Las Tunas


La empresa incluirá una escuela de panaderos que producirá el surtido en diferentes formatos. Foto: Ariel Cecilio Lemus

Las Tunas.–Oxigenar la economía empresarial, lograr aperturas para el comercio exterior e incrementar y diversificar producciones, son algunos de los beneficios que surgen para la Empresa Provincial Integral de la Industria Alimenticia de Las Tunas, con la apertura, el pasado 5 de julio, de la Empresa Filial Integral de Alimentos Sur, IntAl-Sur.

La tunera es la primera de esta índole que se crea vinculada a una entidad provincial del sector, y la actual es la número uno de tres etapas para concretar un ambicioso y abarcador proyecto que pudiera cambiar el rostro de la industria alimenticia en el territorio.

A las particularidades de este significativo paso se acercó Granma, tras el diálogo con algunos de sus protagonistas y gestores.

INTAL-SUR, EL FRUTO DE UN ESFUERZO COLECTIVO

La Gaceta Oficial número 51, con fecha 7 de mayo de 2021, dio a conocer el Decreto-Ley 34, del Sistema Empresarial Estatal Cubano, en el que aparece la figura de la empresa filial.

Entre sus particularidades está el hecho de que se subordina a la empresa que la crea, y esta última le cede parte de su patrimonio. Esa relación de subordinación se expresa, también, en que adopta la forma jurídica organizativa de la entidad matriz, le aporta a esta el rendimiento de la inversión estatal, y distribuye utilidades y crea las reservas establecidas, previa aprobación de la empresa que la constituye.

Con apego a esos principios se ha trabajado durante varios años para la constitución de IntAl-Sur, sobre la base de la alianza estratégica con una entidad extranjera, la cooperativa uruguaya Urucuba, con la cual se pactaron relaciones comerciales vinculadas al comercio electrónico, en una primera fase del proyecto.

En el acto de constitución, Gerardo Adrián Fascini Acosta, representante de Urucuba, expresó: «Estamos muy emocionados por haber llegado hasta aquí, después de cuatro años de mucho trabajo. Tenemos ganas de hacer, de demostrar todo lo que podemos lograr con el trabajo conjunto de los dos pueblos».

Alberto Fonseca Rodríguez, director de la Empresa Provincial Integral de la Industria Alimenticia (EPIA), explicó que «constituye un gran reto, no hay experiencias precedentes, por lo que hemos ido avanzando gracias al trabajo en equipo, a la inteligencia colectiva, al empeño y al acompañamiento de muchas personas. Esto es un gran salto, un proyecto ambicioso, muy amplio, que debe transformar la realidad del sector alimentario tunero».

LA FILIAL ES EL PRIMER PASO DEL CAMINO

En la primera etapa, todos los productos para ofertar estarán destinados para el mercado nacional, pero con pagos desde el extranjero, significando una inyección a la economía del país y de la propia empresa matriz, apuntó Osmany Cortés Hernández, director de la empresa filial.

El directivo señaló, además, que en un primer momento la entidad tendrá cinco unidades. «La galletera–panificadora ubicada en el municipio cabecera, que ahora se encuentra en proceso de inversión para comenzar a trabajar con una capacidad de 1,2 toneladas diarias, aunque en un plazo de seis meses se prevé hacer en esa fábrica una renovación tecnológica. Se subordinan también a la empresa la escuela de panaderos, que producirá panes en diferentes formatos; la dulcería La Crema, y la fábrica de conservas Liberación», apuntó.

Esa última unidad se montó sobre un proyecto de desarrollo local que ahora va más allá de las fronteras de Cuba. Se ha hecho un proceso inversionista que triplica la capacidad de producción. En esta unidad se producirán las conservas para toda la provincia de Las Tunas, también se elaborarán jugos, y se debe montar una línea de salsa mayonesa, argumentaron los especialistas.

La fábrica de conservas Liberación recibió una inversión que permite triplicar su capacidad para producir las conservas para toda la provincia de Las Tunas, y jugos; se debe montar, también, una línea de salsa mayonesa. Foto: Leidys María Labrador Herrera

«Para sostener las producciones, se prevé la utilización no solo de materia prima local, sino importada, en diferentes formatos», concluyó Cortés Hernández.

Por su parte, Alberto Fonseca Rodríguez, director de la EPIA, explicó que en la etapa inicial hay elementos fundamentales.

«Lo primero es que hemos logrado materializar una apertura al comercio exterior, comercializando un servicio, porque los productos se adquieren desde el exterior, pero están dirigidos a toda la provincia de Las Tunas, primeramente.

«En cualquier parte del mundo una persona puede hacer compras, y nosotros, en el tiempo que tenemos pactado en el contrato, las llevamos a la casa de los clientes. Eso nos va a permitir oxigenar la empresa desde el punto de vista financiero, y garantizar las materias primas, que son de las principales limitaciones que tenemos».

Pudiera alguien imaginar que el hecho de que solo se comercie para el extranjero por vía online no implica un beneficio colectivo. Sin embargo, no es así, como aseveró el directivo.

«En esta primera etapa no vamos a poder incorporar la venta a la población por los canales normales, y lo que necesitamos que la población entienda es que los ingresos en divisas que vamos a obtener por esta vía, los vamos a emplear en la compra de materias primas para hacerlas llegar hasta todos nuestros centros productivos. Por ejemplo, hoy tenemos paralizadas 14 panaderías. La meta es incrementar y diversificar producciones. No estamos hablando solo de las que se hacen a partir de harina».

Pero el nacimiento de IntAl-Sur va mucho más allá. Los próximos meses serán definitorios, señaló Fonseca Rodríguez.

«La segunda etapa, en la concepción de este proyecto, es que esta alianza se constituya en un Contrato de Asociación Económica Internacional, que va a implicar una expansión de la empresa, con la inclusión de nuevos establecimientos dentro de la provincia; incluso, el Ministerio evalúa ya incluir algunos de otros territorios, como las confiteras, por ejemplo. Esos son proyectos que deben materializarse en los próximos meses, con la mirada puesta en la exportación.

«En una tercera etapa nos ampliaremos al comercio mayorista para la exportación e importación, tanto de productos como de bienes, vinculado a la creación de una Empresa Mixta S.A. Vamos a contar con almacenes de materias primas y productos terminados para abastecer al sector estatal,  a las formas de gestión no estatal y, además, exportar».

Todo ello, indiscutiblemente, tendrá amplio impacto y notable significación también desde la subjetividad de los colectivos laborales, como apuntó el entrevistado.

«Significa un cambio de mentalidad, un incentivo para los trabajadores, después de años en los que hemos estado prácticamente adormecidos, porque nuestra empresa tiene muy deteriorados sus indicadores económicos».

Empeños como este demuestran, sin duda alguna, que la empresa estatal socialista puede hacer mucho por sí misma, por su recuperación y por el fortalecimiento de la economía del país. Esa es la meta compartida, la meta posible.

Comentario HHC: Parece una buena idea, pero no hay números para evaluar que no sea el único que se dice, 1,2 ton diaria de capacidad en la galletera -panificadora.  Porque se reconoce que "nuestra empresa tiene muy deteriorados sus indicadores económicos".

Sería recomendable que al cierre del año , se vuelva a la empresa para ver si los proyectos se estan materializando y ver los números en materia económica.

Encontré un video de la empresa,y se plantea que va venderse online una gama de 25 productos. Se perdió la oportunidad de poner el sitio web  de marras. 

https://www.youtube.com/watch?v=QzfQoAEJe2Q&ab_channel=Visi%C3%B3nTunera


La necesaria destrucción creativa del modelo agrícola cubano

No se avanza hacia el futuro repitiendo esquemas fallidos y esperando que den un resultado diferente.

por  Dr.C Juan Triana Cordoví
julio 26, 2023
en Contrapesos


Foto: Kaloian.


Los cambios trascendentales que experimentó Cuba a partir de 1959 comenzaron por la agricultura. Dos reformas agrarias profundas que de una parte significaron la expropiación de grandes extensiones de tierras a nacionales y extranjeros y la creación de más de 120 mil propietarios privados agropecuarios parecían ser el empujón necesario para un proceso en el que un mercado interno creciente sirviera como uno de los motores impulsores al nuevo proyecto de desarrollo económico y social. Con todo ello se podría reducir la dependencia alimentaria así como la genética poli importadora que nos ha acompañado casi desde que Colón descubriera esta isla. Pero no fue así.

Es cierto que hoy la escasez de recursos se ha convertido en una de los pesos más poderosos que tira hacia abajo al sector en su conjunto, pero también lo es que en los tiempos en que los recursos (personas, petróleo, fertilizantes, herbicidas, pesticidas, maquinaria agrícola, alimento animal, institutos de investigaciones, científicos y técnicos agropecuarios) eran relativamente abundantes y relativamente poco costosos, tampoco el sector agropecuario cubano alcanzó los rendimientos que esa dotación de recursos hubiera permitido. Siempre estuvo lejos de su frontera de productividad y todavía menos logró satisfacer las crecientes necesidades de alimentos de nuestra población, ni la demanda, ni la demanda efectiva.

El sector agropecuario sigue siendo el que emplea de forma directa mayor cantidad de personas en Cuba. Es también el que probablemente consigue menor productividad y quizás haya sido el primero en enfrentar ese fenómeno de vaciamiento, emigración y envejecimiento de la fuerza de trabajo que hoy padecen todos los sectores de la economía nacional, desde la educación y la salud, hasta el turismo, otrora “atractor” de fuerza de trabajo calificada.

Es también uno de los sectores productores de bienes y aportador directo a la oferta de productos de primera necesidad. Pero a la vez es uno de los que menos inversión ha recibido en los últimos cinco años (5,1 %). Mientras, el inmobiliario, generador de alta demanda de bienes cuya satisfacción sólo puede lograrse mediante la importación —debido a la debilidad de nuestro sector productor de bienes— recibía en ese mismo período el (48 %) de toda la inversión del país.


Esos cinco años que van del 2017 al 2021, no son cualquier período de la vida de nuestro país. Para el 2017 era ya realidad un cambio radical en la relación con Estados Unidos, que se concretó en el 2018 con las medidas de la administración Trump a lo que habría que sumar la pandemia de Covid-19 y su demanda de crecientes recursos para reducir el impacto de la misma.

Ahora, y en parte como resultado de esas decisiones de inversión, tenemos casi 20 mil habitaciones 4 y 5 estrellas más, una ocupación lineal que no sobrepasa el 25 % y una falta de suministros —alimentos en primer lugar— que hace todavía más difícil la recuperación del sector turístico.


Foto: Néster Núñez.

Algunos datos pueden ayudarnos a comprender el problema. Suponiendo que de toda esa inversión inmobiliaria el 30 % sea en divisas, tendríamos entonces que en ese período se habrían invertido 10 344, 8 millones dólares en hoteles. En ese mismo período el valor de las importaciones de herbicidas se redujo desde los 39,9 millones de dólares en el 2018 hasta los 7,9 millones en el 2021, lo que a su vez significó una reducción en la disponibilidad de este insumo del 84 %. Para el mismo período, el valor de las importaciones de insecticidas y fungicidas se redujeron desde los 22,5 millones hasta los 13,8 millones (39 %) disminuyendo la disponibilidad del producto en un 56 %.

Hoy importamos el 100 % de la canasta básica, porque sin pesticidas y herbicidas es muy difícil alcanzar los volúmenes de producción necesarios para abastecer, al menos en parte, esa canasta, aunque sembremos todas las macetas de los balcones de Centro Habana de frijoles. En economía le llamamos “costo de oportunidad” y hoy el pueblo entero lo paga.

El valor de la importación de maíz sin moler, para ese mismo período, se redujo en un 16 % (de 193,8 millones a 164,3 millones) y la disponibilidad del producto disminuyó desde las 812,3 toneladas hasta la 509,4 toneladas (un 37,3 %).

Mantener el mismo valor de la importación de pienso animal significaba destinar unos 145 millones de dólares en los tres años que van del 2019 al 2021. Esos 145 millones de dólares es mucho menos que el 2 % de aquellos otros 10 mil millones que suponemos se destinaron a la construcción de hoteles. Ocurre parecido en el caso de los preparados para alimento animal. Con 125 millones se hubiera podido mantener un volumen de productos cercano a las 128,2 toneladas del año 2018. (Todos los datos proceden del Anuario Estadístico de Cuba 2021, edición 2022. Tablas 8.12 y 12.6.)


Foto: Néster Núñez.

Destinando el 10 % de aquellos 10 mil millones que hemos supuesto es el componente en divisa de toda la inversión hecha del 2017 al 2021 en el “sector inmobiliario”, a la compra de insumos para asegurar algunos productos estratégicos, prácticamente se alcanzaba a sostener un volumen de insumos críticos parecido al del 2018.

Hoy, por falta de alimentos, la reducción de la producción de cerdos, huevos, leche pone en una situación crítica a cada familia, abre las puertas a la especulación y a la subida de precios que alimenta la inflación y deja un espacio abierto a la importación de esos productos finales de primera necesidad, casi única manera de incrementar la oferta. Podremos abrir agujeros en nuestros patios, o en las salas de las casas, o comprar piscinas plásticas para criar tilapias, lo cual puede ser una opción de emergencia, pero sin alimento animal no podremos producir masivamente la proteína que nuestra población necesita.

Por cierto quizás nos sorprenda, pero cuando se tomaron esas decisiones de inversión, LAS MIPYMES AÚN NO HABÍAN NACIDO.

Pero es verdad que no basta con invertir mucho en un sector como el agropecuario en Cuba que por un poco más de seis décadas ha demostrado que no solo padece por la falta de recursos.

Es probable que en ningún país de este planeta haya tantas personas como en Cuba dedicadas a intentar que el sector agropecuario tenga resultados. No creo que exista otros país en el que se le dediquen más horas, más medidas, más controles, más visitas de diferentes niveles y organizaciones, más cursos de capacitación y formación, probablemente más proyectos internacionales, más eventos científicos, más metros cuadrados de oficinas, más kilowatts/horas, más litros de combustible, más autos, yipetas y otros tipos de transporte que en el sector agropecuario cubano.

 

Foto: Kaloian.

Cualquier indicador de relación que se quiera implementar, por ejemplo: horas de reuniones/producción total de productos agropecuarios; cantidad de visitas de control/rendimiento por hectárea; cantidad de medidas/incremento de la producción, permitiría comprobar que las acciones burocráticas no tienen un impacto decisivo en los resultados del sector o, incluso, que su impacto es en ocasiones negativo.

Esa idea repetida varias veces en la reciente sesión ordinaria de la Asamblea Nacional sobre la necesidad de revolucionar el sector agropecuario, pasa por la necesidad de promover un profundo proceso de destrucción creativa que permita salir de organizaciones y estructuras que por décadas han demostrado que no dan resultado.

Hay que darle el lugar que le corresponde al campesino; resolver definitivamente el problema de la tierra; introducir y regular adecuadamente la competencia; reducir a las empresas agropecuarias estatales y mantener solo a las que demuestren su capacidad para competir.

Hay que entender que las cadenas productivas requieren de cierres exitosos que las hagan sostenibles. Es imprescindible crear los incentivos necesarios; terminar de crear de una vez un verdadero Banco de Fomento Agropecuario; abrir el sector a la inversión privada nacional y extranjera y otras muchas propuestas con las cuales se han llenado decenas de páginas y que han sido demoradas una y otra vez a pesar de que hoy es la subida sostenida del precio de los alimentos uno de las principales factores en el incremento de la inflación.

No se avanza hacia el futuro repitiendo esquemas fallidos y esperando que den un resultado diferente.

Miremos los hechos: ahí está nuestra industria azucarera, que este año ha alcanzado a producir poco más de 350 mil toneladas de azúcar, casi lo mismo que se produjo allá por 1850. Solo que en aquel siglo, esa producción se logró sin un enorme edificio en la calle 23 del Vedado, sin fábricas “modernas”, sin ferrocarril, sin una dotación de camiones, combinadas cañeras, tractores, sin máquinas de riego fregat, y sin ingenieros y técnicos azucareros y varios institutos de investigaciones, y sin noventa y tres medidas y un enorme aparato burocrático para supuestamente controlar su ejecución. También en los mercados el azúcar está cara, pero tampoco las mipymes han tenido que ver en los resultados productivos del que fuera el sector agroindustrial más poderoso del país.

Por lo general, se recoge lo que se siembra y se atiende adecuadamente. Estamos cosechando lo que lo que las decisiones económicas han “sembrado” en Cuba desde hace unos años.