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viernes, 22 de marzo de 2024

Urge escuchar el reclamo ciudadano y tener la energía y el compromiso para hacer política.

Por Dr.C. Fabio Fernández.
Jefe del Departamento de Historia de Cuba de la Facultad de Filosofía, Historia y Sociología de la Universidad de La Habana.

Nadie puede poner en duda la crítica situación que enfrenta la economía cubana. La convergencia de variables estructurales y coyunturales configura un escenario que amenaza la gobernabilidad del país. El bloqueo estadounidense, los efectos aún latentes del trastorno pandémico y el impacto del clima de guerra que impera a nivel mundial, se entrecruzan con las falencias históricas del modelo asumido tras el triunfo de la Revolución y con el deficiente resultado de las reformas promovidas en los últimos años.

Respecto a lo que viene de afuera, poco puede hacerse, pero, en relación con lo interno, es innegable que hay inercia, inacción y problemas de diseño e implementación en las medidas que desde el gobierno se impulsan; es decir, existe aquí, margen para operar.

Desde el ya lejano VI Congreso del Partido (2011) se delineó una ruta de transformación, recorrida con mucha inconsecuencia. Contextos favorables para actuar han sido desaprovechados; tampoco emergen avances contundentes o una secuencia lógica en la puesta en vigor de los cambios necesarios.

En el año 2021 se implementó el denominado Ordenamiento Monetario, conjunto de disposiciones largamente planificado que fracasó estrepitosamente, en su propósito de erigirse como base del salto cualitativo para el despegue de la economía nacional.

Esta iniciativa implicó en la práctica la demolición de los diques que –al menos desde los años noventa– habían protegido medianamente a la ciudadanía, de los desequilibrios y desajustes económicos. Cual inundación incontenible, el cieno lo anegó todo, del mundo empresarial a la cotidianidad de las familias.

Al desastre que supuso el Ordenamiento, reconocido de forma tibia por el propio discurso oficial, se le intenta combatir, ahora, a través del Programa de Estabilización Macroeconómica puesto en marcha. Sin negar los fundamentos correctos que dan vida a este, resulta irrebatible que sus primeros impactos se manifiestan como un ajuste que golpea a las personas en su diario bregar. Parece como si empezara a gobernarse en plenitud, de espaldas al pueblo, sobre la base de una razón económica de Estado que obliga a implementar variadas acciones, claramente impopulares.

Es evidente que un país no puede vivir anclado a un sistema de subsidios y que los precios de los bienes y servicios deben equilibrarse con los costos; pero no ha de pretenderse que, sin medidas compensatorias, el peso del sacrificio a asumir caiga sobre los hombros de una ciudadanía empobrecida que ve a sus estáticos salarios perder –a pasos agigantados– poder adquisitivo.

Buena parte de lo mejor de nuestro gremio de economistas subraya que este no es el camino, que la secuencia del ajuste es otra y que ella demanda el acompañamiento de una lógica de apertura que va, del redimensionamiento de la empresa estatal, a la modificación de la estructura de inversiones, por solo mencionar dos aspectos esenciales.

Ahora bien, todo lo implementado en este instante tiene costos sociopolíticos inmensos. Las grandes mayorías chocan con una realidad que se complejiza, les toca interactuar con una inflación que, a todas luces, se incrementará bajo el impacto de las medidas tomadas. Entonces, la gente llega a sentir que se gobierna en contra de sus intereses, que desde el poder se les perjudica, que no hay una identificación del liderazgo con el doloroso andar cotidiano de los más.

Todo ello contribuye a la erosión y fractura de los consensos y, en consecuencia, abrirá el camino para la materialización de una crisis política que empieza a esbozarse. Si no se rectifica o corrige el rumbo, desde la idea de establecer equilibrios entre el necesario ajuste y la defensa de políticas sociales dirigidas a evitar la penuria de amplias capas de la sociedad, el proceso en curso profundizará el deterioro del capital político del liderazgo y, con ello, de su suficiencia de interacción con la realidad.

La prueba de fuego para legitimar el proyecto político vigente en Cuba está sobre la mesa. Si no se escucha a la población, si no se toma nota de las ideas que emanan desde la base y transitan a través de todos los canales existentes para la retroalimentación del sistema, este corre el riesgo de ver erigirse, frente a sí, una corriente de opinión desfavorable, capaz de ganar plena conciencia de su potencialidad, a través de actos de protesta. Tal dinámica se complejizaría, si tenemos en cuenta los escasos mecanismos existentes, de cara a la expresión pública del disenso.

La economía cubana cruje al calor de sus contradicciones y, en consonancia, el país se agita. Quizás, una mirada superficial perciba la realidad en calma, pero el vapor de agua se acumula en la caldera, al compás de una cuota normada que no alcanza y llega incompleta, de una cola de horas para montar en un ómnibus, del precio de la malanga, del costo del viaje Habana-Guantánamo para ver a una madre enferma, de un hijo en la primaria que no tiene frente a sí a los maestros necesarios, de un familiar en el hospital que no recibe la atención requerida, de una madre que sufre la partida de un hijo y de un joven al que no acaba de llegarle el parole. Urge escuchar el reclamo ciudadano y tener la energía y el compromiso para hacer política.

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[22/3 11:16 a. m.] Juan Miguel:

Sí, en lo esencial, la alerta anterior se viene expresando con mucha fuerza desde antes de la pandemia, lo cual empezó a agudizar las condiciones de vida material y espiritual del pueblo, agregado el fatídico y muy mal pensado y aprobado Ordenamiento, hasta este minuto en que estamos a punto de un estallido social: las causas de este crisis general son múltiples, pero la principal reside en los cuadros políticos y de todo tipo incapaces de transformar lo que haya que transformar, sin necesidad de golpear como nunca antes al pueblo, que rechaza tal Normalidad y exige que se defiendan sus derechos ciudadanos refrendados en la Constitución del pais: lo peor es que como en tiempos coloniales "se acata la ley, pero no se cumple", y eso es un reflejo contundente de la ingobernabilidad total, la anarquía social, y la negación de la justicia social del socialismo en Cuba. Es decir, ||o cambiamos en la práctica social esa tendencia letal, o como dijo en extenso Fidel en la UH el 25 de noviembre de 2005, nosotros mismos destruimos la Revolución y sus indiscutibles conquistas||, a lo cual favorece la actual coyuntura mundial de guerras, nuevos repartos de países, y bloqueos genocidas como el cubano con más de 60 años: nuestro pueblo espera una respuesta contundente en la solución de esta contradicción en lo que está en juego la libertad, la independencia y la soberanía nacional; el margen de tiempo para lograrlo se acabó, __estamos en extra-tiempo bajo el asedio neofascista del imperio yanqui, la burocracia interna todopoderosa de claro corte pequeñoburgués que compite por corromper el poder para apoderarse del mismo cuanto antes, y algunos "amigos" que en el mundo _se demoran demasiado en 'ayudarnos'_ con sus importantes convenios e inversiones, cuando la situación no puede ser peor e insostenible: como decía Lenin en tiempos de altas decisiones de principios para la existencia del poder soviético: *"es ahora o nunca, no es mañana, es para hoy..."*.

Ellos, los soviéticos, después de muchos años de heroico batallar por el socialismo y el comunismo, precisamente por olvidar ese consejo de su gran líder, ||se auto-destruyeron hasta los cimientos años después||, en 1990/91...

El momento histórico, más que 'de muelas', es de _tomar el toro por los tarros_, y demostrar que *el Estado cubano puede gobernar, y hacerlo bien; haciendo que la Constitución y las leyes de la República se apliquen a la realidad como fiel "reflejo de los intereses de los trabajadores, campesinos, estudiantes...etc *que se supone sean la clase dominante en el poder":* __y ello, depende en lo fundamental, de los cuadros del primer nivel, directivos y funcionarios en ejercicio en todas partes, _*y de nada ni nadie más.* Siempre en real comunicación y vínculo con las verdaderas y justas aspiraciones y necesidades de las masas populares, protagonistas de la historia de los pueblos y de la humanidad.

2 comentarios:

  1. Se ha demostrado con creces que ni la propiedad privada ni la política neoliberal murillista aplicada desde el VI Congreso del PCC nos ha llevado por el camino correcto.al contrario, a la destrucción de la Revolución
    Retomar las medidas del periodo especial, en particular las dirigidas a elevar la producción agropecuaria y la producciongeneral con el pueblo y con el Estado, no con emprendedores, finqueros y otras figuras capitalistas afines que producen para lucrar no para el pueblo

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  2. Vivi en la URSS hasta el final de su existencia. Duele volver a ver repetirse aquí la misma historia. Son increíbles las semejanzas, como si se siguiera el mismo guión. La lucha de clases en Cuba va adquiriendo nuevos matices y pronto llegará al punto en que será tan abierta y nítida que sus negadores no la podrán ignorar. El capital político que una parte pierde otra lo adquiere. No es un secreto que aquella parte que ostente el poder económico se hará con el poder político. Ya no nos queda tiempo hay que rectificar una vez más y salir del camino trazado pues por ese el pueblo no se apunta y eso es sabido. Los jóvenes y los no tan jóvenes se marchan quitando presión a la caldera, lo que crea una falsa idea de sostenibilidad. Todos no podrán ni querrán marchar, ese será un punto crítico que devengará una solución de masas que puede ser canalizada en un sentido contrarrevolucionario. Hoy no hay de otra que salvar nuestra economía con nuestros propios esfuerzos y para ello en primer orden hay que producir alimentos, hay que mirar hacia nuestros campos y poner el poco dinero con que se cuente en ellos. Nunca antes han sido tan importantes los frijoles.

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