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martes, 12 de marzo de 2024

Estabilización macroeconómica: ¿qué hacer en política cambiaria? (I). Comentarios

 En nuestra economía, en la que no existe un precio más transversal que el de las divisas, los temas de política cambiaria son sumamente importantes



Avanzar en la estabilidad del tipo de cambio no se alcanza solo con la apertura de un mercado cambiario oficial. Foto: Endrys Correa Vaillant

Mucho se debate en estos días sobre las implicaciones de avanzar en transformaciones de la política cambiaria del país.

Se subraya la necesidad de ampliar el funcionamiento del mercado cambiario oficial, y se destacan las implicaciones que tiene un tipo de cambio oficial de 1x24 y otro de 1x120, a todas luces desconectados de la realidad económica, y se insiste en la necesidad de formalizar los flujos en divisa que hoy se canalizan a través del mercado informal, así como de emplearlos para estimular la producción nacional y la estabilización macroeconómica.

En nuestra economía, en la que no existe un precio más transversal que el de las divisas, los temas de política cambiaria son sumamente importantes, ya que un manejo correcto de esta puede resultar crucial para la recuperación del país.

Pero al mismo tiempo, resulta ser una de las transformaciones más complejas por emprender, en un escenario de restricción de divisas y desequilibrios macroeconómicos internos.

Cualquier propuesta de política cambiaria debe reconocer este escenario, para asegurar el proceso de recuperación de nuestra economía.

De este modo, en el escenario cambiario en Cuba se presentan dos retos fundamentales a corto plazo:

  • La prevalencia de dos tipos de cambio oficiales, ambos inconvertibles, lo cual implica que las empresas nacionales o extranjeras no pueden acceder directamente a divisas, canjeando sus pesos cubanos, lo cual conlleva el empleo de un mecanismo –complejo y mayormente ineficiente– de asignación centralizada de divisas. Estos tipos de cambio –que sobrevaluan el peso cubano– impactan a su vez, severamente, sobre el sector exportador, que recibe menos pesos por divisa generada, lo que incide en sus capacidades de estimular a sus trabajadores, acceder a recursos y en ampliar su producción para generar más divisas. En este escenario, un tipo de cambio sobrevaluado se convierte en un desestímulo para la exportación, y un freno a la recuperación y desarrollo del país.
  • La existencia de un mercado cambiario informal, al que concurren el sector no estatal y la población, ofrece –aparentemente– un acceso más flexible a la divisa. Sin embargo, más allá del desequilibrio entre oferta y demanda de moneda convertible, este mercado informal brinda divisas a altos precios, basado en la especulación y la incertidumbre, y excluye a una parte fundamental del tejido productivo formal –empresas estatales y mixtas– del acceso a estas divisas, lo que en su conjunto impide el aprovechamiento de capacidades productivas instaladas.

No obstante, partiendo de este escenario, resulta necesario avanzar, aun reconociendo que no es posible resolver de una vez todos los retos que en el orden cambiario enfrenta la economía.

A corto plazo, un primer objetivo para lograr es generar un esquema de acceso legal a la divisa de los nuevos actores, y también de empresas estatales y mixtas para que puedan acceder a las divisas de forma más flexible.

A mediano plazo, converger en la unificación del tipo de cambio mediante iteraciones sucesivas, resulta el objetivo estratégico para la política cambiaria en el país.

Alcanzar este objetivo permitiría recuperar la plena soberanía del peso como moneda única para la realización de transacciones internas, con un solo tipo de cambio para todas las operaciones. Este propósito es imprescindible, y debe ser la dirección principal de las acciones, a fin de no introducir distorsiones que nos alejen finalmente de la meta prevista.

Partiendo de estos objetivos y secuencia, existen dos etapas en el proceso: en primer lugar, el relanzamiento del mercado cambiario oficial y, posteriormente, la devaluación gradual del tipo de cambio oficial. 

MERCADO CAMBIARIO OFICIAL: FORMALIZACIÓN, RIESGOS Y BENEFICIOS

El mercado cambiario informal surge por la imposibilidad de los agentes de realizar –en los circuitos formales– sus operaciones de compra y venta de divisas.

Sucede así que –a los tipos de cambio oficiales– o bien los oferentes no están incentivados a vender sus divisas, o bien los demandantes requieren mucha más divisa de la realmente ofertada.

La consecuencia es un desplazamiento de las operaciones cambiarias hacia un espacio en el que se conecten, flexiblemente, oferentes y demandantes, pero en condiciones inseguras y sujetas a prácticas ilegales.

El tipo de cambio en este mercado, está determinada por las condiciones subyacentes objetivas de oferta y demanda de divisas.

Por el lado de la oferta, las fuentes fundamentales en Cuba son las remesas familiares y los derrames del turismo. Por el lado de la demanda existen disimiles fines: importación de bienes, emigración o consumo en el mercado interno.

Pero mas allá de la especulación, es la masa monetaria en moneda nacional lo que determina la capacidad real de los demandantes para concurrir al mercado informal, y –en última instancia– el volumen global de demanda y –por consiguiente– el precio –tasa de cambio– de las divisas en este mercado.

La solución a esta informalidad implica generar condiciones para redirigir nuevamente estos flujos hacia los canales del sistema financiero formal, una tarea institucionalmente compleja, pero que podríamos resumir en tres acciones fundamentales:

  • Fijar, por parte del Banco Central de Cuba (BCC), una tasa de cambio que incentive la compra de divisas y regule la demanda a niveles compatibles con esa oferta (Llamémosle a este «tipo de cambio de equilibrio»).
  • Modificar regularmente el tipo de cambio en función de los movimientos de oferta y demanda de divisas que va recibiendo el sistema financiero, y se computa por el BCC, para garantizar que esté siempre en correspondencia con las condiciones subyacentes del mercado.
  • Dar acceso para ofertar o demandar divisas, en el sistema financiero, a los agentes que hoy operan en el mercado informal (la población, los actores económicos no estatales y los que remesan divisas, entre otros).

Luego de la reorientación de los flujos de divisas hacia el sistema financiero formal, se debería dar acceso gradual a las empresas estatales a este mercado, comenzando por aquellas que podrían reactivar rápidamente capacidades industriales subutilizadas, o que demandan capital de trabajo en divisas con destino a la exportación, garantizando que esas exportaciones ingresen la divisa en el mercado cambiario, a fin de recuperar sus costos iniciales de compra de divisas.

También deben considerarse los riesgos de este esquema. El más importante es que, en un escenario de crecimiento acelerado de la cantidad de moneda nacional en circulación, existirían constantes presiones para depreciar, por parte del BCC, el tipo de cambio, dado que, en última instancia, estas son las condiciones reales de la oferta y la demanda que se dan en el mismo.

Aquí es necesario apuntar que avanzar en la estabilidad del tipo de cambio es una tarea importante, pero que no se alcanza solo con la apertura de un mercado cambiario oficial, sino que es el resultado de transformaciones monetarias y fiscales que permitan estabilizar los desequilibrios macroeconómicos que impactan en la depreciación, transformaciones que son parte del Programa de Estabilización Macroeconómica del país.

Aun con este riesgo, que debe ser atendido y que se minimiza al coordinar acciones de política cambiaria con la estabilización fiscal y monetaria requerida, la existencia de un mercado cambiario formal supone, igualmente, múltiples beneficios, entre los que cabe destacar.

  • Acceso legal y en similares condiciones a los actores económicos, tanto no estatales como estatales, a demandar divisas a cambio de moneda nacional, a una tasa gradualmente estable.
  • Mediante la acción del mercado cambiario, se crean condiciones para la recuperación de capacidades productivas ociosas en el país.
  • Avanzar en la formalización de las operaciones de los actores no estatales, lo que reducirá sus costos financieros y mejora las capacidades de seguimiento tributario por parte del fisco.
  • Incorporar la inversión extranjera a un esquema estable de acceso a divisas para la compra de insumos y repatriación de utilidades.
  • En un sentido general, mejoraría el clima de negocios en el país, generando transparencia y seguridad en el acceso a las divisas.

Comentarios:

Pedro Monreal : Parece ser un “balón de ensayo” para una eventual acción del Banco Central. Mucha tela por donde cortar. Empiezo con 3 puntos: ausencia en el análisis de la respuesta de oferta, nueva tasa de cambio inicial del mercado “oficial”, e incorporación de entidades estatales.

El supuesto más problemático de la propuesta es minimizar en el análisis la ausencia de capacidad de respuesta de oferta. Esencialmente, la moneda cubana es débil respecto a otras porque no hay una oferta nacional competitiva con escala suficiente y productividad adecuada. Ese “buey” va delante de la “carreta” de la macro estabilidad.

La tasa inicial de la “etapa 1” (mercado cambiario oficial no estatal) tendría que ser aproximadamente la actual tasa informal (~320). Eso representaría una devaluación de 167% respecto a la tasa de 1:120 ¿Estaría listo el gobierno para asumir la inflación extra que eso representaría?

El paso de la “etapa 1” (mercado no estatal con “flotación sucia”) a la “etapa 2” (mercado general con régimen cambiario no definido) parece adoptar el supuesto poco realista del efecto de entidades estatales en una oferta/demanda de divisas aproximadamente equilibrada.

Joel Ernesto Marill:
Buenas tardes. Aclarando que es solo un texto enfocado a la parte cambiaría, por lo que claramente incurre en abstracciones de otros temas que aunque deben ser parte integral de la estrategia de recuperación no se abordan todo en un solo texto. Algunas ideas sobre sus comentarios:

1. Sin duda los problemas por el "lado de la oferta" son "el" problema de la economia cubana y eso no se soluciona solo con estabilidad macro o con un mercado cambiario, tampoco es lo que se propone. Sin embargo, avanzar en un mercado cambiario que permita el acceso a divisas a actividades productivas y cerrar ciclos de producción tiene igual un impacto por el lado de la oferta. Sin duda una respuesta de oferta lleva otras medidas más allá de lo cambiario, y que deben ser parte de la estrategia de recuperación.

2. Sin especular sobre la tasa de salida del mercado cambiario. Solo decir que alinear el tipo de cambio de un mercado cambiario a las condiciones de oferta y demanda de divisas en el segmento de la poblacion y no estatales no tendría que tener por si mismo impacto inflacionario, ya las empresas de ese segmento funcionan a tipo de cambio ~320 por lo que desde la perspectiva de estoa agentes no hay devaluación. La devaluación se vería en las empresas estatales que operen a 120 que son pocas y fundamentalmente como se ha informado exportadoras como el Turismo, así que el impacto inflacionario sobre la población también aquí es limitado. Sobre esto igual se puede debatir.

3. El tránsito a la "etapa 2" que no se describe en este primera parte del texto, se deja claro que es un proceso gradual. No hay forma de hacerlo en mi opinión en un solo paso, además de por la limitaciones para manejar los impactos porque no hay una referencia clara de cual es la tasa de equilibrio de toda la economia cuando se agregan las ofertas y demandas de divisas del sector estatal+no estatal+población. Eso sí se hace gradual es un proceso de convergencia y descubrimiento paulatino.

Pedro Monreal: Joel Ernesto Marill muchas gracias por los comentarios. Mi reacción es la siguiente:

1. El hecho de no priorizar primero la capacidad de respuesta de oferta, principalmente al inicio en el agro, ha sido un grave error de secuencia en los recientes intentos de reforma. Fue lo que hundió el “ordenamiento” y es lo que está haciendo inefectivas “las proyecciones” actuales. No existe hoy un programa creíble de transformación productiva. Por lo menos no se conoce públicamente.

2. No me queda claro que la tasa de 120 sea un asunto menor. Desde el punto de vista contable representa un anclaje para el sector no estatal. Es lo que permite justificar críticas respecto a precios “excesivos” y justifica posibles medidas de “convencimiento” o represivas. Sube esa tasa y se pierde un anclaje. Además, una vez que se reconozca oficialmente una tasa aprox de 320 en ese mercado oficial de primera etapa, será muy difícil justificar una tasa sustancialmente menos devaluada en la segunda etapa.

3. Por supuesto que el paso a la segunda debe ser un proceso gradual, pero el dato que complica un mercado cambiario generalizado con entidades estatales es el desbalance comercial de bienes del país. ?va el gobierno permitir que los ingresos por exportaciones de servicios se asignen a un sector productivo quebrado?

1 comentario:

  1. Estos economistas de salón. Cuba vive un shock energético desde la economía real, como se manifiesta en estas disquisiciones monetarista. El consumo energético de Cuba energético está por debajo de los años 90 -94 del siglo pasado. Cómo se traslada esos datos de la economía real a nivel monetario. No veo datos. Solo opiniones.

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